viernes, 22 de abril de 2016

Un libro abierto es un cerebro que habla... 23 de abril de 2016



Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora. Proverbio hindú.






A cuatrocientos años de la muerte de Cervantes, de Shakespeare y del Inca Garcilaso...
             



Un clásico es un libro que nunca acaba de decir  todo lo que tiene que decir. 


La lectura nos ayuda a:

  • A  distinguir entre el ser y el tener: 

La abundancia de las cosas, aunque no sean buenas, hacen que no se estimen. C

Más vale el buen nombre que las muchas riquezas. C

  •  A valorar la  amistad:

 Las amistades que son ciertas nadie las puede turbar.C

Guarda a tu amigo bajo la llave de tu propia vida. S.

  • A ser sensibles a  la música:

 Donde hay música no puede haber cosa mala. La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu. C

El hombre a quien no conmueve el acorde de los sonidos armoniosos, es capaz de toda clase de traiciones, estratagemas y depravaciones. S

  •  Y  a la poesía:

Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio. C
  
  • A hacernos una cura  de   humildad:

 Nadie es más que otro si no hace más que otro. C
Dedicado por mi alumno Eduardo Arroyo

Yo juro que vale más ser de baja condición y codearse alegremente con gentes humildes, que no encontrarse muy encumbrado, con una resplandeciente pesadumbre y llevar una dorada tristeza. S

  •  A practicar la virtud:

 La sangre se hereda y la virtud se adquiere, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale. C

Asume una virtud si no la tienes. S

  • A  respetar la dignidad del ser humano, 
  • evitando el sufrimiento,
  • y persiguiendo la justicia:
    Dedicado por mi alumno Raúl de Diego

 Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.
  
  • A ser agradecidos:

 La ingratitud es hija de la soberbia. El mayor pecado del ser humano es la ingratitud. C

No ensucies la fuente donde has apagado tu sed. S

  • A ser prudentes:

  Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras. S 

  •  A acercarnos a  las  fuentes de la sabiduría:

Sobre el cimiento de la necedad, no se asienta ningún discreto oficio. C
Cartel en el Barrio de las Letras (Madrid)

No hay tinieblas sino en la ignoracia. S
  
  • La lectura nos hace sabios y libres:

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.

  • y nos ayuda  a captar la verdad entre tanta mentira y demagogia:              

La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.

  • ¡Y a gozar de la vida!

El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no debe quejarse si se pasa. C


Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto. S


         ¡Gracias, libros, porque me habéis permitido  saber y soñar!


Retrato de Cervantes (?)
Shakespeare


           La lengua es la pluma del alma...
           



viernes, 15 de abril de 2016

En todos los sitios se cuecen habas


     Expresiones relacionadas con la cocina (V): las legumbres y su acompañamiento.   

                                  
                                  
2016, Año Internacional de las legumbres.


                                                                                        A todos los que saben convertir las legumbres en un manjar.


Ya decía Cicerón que mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de ternero cebado donde hay odio.





En una mesa española no puede faltar una dieta mediterránea. Ingredientes fundamentales de esta dieta son, sin duda, las legumbres y las verduras. Como nos tenemos que buscar los garbanzos para vivir y, una vez encontrados, mirar por el garbanzo, vamos a preparar nuestro "menú lingüístico" de hoy utilizándolas como base. Así pues, ahí van, con cierto tono humorístico, una serie de expresiones relacionadas con la cocina, de significado figurado  (omito los refranes que se refieren a las legumbres en el sentido real), que complementan otros artículos anteriores sobre expresiones relacionadas con la cocina y la alimentación. 

Aunque trato de recoger las expresiones que tienen matiz despectivo, pues el presente artículo forma parte de un trabajo sobre los disfemismos,  este Año Internacional de las Legumbres, es un buen momento para hacer homenaje a ese alimento, que con todo su "acompañamiento",  podemos convertir en un delicioso manjar.

Dentro del mundo de las   legumbres, las lentejas  parece que tienen una especial valoración, tanta que  incluso hay gente que se vende por un plato de lentejas, aunque tenga que poner en práctica  el pecado de la lenteja. Y con ellas no se puede elegir, ni pa judías,  porque son lentejas, que si quieres las comes  y, si no, las dejas. 

Pero conviene comerlas, porque, aparte del hierro que contienen, el que de lentejas se alimenta tiene el alma contenta y, con la alegría del buen alimento danzamos las habas verdes y si, además, anda la sidra por medio, ya se sabe, que con fabes y sidrina, nun fai falta gasolina. 

Si las lentejas no nos gustan, podemos tomarnos un plato de habas, esperando que no sean habas contadas. Si el número es escaso, es mejor optar por los garbanzos, porque tienen mayor sentido del compañerismo, ya que, como los granos, un garbanzo no hace puchero, pero ayuda al compañero y los garbanzos y judías hacen buena compañía. Siempre y cuando ese garbanzo no desentone en el equipo de gente intachable, porque nadie acepta  bien al garbanzo negro. Pero en todos los cocidos hay alguno, y hasta se pueden camuflar entre las habas, porque en todos los sitios se cuecen habas y, en la mía, a calderadas.

Quizá ese garbanzo negro llegue escondido entre los sabrosos garbanzos de Fuentesaúco, ya que el buen garbanzo y el buen ladrón, de Fuentesaúco son. Pero, como es negro, se  hará notar y lo perseguirá nuestro tenedor hasta dejarlo maltrecho. Además, por un garbanzo no se descompone la olla. Puede haber también garbanzos que no se hayan cocido en su olla, porque alguien los ha llevado a la suya, los ha cocinado a su antojo y se ha adjudicado su propiedad. Las lentejas, en cambio, no se juntan con malas compañías, así que, si tienes pan y lentejas, ¿de qué te quejas? 

Pues nos quejamos de la poca variedad del menú, porque, aunque las legumbres sean comida sana, judías todos los días, eso es mucha judería. Algunos se niegan a comer legumbres, por eso son tan enclenques que luego tropiezan en un garbanzo. Las mujeres las comen, en cambio, para ganar  fortaleza, pues el caldo de habas hace a las mujeres bravas y, aunque sea sin enjundia, a falta de gallina, bueno es el caldo de habas.

No siempre las legumbres se usan para echarlas al puchero. Los pasteleros meten el haba no deseada en el roscón para que el tonto del haba de turno lo pague y los hechiceros las usan para hacer sortilegios echando las habas. Y siempre habrá alguien que encuentre algún garbanzo de a libra o algún muchacho que haga explotar algún garbanzo de pega.

Si no queremos comer solas las legumbres, podemos acompañarlas con un poco de arroz.   Cuando estemos a punto de cerrar la olla, nos acordaremos de aquello de    si quieres arroz, Catalina. Añadido el puñadito, tendremos que estar atentos para que no se nos pase el arroz.  Y también podemos hacer una rica sopa con el caldo  de los garbanzos y preservarla de los que andan a la sopa para conseguir comer la sopa boba, porque gente de ese tipo la podemos encontrar hasta en la sopa. 
Sopa de cocido.
 Foto gentileza del restaurante Villamor de Riello (León)



Pero tendrán que desistir del intento, porque les daremos sopas con honda y así será difícil que se las lleven a la boca y, si lo intentan, acabarán hechos una sopa.

Las legumbres son aún más completas si se combinan con las verduras. Pero hay que tener cuidado de no convertirse en el perro del hortelano y de no meterse en un berenjenal, porque podemos recoger por equivocación, entre col y col, algún cardo borriquero, que desentonaría entre los otros ingredientes, salvo que a estos les importe un bledo, un rábano, un pepino, un pimiento, un comino…

Este menú de legumbres, acompañado de agua,  puede resultar flatulento, como bien refleja el refrán asturiano: Quien come fabes y agua bebe, nun preguntes que i duel. Tampoco conviene compartirlo con alguien que repita como un pepino, o al berzotas recalcitrante, pues, cada día col, el caldo amarga. Algún día , como berzas y nabos para en una son entrambos, puede aparecer un nabo perdido en nuestra cazuela. Ese día, alabaos, coles, que hay nabos en la olla.

En caso de duda sobre la elección de la verdura acompañante, mejor unas acelgas, pues de un cólico de acelgas nunca murió ni rey ni reina. En ningún caso es conveniente mezclar legumbres con maíz, pues eso sería la repanocha.

Foto gentileza del restaurante Villamor de Riello (León).
Y si queremos legumbres que parezcan verduras, ahí están los verdes guisantes que merecen también nuestro reconocimiento pues, como dicen los valencianos,
habiendo piseos, laus Deo. ¡Y  un jamón! O, al menos,  unos taquitos salteados. 

Con las legumbres, para que no se queden en agua de borrajas, podemos añadir unos buenos embutidos. Pero que no nos den morcilla -de la que no se come-, ni nos hagan picadillo, ni trizas, porque acabaríamos hechos puré.


Lamón, lomo y chorizo leoneses
En cambio, si la morcilla es buena, es posible que nos la quiten de las manos:
morcilla cular, a muchos ofrecen y a pocos dan. Si es mala, mejor no comer mucha, porque viudas, cebollas y morcillas, milagro que no repitan. 


En todos los sitios no se atan los perros con longaniza, aunque los torrezneros, que se dejan llevar por la vagancia, así lo crean, quizá porque tienen sangre de horchata o porque su cuerpo de morcón les invite a ello, sobre todo si llevan calzas a modo de butifarras. Que  sepan que a quien no mata puerco no le dan morcilla y, aun matándolo, puede ocurrir que muchas manos en la hornilla no dejen probar morcilla,  porque hay más días que longanizas

Un poco de tocino también puede ser buen acompañamiento para conseguir una comida más energética, pues quien tiene habas y tocino, para qué quiere pleitos con el vecino. Pero, ¡ojo!, hay que cocerlo despacio, no sea que confundamos el tocino con la velocidad.

También conviene elegir un buen chorizo  y, sobre todo, evitar que nos choricen, porque donde hay chorizos colgando, no faltan gatos husmeando... A veces no son necesarios gatos, es el propio chorizo el que se convierte en el minino que arrampla con nuestra matanza. Si falta el chorizo, mejor aceptar cualquier acompañamiento para nuestro plato de legumbres, porque cuando no hay lomo, tocino como y, si no, nos las tendremos que comer con patatas, que más valen patatas en paz que tajadas en guerra.

Entretanto, con la comida en la mesa, y a la espera de platos más variados de carnes y pescados, que pondremos en otro menú, nos disponemos a dar buena cuenta de estas apetitosas legumbres... Sin embargo, el pagar la factura será responsabilidad común, pues, aunque las legumbres no son comida cara, al levantar los manteles, haremos cuentas y pagaredes.

Pero, pagar por "comer" solamente esta  sopa de letras que habéis encontrado en este artículo, no parece que llene la andorga  a nadie, así que, si queréis que las legumbres sean para vosotros un manjar,  de verdad, tomad el artículo en broma y, en serio, un buen plato de legumbres,  como este rico cocido omañés. 


 ¡Una sabia elección!  Foto gentileza del restaurante Villamor de Riello (León).


Sabrás lo que es una auténtica delicia culinaria... 

Y, ahora sí... ¡Que aproveche!



Otros artículos relacionados:

Expresiones relacionadas con la cocina I

Expresiones relacionadas con la cocina II

Expresiones relacionadas con la cocina III


Expresiones relacionadas con la cocina IV




lunes, 4 de abril de 2016

Alma de violeta







       Tú allí crecías olorosa y pura
       con tus moradas hojas de pesar;
       pasaba entre la yerba tu frescura
       de la fuente al confuso murmurar. 

        Del poema     La violeta      E. Gil y Carrasco 



Violetas de los caminos de Omaña (León)


Sacudió el manto de hierbas y hojas secas y asomó tímidamente su cabeza. El tibio sol, a duras penas, filtraba sus rayos por entre las nubes. Le parecía una osadía poner una nota de color en aquella naturaleza dormida y sombría. Creía que estaba sola, pero no era así. A su lado sus hermanas se desperezaban como ella. 

Algo a su alrededor empezaba también a despertar. De las ramas de los árboles, aún desnudas, le llegaba una  sinfonía de trinos.  No muy lejos, en el verdor de los prados, empezaban ya a despuntar algunos narcisos y margaritas. 


A la entrada de una casa, entre el asfalto. 

¿Cómo podían competir ellas con flores a las que la naturaleza había dotado de más esbeltez y  luminosidad? Su timidez les hacía inclinar su cabeza, su color violeta era poco llamativo, pero poseían un  secreto único: su fragancia. En eso eran las más poderosas. 

Serían las flores más madrugadoras en vestir  el campo de primavera.  Crecerían juntas a la vera de los caminos, a la entrada de las casas, cerca de las personas: así no pasarían desapercibidas. 


Caramelos de violeta

Y si su aspecto   delicado y diminuto las hacía invisibles y terminaban aplastadas por algún zapato inoportuno, o algún desalmado atrapaba su esencia para meterla en un frasco de perfume o en un caramelo, su alma de violeta se liberaría de su pequeño cuerpo  y, en su invisible vuelo, exhalaría toda su fragancia. Con ella  conseguiría que nos cautivara para siempre la belleza de la insignificancia. 


                




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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.