viernes, 24 de noviembre de 2023

A 50 años de tu partida

 

              Cincuentenario      


A mi madre, Patro, nacida en Camposalinas (León), el día 19 de marzo 

de 1930, y  fallecida en Paladín (León), el 25 de noviembre de 1973


Viento gélido de otoño dejó tu  voz silenciada…

Te dormiste en  velos de noche

y  no   despertaste  al alba.

Sobre tu cuerpo maltrecho,

la muerte tendió su sábana

del color  y la textura de  las yertas esperanzas.

¡Mamá, mamá!,

repetía el  eco,

que con su voz atronaba,

pero se volvía mudo.

Aquel  silencio lo  ahogaba.

Silencio de ángeles tristes que  por allí aleteaban.

…………………………………

Cuarenta y tres años te donó la vida

para convertirla en magia,

y en magia la convertiste,

con  aquel "cuanto más doy más tengo"

que era tu  esencia y  alma.

Con manos de  trabajo y   panes

y la pasión por bandera,

siempre alegre y entregada, hiciste de la vida fiesta…

Y así,

un día el viento airado, envidioso de tu dicha,

te arrastró hasta las nubes,

y nos dejó en un  invierno  de penas e incertidumbres.

Y nosotras, perdidas,

faltas de luz y presencia,

huérfanas de  lunas y soles, caminábamos a tientas.

Pero encendiste una vela, en la noche traicionera, 

y   su luz titilante iluminó nuestras sendas.

Y siguieron amaneceres y  días de primavera,

 y floreció tu vestido verde

que  aromó toda la tierra,

exhalando aliento de vida, lleno de ilusiones nuevas…

Y aquellas hijas tuyas  emprendimos el camino

y  seguimos tras tus huellas

hacia luminosos  veranos que alumbraron sementeras…

 ¡Muchos años han pasado, hoy serías bisabuela!

Pero aún te conservas  joven, tras cincuenta años de ausencia,

en tu cara no hay arrugas,  ni blancor en tu cabeza.

Y aquellas palabras lejanas en mi mente se conservan:

¡Mamá, mamá…! 

Como  eco de voces tenues que  presagian madrugadas…

Como  palabras   amorosas sembradoras de esperanzas…

Son sonidos de otro  otoño entre versos y nostalgia.

Son memoria de una madre de presencia eternizada.



©Margarita Álvarez Rodríguez

25 de noviembre de 1973-25 de noviembre de 2023



¡Siempre, en la memoria!

CIUDADANA DE LA VIDA

 

    


In memoriam de todas las mujeres  y niños que han perdido la vida o la presencia materna  a causa de la violencia de género...

    Unos  pasos  se acercaban  de forma rápida por  la escalera. Se oía el giro  de una llave en la cerradura. Crecía el temblor del miedo…

    Las puertas de la casa se abrían de forma rápida una tras  otra. Por ellas  entraba  un viento gélido y  escapaba el calor de hogar.  Se presagiaba  el fragor de  la violencia...

    Una cadena de insultos irrumpía  como  un trueno y apagaba el  borboteo del agua que hervía  monótona en la cocina. Se saboreaba  la amargura de la humillación...

    Una súplica entrecortada, un grito ahogado, un sollozo infantil…  Eran sonidos que solo escuchaban las paredes de aquella  casa. Se palpaba el eco del desamparo…              

    Allí, una mujer, acurrucada en un rincón,  se sentía como una  paloma a la que le hubieran cercenado las alas y  embarrado el plumaje.  Se sentía herida  por el silencio punzante  de  la soledad

                           ***************************

        De pronto, una  palabra, un eco que no llegó a sus labios,  resonó fuerte,  en lo más profundo de su ser: ¡No! ¡Nooo!

     ¡No!, no se resignaría a morir a causa de sus alas rotas.   Las palomas también sabían andar, buscarse el sustento en el suelo, convivir en las plazas con otras palomas… Y en ese momento  se tiñó el desconsuelo  de su alma del color de  la  esperanza. 

    Dos muletas le sirvieron de impulso para incorporarse: ¡Sí!  ¡Yo! Sí lo hago. Yo puedo…

    Se pondría a andar. Se uniría a otras palomas de alas encadenadas y juntas aprenderían  a romper eslabones y a restañar sus heridas con el bálsamo  de la comprensión y  el apoyo.

    Se iluminaba el camino de la dignidad. Algún día, no lejano, le volverían a crecer las alas.  Las desplegaría con fuerza y volaría.  Volaría y volaría…  Porque  allí, al otro lado de su cárcel, estaba el reino de la  libertad. Y en el reino de la libertad ella sería ciudadana de la vida.  


© Margarita Álvarez Rodríguez.


Texto leído  en el XIV encuentro literario 25N, de Enredadas Vicálvaro 2023, en el Espacio de Igualdad Gloria Fuertes, en el marco del DÍA INTERNACIONAL PARA LA ERRADICACIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO.    25 N 2023





Fotos tomadas en el  XIV Encuentro Literario, en el Espacio de  Igualdad Gloria Fuertes, el 23/XI/2023.


martes, 14 de noviembre de 2023

De mujeres, féminas y hembras (II)

 

    Artículo mío  publicado en   MasticadoresFEM, dentro de la revista digital internacional Masticadores de Letras. Aparece en mi sección  Palabra de Mujer.  Es el  segundo  de tres.


      Después de hablar en el artículo anterior del tratamiento del vocablo  mujer dentro del idioma español, en este  hablaremos de otras palabras que también se usan como  sinónimos de mujer. Entre esas palabras  está fémina,   cultismo que procede del latín, femǐna.  Por evolución ha dado  la palabra patrimonial hembra, a través de fembra, que también se usa a veces para designar a la mujer. Nos ceñiremos aquí a la palabra fémina y sus derivados.

        La palabra fémina  procede de una raíz indoeuropea que significa “amamantar”. De la misma raíz proceden los vocablos  filius (el que ha sido amantado) y fetus. Y, asimismo, feminismo, feminista, feminidad, feminicidio, feminizar, feminoide, afeminado…  Algunas de ellas con carga bastante peyorativa, como afeminado o feminoide, ambas referidas a varones que presentan rasgos femeninos.  Eso ocurre también  con la valoración que hacen algunos hablantes de la palabra feminista, usada en plural y con artículo: las feministas. Con esta palabra  algunas personas   presentan a las mujeres que defienden el feminismo como representantes de una ideología  radicalizada que ataca a los hombres en su conjunto. Y no olvidemos la palabra, referida a este asunto, más  dura y con carga más peyorativa: feminazi (feminista+nazi). Este término surgió en EEUU, cuando algunos antifeministas comparaban el derecho al aborto con el Holocausto.  Lo creó  Rush Limbaugh en el libro “La forma en que las cosas deberían ser”. 


Si quieres seguir leyendo el artículo, pincha aquí:

https://masticadoresfem.wordpress.com/2023/11/14/de-mujeres-feminas-y-hembras-2-por-margarita-alvarez-rguez/

De mujeres, féminas y hembras (I)


        Artículo mío publicado en   MasticadoresFEM, dentro de la revista digital internacional Masticadores de Letras. Aparece en mi sección  Palabra de Mujer.  Es el primero de tres.


                De mujeres, féminas y hembras (I)

            Las palabras de un idioma nos sirven para pensar y  son, a la vez, el cauce del pensamiento.   Palabra y pensamiento forman, pues, una unidad indisociable.  Y  ese pensamiento se manifiesta en una forma de utilizar el idioma, en el que, con frecuencia, usamos  u oímos términos  o expresiones que, en relación con la mujer, tienen sentido peyorativo.           En este artículo, en concreto, nos centraremos  en el origen de la palabra mujer y en cómo la han recogido  los  diccionarios más significativos de la lengua española.  

            El vocablo mujer procede de la palabra latina mulǐer, ─ēris, que evolucionó  hacia  muller, mugier, muger, mujer. En latín significaba mujer adulta no soltera, aunque  ya algunos escritores latinos  la usaban en el sentido amplio de persona  de sexo femenino. En realidad, no conocemos las raíces indoeuropeas de esta palabra, como sí ocurre con otras muchas que proceden del latín. Se ha asociado, por semejanza fonética,  con el adjetivo mollis, que significa blando, y, de ahí, algunos han querido sacar la conclusión de que la palabra mujer, desde su origen, ha estado relacionada con el mito del “sexo débil”. En realidad este origen  no pasa de ser  una etimología popular, por mucho que hasta haya sido defendido por el gran san Isidoro de Sevilla.  Otros la han hecho derivar de myllás, que en griego significaba ramera, pero lo cierto es que  el origen  de la palabra, más allá del latín, sigue siendo una incógnita.

                    Puedes seguir leyendo el artículo aquí:

https://masticadoresfem.wordpress.com/2023/10/17/de-mujeres-feminas-y-hembras-1-por-margarita-alvarez-rguez/ 

domingo, 12 de noviembre de 2023

Reseña de TIEMPO DE VILANO, de Sol Gómez Arteaga

 

Tiempo de vilano, de Sol Gómez Arteaga

Editorial Marciano Sonoro

Poemario

115 págs.

 


Sol Gómez Arteaga es una escritora leonesa, autora de varios libros de relatos, el más reciente Trazos de sombra, que trata sobre los desórdenes de la mente, y una novela, El vuelo de Martín. Tiempo de vilano es su primera publicación poética.

Aunque  este es su primer poemario, es cierto que lleva tiempo escribiendo y publicando poemas en las redes sociales, en su blog  (Sol a  la tinaja) y en otras publicaciones, y también que su literatura narrativa posee una gran dosis de lirismo.

Leer este poemario de  Sol Gómez Arteaga es reconciliarse con la memoria, con la suya, que deja plasmada en los versos de sus poemas, y con la nuestra, pues indirectamente nos induce a traerla también al presente.  

El poemario está dividido en tres apartados: Tiempo de vilano, es la más extensa  y la  que da título al libro.   La palabra tiempo, en el título,  y  ese complemento añadido ya nos da una idea del contenido de los poemas: la del tiempo inestable, la del tiempo que huye  y se lleva con él parte de nuestro vivir,  como lo hacen  esos filamentos blancos, los vilanos, que protegen las semillas del diente de león y las esparcen por el aire.  Es en  ese apartado donde se desarrollan los temas nucleares de poemario y  donde se refleja mejor la forma  de ser  y de vivir de la autora.  Hay dos partes más tituladas Manuel de ausencias, cada una con un subtítulo: Escribo un prólogo de letras ciegas, la primera, y  Voy pasando las hojas y no apareces, la segunda. Desde la nostalgia que recorre todo el poemario, los versos giran   ahora  alrededor de  la ausencia  del padre que la autora evoca con amor y admiración. Y completa el poemario un apartado  final de textos en prosa poética titulado Nubes. Ahí aparecen las   nubes que podemos contemplar y  aquellas otras invisibles que pasan por nuestra mente y son instantes de vida, incluidas las nubes de palabras.

La  poesía  de  Sol Gómez Arteaga está muy próxima a lo que se llamó en los años 80  la “poesía de la experiencia”,  una poesía de lo cotidiano, de la que uno  de sus representantes más notables fue el poeta Luis García Montero.  Es una poesía en la que no hay que entender, sino sentir, y con la que cualquier lector sensible puede sentirse identificado. Una poesía  de lo cercano e inmediato que integra la memoria personal en la memoria colectiva. Poesía intimista que sabe ir  del yo al nosotros.

Si quisiéramos  compararla con alguna corriente pictórica,  creo que estaría próxima al Impresionismo. La autora trata  siempre de captar el instante, la vivencia: un sonido, un rayo de luz, una maceta, ropa tendida, una hoja perdida   de otoño, la contemplación de una nube, la lluvia… se convierten a través de su sensibilidad y su mirada poética en arte de la palabra y algo mágico que mueve el sentimiento de lector.  Ella misma asegura: Yo aprendí que la belleza está en lo simple. De esos instantes fugaces  dice en otro poema que son trocitos bien compactos de belleza.  La palabra instante la repite con frecuencia en el poemario: Un instante de abandono. En ocasiones necesito / de un instante así. Dentro de los instantes que capta, con más frecuencia,   en sus versos, están los que le sugieren refugio, inspiración, armonía…  Una especie de caricia física y afectiva.  Se podría decir también que su  poesía  es  contemplativa: la contemplación del instante.

A primera  vista podría parecer una tarea  fácil escribir como  lo hace Sol Gómez Arteaga, pero buscar la emoción y la belleza en lo  aparentemente intrascendente, suele resultar   difícil. Sentir gozo estético ante una catedral gótica es algo  fácil de percibir para  cualquiera, en cambio  no lo es tanto convertir en un instante poético, por ejemplo,  la inquietud que vive un paciente en la sala de espera de una consulta. Esta es “la poesía de los poetas”, que diría   Bécquer. Y Sol Gómez Arteaga no solo escribe poesía,  es poeta.

La poesía de Sol es deudora de las vivencias de infancia de una niña que se crio en el pueblo de Valderas (León), en contacto con la naturaleza y en el seno de una familia humilde que le enseñó el valor de lo auténtico, la dignidad, la sobriedad…  Hasta donde me llegan los recuerdos /    siempre fui / una niña ensimismada / en la luz, dice de sí misma. Fue una niña que sufrió el rechazo de otras niñas de su edad y supo lo que era la soledad. Aquella niña  de carácter retraído, imaginativo  y solitario  que actuaba en comedias sin público, / que ideaba club de fans sin fans… quizá estaba descubriendo su vocación literaria.  Seguramente ella veía una belleza a su alrededor que aquellas otras compañeras no veían. Ese tiempo de infancia está muy presente en el poemario, con sus vivencias, unas veces, amargas  y, otras, amables.  Y se sigue sintiendo esa niña que fue, aunque ya se encuentre en su madurez. La nostalgia la ha acompañado siempre, nostalgia del pasado y hasta de un tiempo no vivido.

La autora   procede  del mundo rural leonés. Y ese mundo rural  es parte importante de la esencia de su poesía. La nostalgia de infancia se funde con la de los paisajes y el paisanaje, la familia…  Vengo de un mundo de sonrisas quedas, / de palabra parcas, / de campos mutilados, /  de ofrecimientos sencillos… En sus versos  están  los campos y caminos de su pueblo: Vengo de un mundo de cebadas mecidas por el aire…  Son los  paisajes  de horizontes infinitos de las llanuras de  la Tierra de Campos leonesa. Son paisajes que le aportan serenidad, caminos diáfanos que  traen la luz a los intrincados laberintos en que nos perdemos. Esos campos, aparentemente  poco literarios, son transformados en  poesía por la autora: campos / tendidos al cielo como una plegaria / esperan misericordia.  

En su poesía aparecen paisajes exteriores y  paisajes interiores  y  se funden con mucha frecuencia: Busco en el paisaje  / una luz / que no está fuera / que es interior / propia. Y esos paisajes siempre han permanecido con ella: Me traje conmigo / a la ciudad inhóspita / todo el verde  / de las cebadas de mayo.  Esa fusión del yo con un  paisaje de escasa vegetación, que se eleva al rango literario,   nos recuerda  la  visión de Castilla que tenía la Generación  del 98. Unamuno decía del paisaje castellano que era “un mar petrificado y lleno de cielo”.  El de Sol es un mar de terrenales olas, un mar  de tierra y horizonte. Este mar de tierra árida  la lleva también  añorar  otro mar, el real, que también tiene una importante presencia en el poemario, porque  su paisaje natal es un paisaje de presencias, pero también de ausencias.  Y  me sigue recordando  a los noventayochistas. Decía Azorín: “No puede ver el mar  la solitaria y melancólica  Castilla. Está muy lejos el mar  de estas campiñas llanas, rasas, polvorientas…”.  Sol Gómez Arteaga necesita el mar, el mar eterno,  la contemplación de sus olas:   Y el mar /  siempre el mar / al fondo. Y  nos confiesa: Cuando quiero saber de mí le preguntó a las olas.

Otro elemento importante  de un paisaje  que la ayuda a conocerse, para caminar hacia el interior de ella misma, es el bosque. Dejemos que hablen  otra vez sus versos: También me dijo el bosque que aquel que ven mis ojos /  es idéntico a otro / más pequeñito / que llevo dentro. / Oscilante / lleno de terraplenes / subidas y bajadas / riachuelos/ sujeto a la intemperie / al paso del tiempo. Está clara la fusión del paisaje vital con el paisaje contemplado.

En ese mundo de añoranza también  tiene un papel fundamental la familia. Es el núcleo de los afectos y del cobijo. Es la cercanía primigenia de los míos.  Es importante la presencia  de las mujeres  a lo largo del poemario. Son mujeres que tienen la certeza / de resistir / sin pretensiones. Dedica un poema a su  hermana  mayor, que  significa para ella  complicidad, apoyo y protección  y seguirá protegiéndote  de las inclemencias de la vida… Creerá en ti con fe ciega.  Pero es la madre la que tiene una presencia más destacada, una madre  que tranquiliza, / sosiega, / espanta monstruos / y siempre está. Una madre que es prototipo de lo que ha sido la mujer  rural leonesa: esforzada, resignada, silenciosa, una de tantas penélopes domésticas en actitud permanente de esperas  y esperanzas. Todas son  mujeres que cultivan en calderos la paciencia.  Una madre que está en la presencia física y también   en las cosas que tienen relación con ella. Es como si el espacio afectivo de la madre  se proyectara al espacio externo en que se mueve. Un rincón del patio  es para  su hija Sol  cavidad uterina. Y llega a afirmar que  la poesía es el ritmo originado / en el latido primigenio  de la madre.

Pero  dentro de la familia es el padre desaparecido  el que ocupa un lugar preeminente en el recuerdo.  Se  alude a él en algunos versos del apartado Tiempo de vilano y, especialmente, en los dos titulados Manual de ausencias: Escribo un prólogo de letras ciegas y En voy pasando las hojas y no apareces.  El padre está presente en la evocación de diversos instantes vividos con él: los paseos por el campo, el color de su traje, las manos, una felicitación navideña… los balidos  las ovejas…   Y es que su  padre era un humilde pastor de ovejas / hijo de una mujer de negro y un padre fusilado. También evoca  sus enseñanzas: la dignidad, la fuerza, el tesón...  Es el homenaje de una hija hacia el padre desde los  afectos  y la nostalgia.

En el marco de las relaciones familiares aparece  también el tema de la Recuperación de  la Memoria Histórica de los represaliados por el franquismo.  Es sabida la implicación de la autora  en este asunto, que la afecta de forma familiar. El abuelo fusilado ha marcado  a su familia y no podía quedar fuera de su poesía. En sus versos están representados todos los que murieron en similares circunstancias. Evoca el dolor  de su familiares, que vivieron un duelo sin sepelio y sin flores, / sin plañideras / sin beso de despedida… que pudieran hacer la ausencia más llevadera, y el de los fusilados que murieron en soledad estricta. La   recuperación de sus restos reaviva el dolor, pero también genera consuelo, porque ahora son muertos con  nombre y, al fin,    mandíbulas sedientas / de luz y de Memoria descansan en paz.

En la poesía de Sol Gómez Arteaga también cobra gran presencia la casa, como morada que reconforta, como lugar de acogida, de silencio: la habito / me habita… Un lugar de encuentro consigo misma donde transitan las horas / los amaneceres / los sueños. Y que se convierte en su bastión de soledad  y el epicentro el mundo.

La soledad es  otro sentimiento que recorre todo el poemario. Unas veces aparece la soledad de la incomprensión, de aquella niña “no juntada” en la infancia o la soledad del ser humano ante sus miedos y problemas y otras, la soledad querida, la soledad sonora y creativa, esencial para los artistas. En cualquier caso la soledad va unida en sus versos siempre a la nostalgia.

Entre tantos sentires y quereres aparecen también los vivires de la autora: la concepción de la vida. La vida  es para ella la conjunción de pérdida y encuentro, como ocurre con ese vilano del diente de león del que habla el título. Se lo lleva el viento, pero en su vida etérea algunas de sus semillas de aire / fructifican / así es la vida. Para no  enfrentarnos al futuro incierto, que nos produce desazón,  llenamos nuestra vida de proyectos, de haceres y quehaceres. La clave, según la poeta, está en darnos cuenta de que lo esencial  no es llegar / sino el trayecto.  Y, aunque  en algunos momentos  aparece una visión desolada del vivir humano, sin embargo, en otros,  se alza sobre ese pesimismo y de repente surge la luz: Siempre que anochece en la ciudad / que habita en cada uno de nosotros / amanece / con luz propia.

Llama  la tención también la presencia constante de lluvia, una lluvia que lava,  una lluvia de luz, sanadora. Una lluvia con la que siente que se funde. De todo lo vivido / confieso  que me quedo con la lluvia / que además  de sanadora / es música celestial para mis oídos. La lluvia le permite aislarse a veces bajo un toldo o paraguas y sentirse isla. Otra vez la soledad. Y al lado de la lluvia las nubes, las reales y las metafóricas, de las que habla en algún poema y en varios de  los textos finales que están escritos en prosa. A ellas les dedica un texto bellísimo: ¿Con qué sueñan las nubes? Un texto lleno de interrogaciones retóricas dirigidas a  esas nubes que contempla. Entre esas preguntas aparecen estas: ¿a quién aman, si es que aman? ¿Tal vez al que les habla bajito al atardecer para que, soñolientas, dejen paso a la noche y a sus rivales, las estrellas?

La  autora escribe en versos libres, adaptados en el ritmo a la emoción que trata de transmitir en cada momento, con frecuentes paralelismos sintácticos que contribuyen a la musicalidad. El estilo está basando  en la búsqueda de la esencia de la palabra, sin demasiados adornos formales.  Las imágenes son claras, pero muy evocadoras. Como esta comparación: Ese silencio tan callado / como un pozo. O estas metáforas: Lágrimas de lluvia. Sueños de pedernal. Puede unir la imagen a otros recursos: Amapolas que tejen silencios.  También  utiliza la sinestesia que  nos hace percibir la mezcla de sensaciones: El aire huele a amarillo o  La memoria olfativa / pobló el aire / de resonancias. No faltan algunas notables antítesis: Letras ciegas.

Podríamos decir que la poesía de Sol Gómez Arteaga es íntima, transparente, tierna, inocente. Es la poesía del instante que se  eterniza en su mirada poética. Su poesía es la vida, porque la vida casi siempre es eso: una sucesión de instantes que nos hacen estar alerta,  sufrir… Pero también disfrutar de la belleza contenida en esos instantes y  de los afectos que los pueblan. Quizá el secreto del vivir (felices) sea mirar la vida con  limpia mirada infantil y  ojos de poeta. Verso a verso Sol se desnuda en este poemario con voz muy íntima y personal: Nadie impedirá que despoje, / unas veces de harapos,  / otras veces de tules, /  mi corazón. Y lo hace desde la mirada de una  niña corriendo con un vestido amarillo de soles y desde sus paisajes de infancia:  en las eras de mi infancia está contenido mi universo todo.

Cualquier persona que se adentre en el poemario Tiempo de vilano descubrirá que, detrás de cada uno de  sus poemas, está   siempre  el carácter contemplativo de la autora, el asombro y la sensibilidad de la niña  y  la poeta que lleva dentro. Y  dentro de   sus versos, de alguna forma, nos sentiremos acogidos  cada uno de los lectores, especialmente los que nos criamos en el mundo rural. Leer estos poemas de Sol Gómez Arteaga es una delicia para el espíritu, porque ella sabe hacernos   llegar  sus vivencias envueltas en nubes de palabras: en palabras emotivas, en  palabras sinceras, en palabras claras… En palabras  poéticas.

©Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga y profesora





lunes, 6 de noviembre de 2023

Mentiras

 




Decía el escritor Enrique Jardiel Poncela que “la historia es la mentira encuadernada”. Actualmente, con la cantidad y variedad de medios que tenemos para difundir información, no hace falta encuadernar la mentira histórica, porque estamos viviendo las mentiras que hacen la Historia en directo.

Según la RAE, mentir es decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. Las palabras mentira, mentir, mentiroso… y el resto de palabras de su campo semántico, como embuste, patraña, bola, trola, falsedad, engañifa, falsedad, trápala…, no están bien vistas en la vida política y social actual. Otra cosa ocurre con los actos a los que se refieren. Se miente mucho, pero  se procura evitar el uso de estos vocablos  en la vida pública, pues quienes dicen mentiras no lo reconocen y, además, se sienten agredidos si los rivales les acusan de tal cosa. Desde luego quien dice mentiras, por definición, es un mentiroso. Luego, podríamos analizar cuál es la causa y si cabe la mentira piadosa.

La hemeroteca y nuestra propia memoria  ponen cada día  en evidencia  mentiras pronunciadas por las personas que en este momento están haciendo la Historia (con mayúscula) de España. Pero nos quieren hacer creer que aquí  nadie miente, como mucho falta a la verdad,   cambia de opinión o dice inexactitudes de poca monta. Hay mentiras que lo son por definición y hay medias verdades que son lo mismo de censurables cuando se busca con ellas un beneficio personal o de partido político.

El verbo mentir viene del participio del verbo   latino mentri. De ahí proceden también mentira, mentiroso y fementido. Todas ellas aluden a urdir en la mente una falsedad. Parece que procede de la raíz indoeuropea men-, con las variantes mon- y mn-. En latín  tenemos esa raíz en mens, mentis, origen de las palabras mente, demente, mentecato, todos los adverbios acabados en mente por ejemplo, falsamente: con mente falsa y muchas palabras más.  El griego usó la raíz   -mn- en palabras como mimneskein (recordar) y a partir de ella han pasado del griego al español palabras  que tienen relación con la mente y la memoria, como amnesia, mnemotecnia… Está también en el nombre de la diosa de la memoria, Mnem  osine. Y, por supuesto, en amnistía, que, con el prefijo privativo a-/-an, significa etimológicamente "no memoria", o sea,  olvido.

Convivimos a diario con la falsedad en todas sus formas: en la actuación de las personas, en las noticias falsas o paparruchas (llamadas ahora fake news), en el culto a la  apariencia… Pero es en el lenguaje político donde se manifiesta de forma más preocupante, porque está en la forma de comunicación de la realidad y en  la actuación de las personas a las que hemos confiado el destino de nuestro país.     La manipulación del idioma en todas sus formas, tristemente, es consustancial al lenguaje político. Se  manipula  de tal manera que se distorsiona la gramática y se altera el significado de las palabras.

Cuando un expresidente del gobierno decía aquella frase sobre las acusaciones de corrupción: “Todo lo que se refiera  a mí y a mis compañeros de partido no es cierto, salvo alguna cosa” dejaba perplejo a cualquier ciudadano observador del idioma. En la frase hay ya una flagrante contradicción: todo  / salvo alguna cosa.  El todo no admite excepciones. Debería ser, en todo caso,  la mayor parte, salvo alguna cosa. Además se usa la lítote no es cierto, en lugar de   es falso, que es frase más contundente y más concisa. Y es que  ahora no se miente, se falta a la verdad  o  se dice que algo no es cierto, para decir que es falso. También se venden las mentiras como cambios de opinión a “los que todo el mundo tiene derecho”.

Es verdad que no es lo mismo mentir que cambiar de opinión, pero los cambios de opinión o de parecer,  en política, suelen querer encubrir  una mentira previa.  Los “cambios de opinión” suelen estar sustentados en unas razones  lógicas, éticas, de conocimiento de datos que se desconocían… y, si se habla de servidores públicos y atañen  al ejercicio de su función, se deben explicar con argumentos ciertos y convincentes.  Actualmente estamos oyendo hablar de cambios de opinión para justificar un cambio de criterio sustancial  en lo que dice y hace, que es contrario a lo que se decía  a los españoles para captar votos hace pocos meses, durante la  campaña de las elecciones generales.  Asegurar, por  ejemplo,  que lo que era ilegal antes, ahora es algo legal y bendecido sin cambio de ninguna ley de por medio─,   es más que un cambio de opinión. Legal e ilegal son en la lengua dos antónimos complementarios que no admiten términos medios.

Además, cambiar de opinión solo tendría una importancia relativa, porque las opiniones son algo subjetivo, el problema es que se habla de cambios de opinión, en lugar de hablar de cambios de criterio, que es realmente de lo que se cambia y que tiene una trascendencia mucho mayor. Porque a los ciudadanos lo que les interesa es el criterio y la rectitud de sus gobernantes y mucho menos sus opiniones. La palabra criterio  es definida en el DLE (Diccionario RAE) así: 1. Norma para conocer la verdad. 2. Juicio o discernimiento. Está claro que en la definición aparecen las palabras verdad y discernimiento. Y es que con discernimiento y verdad hay que abordar los cambios de criterio. Los cambios de opinión pueden ser algo intrascendente, pero  los cambios de criterio sí son algo sustancial y con implicaciones muy trascendentes. No es lo mismo, pues, el uso de un término u otro. Y sí,  un servidor público puede cambiar de criterio, siempre que lo haga con rectitud y verdad, porque de sabios es rectificar, pero sin maquiavelismos y buscando siempre  el bien común.

Con la palabra mentir construimos, en español, algunas expresiones como miente más que habla, una hipérbole que parece incluir en la censura hasta la intención de mentir, aunque esta no llegue a manifestarse oralmente. Tenemos también la palabra miento, como una fórmula para cambiar de opinión, sin que en realidad quiera decir que se  ha dicho previamente una mentira. Ser algo de mentira lo utilizábamos para calificar   productos o seres fantásticos o para referirnos a objetos que aparentan lo que no son, o sea, para aquello que es falso. En el momento actual podríamos hablar también de personas de mentira, que se reparten en distintos ámbitos sociopolíticos, porque la mentira es parte de su esencia. Y, desde luego, a muchos ciudadanos nos parece mentira  lo que está ocurriendo, porque lo vemos con asombro.

Usamos  también en español  un dicho popular que estos días hemos oído dentro de ese farragoso lenguaje político: Hay que hacer de la necesidad virtud. Una frase en la que también se manipula el sentido original. En su origen tenía un significado estoico: obtener beneficio moral  de las desgracias, pero ahora ha perdido ese significado, porque se contamina con el deseo de conseguir el poder que parece esconderse en la palabra virtud.

Ante todas estas subversiones del lenguaje, los ciudadanos nos sentimos como panolis. Seguro  que preferimos que nos traten como adultos  reflexivos y  nos digan la verdad, aunque  la verdad no nos guste o aunque duela.  La manipulación de las palabras se puede producir también por omisión, cuando no   se llega a pronunciar la palabra “maldita” o se sustituye por los circunloquios o eufemismos más variopintos, para evitar las connotaciones peyorativas de la palabra omitida, que no conviene   a los fines previstos. Y estas manipulaciones del lenguaje político no son patrimonio de ningún partido, pues podríamos aportar ejemplos de todos ellos. Como lingüista, solo pretendo hacer una reflexión  sobre esa  manipulación  del lenguaje político en su conjunto, sin entrar en juicios morales  ni políticos más profundos que dejo a los analistas políticos, a los jueces y, por supuesto,  a cada votante.

Si repasamos la literatura universal, conocemos a muchos personajes que son ejemplos del tipo de persona mentirosa, tanto en hombres como en mujeres. Voy a mencionar solo a tres que tienen en común que son niños.  Uno de los personajes más conocidos es   Pedro, de la fábula Pedro y el lobo, atribuida a Esopo.  Pedro es ese pastor que gritaba  y pedía ayuda anunciando que el lobo  atacaba a sus ovejas, para que acudieran los vecinos a ayudarle,  y cuando estos  llegaban al lugar   se reía de su credulidad.  Sus vecinos se cansaron de esta burla y cuando un día apareció realmente  el lobo, Pedro gritó, pero nadie acudió en su ayuda, y el lobo le mató muchas ovejas. Un  final  poco halagüeño el de este Pedro.

Otro personaje famoso fue Pinocho, protagonista de un cuento de Carlo Collodi. Pinocho era una marioneta de madera, cuya nariz crecía cuando mentía. Es un personaje que se ríe  hasta de Gepetto, el carpintero que lo ha creado, y que  se mete en muchos problemas. Al final sus amigos el Zorro y el Gato lo ahorcan en una encina. Un final muy trágico para Pinocho.

Y volviendo atrás en el tiempo, hasta el siglo XVI, recordamos también a Lázaro de Tormes. Lázaro miente  y usa tretas para sobrevivir lo que en principio no nos parece muy censurable, y lo hace ante amos que son símbolo de la codicia, de la hipocresía, la fatuidad… Con esos amos y sus defectos   aprende a ser pícaro y  a “medrar” socialmente  para llegar a la cumbre de su “buena fortuna”. Pero,  a medida que deja de pasar hambre y crece en años y  en rango social, va perdiendo su dignidad. Esa es otra gran palabra que ha desaparecido del lenguaje político y que es una actitud  que debe regir el comportamiento  del ser humano: actuar con dignidad.

La dignidad   es la  gravedad y decoro de las personas en la forma de comportarse. Antes se decía que la mentira tiene las patas muy cortas, porque la verdad termina saliendo a la luz, aunque a veces lo hace demasiado tarde. Sin embargo, cuando una mentira se tapa con otra y otra, la verdad se va quedando tan escondida que es difícil que salga a la superficie. Y es que ya lo dice un refrán: De la mentira comerás, con la verdad ayunarás,  y hay mucha gente en el ámbito político que coloca la mentira por encima de la dignidad, porque “ahí fuera hace mucho frío”.  Y por eso  una misma persona puede decir algo  y desdecirse poco después.  Donde dije digo, digo Diego… Y la vida sigue.

Lo cierto es que se está perdiendo el valor de la palabra dada, en la que antes confiábamos. No en vano hablábamos de personas de palabra, de la palabra de honor, de empeñar la palabra dada: Palabra dada, palabra sagrada, dice un conocido refrán.  Y otro: Exagerar y mentir por un mismo camino suelen ir.  Para enfatizar la verdad decíamos de algo que era  la pura verdad o una verdad como un templo… Ambas expresiones aluden a lo puro, a lo sagrado, además de al tamaño natural del templo, en  el caso de la segunda.

Para tratar  de conseguir que una mentira no lo parezca o tenga apariencia de verdad los políticos tiran de argumentario, palabra que conocen muy bien todos ellos, en cualquier partido. Curiosa palabra. No se dan argumentos  basados en la ética o en la razón a los que llegue una persona individual con su buen saber, entender y hacer, sino que se los dan “enlatados” y oímos a un montón de políticos del  mismo partido repetir como loros, durante varios días, el mismo argumentario. Y si surge un hecho relevante novedoso, ante el que tengan que pronunciarse, alguien, de forma rauda, con inteligencia natural o artificial, preparará rápidamente otro argumentario, palabra que según el diccionario académico es el  conjunto de los argumentos destinados principalmente a defender una opinión política determinada. Así, nuestros representantes políticos se alejan de la ciudadanía la llamada “desafección política”  pierden su identidad y, con frecuencia, su dignidad, y se convierten en una  mera correa de transmisión de un grupo político: su esencia es el argumentario. Y, si alguien discrepa es mirado de reojo o, si se trata de una persona de edad avanzada, se la llama despectivamente “la viaje guardia”. Es evidente que donde hay argumentos no son necesarios los argumentarios.

Quiero terminar volviendo a la literatura medieval, al siglo XIV, pues allí encontramos un maravilloso cuento de don Juan Manuel, en el Conde Lucanor: El árbol de la mentira.  Incluyo un  breve resumen, aunque vale la pena leerlo completo. Un día estaban juntas la verdad y la mentira y esta  le propuso a la verdad que plantaran un árbol y que cada una se quedara con una parte del mismo, de  la que, cuando el árbol creciera, obtendrían beneficios. La mentira engatusó a la verdad y la convenció de que se quedara con las raíces, pues era la parte más importante de un árbol  y era más seguro vivir bajo tierra. Ella se quedaría con las ramas, que podían sufrir muchos males, pues estaban más expuestas. El árbol creció y mucha gente se reunía  bajo  su copa, a la sombra, para escuchar los embustes disfrazados de verdad y de halagos que les contaba  la mentira. Pasaba el tiempo, y como la verdad no tenía qué comer, empezó a roer las raíces hasta que un día derribó el árbol y  este, con su caída, aplastó a todos los que estaban debajo de su copa en torno a la mentira. La verdad, tan menosprecia y oculta  tanto tiempo, había salido a la superficie.

Al final el ayo Patronio extrae del cuento una enseñanza moral sobre la mentira, que le transmite al conde Lucanor. Y, entre otras cosas, le dice: “Es mentira sencilla cuando uno dice a otro: don Fulano yo haré tal cosa por vos, sabiendo que es falso.  Mentira doble es cuando una persona hace solemnes promesas y juramentos, otorga garantías, autoriza a otros para  que negocien por él y, mientras va dando tales certezas, va pensando la manera de cometer su engaño. Mas la mentira triple, muy dañina, la del que miente y engaña diciendo la verdad”.

¡No es necesario añadir más!


©Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga


miércoles, 1 de noviembre de 2023

Memento

 

A mis padres, que partieron a la morada de lo invisible en  dos  fríos  días de otoño...




El otoño se ensimisma

entre las frondas doradas

aunque lo sacuda el viento,

un ladrón de  hojas aladas.


Esas hojas danzarinas

simulan la vida humana,

una danza invisible

de edades  arrebatadas.


Mi vista se va con ellas

navegando en olas  mágicas

y  las ve cómo naufragan

delante de mis pisadas.


Los árboles se desnudan

y los cubre la nostalgia

con que  tamizan la luz

de  la estación sosegada.


¿Qué tienen estos otoños

que nos seducen y calman

y que  diluyen en ellos

las  amarillas miradas?


Tienen colores de oro

y surtidores de plata,

y su belleza encandila

lo más profundo del alma.


Son horas para el memento

de las personas amadas,

siempre ahí en nuestra memoria,

cual primaveras soñadas.


1 de noviembre de 2023

© Margarita Álvarez Rodríguez





Fotografías: MAR. Parque del Retiro (Madrid) y río Omaña en Paladín (León)

Licencia Creative Commons
La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.