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Una de las dudas que nos surge
con frecuencia es si debemos llamar a nuestro idioma castellano o español. Para
empezar hay que decir que para denominar la lengua que hablamos cerca de 500 millones de personas son válidas
las palabras castellano y español, aunque según en qué contextos pueda ser más adecuada una u otra.
Solemos tener la percepción
equivocada de que los españoles somos los que más hablamos español y de que
somos los “propietarios” del idioma. Pero no es así. Somos 47 millones de
españoles y algunos millones, aunque
sean en la práctica bilingües, tienen como lengua materna otra lengua española.
El país en que hay más hablantes de español es México (124 millones), le siguen
Colombia (50 millones) y, probablemente, EE.UU, (41 millones y 12 más bilingües). España
estaría en tercer o cuarto lugar.
Según el Anuario 2019 del Instituto
Cervantes, en el mundo hay 580 millones
de hablantes de español, entre los que lo hablan como lengua materna (483
millones), los que lo hablan como segunda lengua y los que lo estudian (unos 22
millones de personas de 110 países). Es la segunda lengua materna más hablada del mundo, tras el
chino mandarín y la tercera lengua más
hablada en el cómputo global de hablantes, tras el inglés. En 2060 EE. UU. será el
segundo país con más hablantes de español, tras México.
Para el conjunto de hablantes de
nuestro idioma, español es el término más adecuado para denominar a la lengua materna
de todos esos millones de hispanohablantes, por ser el más inclusivo. Es también el nombre con el que se denomina internacionalmente: spanish, spagnolo, spanisch,
espagnol, espanhol…
¿Por qué español? Podemos aducir
varias razones: 1. Se corresponde con el nombre del estado actual en que surgió
el idioma, y solemos denominar así a los idiomas, por ser más práctico, aunque
se hablen en muchos países fuera del país original: francés, alemán, inglés… 2.
La institución que vela por el cuidado del idioma se llama Real Academia
Española y su diccionario, Diccionario de
la Lengua Española (DLE). Y ASALE se llama la Asociación de Academias de la Lengua Española de todo el ámbito del español. 3. Este idioma, nacido originalmente en Castilla, se ha enriquecido a lo largo de la historia
con aportaciones de otras lenguas peninsulares: gallego, catalán, vasco,
portugués, leonés… Y con palabras que proceden de otros idiomas, es decir, ha
salido del marco de Castilla.
Ya en 1611 Covarrubias usaba la ambivalencia y titulaba su
diccionario del español: Diccionario de
la lengua castellana o española. Es el primer diccionario monolingüe de nuestra lengua. Es también el primero publicado en Europa para una lengua de
las llamadas vulgares.
No obstante, la Constitución
española actual (1978) llama castellano
a la lengua oficial del Estado. Pero, en este caso, el criterio es más político y social que lingüístico. Después de hilar muy
fino para conseguir una Carta Magna de consenso, el artículo 3 quedó redactado
así:
1. El castellano es la lengua española oficial
del estado. Todos los españoles tienen
el deber de conocerla y el derecho a
usarla.
2. Las demás lenguas españolas serán también
oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus
estatutos.
3. La riqueza de
las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que
será objeto de especial respeto y protección.
El escritor Camilo José Cela, entonces senador,
propuso una enmienda en el Senado: “El castellano o español es la lengua
oficial del Estado común de los
españoles, quienes tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”. La
justificaba Cela diciendo que los adjetivos castellano y español eran sinónimos.
Y también argumentaba que “un catalán, un vasco y un gallego, por ejemplo,
hablan entre sí en castellano, lengua que aceptan como común”. Sin embargo,
aquella enmienda no triunfó.
Merece la pena fijarse un poco en
la redacción del artículo 3. 1: El castellano
es la lengua española… Estas palabras implican que el castellano es una
lengua española, pero que también hay otras lenguas españolas que no son el
castellano (lo que luego queda especificado en el punto 3.2.). Es decir, de
entre varias lenguas españolas se ha optado por esta como lengua oficial. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
Acota muy bien la diferencia entre deber
y derecho. El Estado se debe asegurar de que todos los españoles
conozcan la lengua oficial, porque las leyes del Estado se redactan en esa
lengua y todos los ciudadanos deben conocer sus derechos y deberes. En cambio, tienen derecho a usarla, lo que implica que el
uso no es un deber, el hablante puede elegir entre usar esta lengua u otras.
En la Constitución de 1931
también se hablaba de castellano: “El castellano es el idioma oficial de
la República”. Durante las dictaduras
de Primo de Rivera y de Franco se prefirió
el término español, que se asoció a la indisolubilidad de la Patria.
Es evidente que la Constitución
opta políticamente por el término
castellano, porque usar el término
español parecería discriminatorio para
las demás lenguas que también son españolas. El adoptar el nombre de castellano
para la lengua oficial lleva implícito que siempre que se hable de la lengua
oficial debe usarse ese término. Por este motivo, por ejemplo, en el mundo
educativo, la asignatura denominada siempre Lengua española pasó a denominarse
Lengua castellana y Literatura. Se enseñaba lo mismo, por supuesto, pero había
que adecuar el desarrollo de las leyes educativas al nombre de la lengua
oficial.
Podría decirse, pues, que, de
una manera general, es preferible el término español, y de manera especial cuando se pone en relación
con las lenguas extranjeras: español, francés, inglés, ruso… En cambio, es más
adecuado hablar de castellano cuando se enumeran las lenguas españolas o se
establece una relación entre ellas: castellano, gallego, euskera, catalán
(incluso las no oficiales: leonés, navarroaragonés…),
para no establecer preeminencia entre ellas, porque, desde el punto de vista
lingüístico, no hay lenguas más
importantes que otras (el número de hablantes, el valor social… no son
criterios lingüísticos), ya que todas sirven para lo mismo: la comunicación.
Además, desde el punto de vista de un hablante, su lengua es la más importante,
la hablen mil personas o mil millones.
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Aunque en algunos países de Hispanoamérica se usa con
frecuencia la denominación castellano para
el idioma común, todas las Academias de Hispanoamérica, a través del Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD),
recomiendan el término español,
aunque asumen como válidos ambos nombres.
Si miramos las
constituciones de los distintos países americanos vemos que en siete países,
con unos 150 millones de habitantes, se denomina castellano en la Constitución: Bolivia, Colombia, Ecuador, El
Salvador, Paraguay, Perú y Venezuela. En cambio, en ocho países, con unos 60
millones de habitantes, se denomina español:
Cuba, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, República Dominicana
y Puerto Rico. En Argentina, Chile, México y Uruguay, con unos 180 millones de
habitantes, no se menciona el nombre del idioma oficial.
Hay que decir que en la América Hispana
tradicionalmente se ha preferido el término castellano a español, de manera
especial en el siglo XIX por razones
históricas y políticas. Hay que recordar que entre 1810 y 1820 se produjo la
independencia de la metrópoli de los distintos países, de manera no amistosa.
Eso llevó a que lo español fuera mal visto y de manera general preferían usar
el nombre castellano, que aludía al origen de la lengua, pero no incluía la
referencia a España. En algunos países, como Argentina, durante un tiempo, se llamó idioma nacional, y también trató de
llamarse idioma argentino, pero
ninguno de los nombres triunfó a largo plazo.
En el último Congreso Internacional
de la Lengua Española (Córdoba, Argentina, 2019) escritores argentinos
reivindicaron el nombre de castellano,
porque lo de español les sonaba a neocolonialismo. Giardinelli aseguró que no existe el español, sino “el castellano de
América” y Claudia Piñeiro propuso que
el próximo congreso (Arequipa, Perú, 2022) se llame Congreso Internacional de
la Lengua Hispanoamericana.
El Diccionario Panhispánico de Dudas, por acuerdo de las 23 academias de la lengua españolas, zanja la polémica: Para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras partes del mundo, son válidos los términos castellano o español. La polémica sobre cuál de estas denominaciones resulta más apropiada está hoy superada. El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy más de cuatrocientos millones de personas. Asimismo es la denominación que se usa internacionalmente (spanish, espagnol, spanisch, spagnolo, etc…) Aun siendo también sinónimo de español, resulta preferible reservar el término castellano para referirse el dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esta región. En España, se usa asimismo el nombre castellano cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco.
El Diccionario Panhispánico de Dudas, por acuerdo de las 23 academias de la lengua españolas, zanja la polémica: Para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras partes del mundo, son válidos los términos castellano o español. La polémica sobre cuál de estas denominaciones resulta más apropiada está hoy superada. El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy más de cuatrocientos millones de personas. Asimismo es la denominación que se usa internacionalmente (spanish, espagnol, spanisch, spagnolo, etc…) Aun siendo también sinónimo de español, resulta preferible reservar el término castellano para referirse el dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esta región. En España, se usa asimismo el nombre castellano cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco.
La conclusión es que, aunque podemos usar indistintamente castellano
y español, de forma general, es más recomendable el término español para que haya correspondencia con otros idiomas.
Gracias por la información y las aclaraciones. Un abrazo.
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