martes, 21 de enero de 2020

El vuelo de Martín. Reseña


Título: El vuelo de Martín
Autora: Sol Gómez Arteaga
Marciano Sonoro Ediciones
San Román de la Vega (León), 2019



El vuelo de Martín es una novela breve de la escritora leonesa Sol Gómez Arteaga. Autora de dos libros de relatos, poeta y articulista,  esta es su primera novela.

La acción de la obra   se desarrolla en Madrid,  en el inicio de los años 90. Se nos cuenta la historia de una madre y un hijo preadolescente que, huyendo del corralito argentino, inician un viaje a España para buscarse la vida.  Martín ha vivido una vida plácida hasta los nueve años. No conoce a su padre, pero la madre y la abuela compensan el cariño del padre ausente.  Su niñez comienza definitivamente a quedar  atrás, de forma brusca, porque la venida a España le hace superar una serie de duras  pruebas que lo obligan a madurar.

La novela refleja las dificultades de inserción a las que se enfrentan los inmigrantes, dificultades que se entreveran  con  el camino hacia la adolescencia de Martín. El protagonista, por diversas circunstancias adversas, tendrá que madurar de forma rápida para enfrentarse a una serie de hechos que alterarán  la relación  con su madre y su propia estabilidad emocional. Ese es el tema fundamental de la novela y Martín, el protagonista absoluto. Pero, relacionados en ese tema fundamental, la novela, a pesar de su brevedad, plantea otros temas de interés. 

Nos presenta el desarraigo que se produce en las personas que, por cualquier motivo, tienen que emigrar de su tierra y dejar atrás una vida anterior en que la persona se sentía arropada y segura.  Ese desarraigo está un poco mitigado por ese mundo solidario que se tiende entre los inmigrantes para ayudar a integrarlos en la llegada. Sin embargo, suelen ocultar a sus familiares del país de origen  las dificultades por las que pasen, esforzándose incluso por enviarles dinero, que no es fácil   de conseguir.

La madre de Martín logra ascender  de clase social por compartir vida con un hombre aparentemente rico,   un tipo oscuro que pasa mucho tiempo fuera del hogar y no da explicaciones sobre su vida.  Este ascenso es dramático, porque, al mismo tiempo, se produce progresivamente la degradación física y moral de la  madre de Martín y la ruptura del puente afectivo  que mantenía con su hijo.

La novela, como decíamos,  gira en torno a Martín, que es el que narra,  y refleja  sus problemas afectivos y de inserción social. Ha tenido que dejar lejos  a su abuela, a sus amigos. En sus primeros días en España, mientras su madre trabaja, él deambula solitario por la calle y se refugia en su imaginación para mitigar su soledad.

En el viaje a España Martín no solo pierde  sus raíces, pierde también su ingenuidad, la seguridad de la infancia y  la confianza y amor de su madre (así lo vive).   No acepta tener que compartir ese cariño con el novio de la madre,  Ray, seguramente porque siente celos. Este hecho,  unido a que la madre se ocupa cada vez menos de él y a algunas humillaciones que recibe por parte de Ray,  hacen que termine acumulando un odio que al final de la novela estalla dramáticamente. A pesar de la incomunicación progresiva entre madre e hijo, Martín nunca deja de preocuparse por su madre y se convierte para ella en una especie de ángel protector, con  reacciones propias de un adulto. El novio de la madre trafica con las drogas y envuelve a esta en problemas relacionados con ese  mundo. La inseguridad que le produce el vivir con un hombre de vida poco clara la lleva al alcoholismo, al uso desmedido de ansiolíticos  y a la bulimia.  El mundo de la drogas es, por tanto, un trasfondo de la acción principal. 

Otro tema que se plantea en la novela es el del acoso escolar. Nos sentimos conmovidos por el daño que sufre Martín por el rechazo y la agresión de algunos compañeros.  La autora apunta a que este problema  se vincula a la necesidad que tienen los acosadores  de destacar para mitigar su insignificancia y al hecho de que ellos mismos son víctimas de algún tipo  violencia en su entorno.    Martín se siente humillado también ante el novio de su madre, con el que convive.

En la novela aparece   el  tema de la violencia de género. Nos muestra la situación de una mujer sufridora que no denuncia, como ocurre en muchos casos de mujeres como ella. Una mujer que busca desesperadamente el amor de una persona que no la quiere. Incluso niega a los suyos que esa violencia se haya producido,  hasta que la situación se hace insostenible. Y lo peor, se la niega a sí misma. Su fracaso  amoroso  la lleva a la destrucción psicológica y a  un intento de suicidio.

También aparece una  referencia  a la persecución ideológica de la dictadura franquista, pues  dos personajes han estado en la cárcel por sus ideas anarquistas. Los sintecho   tienen, asimismo, un pequeño hueco en la novela. Conocemos su marginación, cómo se las ingenian para sobrevivir desde el punto de vista físico y emocional: “No solo no te dejan morir como quieras, sino que tampoco te dejan vivir. Por eso elegir la locura no me parece la peor opción”, dice uno de ellos.

Martín  descubre el sexo,  en la relación entre su madre  y Ray. Y lo vive con rechazo, hasta el punto de que busca subterfugios para estar entretenido mientras esas relaciones se producen. Siente necesidad de hacerse mayor para ser  libre  y  para gestionar sus afectos: “Yo de mayor  lo  que quería ser  era justo eso: mayor”. 

La novela está contada por  Martín,  en primera persona y en pasado, y sigue una  estructura interna lineal. De vuelo a vuelo. Del vuelo que lo trae a España y del vuelo desconocido que pretende realizar al final. Solo en algunas ocasiones da pequeños saltos atrás para rememorar algunas vivencias de infancia, suyas o de otros  personajes, anteriores al tiempo  de la narración principal. Parece que la estructura es simple, pero no lo es tanto. La novela no está  escrita  a modo de diario. Martín cuenta los hechos, desde un momento indeterminado, cuando ya los ha vivido,  ya que al principio de la narración  anticipa  sucesos que viviría más tarde con su madre en España. 

Los hechos  están contados de manera realista, como  podía contar  su vida diaria un preadolescente, tanto desde el punto de vista lingüístico, como desde el emocional. La autora utiliza un lenguaje claro y preciso, sin muchas concesiones a las expresiones de tipo familiar o coloquial, aunque aparecen algunas, como súperprofe, follar...  Es un lenguaje realista, pero elaborado literariamente. En algunas ocasiones, para denotar el origen lingüístico del protagonista, inserta  americanismos: laburo, plata, video, boludo…  Con un uso moderado y acertado de algunos recursos literarios, como la enumeración y especialmente la comparación: “Esa risa que parecía el tintinear de un cascabel”  logra conseguir la belleza más difícil:   la  de la sencillez. 

Sabe acomodar el  ritmo  de la acción al uso de las formas verbales, con un juego entre el pretérito perfecto simple (dinamismo) y el  imperfecto (ritmo más pausado  y más descriptivo). La frase suele ser breve y eso, ya  por sí mismo,  da dinamismo a la narración. Aunque las descripciones no son abundantes, con pocas pinceladas,  es capaz de hacer descripciones bastante precisas. El diálogo tiene bastante presencia y  hace variados usos literarios del mismo.

Se  puede decir que estamos ante una novela realista.  Es realista en el lenguaje,  pero lo es, sobre todo, en los temas que trata, temas relacionados con la realidad de la época y, especialmente, en la geografía urbana que refleja. Sitúa a los personajes en los barrios y calles de Madrid, en un Madrid perfectamente reconocible.  En ciertos aspectos recuerda a algunas novelas de Galdós, por ejemplo, a ese Luisito de Miau que recorría las calles llevando recados de su abuelo.

Martín, en su vuelo, va creciendo y  desprendiéndose de la inocencia y la ternura de la niñez. Se decepciona, se ve desvalido.  Rechaza la injusticia que se ha producido en su vida y  se rebela contra ella. Esa rebelión  y la pérdida de la protección de su madre hacen que surge en él un sentimiento del odio que se refleja  en las actitudes violentas ante las burlas de sus compañeros y ante Ray. 

Como todo adolescente, necesita reafirmar el yo y conseguir su espacio de libertad,  y lo va consiguiendo a lo largo de la novela.  En muchos momentos parece más maduro que su propia madre. Incluso, hace reflexiones que, además de ser propias de un adulto, son muy inteligentes.

Es una novela que  plantea algunos simbolismos. El primero, el título.  Se puede decir que estamos ante una novela de vuelos. El vuelo inicial que lo trae de Buenos Aires a España para buscar un futuro mejor y el vuelo final, la vuelta a su país,  pues manifiesta su deseo de emprender el regreso en la última línea de la novela. Pero, en medio de esos  vuelos aéreos, hay otro "vuelo interior", el vuelo que realiza un niño en ese viaje iniciático hacia la madurez. Y en algún momento ese deseo de vuelo interior le lleva a plantearse la huida de casa, porque se siente insignificante, como el título de un espectáculo titulado “Me siento pulga”  que ve anunciado en un cartel (título también simbólico). La   salida de Argentina se produce entre malos presagios, al oscurecer y con lluvia, y sin casi poder despedirse de la abuela, que siente vértigos.

También hay gente buena y generosa  en el “vuelo” de Martín: Mina, esa amiga que los acoge a la llegada; Tadeo, ese vecino,  que es como la figura del padre que no tuvo y Javier, el maestro,  que se interesa por su persona y sus problemas, incluso cuando ya no es alumno  suyo. Y la abuela, siempre cercana, en lo afectivo; aunque lejana, en lo físico.

Hay que hacer notar que las ilustraciones  de Carla Lozano son también un elemento artístico y expresivo de la novela. Tienen un cierto cariz expresionista que ilustra momentos importantes de la novela: desde las maletas iniciales, la despedida del país, el pez… hasta llegar al cuchillo y al nudo que se deshace o cuerda que se rompe. Son imágenes que refuerzan las palabras. Bellísimo también el prólogo de Isabel Revilla (ISAMIL9), que  relaciona los vuelos vitales de la autora y su compromiso familiar y social con el vuelo de Martín. Suyas son estas palabras: “Sol y Carla han dado a luz a Martín. Martín, si le dejan, le dará luz a cada uno de ustedes”.

En conclusión, estamos ante una novela que no nos deja indiferentes. Nos cuenta un drama de forma luminosa, por su claridad estilística y su finura. Es el drama de dos desarraigos y de dos soledades: la de Martín y la de la madre. Dos personas que tratan de huir de la realidad. Los dos buscan afectos, sin saber que cada uno de ellos es realmente lo que  el otro busca y necesita.  Al fin, Martín  va a volar definitivamente, aunque tal vez hubiera preferido no hacerlo. 

Una novela hermosa, también en su edición,  que  entretiene y, sobre todo, que conmueve.



M. Álvarez Rodríguez
Enero de 2020


La autora, al final de la novela,   invita al lector a continuarla… (Me atrevo, con su permiso,   a añadir un párrafo):

“En aquel momento  me sentí  mayor y libre para  emprender mi vuelo. Sería un vuelo hacia el futuro. Volaría  como un martín pescador de azulado  plumaje y  sobrevolaría el océano con un pez de goma colgado de las alas. E intentaría pescar otros peces  para que le hicieran compañía o, tal vez,  para que algún día pudieran sustituir a ese pez de la aleta rota…”


M. A. R.


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