Artículo mío publicado en MasticadoresFEM, dentro de la revista digital internacional Masticadores de Letras. Aparece en mi sección Palabra de Mujer. Es el primero de tres.
De mujeres, féminas y hembras (I)
Las palabras de un
idioma nos sirven para pensar y son, a la
vez, el cauce del pensamiento. Palabra
y pensamiento forman, pues, una unidad indisociable. Y ese
pensamiento se manifiesta en una forma de utilizar el idioma, en el que, con
frecuencia, usamos u oímos términos o expresiones que, en relación con la mujer, tienen
sentido peyorativo. En
este artículo, en concreto, nos centraremos
en el origen de la palabra mujer y en cómo la han recogido los diccionarios
más significativos de la lengua española.
El vocablo mujer procede de la palabra latina mulǐer, ─ēris, que evolucionó hacia muller, mugier, muger, mujer. En latín
significaba mujer adulta no soltera, aunque ya algunos escritores latinos la usaban en el sentido amplio de persona de sexo femenino. En realidad, no conocemos
las raíces indoeuropeas de esta palabra, como sí ocurre con otras muchas que
proceden del latín. Se ha asociado, por semejanza fonética, con el adjetivo mollis, que significa blando, y, de ahí, algunos han querido sacar
la conclusión de que la palabra mujer, desde su origen, ha estado relacionada
con el mito del “sexo débil”. En realidad este origen no pasa de ser una etimología popular, por mucho que hasta
haya sido defendido por el gran san Isidoro de Sevilla. Otros la han hecho derivar de myllás, que en griego significaba
ramera, pero lo cierto es que el
origen de la palabra, más allá del
latín, sigue siendo una incógnita.
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