María José Prieto es doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación y catedrática de Lengua y Literatura de IES. Es autora de una nutrida obra narrativa (novelas y relatos), de poesía y de obras de investigación.
Imaginación y vida es el título de este poemario de María José
Prieto, un título que es un acierto, porque cuando buceamos en sus páginas y versos nos encontramos justamente
con eso: con el tratamiento de los
grandes temas que llenan de sentimiento y vivencias nuestras vidas y también con un mundo de
imaginación en que la autora se eleva sobre la realidad o más allá de ella y
nos presenta mundos y personajes que forman parte del ámbito de la imaginación o de la fantasía.
Sus poemas van acompañados de un prólogo, del periodista leonés, escritor y
profesor Manuel Cuenya, y de las ilustraciones muy coloristas que son
reproducciones de cuadros pintados por la propia autora, artista polivalente,
que también maneja bien los pinceles.
En este poemario María José nos habla de las grandes
preocupaciones que envuelven al ser humano y que tienen carácter universal,
como bien lo señala en el poema Era el
mismo que abre el poemario. Son
preocupaciones que superan las épocas, los grandes y pequeños personajes, porque
el humano es el mismo: Me volví / pero era el mismo / todos juntos
en única esencia humana.
Uno de los temas más repetidos a lo largo del poemario es la
nostalgia del pasado que se va entreverando con la preocupación por el paso del
tiempo. La niñez y la adolescencia aparecen
en varios poemas, épocas presentadas como un “verano azul” al que le
gustaría volver a la autora. Un tiempo
que ya no está, lleno de añoranza de la vida feliz, de paraíso de ilusiones en el pueblo,
a la que quisiera volver: Por eso
vuelvo a ese pueblo / donde todo me traslada /
a otros cielos más celestes / y
me siento transportada. / En su tercera edad la niña que fui / vuelve en el
ocaso de la vida. Lo mismo añora su adolescencia época de ilusiones de luces y de
colores.
En el marco de esa nostalgia del pasado tiene gran presencia
la familia desaparecida: la abuela (abuelita
de oro / y dulzura de cuento), el padre (eterna sonrisa, eterna bondad / infinito aliento), la madre. A la madre le dedica varios poemas. En algunos la recuerda
en su ancianidad marchita. En otros, en cambio, nos trae la imagen de una madre
joven en un mundo natural de fantasía y, en contraste, vemos cómo se va ajando
su figura y cambiando su carácter: Sus
manos poco a poco / parecían huesos de cadáver / su risa se trocó en mueca
malhumorada. En algunos poemas la
evoca en la vida celestial a la espera del reencuentro: Espéranos en la vida / que nunca, nunca acaba.
Unido a la añoranza del pasado
aparece el tema del tempus fugit, el
paso del tiempo que va cambiando todo. El
tiempo es un caudal desatado, afirma. Bastaría fijarse en el título de
muchos poemas: Declinar de la vida, Los
veranos pasan, Otro año, Recuerdos y
vida, Busco tus recuerdos… Busco tus
recuerdos / de oro viejo / en el tiempo / que se va y deja su huella / en los
rostros, las encinas / en el valle. El paso del tiempo lleva también a
percibir la inconsistencia de la vida que refleja en el poema titulado La vida es un sueño: Parece que la vida ha sido un sueño, / un
sueño de nostalgia y raudo aliento…
El otro gran tema del poemario es la
temática religiosa, que suele estar presente en todas las obras de María José
Prieto y nos presenta un mundo trascendente al que aspira a llegar. Aparecen
poemas que por contenido y forma son auténticos villancicos navideños y dos
bellos sonetos: Cristo en la cruz y Jesús, amor, que nos recuerdan un poco
algunos sonetos religiosos de Lope de Vega por el sentimiento de
arrepentimiento: Mírame, Señor, desde el
duro trono / y mira con fulgor enardecido / al hermano que espera tu piedad… Y versos
como estos, por su ritmo y temática, son hermosos villancicos: En la estatua inerme / de nuestro Belén / un
niño suspira / de flores y miel…
Al lado de la añoranza
que produce el paso del tiempo y que es seguramente el tema nuclear de la
obra, aparecen otros. Hay algunos poemas que reflejan temas sociales como la
indigencia, el machismo, las agresiones
al medioambiente, evocaciones de personajes históricos, referencias a la mitología,
alusiones a la pandemia. Y en su obra, dada la gran creatividad que tiene la
autora, no podía faltar tampoco la alusión a la propia creatividad literaria.
En los poemas titulados Letras creadoras AEIOU y Libros y Libros II
El tratamiento de estos temas es la parte del poemario que
acogería la palabra Vida del título. Pero, a las preocupaciones de la vida
cotidiana y sentimientos que generan, la autora une la imaginación que
sobrevuela muchos poemas. Muchos poemas están llenos de fantasía y nos presentan
una Arcadia feliz que contrasta con las preocupaciones anteriores. Lugares
llenos de colorido, de fragancias, de brisas agradables. Y especialmente
personajes imaginarios, maravillosos, tomados de la mitología, de las leyendas.
Así, las hadas, los gnomos, los duendes, los genios, las sirenas, los troles,
las ondinas, las ninfas… asoman entre los versos de sus poemas y ponen la nota
de color, de imaginación, de alegría y de vida: hadas con corona de plata y
vara mágica (…) claro antídoto para los sueños lúgubres. Este mundo de
fantasía, próximo a los cuentos tradicionales también tiene presencia en otras
obras de María José Prieto, especialmente en los relatos de su libro: Ráfagas
de fantasía, historia y misterio. En
el soneto La nieve aparecen también
las hadas para dulcificar una ambientación invernal. Estos personajes añaden
una cierta ternura y restan carácter
sombrío a algunos de los temas tratados por la autora.
Los poemas de este poemario tienen ritmos muy variados que
van de los endecasílabos de los sonetos (de tema religioso, a la catedral de
León…) al verso octosílabo y hexasílabo y los versos libres. Además, consigue el ritmo poético con rimas
consonantes y asonantes, con cierta frecuencia de agudas,
y con esquemas sintácticos repetitivos como el paralelismo. Utiliza
también bellas metáforas y símbolos y otros procedimientos retóricos como la
paradoja: el río platea con su líquido
linfático, ciega claridad… El lector podrá captar la belleza del lenguaje
poético cuando se adentre en los versos de este poemario.
Para concluir, se
puede decir que la autora pone en nuestras manos un poemario de vida, de
alegría. No en vano, lo cierra con un soneto titulado así, Alegría, del que tomo el segundo terceto: Quisiera estar alegre todo el día, / lo mismo en invierno que en
verano, / siempre con fantasías endulzadas. Y es que, aunque a veces los
colores adopten tonos oscuros, al final
siempre predominan los colores de vida: Verde
vida, siempre verde. La imagen de un
caballo blanco que galopa (reproducción
de una pintura de la propia autora),
que cierra el poemario, no podía ser mejor símbolo de vida y de belleza
poética y pictórica. Y también de vida.