jueves, 24 de octubre de 2013

DISFEMISMOS: EL COLMO DE LA ESTUPIDEZ (II)

               



En un post anterior, El colmo de la estupidez, recogía más de doscientas cincuenta palabras que sirven para llamar “tonto” en español.

También utilizamos como disfemismos unas cuantas frases hechas que abundan en la idea de "tonto", como si la palabra por sí misma o sus seudónimos no resultaran lo suficientemente rotundos para descalificar. 





Aquí van algunas de ellas:

Hay varias expresiones   relacionadas con la cabeza o mente: 

Tener cabeza de alcornoque, tener cabeza  de chorlito. En el lenguaje juvenil se oyen con frecuencia expresiones como

Tener cerebro de mosquito.  Tener encefalograma plano. Tener diarrea mental.

Otras expresiones intensifican la estupidez con el adjetivo tonto u otros adjetivos seguidos de un complemento

Tonto de las narices, tonto de los cojones,  tonto de remate, tonto del bote, tonto del carajo, tonto del haba, tonto la polla. Ser un ignorante de mierda. Ser un pedazo de imbécil. Esta última expresión es curiosa, porque “pedazo” no límita la cantidad de estupidez, sino que la intensifica. En la lengua juvenil aparecen  expresiones como: Ser más tonto que las piedras. Ser un chorra. 




Si decimos que a alguien le falta un hervor o le faltan dos veranos, estamos hablando también de la necedad de esa persona.

Existen también expresiones formadas por una comparación de superioridad:

Ser más corto que las mangas de un chaleco.  Como el chaleco no tiene mangas más corto no se puede ser. A veces se usa en el sentido de tímido.

Ser más tonto que la mierda de pavo. Hay que tener en cuenta que pavo, pavisoso… son sinónimos de tonto.

Y algunas expresiones parece que tienen que ver con personajes legendarios que pudieron existir:

Ser más tonto que Abundio. El tal Abundio pudo ser un personaje histórico, aunque la frase se explica con diversos “Abundios” que van desde un santo hasta un capitán del ejército. A veces a la expresión original se hacen añadidos como: Eres más tonto que Abundio que echó una carrera y quedó el segundo, o que se fue a vendimiar y se llevó uvas de postre, u otras más modernas como vendió el coche para comprar la gasolina

Ser el tonto del bote. Parece que alude a un personaje que vivía en Madrid en el siglo XIX que ejercía la mendicidad pidiendo  limosna con un bote.

Ser tonto de capirote. Expresión que se usa para definir a alguien muy necio. El capirote es el gorro  puntiagudo que se ponen los nazarenos. Ese gorro es el que ponían a los condenados por la Inquisición en las procesiones de Cuaresma.

Ser tan tonto como Perico los palotes. Los nombres de Juan y Pedro se usan mucho en las frases proverbiales para cuando nos queremos referir a alguien de nombre ignorado. La expresión  podría referirse a un retrasado que tocaba un tambor, (esta es la teoría de   Covarrubias), o a otro que no aprendía a escribir y solo sabía hacer palotes.

Parecer el bobo de Coria. Expresión con que se califica a las personas simples. Velázquez pintó un cuadro, que está en el Museo del Prado, conocido como El bobo de Coria (población de la provincia de Cáceres), en que aparece un enano bizco, que era natural de esa población. En realidad, este no era el título original de ese cuadro en que aparece don Juan de Calabazas, conocido como bufón Calabacillas, que fue bufón de la corte de 1632 a 1639. A pesar de sus defectos físicos, parece que era una persona graciosa e ingeniosa.

Ser un Juan Lanas. Ser un tonto al que es fácil engañar.  Persona que soporta  todo tipo de afrentas o de bromas.

Decir verdades de Perogrullo. Otra frase en que aparece como genérico el nombre de Pero (Pedro). Se dice de cosas tan sabidas y evidentes que decirlas supone una estupidez. Se supone que Pero Grullo fue un personaje que vivió a finales del s. XV, de origen asturiano, según el autor de  “La pícara Justina”. El diccionario de María Moliner define así a Perogrullo: “Personaje supuesto al que se atribuyen humorísticamente las sentencias o afirmaciones de contenido tan sabido y natural que es una tontería decirlas”.

Hacerse el longui(s). Se dice del que pretende parecer  tonto o distraído para desentenderse de algo. Longuis es un vocablo que procede de la germanía de los ss. XVI y XVII y se aplicaba a quien simulaba estar distraído.

Hacerse el soca. Hacerse el tonto.

Tener menos luces que un cayuco o que un barco vikingo. Esta expresión es propia del lenguaje juvenil.

No saber hacer la o con un canuto. Ser muy zote.

No saber ni papa, ni torta, ni jota. Indican que uno es ignorante total en una materia determinada.

Estar empanao. Parecer un papanatas. También es expresión propia de la lengua juvenil.

En algunas  expresiones, como las siguientes, aparecen animales:

Papar moscas. Estar embobado.

Hablar por boca de ganso. Persona de cortos alcances que repite al pie de la letra lo que otra persona ha dicho.

Habló el buey y dijo mu. Se aplica a la persona necia que habitualmente está callada y que cuando habla dice alguna necedad. 

Es difícil que otros idiomas presenten la misma creatividad que el castellano. ¿Es que nos consideramos inteligentes y por eso nos molesta tanto la estupidez? ¿O es que abunda entre nosotros  y por eso tenemos calificativos con tantos matices? Seguimos buscando respuesta.



Nota: Agradezco a mis alumnos de Bachillerato de Santo Domingo Savio las aportaciones propias del lenguaje juvenil, que yo desconocía.

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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.