sábado, 9 de diciembre de 2023

Reseña de EN LOS MÁRGENES DEL FRÍO, de Alicia López Martínez

 


En los márgenes del frío, de Alicia López Martínez

Poemario

105 páginas

Editorial AVERSO  poesía, colección PERVERSA

Alicia López Martínez es una gijonesa afincada en León, donde ejerce la labor docente y se implica en distintos actos literarios. En los márgenes del frío es su segundo poemario, tras  Pálpitos de luna nueva (2018).

 

Solo un cálido frío / en los márgenes de la verdad  por la que transito.

Quizá estos dos versos nos puedan dar una pista para leer  el poemario En los márgenes del frío. Nos sorprende la brusca  antítesis  entre el adjetivo y el sustantivo cálido  y frío, que nos  sugiere  vida/muerte amor/soledad  y también nos sorprende que la verdad por la que transita  la poeta esté en los márgenes  metafóricos de  ese cálido frío. En la dedicatoria, se nos aclara que la palabra margen alude también a los márgenes de la hoja escrita, del poema. El libro está dedicado a Antonio, el amor ausente: A Antonio, en cada margen se escribe el azul de las ausencias.  Y tenemos que estar  siempre atentos,  porque en este poemario está presente lo que dicen sus versos y aquello que no cabe en ellos y se refleja en los márgenes del dolor que no puede expresarse con palabras.

En los  márgenes del frío es un poemario de soledad y de ausencias dentro de un existir incompleto, del que habla la poeta. Y es que el auténtico eje temático del poemario es el dolor que producen esas ausencias que se manifiesta a través  de la evocación de momentos y lugares que se disfrutaron en compañía de la persona desaparecida. Son ausencias siempre atadas a recuerdos, a los de un  dolor que Alicia López trae  a la  memoria a lo largo y ancho de sus poemas. En algunos, esas ausencias cobran más presencia porque tienen nombre, pues dedica sendos  poemas a Antonio y a su padre, in memoriam. Dos personas muy importantes en su vida que han pasado la frontera con el más allá: Mis ojos contemplan una sombra que camina / hacia el lado opuesto de la vida. La ausencia de Antonio se torna presencia en todos los poemas. Cualquier elemento que la poeta contempla le trae a  la memoria la ausencia de la persona amada. Pero en medio del dolor de las ausencias, que le hace establecer diálogos líricos con lo que la rodea, de pronto surge la  luz cálida del recuerdo y  ese recuerdo  aparece  en medio de una llama, de una luz cálida,  de  un rayo de sol o de luna  o  el rayo de una tormenta… Por ello,  la amargura que destilan sus versos por el recuerdo de esos seres queridos que han volado hacia la nube sin espacio / donde reina la esperanza / de que todo sea igual / en la otra parte   es compensada por la luz, pues el amor al final se convierte en lo soñado y sigue con ella, en cada momento que evoca de las vivencias que compartieron en compañía. Es significativo el título de un poema dedicado a Antonio: Tú vives.

En las evocaciones que aparecen en el poemario  está muy presente  la naturaleza, naturaleza que abraza y que es cómplice de la poeta, pero también una naturaleza que aviva los recuerdos de las ausencias. Dentro de esa naturaleza es muy importante la presencia del bosque, con  sus distintas variedades de árboles, árboles que la comprenden y la acogen, a veces hasta  en el interior de su tronco.  Ante  esos árboles se vivió la plenitud del sentimiento del amor  en presencia de la persona amada y  ahora, en el recuerdo, el dolor en ausencia.  Además de los árboles: pinos, robles, chopos, alisos… caminamos con ella por esa naturaleza al lado de plantas aromáticas: tomillo, lavanda…  Plantas que nos sugieren un mundo de sensaciones, de colores y olores. Y  es siempre místico ese amanecer de bosque, que sugiere placidez, frescor, misterio. Hay un poema dedicado a la comarca leonesa de Omaña en que se ve muy bien la importancia del paisaje en sus sentimientos. 

    Por Omaña siente Alicia una querencia especial por la relación del amor ausente con esa comarca.  Allí mira ensimismada el paisaje  y dialoga líricamente  con el río, que es un espejo de espuma. Omaña, todo surge y resurge en tu límpida mirada, exclama en esa oda que le dedica. Es una oda a Omaña y lo es a la naturaleza, en general. Todo allí es armónico excepto unos molinos que violan su naturaleza virgen. Las referencias a Omaña aparecen en muchos poemas: su río, su puente de madera, sus alisos, sus urces… Su Peña… Esa peña de La Fortuna que han invocado tantos caminantes...   A los que somos omañeses, como yo, sus versos nos producen una emoción especial.

    Dentro de la naturaleza también aparecen los animales como signos de vida, desde una lagartija, hasta los gorriones y los grillos.  Otro elemento que se repite es el agua. El río está presente en muchos poemas, un río que contempla, en el que baña sus pies y que, a la manera manriqueña, es símbolo de vida y de muerte. La palabra margen presente en el título, además de otros significados simbólicos, nos sugiera la idea  de río, de mar… Pero, además del río, oímos caer y vemos la lluvia en varios poemas. El poema Tuya  es un fiel reflejo de los sentimientos que vive la autora al contemplar llover: Déjame recoger todos los besos que son sed, exclama. Es  la  añoranza de los besos y la  sed de  reunirse con la persona amada. Es una lluvia que rezuma amor y también lágrimas de dolor. Y es  que  otro elemento relacionada con el agua son las lágrimas…

    El mar es también un fiel reflejo de su marejada interior, como se ve en el bello soneto Añoro: Añoro tu oleaje de bravura… Hay que recordar que Alicia es gijonesa y el mar ha tenido una notable presencia en su vida. El mar es  para ella uno de los confidentes que quiere tener cerca y realmente lo tiene a través de la evocación. Lo necesita para que recoja sus lágrimas, incluso suspira por ser onda. Ese  mar  no la abandona aunque esté lejos: Pero, oh mar, / tu respondes a mi llamada / desde tierra adentro, el mar lo lleva en su interior cuando no lo puede contemplar. Y no falta la luna, con   sus connotaciones  de noche, de misterio, de dolor y  de soledad.  En algunos momentos nos recuerda a la luna trágica  lorquiana.

En esa misma noche de luna llena,

                              De luna de ámbar,

                                            de luna de llanto…

    En cuanto a la forma, la poesía de  Alicia, que parece hermética en algunos momentos, sin embargo, derrama luz a través de las imágenes que se convierten en símbolos, como el  agua y las lágrimas en las que está la vida y la muerte o la luna llena, símbolo de noche y de   luz. Precisamente la antítesis es frecuente en el poemario: monte arriba / monte abajo,  entrada /salida, cielo/infierno, despierta/  dormida…  Algunos poemas tienen forma de diálogo lírico y, tanto en ellos como en otros en los que habla en segunda persona, usa con frecuencia el procedimiento de la interrogación retórica  y el del  apóstrofe.  Esas preguntas sin respuesta, o de respuesta ya sabida,  acentúan la intensidad lírica de los versos. 

    La poeta trata  de hacernos llegar la plasticidad de sus sensaciones y vivencias y para ello usa con frecuencia sinestesias en que mezcla sensaciones: viento parduzco, verde aroma, dulce soplo, verde susurro del viento… o sensaciones y sentimientos: ¿A qué sabrá tu  ausencia?, se pregunta. No faltan las hermosas imágenes, que a veces funcionan como símbolos: la tormenta es luz en mis tinieblas o se unen a las personificaciones: tiemblan las horas que besan muy despacio / la alcoba de madera. Y en ese mundo de sensaciones tienen mucha importancia los colores, especialmente el azul del cielo y el mar y el verde del paisaje, colores que funden sus vivencias con el paisaje: verde aroma, puzle azul, beso azul.   Fluyen los recuerdos, verdes, / y fluyen los pensamientos, azules, / verdes de helecho y azul de mar y cielo.

    Son poemas largos, la mayoría  en versos libres, aunque  aparezcan muchos endecasílabos y heptasílabos, con los que  se mezclan  bellos sonetos que prueban que la autora se desenvuelve con la misma soltura en los perfectos endecasílabos y en el vaivén de los versos libres. Desde el punto de vista formal, la autora juega con la tipografía letras más grandes o más pequeñas en distintos lugares de un poema o la disposición de los versos. Ambos procedimientos le sirven para destacar algunas frases  y para marcar una distinta cadencia en la lectura. También lo hace con la morfología de las palabras buscando que algunas de ellas se conviertan en palabras polisémicas al separar sus componentes y que el verso se abra a distintos significados: (des)cubría (la) armonía (de) las penas. Es también interesante fijarse en el léxico que se repite, porque ya esos vocablos  nos descubren la esencia del poemario: ausencia, soledad, bosque, río, mar, lágrimas, sueños, luna, memoria, recuerdo, ocaso, luz, fuego… tus recuerdos que tiemblan de silencio y frío. En definitiva, palabras que para ella tienen que ver con la memoria. Incluso, uno de sus poemas se titula Versículos de memoria.      

    Es curioso cómo juega también con palabras que tienen que ver con lo gramatical: sílaba, palabra, verbo… En algún caso incluso dan título al poema: Tu sílaba. Incorpora con frecuencia en ese léxico los pronombres personales, especialmente y yo, que a veces se funden en el nosotros… Nos vienen a la memoria los famosos versos de Pedro Salinas: “¡Qué alegría más alta vivir en los pronombres!”, si bien Salinas hablaba del amor gozoso y Alicia habla del amor arrebatado por la muerte, que cobra presencia en su recuerdo: Tú y yo recorrimos / la pureza de los páramos. Y en otro verso: Tú eres yo y yo soy tú.

    A pesar de ser un poemario dolorido y lleno de tristeza y melancolía, percibimos cómo aparecen elementos que son signo de vida, entre ellos los bosques  y el agua y la luz, de forma que, en conjunto, vemos que Alicia  López espera que alguno de los rayos de luz que describe ilumine su vida y el recuerdo sea un bálsamo para las heridas de ausencia: Aún hay luz / en las llamas / del porvenir. En resumen, que en sus pálidos versos de ausencias caben los sueños con el sol amando los ocasos / y la luna sucumbiendo a sus encantos... Caben también el paisaje, la lluvia, las palabras…  La belleza literaria. Gracias, Alicia, porque En los  márgenes del frío,   a través de tu mirada poética,   sentimos  los lectores  una  cálida emoción. 


© Margarita Álvarez Rodríguez es  filóloga y profesora  de Lengua y Literatura. 



 


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