Omaña: allá por tierras leonesas...
Sus paisajes, sus gentes, su cultura...
Sus paisajes, sus gentes, su cultura...
El agua
Río Omaña, río Omaña,
discurres por esta tierra,
y riegan tus aguas claras
los valles y las riberas.
Río Omaña, río Omaña,
Río Omaña, río Omaña,
mientras te veo pasar
tú vas sembrando la tierra
de vida primaveral.
Árboles, campos y flores
se reflejan en tu faz
Grandes peñas plateadas
se levantan a tu paso,
pero tú sigues tranquilo
y las miras de soslayo.
Pozo del Piélago |
Desde el alto Tambarón
en torrentes y cascadas
bajas raudo y saleroso
hasta la Omaña más baja.
En tus tabladas serenas
el silencio te acompaña,
pero, cuando coges bríos,
tus aguas cantan y bailan.
Tú recorres nuestra tierra
por presas y por regueros,
fértil haces la comarca:
nuestras veigas, nuestros
huertos.
Puentes tienden sobre ti
que como armazones son,
pero tú sigues sereno:
los prestas de mirador.
Puente colgante entre Paladín y La Utrera |
de madera o de hormigón,
permiten pasar enjutos
disfrutando tu frescor.
Tus puentes unen los pueblos,
pues las gentes al cruzar,
intercambian las vivencias,
la cultura y el hablar.
la cultura y el hablar.
Por debajo pasa el agua
con su tonada jovial,
los que se acercan a ti
la pueden oír cantar.
la pueden oír cantar.
Canta penas y alegrías
de las gentes del lugar
y con ritmo cadencioso
tú la alejas hacia el mar.
La comarca
Das nombre a una comarca,
como tú, Omaña se llama.
Muchos valles, muchos altos,
los que hay que mencionar:
todos los valles y lombas
y tierras de pan llevar.
Desde Los Bayos, al norte,
hasta llegar a La Utrera,
los caminos y senderos
recorren Omaña entera.
Por cordeles de merinas
o por calzadas romanas,
ha caminado su historia
por pueblos y por montañas.
Con Laciana, Babia y Luna,
con Las Omañas y Ordás,
Cepeda, Bierzo y el Sil,
la comarca va a lindar.
Rosales, que marca el centro,
es una buena atalaya
para ver desde su Cueto
todo el paisaje de Omaña.
Las montañas bien la guardan
a modo de centinelas,
miremos donde miremos
nos encontramos con ellas.
El Alto de la Cañada,
Nevadín y Tambarón,
la Sierra de la Filera,
Arcos de Agua y Suspirón...
Y los valles a sus pies,
las miran con devoción
y reciben sus arroyos
a modo de bendición.
Con Laciana, Babia y Luna,
con Las Omañas y Ordás,
Cepeda, Bierzo y el Sil,
la comarca va a lindar.
Rosales, que marca el centro,
es una buena atalaya
para ver desde su Cueto
todo el paisaje de Omaña.
Cueto de Rosales |
Las montañas bien la guardan
a modo de centinelas,
miremos donde miremos
nos encontramos con ellas.
El Alto de la Cañada,
Nevadín y Tambarón,
la Sierra de la Filera,
Arcos de Agua y Suspirón...
Valle Gordo desde Marzán. Foto: Paco Álvarez |
Y los valles a sus pies,
las miran con devoción
y reciben sus arroyos
a modo de bendición.
Los animales
Omaña es tierra de vida,
por su flora, por su fauna,
rica en variedad de plantas
y de animales poblada.
Desde la lundre del río,
por su flora, por su fauna,
rica en variedad de plantas
y de animales poblada.
Valle de Urdiales. Fasgar. Foto: Paco Álvarez |
Desde la lundre del río,
hasta el corzo saltarín,
nos sorprende el oso pardo,
y también el jabalí.
Hoy ya no se corre el lobo,
aunque sigue apareciendo,
y la raposa pasea
muy tranquila por los pueblos.
Hoy ya no se corre el lobo,
aunque sigue apareciendo,
y la raposa pasea
muy tranquila por los pueblos.
Desde los tesos más altos,
el urogallo vigila,
los acebos y abedules
Los cantos de los pájaros,
nos despiertan al albor,
son cantaridos sinfónicos
,
de armonía y de color.
Las truchas en nuestros ríos
Sus vacas...
Y en el paisaje, las vacas
contemplamos al mirar,
que para los omañeses
eran más que un animal.
Tenían hermosos nombres
y una presencia especial,
ellas eran el sustento
de la vida familiar.
Con las cornales y el yugo
se uñían para tirar,
o del carro o del arado,
dispuestas a trabajar.
Mantequera leonesa,
era raza singular.
con su leche rica en nata,
que era delicia sin par.
El paisanaje
Las truchas en nuestros ríos
bucean entre
las piedras,
pero presas
del anzuelo,
terminan en una mesa.
terminan en una mesa.
Sus vacas...
Y en el paisaje, las vacas
contemplamos al mirar,
que para los omañeses
eran más que un animal.
Tenían hermosos nombres
y una presencia especial,
ellas eran el sustento
de la vida familiar.
Con las cornales y el yugo
se uñían para tirar,
o del carro o del arado,
dispuestas a trabajar.
Vacas uñidas. Rosales |
Mantequera leonesa,
era raza singular.
con su leche rica en nata,
que era delicia sin par.
El paisanaje
Omaña muestra sus picos,
sus vallinas, sus arroyos,
también guarda buena gente
Las personas que aquí viven,
son gentes de buen gerol,
trabajadoras y honradas,
y de buena condición.
Sus costumbres, sus cantares,
sus jotas y baile chano
han resonado en sus pueblos
y quieren seguir sonando.
y quieren seguir sonando.
Ramo de La Garandilla |
Nuestras mozas omañesas
los ramos engalanaban
y en las fiestas señaladas
sus coplillas les cantaban.La rica fala omañesa,
es una delicia oír,
con ella los omañeses
El caserío
Los escudos nobiliarios
y los techados de paja,
conviven en nuestros pueblos
con las torres de espadaña.
Espadañas omañesas
que vigilan nuestros pueblos,
con campanas silenciosas
y tan cargadas de sueños.
Campanas que en el pasado
llamaban a la oración,
expresando con tañidos
de Omaña la devoción.
Tañían tocando a fuego,
a concejo y facendera
y de nubes peligrosas
espantaban las centellas.
Sonaban a vida y muerte,
a alegría y a tristeza,
ellas marcaban la vida
de las gentes omañesas.
Y todas siguen colgadas,
luciendo al aire melenas,
que ni bastio ni turbión
han acabado con ellas.
Casa con escudo en Lazado |
Espadañas omañesas
que vigilan nuestros pueblos,
con campanas silenciosas
y tan cargadas de sueños.
Espadaña de La Velilla de Riello. Foto: Tere Álvarez |
Campanas que en el pasado
llamaban a la oración,
expresando con tañidos
de Omaña la devoción.
Tañían tocando a fuego,
a concejo y facendera
y de nubes peligrosas
espantaban las centellas.
Iglesia de Barrio de la Puente |
Sonaban a vida y muerte,
a alegría y a tristeza,
ellas marcaban la vida
de las gentes omañesas.
Y todas siguen colgadas,
luciendo al aire melenas,
que ni bastio ni turbión
han acabado con ellas.
Las estaciones
Por su flora y por su fauna,
Por su flora y por su fauna,
por el respeto a la tierra,
Omaña ha sido nombrada
Reserva de la Biosfera.
Tierra de montaña y valle,
esmaltada de verdor,
que incorpora colorido,
según cambia la estación.
Su primavera es olorosa,
sonora y multicolor,
sus galanas y sus piornos,
Narcisos y margaritas
asoman entre la yerba,
por entre ellos se pasea,
majestuosa, la cigüeña.
El río corre abundante,
los prados están viciosos,
por las vallinas descienden
los arroyos caudalosos.
La primavera se va
regalando mantigones
que generosas argomas
bajo su vestido esconden.
Mantigones |
regalando mantigones
que generosas argomas
bajo su vestido esconden.
Y el verano nos sorprende
de una manera gozosa
por el “sesentademayo”
empieza a ofender la ropa.
empieza a ofender la ropa.
Prados viciosos, con cancillón en primer plano |
Los gadaños ya se pican
y se siegan las praderas,
los huertos están sembrados,
el agua, abundante, llega.
Y entonces las cerezales
se cuelgan sus arracadas,
compiten con las guindales
pintan el monte de verde
y en las riberas del río
verde el chopo se mantiene.
Manzanales y nogales
también muestran sus trofeos,
caños cargados de fruta,
que en otoño recogemos.
El tomillo y el oriégano
perfuman riscos y peñas;
arándanos azulados
colorean las laderas.
Y cuando llega la otoñada
y se pierde el verdor,
el paisaje se convierte
en alfombra de color.
y rojo de las cerezales,
colores cálidos lucen
en las hojas de los árboles.
Se recogen las patatas,
los fréjoles y las berzas
nueces, castañas, manzanas,
y leña pa la candela.
El invierno llega a Omaña
de manera sigilosa,
los días se hacen cortos,
y la vida más ociosa.
Los omañeses se equipan,
-la invernía ya es un hecho-,
atizan mucho
la lumbre
y comienzan el calecho.
Cuando llega la nevada,
pronto en ella abrirán buelgas
para poder caminar
y salir con las madreñas.
Paladín |
La tierra se tapa y duerme
bajo un cobertor muy blanco,
el río observa su sueño
y lo mece con su canto.
La tierra medita y sueña
con historias de grandeza:
un pasado, una memoria,
le vienen a la cabeza.
Pozo Lloncín. |
La historia
Desde la época antigua,
Desde la época antigua,
Omaña tiene su historia,
muchos siglos han pasado,
que el paisaje rememora.
Sabemos que antiguos bosques
aquí yacen sepultados
por fósiles encontrados
en el valle de Samario.
Y en Carrizal se iza roca,
como fuerte megalito,
Canto Fincao la llaman,
por su porte o por su mito.
Y en Carrizal se iza roca,
como fuerte megalito,
Canto Fincao la llaman,
por su porte o por su mito.
Los celtas dejaron castros
y los romanos sus minas,
vestigios de sus culturas
por sus montes se adivinan.
Se ven fosos, se ven miédolas,
carraliegos para
el oro,
cuevas en nuestras montañas,
donde buscaban tesoros.
Pozas de excavaciones romanas. Los Cáscaros, Paladín |
Leyendas de moras lindas,
leyendas de pan dorado,
lagos que tragan doncellas
y otras tales se han contado.
Otras historias pasadas
podemos aún recordar:
la leyenda de don Ares
y el castillo de Benal.
El recuerdo de don Tello,
en Trascastro aún se ve,
ruinas quedan del castillo
que derribó Pedro el Cruel.
que derribó Pedro el Cruel.
Nuestro pícaro omañés
también conoce la fama,
David Rubio lo creó:
es Peralvillo de Omaña.
es Peralvillo de Omaña.
Y, aunque antaño se adoraba
al ídolo de Rodicol,
tierra es de santos y vírgenes,
romería y religión.
Pues un camino a Santiago
el rey Ramiro trazaba
y de ello quedan ermitas
Y apariciones marianas
se prodigan por doquier:
de la Seita, de la Casa,
de Las Angustias también.
Por eso el quince de agosto
Por eso el quince de agosto
Pandorado nos reclama,
y lucimos los pendones
y también el día de Pascua,
cita es en La Garandilla,
en la "catedral" de Omaña.
Mantenemos las costumbres
y ondeamos el pendón,
que pendones y concejos
son las señas de León.
dedícale tu atención,
omañeses y omañesas
te esperan con ilusión.
te esperan con ilusión.
Valadesamario. Día de Pascua |
Y, si pasas por aquí,
no te vayas sin probar
el chorizo y la cecina,
que mucho te prestarán.
Y no rechaces tampoco
el llosco con los cachelos,
ni un buen cocido omañés,
Aquí terminan las coplas
sobre esta guapa comarca,
"donde los montes suspiran"
y en la que las aguas hablan.