21 de marzo, Día Mundial de la Poesía y de los Bosques
Con la llegada de la primavera celebramos también la presencia de la poesía y el resurgir de la naturaleza. ¡Qué mejor ocasión para que brote la poesía que el contacto con la naturaleza!
En este poema lorquiano el alma del poeta se funde con los árboles y las plantas, y termina invocando al laurel, árbol sabio y noble, "maestro de besos y mago de orquestas". Hermoso poema para hacer un homenaje a los árboles y la poesía.
INVOCACIÓN AL LAUREL de García Lorca
Con la llegada de la primavera celebramos también la presencia de la poesía y el resurgir de la naturaleza. ¡Qué mejor ocasión para que brote la poesía que el contacto con la naturaleza!
En este poema lorquiano el alma del poeta se funde con los árboles y las plantas, y termina invocando al laurel, árbol sabio y noble, "maestro de besos y mago de orquestas". Hermoso poema para hacer un homenaje a los árboles y la poesía.
INVOCACIÓN AL LAUREL de García Lorca
Por el horizonte confuso y doliente
venía la noche preñada de estrellas.
Yo, como el barbudo mago de los cuentos,
sabía el lenguaje de flores y piedras.
Aprendí secretos de melancolía,
dichos por cipreses, ortigas y yedras;
supe del ensueño por boca del nardo,
canté con los lirios canciones serenas.
En el bosque antiguo, lleno de negrura,
todos me mostraban sus almas cual eran:
el pinar, borracho de aroma y sonido;
los olivos viejos, cargados de ciencia;
los álamos muertos, nidales de hormigas;
el musgo, nevado de blancas violetas.
Todo hablaba dulce a mi corazón
temblando en los hilos de sonora seda
con que el agua envuelve las cosas paradas
como telaraña de armonía eterna.
Las rosas estaban soñando en la lira,
tejen las encinas oros de leyendas,
y entre la tristeza viril de los robles
dicen los enebros temores de aldea.
Yo comprendo toda la pasión del bosque:
ritmo de la hoja, ritmo de la estrella.
Mas decidme, ¡oh cedros!, si mi corazón
dormirá en los brazos de la luz perfecta.
Conozco la lira que presientes, rosa:
formé su cordaje con mi vida muerta.
¡Dime en qué remanso podré abandonarla
como se abandonan las pasiones viejas!
¡Conozco el misterio que cantas, ciprés;
soy hermano tuyo en noche y en pena;
tenemos la entraña cuajada de nidos,
tú de ruiseñores y yo de tristezas!
¡Conozco tu encanto sin fin, padre olivo,
al darnos la sangre que extraes de la Tierra,
como tú, yo extraigo con mi sentimiento
el óleo bendito que tiene la idea!
Todos me abrumáis con vuestras canciones;
yo sólo os pregunto por la mía incierta;
ninguno queréis sofocar las ansias
de este fuego casto que el pecho me quema.
¡Oh laurel divino, de alma inaccesible,
siempre silencioso, lleno de nobleza!
¡Vierte en mis oídos tu historia divina,
tu sabiduría profunda y sincera!
¡Árbol que produces frutos de silencio,
maestro de besos y mago de orquestas,
formado del cuerpo rosado de Dafne
con savia potente de Apolo en tus venas!
¡Oh gran sacerdote del saber antiguo!
¡Oh mudo solemne cerrado a las quejas!
Todos tus hermanos del bosque me hablan;
¡sólo tú, severo, mi canción desprecias!
Acaso, ¡oh maestro del ritmo!, medites
lo inútil del triste llorar del poeta.
Acaso tus hojas, manchadas de luna,
pierdan la ilusión de la primavera.
La dulzura tenue del anochecer,
cual negro rocío, tapizó la senda,
teniendo de inmenso dosel a la noche,
que venía grave, preñada de estrellas.
El laurel: un árbol
de significado simbólico.
Arbusto consagrado a
Apolo, dios del sol, de la sabiduría, del heroísmo, de la poesía, de la música… es
símbolo de la inmortalidad y la victoria, por ello con coronas de hojas
de laurel se honra a los héroes y a los sabios.
El laurel está ligado al mito de Dafne personaje mitológico acosado por Apolo al que ella desdeñaba. Cuando Apolo está a punto de
conseguir su objetivo, la ninfa pide
ayuda a Peneo, su padre. Este la transforma en un laurel, de manera que cuando
su perseguidor logra alcanzarla solo puede contemplar la metamorfosis de la
ninfa. Para poder estar siempre cerca de
ella, Apolo convierte el laurel en su símbolo.
Esta transformación en laurel la relata Ovidio en Las metamorfosis. Y a partir
de ese relato, el tema ha sido tratado por otros poetas. Es el caso de Garcilaso de la Vega, en el hermoso soneto XIII, en que describe la
metamorfosis de Dafne y el llanto desconsolado de Apolo.
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
Otros muchos autores abordaron también el tema de Dafne y Apolo. Estos
versos son de Diego Hurtado de Mendoza:
¡Hermosa
Dafne, tú que convertida
fuiste en verde laurel de casto miedo,
por
no esperar aquel que en la huida.
te había de alcanzar,
o tarde o cedo!
Del laurel se dice
además que es un árbol que preserva de los rayos, por lo que conviene poner hojas de laurel a
la entrada de las casas para que las tormentas no las dañen. También tiene que
ver con las artes adivinatorias. Sabemos que en Grecia los adivinadores
mascaban sus hojas antes de las
ceremonias para aumentar sus facultades. En algunos países el laurel es signo de fortuna.
La corona de laurel o
laureola está hecha con hojas de este arbusto y se colocaba a guerreros, deportistas, escritores...
A los poetas Dante y Petrarca se les representa en pintura y escultura con una corona de laurel. Petrarca jugaba con las palabras laurel y Laura, su amada, nombre que procede del nombre del árbol.
A los poetas Dante y Petrarca se les representa en pintura y escultura con una corona de laurel. Petrarca jugaba con las palabras laurel y Laura, su amada, nombre que procede del nombre del árbol.
También se ha usado
como motivo decorativo en arquitectura, escultura… Aparece en el logotipo de la
ONU.
Este simbolismo del
laurel aparece mencionado por muchos autores del Siglo de Oro. Por relación con
el laurel se llama laureado a la persona que ha recibido un premio. En La Galatea, Cervantes llega a decir de uno
de los poetas a los que admira:
Tejed de verde lauro una corona,
Pastores, para honrar la digna frente
del licenciado Soto Barahona,
varón insigne, sabio y elocuente.
Y para concluir, la
palabra Bachillerato también está relacionada con el laurel. Al finalizar ese
nivel de formación académica, que era el primer grado académico de la
universidad, se coronaba a quien obtenía ese título con laurel, laurel
con frutos, que simbolizaba el éxito académico de ahí baccalaureatus: laureado con baya. En muchos otros idiomas tiene el
mismo origen: italiano, español, portugués, francés, alemán, ruso…
Y el laurel ha entrado
en nuestros dichos populares, que nos recomiendan hacer méritos para conseguir el galardón: Hasta que a la meta no llegues, no te pongas
los laureles y, aun con ellos conseguidos, no debemos
dormirnos en los laureles para no morirnos de éxito.
Es algo curioso el que
la corona de laurel haya servido durante siglos para laurear tanto a escritores
como a soldados: una fusión de armas y
letras en las hojas de este árbol tan noble. Desde luego tiene un nombre muy adecuado: laurus nobilis. Nombre noble y símbolo de victoria.