A mis padres, que partieron a la morada de lo invisible en dos fríos días de otoño...
El otoño se
ensimisma
entre las frondas
doradas
aunque lo
sacuda el viento,
un ladrón de
hojas aladas.
Esas hojas
danzarinas
simulan la
vida humana,
una danza
invisible
de edades arrebatadas.
Mi vista se
va con ellas
navegando en
olas mágicas
y las ve cómo naufragan
delante de
mis pisadas.
Los árboles
se desnudan
y los cubre la nostalgia
con que tamizan la luz
de la estación sosegada.
¿Qué tienen
estos otoños
que nos
seducen y calman
y que diluyen en ellos
las amarillas miradas?
Tienen
colores de oro
y surtidores
de plata,
y su belleza
encandila
lo más
profundo del alma.
Son horas
para el memento
de las
personas amadas,
siempre ahí en
nuestra memoria,
cual primaveras
soñadas.
1 de noviembre de 2023
© Margarita Álvarez Rodríguez
Bella, profunda, espiritual rima
ResponderEliminarGracias, Paco.
EliminarLlena de nostalgia y sentimiento. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, por leer y dejar un comentario.
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