23 de abril de 2020. Día del Libro
Estado de alarma. Día 40
Este es el tercer artículo dedicado al legado de los libros, a todo eso que nos han regalado a los lectores a lo largo de la historia de la humanidad, y se dedicará a los epónimos médicos relacionados con la literatura. (Al final de este artículo se incluyen los enlaces a los artículos anteriores).
Un epónimo es un nombre referido a una persona o a una cosa con el que se pasa a denominar un pueblo, una ciudad o una enfermedad. En este artículo vamos a hablar de los epónimos médicos, pues la medicina no ha quedado al margen del uso de nombres de síndromes tomados de la literatura.
Estado de alarma. Día 40
Este es el tercer artículo dedicado al legado de los libros, a todo eso que nos han regalado a los lectores a lo largo de la historia de la humanidad, y se dedicará a los epónimos médicos relacionados con la literatura. (Al final de este artículo se incluyen los enlaces a los artículos anteriores).
Un epónimo es un nombre referido a una persona o a una cosa con el que se pasa a denominar un pueblo, una ciudad o una enfermedad. En este artículo vamos a hablar de los epónimos médicos, pues la medicina no ha quedado al margen del uso de nombres de síndromes tomados de la literatura.
Muchos nombres de síndromes o problemas de personalidad llevan nombres de personajes literarios: Pollyanna representa el optimismo enfermizo o idealización de la realidad y es un personaje de la obra de Elanor H. Porter; Dorian Grey, la obsesión por el envejecimiento. El síndrome de Alicia, personaje tomado de la obra de Lewis Carroll, define a las personas que ven las cosas más grandes o pequeñas de lo normal o tienen distorsionada la percepción del tiempo. El síndrome de Otelo o celotipia está tomado del famoso personaje shakesperiano.
También hablamos
de síndrome de Sthendal, que produce
emociones extremas ante la belleza de una pieza artística. El de
arlequín, que lleva a la sudoración
y enrojecimiento que solo afecta a una parte del cuerpo. El síndrome de Pickwick, que procede de la obra de Dickens y que tiene
que ver con el bajo nivel de oxígeno en personas obesas.
El síndrome de Huckleberry Finn,
procedente de la obra de Mark Twain, con que se califica la actitud de los que
eluden responsabilidades como si fueran niños. El síndrome Munchausen, barón fabulador, parodiado en un libro por R.
E. Raspe, se refiere
a personas que supuestamente han realizado muchos viajes y muy
dramáticos.
Algunos síndromes
están relacionados con personajes de cuento. El de Cenicienta, se aplica a las
personas que se inventan malos tratos de
los padres y procede del personaje de
Perrault. El enanismo de Walt
Disney, lo sufren personas que presentan una apariencia muy envejecida,
similar a los siete enanitos que
acompañaban a Blancanieves. Y en relación con la misma obra, la crisis compulsiva de Dopey, el séptimo
enano (síndrome de Angelman). El síndrome
de Peter Pan define una apariencia
de menor edad que la cronológica. Y el extraño síndrome de Rapunzel que lleva a comerse el cabello que se ha
arrancado está basado en el cuento de los hermanos Grimm.
Hay dos síndromes
que llevan nombre de mujeres protagonistas de novelas muy famosas: Síndrome de Madame Bovary o bovarismo, inspirado en el personaje de
Flaubert, que define la insatisfacción crónica y el no distinguir fantasía y
realidad. Y el síndrome de Anna Karenina
con que se alude a las mujeres que aman tan ciegamente que no ven más allá de sus sensaciones. El
personaje procede de la obra homónima de Tolstoi.
En otros casos se
habla de “complejo”. Complejo de Casandra, que significa la marginación
de lo femenino. El mito aparece en La
Ilíada. El complejo de Edipo, que refleja el amor patológico que siente un
niño por su madre. El caso contrario sería el complejo de Electra, el enamoramiento del padre por parte de una
hija. Ambos basados en las obras de Sófocles Edipo rey y Electra, respectivamente.
El complejo de Narciso o narcisismo surge del mito del mismo nombre,
es la admiración extrema por uno mismo. Las alucinaciones
liliputienses son las que sufren aquellos que ven a las personas reducidas de tamaño. El nombre se
toma del lugar ficticio donde se desarrolla parte de la obra Los viajes de Gulliver. La medicina
habla también del panglosismo, como
el optimismo exagerado de Pangloss, el preceptor del Cándido de Voltaire.
En el mundo
actual, presidido por la acción de las máquinas, también está presente el síndrome de Frankestein. Tiene relación
con el temor a que
la inteligencia artificial se pueda volver en contra de sus
creadores.
Y no podemos
olvidarnos del sadismo y del masoquismo. El término sadismo procede
del nombre del marqués de Sade y define a los que disfrutan produciendo dolor a
las personas que poseen. El masoquismo habla
de personas a las que les gusta ser dominadas y torturadas, y ello les produce placer. Procede de la obra
de L. van Sacher Masoch, escritor austriaco del siglo XIX, en que aparecen
rasgos masoquistas.
Hay una enfermedad venérea, la sífilis,
cuyo nombre procede de un personaje literario, Syphilis, que aparece en una
obra italiana del siglo XVI, de G. Frascastoro. A este personaje lo castigan
los dioses con ese mal. Y la palabra venérea surge a partir del nombre
de Venus, la diosa del amor.
Botticceli: El nacimiento de Venus. Galería Los Ufizzi. Florencia |
La Biblia también ha prestado epónimos
relacionados con la medicina. Se habla síndrome de Job, caracterizado
por infecciones cutáneas crónicas;
síndrome de la mujer de Lot, el deseo de volver atrás; el síndrome del
Mesías o de Jerusalén, relacionado a veces con la esquizofrenia y que sufren los que se creen elegidos por Dios para convertirse en salvadores.
Los epónimos acercan los conocimientos médicos y la comprensión de determinadas enfermedades. Son un buen ejemplo de la relación que se establece entre disciplinas científicas y literatura. Al mismo tiempo estimulan la curiosidad de la gente para interesarse por el origen y rasgos de ese personaje literario.
Y todo lo
expuesto es solo una presentación somera e incompleta de la gran deuda que
tiene el lenguaje, el común y el especializado, con la literatura. Y es un tema
abierto que seguirá incorporando epónimos de nombres de personajes que ahora
mismo están solo en la mente del autor… Habrá que esperar a que tengan nombre y
personalidad… Pero no tanto que nos veamos obligados a usar aquella expresión del burlador de Sevilla: ¡Cuán larga me la fiáis!
¡Felices libros!
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¡Felices libros!
Sigamos abriendo ventanas y buscando la sonrisa de las nubes... |
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Me ha gustado muchisimo como siempre,Margarita, he disfrutado leyendo, sabia de algunos epónimos pero no de donde procedían.
ResponderEliminarGracias, Faly. Hasta para hablar de enfermedades hay que darse una vuelta por los libros.
EliminarMuchas gracias, confieso que muchos ni me sonaban. Un gusto leerlo.
ResponderEliminarEs que los libros dan mucho de sí y siempre nos aportan algo nuevo. Gracias a ti por leerme y valorar lo que escribo.
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