domingo, 10 de enero de 2016

Un eco de paz...

                                      
                                                        
                                                  Para todas las  víctimas de la violencia y la injusticia.

¡Paz, paz, paz! Paz luminosa.
Una vida de armonía
sobre una tierra dichosa.

Paz sin fin, paz verdadera.
Paz que al alba se levante
y a la noche no se muera.

Rafael Alberti









Su corazón se había contraído tanto que ya no quedaba espacio para la ternura.

Guerras, injusticias, hambre…  habían cerrado sus puertas herméticamente. Notaba que una coraza lo atenazaba. Hacía esfuerzos por expandirlo, pero este permanecía impasible. Se negaba a sentir. Se negaba a sufrir.

Un día percibió  una ligera brisa que lo rozaba suavemente. Emergía de los ojos tristes de un niño que buscaba comida entre  la basura. La brisa se fue convirtiendo en un viento más fuerte que hizo chirriar las puertas de su corazón. Poco a poco empezaron a abrirse. Luego, un viento huracanado las arrancó  de cuajo de sus goznes.

Su corazón volvió a ensancharse y las puertas volaron para siempre.


Un rayo de luz le trajo un eco lejano: ¡PAZ!



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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.