21 DE MARZO: DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA Y DÍA MUNDIAL DEL ÁRBOL
La poesía es la música de nuestro paisaje interior. La
poesía nos hace captar la belleza del mundo que nos rodea, nos sirve de cauce
para expresar nuestros sentimientos y nos sirve de puente para confluir con
otras personas a través de la palabra.
¿Y qué mejor fusión que poesía y naturaleza? Ya decía Lorca: La
poesía es el médium de la naturaleza /que expresa su grandeza por medio de
palabras. Los árboles son los
centinelas de la naturaleza.
Los hay
arrogantes y majestuosos por su porte, árboles que miran el mundo desde arriba, como la sucuoya
que puede medir hasta 100 m. y vivir más de 2000 años. Los hay esbeltos, como los chopos, que tiñen de verde las riberas de nuestros ríos y que se visten con traje dorado en otoño.
Los hay simbólicos, como el laurel, o elegantes, como el
ciprés, que mira al cielo y que es símbolo de vida espiritual..
Enhiesto surtidor de sombra y sueño / que acongojas el cielo con tu
lanza. (G. Diego)
Los hay cercanos, plantados y
mimados por la mano humana, y que nos aportan dulces recompensas, árboles que se
adornan de flores multicolores y suave perfume
en primavera y que luego se
engalanan con sus frutos a modo de joyas multicolores.
¡Gloria
de los huertos, árbol limonero, / que enciendes los frutos de pálido oro…!
(A.
Machado)
Hay árboles que pasan
desapercibidos, que no son esbeltos, que no se adornan con colores especiales en
primavera o verano, pero que están ahí a nuestro lado: nos dan su sombra, que
invita al descanso o a la plácida
conversación; nos dan sus frutos, que saboreamos con delicia; nos dan su madera…
y generan el oxígeno que permite que siga la vida… Son
árboles que crecen de forma silenciosa, a veces en tierras pobres, en lugares
inaccesibles, pero siempre fuertes y
robustos.
Siempre firme,
siempre igual, / impasible, casta y buena, / ¡oh tú, robusta y serena, / eterna
encina rural! A. Machado
Estos árboles son como esas personas que están a nuestro alrededor y nos
pasan desapercibidas, personas que nos
aportan su apoyo y comprensión, su trabajo silencioso, que hace posible el
nuestro. Son la leña que mantiene vivo nuestro fuego interior o el dulce fruto
que nos ayuda a superar las amarguras. Son como la higuera de este emotivo
poema de Juana de Ibarbourou, en el que va mi homenaje primaveral AL ÁRBOL Y A LA POESÍA:
Porque
es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.
En mi quinta hay cien árboles bellos:
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se visten...
Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
-Es la higuera el más bello
de los árboles en el huerto.
Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
Y tal vez a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo, le cuente:
-Hoy a mi me dijeron hermosa.
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se visten...
Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
-Es la higuera el más bello
de los árboles en el huerto.
Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
Y tal vez a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo, le cuente:
-Hoy a mi me dijeron hermosa.