sábado, 25 de agosto de 2012

Coplas a Omaña...




 ...Allá por tierras leonesas: su paisaje, su cultura, sus gentes…


                                                                             Margarita Álvarez Rodríguez


Dedicadas a todos aquellos poetas populares (que lo eran aun sin saberlo) y a todas esas personas que respetan  y transmiten la cultura tradicional.


 



Río Omaña, río Omaña,
discurres por esta tierra
 y riegan tus aguas claras
 los valles y las riberas.
                                                            
Los árboles  te acompañan:
chopos, alisos y fresnos,
te visten con su ramajes
y se miran en tu espejo.

Grandes peñas plateadas
se levantan a tu paso,
pero tú sigues tranquilo
y las miras de soslayo.  
  
Desde el alto Tambarón
en torrentes y cascadas
bajas raudo y saleroso
hasta  la Omaña más baja.

En tus tabladas serenas
el silencio te acompaña,
pero, cuando coges bríos,
tus aguas cantan y bailan.


  

   Tú recorres nuestros pagos
por presas y por regueros,
fértil haces nuestra tierra:
nuestras veigas, nuestros huertos.


Puentes tienden sobre ti
que como armazones son,
pero tú sigues sereno:
los prestas de mirador.

Puentes antiguos, modernos,
de madera o de hormigón,
permiten pasar enjutos
disfrutando tu frescor.



Puente colgante entre Paladín y la Utrera


 Buenas truchas omañesas
se cobijan en tus aguas,
esperando al pescador
que con arte va a  sacarlas.

Das nombre a una comarca:
como tú, Omaña se llama.
Muchos valles, muchos altos,
muchos pueblos la reclaman.

Son casi setenta nombres
que habría que mencionar:
todos los valles y lombas
y tierras de pan llevar.

Desde Los Bayos, al norte,
hasta llegar a La Utrera,
los caminos y senderos
recorren  Omaña entera.

Por cordeles de merinas
o por calzadas romanas
ha caminado su historia
por pueblos y por montañas.

En Omaña manan  fuentes
que corren por sus barrancos,
hay plantas de todas clases
y animales muy variados.

Desde la lundre del río,
hasta el corzo saltarín,
nos sorprende el  oso pardo,
y hasta incluso el jabalí.

Desde los tesos más altos
el urogallo vigila,
los  acebos y abedules
comparten su compañía.

Los cantos de los pájaros,
nos despiertan al albor,
con cantaridos sinfónicos,
de armonía y de color.

Omaña muestra sus montes,
sus vallinas, sus arroyos,
también guarda buena gente
que es, sin duda, su tesoro.

Las personas que aquí viven,
son gentes de buen gerol,
trabajadoras y honradas,
y de buena condición.

Sus costumbres, sus cantares,
sus jotas y  baile chano
han resonado en sus pueblos
y quieren seguir soñando.

Y las mozas  omañesas
los ramos engalanaban
y en las fiestas señaladas
sus coplillas les cantaban.


Ramo de La Garandilla
Los escudos nobiliarios
y los techados de paja
conviven en nuestros pueblos
con las torres de espadaña.

La rica fala omañesa
es una delicia oír,
con ella los omañeses
han contado su vivir.

Por su flora y por su fauna,
por el respeto a la tierra,
Omaña ha sido nombrada
Reserva de la Biosfera.

Su primavera es olorosa,
sonora  y multicolor,
sus galanas y sus piornos,
tiñen los montes de flor.


Vista del Valle de Samario desde La Chana de Paladín

Narcisos y margaritas
asoman entre la yerba,
por entre ellos se pasea,
majestuosa, la cigüeña.

El río corre abundante,
los prados están viciosos,
por  las vallinas descienden
los arroyos caudalosos.

El verano cubre de verde,
los valles y las praderas,
los huertos están sembrados,
que el agua visita y riega.

El verano  nos sorprende
de una manera gozosa
por el “sesentademayo”
empieza a ofender la ropa.

Y entonces ya las cerzales
se cuelgan sus arracadas,
compiten con las guindales
con sus guindas encarnadas.


Manzanal

Manzanales y nogales
también muestran sus trofeos,
caños cargados de fruta,
que en otoño recogemos.

Robles, abedules, urces,
pintan el monte de verde
y en las riberas del río
verde el chopo se mantiene.

El tomillo y el oriégano
perfuman riscos y peñas;
arándanos azulados
colorean las laderas.

Y cuando llega la otoñada,
 y se irisa  su verdor,
el paisaje se convierte
en alfombra de color.

Del amarillo del chopo
al rojo de las cerzales,
todos los colores lucen
en las hojas de los árboles.

Se recogen las patatas,
los fréjoles y las berzas
nueces, castañas, manzanas,
y leña pa la candela.

El invierno llega a Omaña
de manera sigilosa,
los días se hacen cortos,
y la vida más ociosa.

Los omañeses se equipan,
-la invernía  ya es un hecho-,
atizan  mucho la lumbre
y comienzan  el calecho.

Cuando llega la nevada,
pronto en ella abrirán buelgas
para poder caminar
y salir con las  madreñas.

La tierra se tapa y duerme
bajo un cobertor muy  blanco,
el río observa su sueño
y lo mece con su canto.



Pozo Lloncín, La Utrera

 La tierra medita y sueña
con historias de grandeza:
un pasado, una memoria,
le vienen a la cabeza.

Desde la época antigua,
Omaña tiene su historia,
muchos siglos han pasado,
que el paisaje rememora.

Sabemos que antiguos bosques
aquí yacen sepultados
por fósiles encontrados
en el valle de Samario.

También del megalitismo
Omaña muestra sus huellas,
en tierras de Carrizal
el Canto Fincao queda.


Canto Fincao (Carrizal de Luna)
Los celtas dejaron castros
y los romanos sus minas,
vestigios de sus culturas
por sus montes se adivinan.

Se ven fosos, se ven miédolas,
carraliegos  para el oro,
cuevas en nuestras montañas,
donde buscaban tesoros.

Leyendas de moras lindas,
leyendas de pan dorado,
llaos que tragan doncellas
y otras tales se han contado.

Otras historias pasadas
tendremos que recordar:
la leyenda de don Ares
y el castillo de Benal.

El recuerdo de don Tello,
en Trascastro aún se ve,
ruinas quedan del castillo
que derribó Pedro el Cruel.

Un pícaro montañés
también conoce  la fama,
David Rubio lo creó:
es Peralvillo de Omaña.
                  
                   Para describir la tierra,
paisaje que es arte y vida,
ya don Florentino dijo
que aquí “los montes suspiran”.

Cueto de Rosales

  Aunque antaño se adoraba
al ídolo de Rodicol,
tierra es de santos y vírgenes,
romería y religión.

Un camino de Santiago
el rey Ramiro trazaba
y de ello quedan ermitas
a Santiago levantadas.


Virgen de la Seita



















Apariciones marianas
se prodigan por doquier:
de la Seita, de la Casa,
y en Pandorado también.

Y cada quince de agosto
ya Campodiós nos reclama,
y lucimos los pendones,
allí y en  Peñafurada.                                                    

Y cada ocho de septiembre,
y también el día de Pascua,
cita es  en La Garandilla,
en la catedral de Omaña.  
                             
Mantenemos las costumbres
y ondeamos el pendón,
que pendones y concejos
son las señas de León.


Romería de Pascua. Santuario de La Garandilla.






















Nuestros pueblos omañeses
en invierno se despueblan,
pero cuando llega el verano,
ya su vida se renueva.

Si no conoces Omaña
aprovecha la ocasión,
omañeses y omañesas
te esperan con ilusión.

Sus senderos y caminos,
sus lugares y sus pueblos,
reciben al forastero
con deseos de acogerlo.

Y si pasas por aquí
no te vayas sin probar
el chorizo y la cecina
que mucho te prestarán.

No rechaces tampoco
el llosco con los cachelos,
ni un buen cocido omañés,
ni de postre los frisuelos.

Aquí terminan las coplas
que no pueden describir
las bellezas de esta tierra
que aquí puedes descubrir.

Para conocer su encanto,
encontrarás ocasión,
piérdete por estos lares,
ven a Omaña, que es León.


                            Paladín, agosto de 2012         


El vocabulario escrito en cursiva es propio de la zona y aparece  recogido en el libro
El habla tradicional de la Omaña Baja”.

Más léxico leonés: Vídeo: El habla de Omaña

 


La Piñona. La Utrera
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