En memoria de las víctimas del 11 M
Pido la paz y la palabra.
Blas de Otero
11 de marzo de 2004
Raíles de la mañana
corrían esperanzados,
pero sombras de la noche
en muerte los transformaron.
La ciudad sobrecogida,
y sus corazones yertos,
lágrimas formando ríos
de rabia y de desconsuelo.
El sol se tiñó de rojo,
la luna se sintió herida,
sirenas rompen el aire
pidiendo a gritos la vida.
Hoy la luz se hace presente,
la sangre se ha hecho llama,
vela que va por el mundo
pidiendo paz y
palabra.
venza a la sombra maldita
y la sepulte entre rosas
que exhalen aroma y vida.
© M. Álvarez Rodríguez
Fragmento del poema Arenga a las rosas de Ramón de Garciasol.
(...) Trabajad
de espaldas al temor.
Abrid los ojos,
rosas, hombres, al bien y a la belleza,
¡Creced! ¡Cantad!
La vida es nuestra.
La tierra es nuestra,
y nuestro es el futuro. (...)
¡Ahoguemos a los bárbaros en luces!
¡Avanzad, rosas, hombres!
¡Ocupad el mundo!
El día después...
Texto de mi autoría, leído ante todo el alumnado de mi centro educativo (Santo Domingo Savio, Madrid), reunido en el patio, al inicio de la jornada del 12 de marzo de 2004, para condenar el terrorismo, homenajear a las víctimas... Y para EDUCAR.
Pidiendo paz y palabra.... Dos palabras muy fàciles de comprender para unos y completamente incomprensibles para otros. Muchas gracias por el recuerdo.
ResponderEliminarGracias ti. A ver si somos capaces de "empuñar" solo palabras.
EliminarSiempre debería abrirse camino la paz y la palabra por encima de la sangre y el dolor. Para mí en estos momentos de dolor por mi segunda patria, que no para de verter sangre inocente.
ResponderEliminarOjalá la palabra tienda puentes, estreche manos y sea el vehículo de la paz.
EliminarEn ese día se fueron muchas vidas, gracias por esas palabras de consuelo.
ResponderEliminarGracias a ti por dejar tu comentario. Las palabras sirven para dar vida a los que se han ido y para seguir condenando la barbarie. Un abrazo.
EliminarTodavía recuerdo,a pesar del tiempo transcurrido, el horror de aquel día,nuestro tren quedó parado en las inmediaciones de la estación de Atocha,tuvimos la suerte que no tuvieron los cientos de víctimas inocentes, el tren retrocedió entre dantescas imágenes imposibles de olvidar.
ResponderEliminarSi fue sobrecogedor para todos, no puedo ni imaginarme lo que pasaron las víctimas y las personas que estuvisteis más cerca. De cualquier manera hablar del dolor sirve para asumirlo como una parte de nuestra vida y también para inmortalizar a los que se han ido. Un abrazo, Paco.
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