A todos los que, como yo, buscan el busilis del idioma y, de forma especial, a los profesores de Lengua de Santo Domingo Savio, y a mis amigas y compañeras de dedicación: Carmen, Beatriz, Ana y Mercedes.
Con letras hasta en la sopa
En
artículos anteriores hablaba de dichos relacionados con las matemáticas, me
toca ahora abordar las expresiones coloquiales relacionadas con la propia
lengua.
¡Y
cómo no! Me sujetaré a la letra y empezaré hablando de las letras, pues sin
ellas no podría escribir ni sobre la lengua ni sobre ningún otro tema. Con todas las letras: letras y
más letras… Y todo, despacito y buena letra.
Nos
entretenemos con sopas de letras y
hasta nos alimentamos con sopas de
letras, así que es una realidad eso de
que podemos encontrarnos letras hasta en
la sopa. También a los actores les dan
letra, aunque esta no se pueda saborear, cuando olvidan el texto y
necesitan un apuntador.
Nos
costó sangre, sudor y lágrimas aprender a leer, por aquello de que la
letra con sangre entra, aunque en este caso parece que entraba la letra
mientras salía la sangre, si algún maestro, especialmente hostil con nosotros, nos hacía probar una vara de avellano en
nuestras piernas o trasero, una regla en nuestros dedos, un revés en nuestra cara
o algún otro castigo que podía derivar en un cardenal, no precisamente de los purpurados. Y todo esto sin meter letra, que es lo mismo que
decir sin meter bulla.
Es verdad que cada
maestrillo tiene su librillo, pero ese tipo de librillos a veces pesaban más de lo que aparentaban y se convertían en pesados librotes que debíamos sustentar en las
palmas de nuestras manos, a modo de castigo, cuando estábamos de rodillas con
los brazos en cruz. Pero eso son historias de otra época que nuestros escolares
de hoy no sufren ni conocen.
Con
esfuerzo conseguimos dejar de ser analfabetos, pero quizá no todos, pues
muchos siguen siendo analfabetos funcionales o letrados de letras gordas. Incluso los letrados, a
veces, no somos capaces de leer la letra pequeña que incluyen los
contratos que firmamos, y no siempre por
falta de agudeza visual. Estaría bien que aquello que nos va a obligar a
cumplir una obligación estuviera escrito así,
con mayúscula y con claridad meridiana.
Con
las primeras letras creíamos que dejábamos
de ser iletrados, pero algunos no han
pasado de ser asnos cargados de letras, y
los asnos no se han ocupado nunca de entender ni las letras humanas ni las divinas.
Letra por letra, y con mucha caligrafía, aprendimos a escribir cuatro letras, a copiar al
pie de la letra o a ceñirnos a la
letra. Y tanto practicamos que hasta
hemos logrado firmar alguna letra (de
cambio).
Así
pues,
con buena letra, vamos a darnos
un paseíto por la república de las
letras, que siempre será más agradable que revisar el estado de las letrinas. Esta república, con buena estructura organizativa, sigue un orden alfabético de la A a la Z.
Como la república tiene resonancias griegas, si preferimos ser más políglotas o hacemos usos científicos del alfabeto, podemos ir de la alfa a la omega, pasando por la delta, gamma, épsilon, lambda, mi, pi, ro… También la religión católica prefiere el alfabeto griego para llamar a Dios alfa y omega. Y algunos hombres tratan de emularlo, pues se convierten en machos alfa que lucen lujosos relojes Omega.
La letra B es una letra que, para desgracia de muchos y beneficio de otros, está muy de moda. No solo porque si no nos sale el plan A buscamos un plan B, sino porque proliferan los pagos en b y hay herméticas cajas b que escapan al fisco, y en los medios de comunicación y en los tribunales nunca más que ahora se ha hablado de esa letra. Confiamos en que su fama tenga pies de barro, caiga bajo el peso de la ley y vuelva la A a la res publica en todo su esplendor.
Como la república tiene resonancias griegas, si preferimos ser más políglotas o hacemos usos científicos del alfabeto, podemos ir de la alfa a la omega, pasando por la delta, gamma, épsilon, lambda, mi, pi, ro… También la religión católica prefiere el alfabeto griego para llamar a Dios alfa y omega. Y algunos hombres tratan de emularlo, pues se convierten en machos alfa que lucen lujosos relojes Omega.
La letra B es una letra que, para desgracia de muchos y beneficio de otros, está muy de moda. No solo porque si no nos sale el plan A buscamos un plan B, sino porque proliferan los pagos en b y hay herméticas cajas b que escapan al fisco, y en los medios de comunicación y en los tribunales nunca más que ahora se ha hablado de esa letra. Confiamos en que su fama tenga pies de barro, caiga bajo el peso de la ley y vuelva la A a la res publica en todo su esplendor.
Para
que no nos etiqueten con la b de burro,
cualquier trabajo bien hecho, sin faltar
una jota, exige conocer el abecé de la actividad, aprendérselo de pe a pa, elegir bien el día D y la hora H y rematarlo poniendo
el punto sobre la i. Sin saber ni jota, ni siquiera hacer la o con un canuto, es imposible que el resultado sea aceptable, por más que
insistamos erre que erre.
Algunas
letras nos acompañan de forma permanente, pues las llevamos encima, en las
prendas que nos cubren y miden nuestra talla, a la inglesa: S, M, L, XL, XXL, o
la española: P, M, G, SG. Pero, por mucho que nos cubramos, se puede descubrir lo que se esconde bajo nuestra propia piel, en el interior de
nuestro cuerpo, con los misteriosos rayos X. Y es que la letra X da mucho juego.
Puede añadir un halo misterioso, por ejemplo, si hablamos del desconocido señor o míster X, o convertirla en incógnita matemática, sobre todo, si le asignamos a la Y como compañera. Cuando parecía que habíamos encontrado el valor de la primera en una ecuación, viene la Y a complicarnos la vida, como lo hace también cuando una carretera desemboca en una bifurcación y ante esa Y no sabemos qué camino tomar. Claro que en caso de duda ante algo siempre podemos decir: Llámalo equis. También podemos darle a la X un matiz erótico si nos vamos al mundo de la imagen y hablamos de películas, salas o revistas X que ayudan a más de uno a encontrar el erótico punto G.
Puede añadir un halo misterioso, por ejemplo, si hablamos del desconocido señor o míster X, o convertirla en incógnita matemática, sobre todo, si le asignamos a la Y como compañera. Cuando parecía que habíamos encontrado el valor de la primera en una ecuación, viene la Y a complicarnos la vida, como lo hace también cuando una carretera desemboca en una bifurcación y ante esa Y no sabemos qué camino tomar. Claro que en caso de duda ante algo siempre podemos decir: Llámalo equis. También podemos darle a la X un matiz erótico si nos vamos al mundo de la imagen y hablamos de películas, salas o revistas X que ayudan a más de uno a encontrar el erótico punto G.
Las
nasales M, N, Ñ, también tienen un hueco en los dichos populares. Nos pueder llevar al infinito con el
número n, o devolvernos a la tierra y hacernos caer de bruces -esto es
una m- en el mundo de la coprofilia, porque si no la elegimos nosotros
siempre habrá algún malintencionado que nos
mande a la m... ¡Pobrecilla! ¡Tiene que cargar con la culpa de iniciar esa palabra soez que queda contenida solamente en su
inicial! Para ayudarle a llevar su pesada carga, ahora le han salido unas
acompañantes muy modernas: son las gemelas KK (caca).
La Ñ, después de ser despreciada por los teclados antiguos, ha recuperado su
posición y, con su risueña peineta, se ha convertido en el símbolo de la marca
España.
La letra K, que hasta hace poco tiempo la gente común solo la utilizaba para contar kilos y kilómetros, en la actualidad ha adquirido un halo de modernidad, porque, además de usarla para hablar de la excrementicio, se le ha dado un matiz reivindicativo. Todos entendimos hace años qué significaba Vallekas, el emblemático barrio de Madrid, y hoy distinguimos bien ocupación de okupación. Los que quieren abreviar en exceso en los mensajes de texto y redes sociales también se han congraciado con ella para sustituir a la grafía qu, a veces de forma tan esquelética que del que se ha pasado a ke y luego a k. Esta k, de forma tan rígida y afilada, contrasta con las redondeces conocidas y acogedoras de la c y qu. ¡Qué mensaje tan "descorazonado" nos llega con un tequiero convertido en un tkiero, o a veces solo en un tk! Y es que las imágenes de las letras también cuentan para transmitir mensajes...
La letra K, que hasta hace poco tiempo la gente común solo la utilizaba para contar kilos y kilómetros, en la actualidad ha adquirido un halo de modernidad, porque, además de usarla para hablar de la excrementicio, se le ha dado un matiz reivindicativo. Todos entendimos hace años qué significaba Vallekas, el emblemático barrio de Madrid, y hoy distinguimos bien ocupación de okupación. Los que quieren abreviar en exceso en los mensajes de texto y redes sociales también se han congraciado con ella para sustituir a la grafía qu, a veces de forma tan esquelética que del que se ha pasado a ke y luego a k. Esta k, de forma tan rígida y afilada, contrasta con las redondeces conocidas y acogedoras de la c y qu. ¡Qué mensaje tan "descorazonado" nos llega con un tequiero convertido en un tkiero, o a veces solo en un tk! Y es que las imágenes de las letras también cuentan para transmitir mensajes...
Pero si no sabemos qué letra responde mejor a nuestras expectativas, siempre nos quedará nuestra letra silenciosa, que nos servirá de comodín: llámale hache. Esa letra que, como fiel escolta, acompaña en vanguardia o retaguardia a algunas vocales y que nos hace asombrarnos: ¡oh, ah!, cuando abusamos de ella o la olvidamos. Cuando la H no quiere pagar todas las culpas las reparte con la B, y así, por hache o por be, podemos encontrar la disculpa adecuada.
La
S no tiene muy buena prensa. Si la carretera va haciendo eses, no es
especialmente agradable conducir por ella y si la carretera o calle es recta,
pero el que hace eses es el conductor, las eses son especialmente peligrosas…
La T también sale a
veces del alfabeto para adoptar otros
cometidos. Pone una T un fontanero
para hacer una derivación de una tubería o nos
colocamos en posición T en una clase de gimnasia.
La
V se ha convertido en el símbolo de la victoria, especialmente si la hacemos
con nuestros dedos, aunque no siempre se ha usado para triunfos de “felice
recordación”.
La Z, cierra la serie escondiendo zorros cinematográficos y acompañada de la P, ZP, se convirtió en el nombre popular, y no siempre respetuoso, de un presidente de gobierno español.
La Z, cierra la serie escondiendo zorros cinematográficos y acompañada de la P, ZP, se convirtió en el nombre popular, y no siempre respetuoso, de un presidente de gobierno español.
Con
las letras del alfabeto leemos y
escribimos. Aunque tenemos también formas de lectura que no exigen identificar
letras: leemos el pensamiento de
otras personas, o leemos algo en su cara u ojos y algunos también leen
las rayas de la mano, sin tener que identificar letras.
Leer textos no siempre es tarea fácil, por
mucho que reconozcamos bien las grafías, pues el mejor escribano echa un borrón que puede dificultar la lectura. ¡Eh,
que no es lo mismo a, ha, ah! Más difícil aún si tenemos que leer entre líneas un texto religioso, pues ya se sabe que Dios
escribe derecho con renglones torcidos.
La
lectura del texto será más fácil si se ha escrito con luz y taquígrafos o con
buena pluma y si lo que se escribe se
sabe de buena tinta, se cargan las tintas y no se queda nada en el tintero.
Y si el contenido del tintero se agota, siempre nos quedará la opción de sudar tinta, sin ser chupatintas, para poder al menos andar con medias tintas y escribir a vuela pluma.
Y si el contenido del tintero se agota, siempre nos quedará la opción de sudar tinta, sin ser chupatintas, para poder al menos andar con medias tintas y escribir a vuela pluma.
Si
falta la pluma, bienvenido sea el lápiz; el de grafito, por supuesto. Y siempre habrá
que buscar el soporte adecuado para escribir, porque si llevamos algo escrito en la frente, los demás tomarán nota con facilidad, pero nosotros estaremos hechos un poema.
Siempre quedarán buenos escritores -no solo pasantes de pluma que hacen algo al dictado-, que brillen por su creatividad y dominio del idioma, y que escriban tan bien que puedan dejar correr su pluma y convertirse en las mejores plumas de su época, e incluso
podrán vivir de la pluma: tarea difícil.
Para
escribir hemos usado durante siglos el papel como soporte. Hoy, sin embargo,
muchos plumillas, y escribidores lo harán sobre un teclado,
y el grafito habrá sido sustituido por un lápiz
de memoria. Pero el recuerdo del papel como soporte de la escritura, o para
otros usos, siempre ha dado juego lingüístico. Así, emborronando papeles, algunas veces nos vemos obligados a hacer
buen o mal papel o un papelón. En
otros casos, todo se queda en papel mojado o, como mucho, nos "permiten" perder los papeles… Y hay mucho papel que perder: maché, japonés, moneda, lija, higiénico, cebolla, carbón, barba, calco,
estraza, pagos, plata, seda, pinocho, pintado, vegetal…
Y
es que no tiene vuelta de hoja: el
papel juega un gran papel en el mundo
de la lectura y escritura. Las hojas
que contienen planes de actuación
proliferan en el ámbito político, porque de un tiempo a esta parte todos hablan de hoja de ruta: unos la ofrecen y otros carecen de ella. Quizá se
quede solo en un panfleto, como lo que en su día fue una hoja volandera o, en realidad, sea una hoja de un libro blanco, que, de acuerdo con su nombre, poco puede
contener. Demasiados libros blancos y hojas de ruta que no sirven para trazar el
camino adecuado… Quizá porque lo hemos convertido todo en letra muerta.
Sin
embargo, sí han existido en las vidas de cada uno de nosotros unas personas que
marcaron el principio de nuestra hoja de ruta vital: los maestros de primeras letras. Con su recuerdo cierro este
artículo, y para ellos: homenaje y
gratitud.
Interesante, Margarita...
ResponderEliminarMuchas gracias, Manuel. Nos vemos por estos mundos de blogueros y por otros más cercanos...
EliminarQue buena letra tienes Margarita, ameno y divertido artículo.
ResponderEliminarGracias, Paco, por tu valoración.
EliminarGenial Margarita. Gracias por tu contribución a la letra y al pensamiento...!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Rosa.
ResponderEliminarBuenas noches Margarita. Alumno tuyo del 76 al 79. Nuestra clase fue la primera que te dejo una rosa en tu mesa cuando ibas a tener tu primer hijo. Nos hemos vuelto a reunir algunos alumnos después de 37 años. También hemos contactado con Alfonso Cifuentes. Sería posible que me dijeras como contactar contigo? Si no te apetece lo entenderemos. De lo contrario, joseantoniocamarerodiaz@gmail.com. Besos.
ResponderEliminarPor supuesto, estaré encantada de contactar con vosotros. Te enviaré correo. Un abrazo.
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