martes, 19 de diciembre de 2023

De mujeres, féminas y hembras (y III)

 

                           


            Después de haber abordado en dos artículos anteriores los significados y  las connotaciones peyorativas que adoptan en español las voces mujer y fémina, en este vamos a pararnos en la palabra hembra, usada como equivalente a  mujer, en correlación con la palabra macho, como equivalente a hombre.

            La palabra hembra ─voz patrimonial derivada de femǐna tiene hoy en nuestro idioma una connotación más negativa que fémina,  referida a la mujer, porque parece que de  alguna forma la animaliza. No ocurría así  hace años cuando era habitual decir frases como tengo tres hijos: dos varones y una hembra, para especificar el sexo.  O se decía, a modo de anuncio, cuando nacía un bebé  en una maternidad: es un varón o  es una hembra. Simplemente marcaban el sexo biológico. El uso de la palabra hembra era más frecuente en el lenguaje rural que en el urbano, y no resultaba chocante.

            Sorprende, no obstante, que   la  lengua  española tenga dos términos diferenciados para el masculino: macho, que se refiere al sexo biológico del animal,  y varón, al del hombre. En cambio, en el caso  del femenino, hembra se refiere al mismo tiempo al animal y  a la persona. Aún se puede oír a algunos hombres una expresión,  usada a modo de piropo, pero que cosifica a la mujer: ¡Vaya hembra! Es evidente que en esa frase solo se valora el aspecto físico y sexual de la mujer.

            No hace muchas décadas, al rellenar formularios con datos de tipo personal nos proponían la selección entre las letras M/H o V/H para señalar el sexo: macho/ hembra o varón/hembra, respectivamente. Felizmente,  mantenemos las letras M/H, en la actualidad,  pero han sufrido un notable cambio  en su significado, porque  las asociamos a mujer/hombre. Ese cambio se produjo por un decreto de 1993. Hoy también encontramos en los formularios las abreviaturas M/F, equivalentes a masculino/femenino. Aquí sí que, con la misma abreviatura,  hemos reinterpretado el contenido: hemos dado la vuelta al lenguaje.

            Desde el punto de vista biológico la palabra hembra, igual que macho, es una designación objetiva. Sin embargo, las palabras, usadas por los hablantes, adquieren connotaciones de tipo social, además de  una valoración subjetiva, que sumamos a su significado objetivo.

            Si echamos una ojeada al Diccionario de Autoridades para consultar la voz macho encontramos que se habla de animal de sexo masculino, pero, como algo curioso,  aparece,  en otra acepción, el significado de tonto o necio. También  la expresión macho cargado de letras para calificar al “hombre que es muy docto en su facultad y es inútil para toda otra cosa”.  En cuanto a hembra, con el significado de mujer, aparece esta acepción: “El sexo que concibe, el animal que engendra en sí, tanto de los racionales, como de los brutos”.

            Si buscamos los términos  macho/hembra en el Diccionario  de la Lengua Española (DLE), nos encontramos con que las dos primeras acepciones de la palabra macho son: 1. Animal de sexo masculino. 2. Mulo.  Si hacemos lo mismo con la palabra hembra, las dos primeras acepciones son: 1. Animal de sexo femenino. 2. Mujer.  El primer significado es equivalente en ambos casos, pero en el segundo hay una notable diferencia, pues se identifica hembra con mujer, sin embargo, no se  hace lo propio entre macho y varón. Ante este hecho  la tentación más fácil es  culpar a la RAE de una supuesta manipulación o antifeminismo.  Sin duda, la RAE en muchos casos podría aquilatar mejor las definiciones  y hacer otras cosas en pro de la paridad  ─hablaremos de ello en artículos venideros─, pero en este caso simplemente refleja el uso que hacen los hablantes ─que esa es la labor de un diccionario─, y un diccionario debe recoger lo que esté en  uso en el habla de un momento determinado  e incluso mantenerlo cuando deje de usarse indicando que es un arcaísmo o una voz anticuada. De no ser así, el diccionario no nos serviría para interpretar los textos del pasado ni tampoco algunos del presente.

            Si decíamos en el artículo anterior que la palabra feminismo es usada de forma peyorativa por parte de algunos hablantes, es seguramente más peyorativa la palabra machismo.  Y hay otros usos de la palabra macho que también lo son. Pensemos en las expresiones: se cree muy macho, presume de machote o de  machito, es un  macho alfa…  Son términos peyorativos vinculados a las voces macho y machismo. A partir de la palabra macho, ha surgido, en los últimos años,  el neologismo  micromachismo(s), forma de machismo que se manifiesta en pequeños actos, gestos o expresiones, habitualmente inconscientes. Y no podemos olvidar algunas palabras o expresiones con claros   tintes machistas, como machada u hombrada,  cuando se usan en el lenguaje deportivo para calificar una proeza deportiva realizada por una mujer. Es una forma de resaltar que ese logro  no es propio de  mujeres, sino de hombres. 

            Para cubrir  un  hueco semántico y buscar una palabra equivalente, de sentido antónimo a la del machismo, ha surgido en el idioma el término hembrismo, voz correcta por derivación  en cuanto a su formación  lingüística, pues sería la prevalencia de las mujeres sobre los hombres. Curiosamente, en lo lingüístico, tenemos “ventaja” las mujeres, pues  hembrismo, no surge de una palabra que, en su origen,  tenga matiz peyorativo,  ni se usan expresiones  análogas a las masculinas como podría ser *es muy hembra… Aunque, como hembrismo  es un vocablo usado con frecuencia como sinónimo de misandria ─odio al hombre─ y antónimo de machismo, ha adquirido un significado peyorativo para muchos hablantes y para algunos colectivos sociales. Y también para la mayoría de de mujeres.  Hembrismo,   en su semántica, no  estaría lejos del significado del vocablo  feminazi.   Sin embargo,  también es palabra usada por  la psicología  y sociología con un significado más técnico, para definir una exagerada sumisión y pasividad de la mujer respecto al hombre.

            En cualquier  caso, nunca se podría identificar hembrismo con feminismo y oponerlo al machismo, porque el objeto del machismo es la supremacía sobre la mujer  y el del feminismo la lucha por la igualdad social entre mujeres y hombres, realizada en un ámbito colectivo. En cambio, el hembrismo, de existir, sería más bien una actitud psicológica, de carácter más individual.

            A medida  que el  término   hembrismo ha entrado en el idioma, ha descendido el uso de la palabra hembra aplicada a la mujer con connotación negativa, aunque  todavía podemos encontrar algunos restos  en el refranero tradicional, como  no dejes para mañana comida, hembra  o vino.  O este: Mala es la hembra, peor es la sed; si una mata, la otra también.

            Quedan todavía muchos ámbitos en los que habría que  profundizar, desde una perspectiva sociolingüística, para seguir el rastro  de las palabras  y expresiones que aluden a la mujer, con significado despectivo. Lo seguiremos haciendo… Aquí, en Palabra de mujer.

Artículo aparecido inicialmente en la revista Masticadores de Letras:

De mujeres, féminas y hembras (y 3)


Margarita Álvarez Rodríguez



 

sábado, 9 de diciembre de 2023

Reseña de EN LOS MÁRGENES DEL FRÍO, de Alicia López Martínez

 


En los márgenes del frío, de Alicia López Martínez

Poemario

105 páginas

Editorial AVERSO  poesía, colección PERVERSA

Alicia López Martínez es una gijonesa afincada en León, donde ejerce la labor docente y se implica en distintos actos literarios. En los márgenes del frío es su segundo poemario, tras  Pálpitos de luna nueva (2018).

 

Solo un cálido frío / en los márgenes de la verdad  por la que transito.

Quizá estos dos versos nos puedan dar una pista para leer  el poemario En los márgenes del frío. Nos sorprende la brusca  antítesis  entre el adjetivo y el sustantivo cálido  y frío, que nos  sugiere  vida/muerte amor/soledad  y también nos sorprende que la verdad por la que transita  la poeta esté en los márgenes  metafóricos de  ese cálido frío. En la dedicatoria, se nos aclara que la palabra margen alude también a los márgenes de la hoja escrita, del poema. El libro está dedicado a Antonio, el amor ausente: A Antonio, en cada margen se escribe el azul de las ausencias.  Y tenemos que estar  siempre atentos,  porque en este poemario está presente lo que dicen sus versos y aquello que no cabe en ellos y se refleja en los márgenes del dolor que no puede expresarse con palabras.

En los  márgenes del frío es un poemario de soledad y de ausencias dentro de un existir incompleto, del que habla la poeta. Y es que el auténtico eje temático del poemario es el dolor que producen esas ausencias que se manifiesta a través  de la evocación de momentos y lugares que se disfrutaron en compañía de la persona desaparecida. Son ausencias siempre atadas a recuerdos, a los de un  dolor que Alicia López trae  a la  memoria a lo largo y ancho de sus poemas. En algunos, esas ausencias cobran más presencia porque tienen nombre, pues dedica sendos  poemas a Antonio y a su padre, in memoriam. Dos personas muy importantes en su vida que han pasado la frontera con el más allá: Mis ojos contemplan una sombra que camina / hacia el lado opuesto de la vida. La ausencia de Antonio se torna presencia en todos los poemas. Cualquier elemento que la poeta contempla le trae a  la memoria la ausencia de la persona amada. Pero en medio del dolor de las ausencias, que le hace establecer diálogos líricos con lo que la rodea, de pronto surge la  luz cálida del recuerdo y  ese recuerdo  aparece  en medio de una llama, de una luz cálida,  de  un rayo de sol o de luna  o  el rayo de una tormenta… Por ello,  la amargura que destilan sus versos por el recuerdo de esos seres queridos que han volado hacia la nube sin espacio / donde reina la esperanza / de que todo sea igual / en la otra parte   es compensada por la luz, pues el amor al final se convierte en lo soñado y sigue con ella, en cada momento que evoca de las vivencias que compartieron en compañía. Es significativo el título de un poema dedicado a Antonio: Tú vives.

En las evocaciones que aparecen en el poemario  está muy presente  la naturaleza, naturaleza que abraza y que es cómplice de la poeta, pero también una naturaleza que aviva los recuerdos de las ausencias. Dentro de esa naturaleza es muy importante la presencia del bosque, con  sus distintas variedades de árboles, árboles que la comprenden y la acogen, a veces hasta  en el interior de su tronco.  Ante  esos árboles se vivió la plenitud del sentimiento del amor  en presencia de la persona amada y  ahora, en el recuerdo, el dolor en ausencia.  Además de los árboles: pinos, robles, chopos, alisos… caminamos con ella por esa naturaleza al lado de plantas aromáticas: tomillo, lavanda…  Plantas que nos sugieren un mundo de sensaciones, de colores y olores. Y  es siempre místico ese amanecer de bosque, que sugiere placidez, frescor, misterio. Hay un poema dedicado a la comarca leonesa de Omaña en que se ve muy bien la importancia del paisaje en sus sentimientos. 

    Por Omaña siente Alicia una querencia especial por la relación del amor ausente con esa comarca.  Allí mira ensimismada el paisaje  y dialoga líricamente  con el río, que es un espejo de espuma. Omaña, todo surge y resurge en tu límpida mirada, exclama en esa oda que le dedica. Es una oda a Omaña y lo es a la naturaleza, en general. Todo allí es armónico excepto unos molinos que violan su naturaleza virgen. Las referencias a Omaña aparecen en muchos poemas: su río, su puente de madera, sus alisos, sus urces… Su Peña… Esa peña de La Fortuna que han invocado tantos caminantes...   A los que somos omañeses, como yo, sus versos nos producen una emoción especial.

    Dentro de la naturaleza también aparecen los animales como signos de vida, desde una lagartija, hasta los gorriones y los grillos.  Otro elemento que se repite es el agua. El río está presente en muchos poemas, un río que contempla, en el que baña sus pies y que, a la manera manriqueña, es símbolo de vida y de muerte. La palabra margen presente en el título, además de otros significados simbólicos, nos sugiera la idea  de río, de mar… Pero, además del río, oímos caer y vemos la lluvia en varios poemas. El poema Tuya  es un fiel reflejo de los sentimientos que vive la autora al contemplar llover: Déjame recoger todos los besos que son sed, exclama. Es  la  añoranza de los besos y la  sed de  reunirse con la persona amada. Es una lluvia que rezuma amor y también lágrimas de dolor. Y es  que  otro elemento relacionada con el agua son las lágrimas…

    El mar es también un fiel reflejo de su marejada interior, como se ve en el bello soneto Añoro: Añoro tu oleaje de bravura… Hay que recordar que Alicia es gijonesa y el mar ha tenido una notable presencia en su vida. El mar es  para ella uno de los confidentes que quiere tener cerca y realmente lo tiene a través de la evocación. Lo necesita para que recoja sus lágrimas, incluso suspira por ser onda. Ese  mar  no la abandona aunque esté lejos: Pero, oh mar, / tu respondes a mi llamada / desde tierra adentro, el mar lo lleva en su interior cuando no lo puede contemplar. Y no falta la luna, con   sus connotaciones  de noche, de misterio, de dolor y  de soledad.  En algunos momentos nos recuerda a la luna trágica  lorquiana.

En esa misma noche de luna llena,

                              De luna de ámbar,

                                            de luna de llanto…

    En cuanto a la forma, la poesía de  Alicia, que parece hermética en algunos momentos, sin embargo, derrama luz a través de las imágenes que se convierten en símbolos, como el  agua y las lágrimas en las que está la vida y la muerte o la luna llena, símbolo de noche y de   luz. Precisamente la antítesis es frecuente en el poemario: monte arriba / monte abajo,  entrada /salida, cielo/infierno, despierta/  dormida…  Algunos poemas tienen forma de diálogo lírico y, tanto en ellos como en otros en los que habla en segunda persona, usa con frecuencia el procedimiento de la interrogación retórica  y el del  apóstrofe.  Esas preguntas sin respuesta, o de respuesta ya sabida,  acentúan la intensidad lírica de los versos. 

    La poeta trata  de hacernos llegar la plasticidad de sus sensaciones y vivencias y para ello usa con frecuencia sinestesias en que mezcla sensaciones: viento parduzco, verde aroma, dulce soplo, verde susurro del viento… o sensaciones y sentimientos: ¿A qué sabrá tu  ausencia?, se pregunta. No faltan las hermosas imágenes, que a veces funcionan como símbolos: la tormenta es luz en mis tinieblas o se unen a las personificaciones: tiemblan las horas que besan muy despacio / la alcoba de madera. Y en ese mundo de sensaciones tienen mucha importancia los colores, especialmente el azul del cielo y el mar y el verde del paisaje, colores que funden sus vivencias con el paisaje: verde aroma, puzle azul, beso azul.   Fluyen los recuerdos, verdes, / y fluyen los pensamientos, azules, / verdes de helecho y azul de mar y cielo.

    Son poemas largos, la mayoría  en versos libres, aunque  aparezcan muchos endecasílabos y heptasílabos, con los que  se mezclan  bellos sonetos que prueban que la autora se desenvuelve con la misma soltura en los perfectos endecasílabos y en el vaivén de los versos libres. Desde el punto de vista formal, la autora juega con la tipografía letras más grandes o más pequeñas en distintos lugares de un poema o la disposición de los versos. Ambos procedimientos le sirven para destacar algunas frases  y para marcar una distinta cadencia en la lectura. También lo hace con la morfología de las palabras buscando que algunas de ellas se conviertan en palabras polisémicas al separar sus componentes y que el verso se abra a distintos significados: (des)cubría (la) armonía (de) las penas. Es también interesante fijarse en el léxico que se repite, porque ya esos vocablos  nos descubren la esencia del poemario: ausencia, soledad, bosque, río, mar, lágrimas, sueños, luna, memoria, recuerdo, ocaso, luz, fuego… tus recuerdos que tiemblan de silencio y frío. En definitiva, palabras que para ella tienen que ver con la memoria. Incluso, uno de sus poemas se titula Versículos de memoria.      

    Es curioso cómo juega también con palabras que tienen que ver con lo gramatical: sílaba, palabra, verbo… En algún caso incluso dan título al poema: Tu sílaba. Incorpora con frecuencia en ese léxico los pronombres personales, especialmente y yo, que a veces se funden en el nosotros… Nos vienen a la memoria los famosos versos de Pedro Salinas: “¡Qué alegría más alta vivir en los pronombres!”, si bien Salinas hablaba del amor gozoso y Alicia habla del amor arrebatado por la muerte, que cobra presencia en su recuerdo: Tú y yo recorrimos / la pureza de los páramos. Y en otro verso: Tú eres yo y yo soy tú.

    A pesar de ser un poemario dolorido y lleno de tristeza y melancolía, percibimos cómo aparecen elementos que son signo de vida, entre ellos los bosques  y el agua y la luz, de forma que, en conjunto, vemos que Alicia  López espera que alguno de los rayos de luz que describe ilumine su vida y el recuerdo sea un bálsamo para las heridas de ausencia: Aún hay luz / en las llamas / del porvenir. En resumen, que en sus pálidos versos de ausencias caben los sueños con el sol amando los ocasos / y la luna sucumbiendo a sus encantos... Caben también el paisaje, la lluvia, las palabras…  La belleza literaria. Gracias, Alicia, porque En los  márgenes del frío,   a través de tu mirada poética,   sentimos  los lectores  una  cálida emoción. 


© Margarita Álvarez Rodríguez es  filóloga y profesora  de Lengua y Literatura. 



 


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