Siguiendo con la serie de artículos que estoy dedicando a las palabras o
expresiones de tipo peyorativo que sirven para infravalorar algo (disfemismos),
dedicaré este texto a hablar de aquellas
que están inspiradas en distintos tipos de muñecos…
Algunos disfemismos se han modernizado mucho en los últimos años y, así, se han incorporado al idioma tipos o nombres comerciales de muñecos
que sirven para describir características similares de las personas. Antes teníamos pájaros en la cabeza, si nos empeñábamos en conseguir
sueños imposibles, ahora también podemos
tener muñecos, que se
establecen en ella y la hacen su morada.
Durante años habíamos aprendido qué era ser una barbie, y las chicas se esforzaban
por imitarlas en su delgadez y en algo de su aspecto provocativo. En los últimos
años el fabricante nos ha sorprendido con una nueva imagen de la
muñeca que, con distintas tallas, se parece más a las mujeres reales. El
contrapunto masculino era Ken (ser un
Ken), compañero de la Barbie, pero que no haría tampoco mala pareja con la Nancy,
por su aspecto pijo y atildado.
Para aludir al aspecto fino y
frágil de una mujer usamos la expresión muñeca
de porcelana. Aunque. bien mirado, siempre es mejor ser barbie o muñeca de porcelana que
ser una muñeca de trapo, fácilmente
manipulable y usada sin miramientos.
Si se trata de aludir a un aspecto físico menos favorecido, también podemos pasarnos por la juguetería y elegir entre los muñecos de sus anaqueles. Las muñecas peponas han calificado el aspecto físico de una mujer robusta de cara sonrosada. Y, puestos a ser feos, encontraríamos buen acomodo junto a los gremlins. Si nuestro físico es poca cosa y tenemos aspecto de duendes, los pitufos y los elfos se pondrán a nuestra disposición. Si algo nos inquieta, traeremos duende en nuestra cabeza y es posible también que andemos como un duende.
En cualquier caso, siempre podemos disimular y vestir el muñeco, para darle buena apariencia, especialmente, si es
un pelele y tenemos que disimular que
está hecho de paja o trapos. Pero si
nuestro aspecto es grotesco, no necesitamos disfraz, porque nos pueden colocar en medio de un
sembrado y pasaríamos a ser buenos espantajos
o espantapájaros.
También con nombres de muñecos se definen aspectos morales. Los necios
harían buen papel junto a los fantoches. A los que tienen poca personalidad y se
dejan dominar por otros los incluimos en el mismo retablo de guiñol donde actúan las marionetas y títeres. ¡Pero cuidado con echar
los títeres a rodar, porque romperíamos la amistad con nuestros compañeros
de estantería!
Los que mienten actúan como pinochos. Los que parece que están inactivos y se quedan fácilmente embobados parecen auténticos estafermos o tentetiesos. Los ignorantes y de poco valer se asemejan a los monigotes. A los que tienen un desaforado apetito sexual los calificamos de sátiros… A los fanfarrones, de polichinelas. Y las personas estériles son llamadas nenucos…
InMoov de Gaël Langevin, 2012. Exposición F, Telefónica |
El término "robot"fue creado por Karel Capet en su obra R.U.R., estrenada en Praga en 1921. La palabra está inspirada en la palabra checa "robota" que significa trabajo duro. (Así se explica en la exposición Nosotros, Robots, que tiene lugar en estos meses en la Fundación Telefónica de Madrid).
Mal está que nos convirtamos en artilugios electrónicos, pero quizá no sea mejor ser dominados por la brujería y convertirnos en zombis. Frente a los robots y a los zombis, siempre brillará la alegría y la creatividad de las personas que tienen mucho duende.
En fin, que
desde una juguetería también tendríamos una buena visión de la especie humana.
Tal vez lo peor sería convertirse en un muñeco de feria, que colocado en un
estante sirviera para tirar al muñeco,
porque, en ese caso, los tiradores no dejarían
títere con cabeza.
Tener cara de muñeca o ser como una muñeca (referido a niñas)
son expresiones halagadoras que hablan de belleza y de
ternura, pero podemos encontrarnos con personas que tienen más cara que las de un camión de
muñecas. La cara de esas personas tendrá poco de tierna y cándida, pues, a buen seguro, será más dura que el pedernal.
Sin embargo, si, en la actualidad, hay unos seres que están especialmente de
moda, estos son los pitufos. Creados
por el dibujante belga Peyo, en 1958, esos
seres azules y de pequeño tamaño, hasta ahora inofensivos, parece que han crecido y se han hecho notar, porque se dedican a hacer mordidas muy beneficiosas para ellos y dañinas para el resto de la sociedad. Y
están tan activos que el pitufeo se
ha convertido en una forma de “distracción” especialmente productiva y
gratificante.
Pero la sociedad empieza a estar harta de su comportamiento y tal vez les espere un futuro oscuro en que cambien su amable color azul por el color negro de su dinero. En cambio, son bien recibidos por los ciudadanos esos otros pitufos que velan por la seguridad y el orden de las ciudades (policía urbana).
Pero la sociedad empieza a estar harta de su comportamiento y tal vez les espere un futuro oscuro en que cambien su amable color azul por el color negro de su dinero. En cambio, son bien recibidos por los ciudadanos esos otros pitufos que velan por la seguridad y el orden de las ciudades (policía urbana).
Pero, puestos a elegir, es mejor parecernos
a un osito de peluche, frágil,
tierno y amoroso… O, si preferimos que
nos califiquen como dechados de fuerza física, el yeti
puede ser nuestro modelo.
Si nos gusta ser nocturnos y hacer pequeñas diabluras, nos pueden decir
que estamos hechos un trasgo, como
esos duendes pequeños e invisibles (en la traducción de “El Señor de los
Anillos” son presentados como criaturas
de gran tamaño, lo cual induce a confusión). También podemos dar trasgo a alguien si nos fingimos
duendes.
Hubo muñecos emblemáticos con los que los chicos querían ser comparados. ¡Cómo no desear ser un madelman o un geyperman
con su aspecto atlético, su porte impecable, su profesionalidad…! Eran un
modelo a seguir. “Los madelman lo pueden todo”, decía su lema. Hasta hubo una
canción que repetía: “No quiero ser tu airgamboy, sino tu madelman”.
Actualmente han vuelto a la actualidad gracias a la colección de José Manuel Cortés que se ha expuesto recientemente en el Museo Nacional de Antropología de Madrid.
Actualmente han vuelto a la actualidad gracias a la colección de José Manuel Cortés que se ha expuesto recientemente en el Museo Nacional de Antropología de Madrid.
Madelman buzo (Exposición MNA) |
Otro muñeco que parecía que estaba ya enterrado, Naranjito, ha revivido en los últimos años cuando algunos políticos han llamado así al líder de otro partido rival , en alusión al color de su logotipo.
Y
duran, y duran y duran… La frase pasó, durante un tiempo, del anuncio de
las pilas alcalinas del conejito de Duracell a la lengua común, cuando el presentador de un programa de televisión
empezó a repetirla de forma asidua.
Monumento a Michelín en Jerez de la Frontera |
La gallina Caponata enseñaba las buenas
noches y los buenos días. Coco era recibido con: ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? Don Pimpón contaba sus aventuras. ¿Y qué decir de Espinete? Quedó grabado de forma indeleble en la mente de muchos niños
de la década de los 80. Y Elmo, el Conde
Draco, Traque, Juan Olvido… y tantos otros. Siempre nos quedará la frase mágica: ¡Al rico helado de piña para el niño y la
niña!
El programa fue sustituido por Los mundos de Yupi (protagonizados por
Yupi y Astarki), título que también se incorporó a nuestra lengua coloquial
para definir a alguien que vive en un mundo fantasioso y no se entera de lo que ocurre en la
realidad, pues, sin duda, vive en los mundos de
Yupi.
El mundo de los títeres también ha dejado huella en nuestra lengua. Rockefeller, uno de los famosos muñecos del ventrílocuo J. L. Moreno, hizo famosa la frase: ¡Tomaaa, Morenooo! Y Macario: ¡Pero, qué contento estoooyyy!
El mundo de los títeres también ha dejado huella en nuestra lengua. Rockefeller, uno de los famosos muñecos del ventrílocuo J. L. Moreno, hizo famosa la frase: ¡Tomaaa, Morenooo! Y Macario: ¡Pero, qué contento estoooyyy!
Muchos personajes de dibujos animados también han incorporado al idioma expresiones. El ¡yabba
daba doo!, de Pedro Picapiedra; el ¿qué
hay de nuevo, viejo?, de Bugs Bunny, el hasta
el infinito y más allá, de Buzz Lightyear. Y los Teleñecos, los
Dinosaurios, los Teletubbies, los Simpson, Pocoyo… Este capítulo es tan largo
que merece un artículo aparte.
Buenas noches, hasta mañana, los Lunnis y los niños nos vamos a la cama. ¡Cuántas veces niños, y adultos con ellos, hemos repetido esa frase para invitar a los niños a que se fueran a dormir! Y, remontándonos más en el tiempo, también aquello de: Vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana podamos madrugar, de la familia Telerín.
Buenas noches, hasta mañana, los Lunnis y los niños nos vamos a la cama. ¡Cuántas veces niños, y adultos con ellos, hemos repetido esa frase para invitar a los niños a que se fueran a dormir! Y, remontándonos más en el tiempo, también aquello de: Vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana podamos madrugar, de la familia Telerín.
La cantidad de expresiones, en tono burlesco, en las que han
aparecido alusiones a algún tipo de muñecos físicos o animados, en las últimas
décadas, ha sido muy numerosa. Aquí van, a modo de ejemplo, algunas de las
oídas entre adolescentes:
Es
más caro que la muela de oro de Mazinger Z. Es más escandaloso que el día en
que Espinete decidió hacerse drag queen. Se ven menos que los muñecos de un
semáforo, que cuando aparece uno desaparece el otro. Tiene menos detalles que
el coche de un madelman. Te mueves menos que el codo de un playmobil. Pesa
menos que la biografía de Naranjito... Y aquí dejamos la lista, que sería muy
larga…
Lo mejor, para finalizar, y para que
esto no sea tan largo como el libro gordo
de Petete, es que nunca nos tengan que comparar con el muñeco diabólico ni decirnos, para despacharnos rápido: ¡Ahueca, muñeca!