Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!
Gabriela Mistral
Y la encontramos, en todo su esplendor, por esos caminos de Omaña (León).
La primavera hace revivir la naturaleza, que ha estado dormida durante los largos meses de invierno. Con ella renace la vida de los omañeses. En primavera la gente se pone al solín en las abrigadas, pero el tiempo engaña y a veces vienen marzadas o marzo mayea y mayo marcea. Son frecuentes los días en los que llegan aún los turbones de nieve. Marzo y abril presentan la cara del resto del año: abril y mayo, las llaves del año.
En abril suele llover de forma abundante. Lo refleja bien el refranero: El buen amigo y el buen abril, uno entre mil. No hay abril que no sea vil. En abril, aguas mil. En general, se agradece la lluvia primaveral siempre que sea antes de San Juan, porque la lluvia por San Juan quita vino y no da pan. Es frecuente que en los días lluviosos la lluvia levante a mediodía, si no es así, cuando llueve a mediodía, agua para todo el día. Cuando el cielo está empedrao anuncia agua: Cielo empedrao, suelo mojao. Poco a poco la temperatura se va haciendo más agradable: En marzo a pie descalzo y en abril, pierna y pernil, pero frecuentemente la mejoría es engañosa, pues hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo. Se dice por la zona que no se debe tomar el sol con la cabeza descubierta en los meses cuyo nombre lleva la letra erre, porque ese sol produce catarro.
La primavera es tardía en Omaña, pero, copiando las palabras de Antonio Machado, ¡es tan bella y dulce cuando llega! Las violetas son las flores más madrugadoras y, con su cabeza inclinada y su aspecto humilde e insignificante, perfuman los bordes de los caminos.
Las cerzales relucen en medio de los prados por su copa algodonada, que anuncia las cerezas que, como arracadas rojas, colgarán de sus ramas en verano. A veces ese manto blanco se ve bruscamente teñido de marrón por alguna fuerte pelona tardía. Pronto, los perales, también cubiertos de flores blancas, les toman el relevo.
Un manzanal en flor |
Y sus compañeros, los manzanales, para no ser menos, se tiñen también de un blanco sonrosado.
La alfombra verde de los prados se decora con narcisos, margaritas y otras flores que dibujan arabescos que van del blanco al amarillo. Los montes se cubren de un manto multicolor. El cantiueso y el tomillo aportan el aroma primaveral.
Es en mayo y junio cuando la primavera se muestra en todo su esplendor, pues por santa Cruz el monte reluz: el tomillo, la escoba y la urz. Las ramas poco exuberantes de las urces se conviertan ahora en espléndidas galanas que se maquillan, de blanco y amarillo, las llamadas albares, y de tonos rosáceos, las cabriteñas. Las tiesas escobas, los peornos, las argomas y carqueisas también se engalanan y se convierten en grandas manchas amarillas que junto con las urces tapizan el monte: sus chanas, sus cuetos, sus vallinas y valles, sus solanas y avesedos.
El Canto Fincado (Carrizal de Luna) |
El río corre todavía caudaloso, porque si ha nevado mucho en invierno, o ha llovido mucho en primavera, como ha ocurrido este año, vien crecido, y a su orillas despiertan muy lentamente los chopos y los alisos.
Cerca de los núcleos urbanos, las zarzas y los espinos también cambian sus espinas por flores y a las puertas de las casas, allá por el meses de mayo y junio, empiezan a florecer los rosales.
El verano, que se va acercando de forma sosegada, aún se hará esperar, pero, mientras, los omañeses aguzan sus sentidos para disfrutar plenamente de los olores, los colores y las melodías que emanan de esta naturaleza primaveral, que son un auténtico deleite para los sentidos…
Una parte del texto procede del libro El habla tradicional de la Omaña Baja de Margarita Álvarez Rodríguez
Nota: El Canto Fincado, según estudio de Adolfo Díez Muñiz, doctor en Geografía e Historia, y natural de Carrizal de Luna, es un monumento megalítico ("El menhir de Carrizal", artículo publicado en la revista De Omaña, nº 1)
Nota: El Canto Fincado, según estudio de Adolfo Díez Muñiz, doctor en Geografía e Historia, y natural de Carrizal de Luna, es un monumento megalítico ("El menhir de Carrizal", artículo publicado en la revista De Omaña, nº 1)