viernes, 11 de marzo de 2016

11 M ¡Creced, rosas, creced!


                           

                                                                         A todas las víctimas del terrorismo




Era un jueves cualquiera, 11 de marzo de 2004. Pero aquel día ha quedado marcado en la historia con un número y una letra: 11 M.



Había comenzado las clases de Lengua y Literatura con mis alumnos de Bachillerato a las 8:30 de la mañana. En nuestro pequeño universo del aula todo transcurrió con normalidad hasta las 11: 30. Lejos estábamos de imaginar la tragedia y el caos que estaban ocurriendo fuera, a pesar de que, de lejos, nos llegaban muchos ruidos de sirenas, de una forma inusual. Entonces no llevábamos internet en el bolsillo ni tampoco teníamos acceso desde el aula.


A las 11:30  llegó el recreo y con él una compañera que trajo la noticia: " Atentado en trenes, ya van cuarenta muertos". Y los cuarenta se fueron incrementando rápidamente... El aumento del número caía sobre nosotros como una puñalada en el alma. Hasta 193. Y cientos de heridos. Y muchas familias destrozadas. Y un país conmocionado. Y rabia y dolor. Mucho dolor.

Volvimos a clase tras el recreo absolutamente estupefactos y desolados. Los alumnos también se habían enterado. Ya no podía ser un día normal. La clase prevista se quedó arrinconada. Rápidamente un poema vino a mi mente: "Arenga a las rosas" de Ramón de Garciasol. Tuve el tiempo justo de buscarlo y con él me fui a clase. Con emoción, impotencia y rabia, les leí el poema.  Las lágrimas asomaban a las pupilas de algunos. Luego les dejé expresar sus sentimientos: silencio, rabia, incomprensión, improperios... miedo. Hablamos de tolerancia, de libertad, de paz...

Al día siguiente, a primera hora, los 1300 alumnos del centro y todo el profesorado, reunidos en el patio, realizamos un acto por la paz, de rechazo a la violencia terrorista y en homenaje a las víctimas. Palabras, versos, gestos... Mucha emoción. Entonces ya sabíamos que entre las víctimas había personas conocidas de algunos de lo que estábamos allí. Es uno de los momentos más educativos que recuerdo en mi larga trayectoria profesional. Años después, algunos de aquellos alumnos me han recordado las emociones vividas en aquellos momentos.

Desde entonces, unas cuantas veces he cogido la línea de cercanías afectada por la tragedia. No puedo evitar que el atentado me venga a la memoria. Imagino cuánto sufrirían también los que en los días posteriores siguieron subiéndose a los trenes. También ellos, con sus miedos,  fueron víctimas del terrorismo.  

Van pasando las estaciones: Santa Eugenia, El Pozo... Atocha. Gentes como yo, como las personas que viajan a mi lado. Gente que iba  a su trabajo, a  su centro educativo... Sentimos todos que seguimos siendo  aquellos viajeros de los trenes fatídicos del  11 M. Próxima estación: Atocha. Salimos a la calle. Próxima estación: ¡la vida!

Por fin, este año, veo juntas a todas las asociaciones de víctimas en los actos de recuerdo a las víctimas Y me alegro. Solo juntos podemos luchar contra la sinrazón, y el dolor es más llevadero si se comparte.

Porque  terrorismo solo hay uno: el de la intolerancia, la barbarie y el terror.  Y frente a él, como decía Blas de Otero, la PAZ y LA PALABRA.



Arenga a las rosas. Ramón de Garciasol

Rosas, creced, pujad, multiplicaos 
hasta invadir las cajas de caudales,  
hasta impedir las ametralladoras,  
hasta sembrar la pólvora y el hierro 
de luz y primavera,  
hasta ocupar el odio y las entrañas 
de obuses, bombas, balas y morteros.


¡Creced, rosas, creced! ¡Pujad sin tregua! 
Llenad los ojos de los tocineros, 
floreced los cerebros belicosos,  
corroed de esperanza a los podridos, 
iluminad la mente de las bestias,  
que se alimentan de oro, y sangre, y lágrimas;  
que son capaces de matar la vida 
porque palpita y brilla en nuestras manos. 


Árboles, aguas, pájaros, frutales, 
mieses, vides, obreros, plantas, madres, 
óleos, músicas, máquinas, ideas, 
vamos a proclamar la resistencia 
de amor contra la guerra.

Están sembrando el aire de temores 
para amargarnos la alegría, 
para que nos matemos tú y yo, hermano, 
ahora que ya maduran los dolores, y el sentido 
va a revelarse al mundo. 


Trabajad 
de espaldas al temor. Abrid los ojos, 
Rosas, hombres, al bien y a la belleza. 
¡Creced! ¡Cantad! La vida es nuestra. 
La tierra es nuestra, y nuestro es el futuro. 
Trabajos, pensamientos, esperanzas,  
vuestros y nuestros, rosas, hombres. 
Nosotros encendemos las estrellas 
y traemos el día,  
y por nosotros se hará la paz. 


Estamos en peligro, rosas, hombres,  
perfume, sol, materia, inteligencia,  
ciencia, fe, muerte, piedra, gracia, Dios.

¡Ahoguemos a los bárbaros en luces! 
¡Avanzad, rosas, hombres! ¡Ocupad el mundo!
 





viernes, 4 de marzo de 2016

El pan nuestro de cada día...



  Expresiones relacionadas con la cocina (IV): pan y huevos

                                                         A Manolo y Tere, que saben mucho de panes.


Siguiendo con las expresiones que tienen significado figurado  y matiz peyorativo (disfemismos) relacionadas con la cocina  y  la  alimentación, dedicaré este artículo a “cocinar” un menú de diario con dos ingredientes  que son muy comunes en nuestra alimentación: el pan nuestro de cada día y los huevos.

Nos disponemos, pues, a degustar una gran variedad de panes, en buena compañía, esperando que en esta ocasión no sea verdad el dicho de que aquí no hay un pan que rebañar.

Con  pan y vino se anda el camino, dice el dicho popular, aunque sea pan para hoy y hambre para mañana. Los españoles no concebimos una comida en que el pan no esté presente en nuestra mesa, pues ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán



Ya que  no solo de pan vive el hombre, será mejor que sea pan comido, porque, si es un pan como unas hostias o como unas tortas,  se parecerá a pan lo mismo que un huevo a una castaña. Y, por supuesto, mejor comer pan en compañía y acompañado, -contigo, pan y cebolla-, que pan solo, porque, como sabemos, pan con pan, comida de tontos

Si algún lloramigas protesta, es que no tiene hambre, pues a buen hambre, no hay pan duro y, si acaso, a falta de pan, buenas son tortas, salvo que Dios haya dado el pan al que no tiene dientes. Y a veces los dioses se equivocan...

Al  que no quiere quedarse sin comer no le importa abusar de la bondad de la persona que es un trozo de pan y hacer suyo aquello de dame pan y dime tonto. Pero debemos  ser precavidos ante los abusos, pues quien da a perro ajeno pierde pan y pierde perro y hay que tener en cuenta que por dinero baila el perro, y por pan, si se lo dan. Ysiguiendo con perros y panes, menea la cola el can, no por ti, sino por el pan.

Es importante no dejarse coger el pan bajo el sobaco y, cuando sea necesario, dejar todo claro y llamar al pan, pan, y al vino, vino. Incluso podemos mandar al ocioso a la cama, como dice la expresión asturleonesa: A la cama ganapán, que el dormir aforra (ahorra)  el pan. Lo importante es evitar que alguien se quede con el pan y con las tortas y someter a vigilancia a los zampatortas y los zampabodigos. Si se trata de un hijo,  al hijo malo, pan y palo, sin maltratar y darle pan de perro, pues en el equilibrio entre cariño y exigencia  está el secreto de la buena educación.

Quien quiera más blanca la hogaza que la amase, porque el pan muchos lo toman y pocos lo dan  y a la hora de sentarse en la mesa es mejor tener más pan y menos manteles.

El pan, ese  alimento  tan esencial,  es difícil  de ganar, pues hay más refranes que panes. Ya la Biblia nos exigía ganarlo con el sudor de la frente, y dicen que el pan con sudor sabe mejor. Desde luego, hay muchos que sudan, y mucho, para llevarlo a la mesa, porque el paro y los recortes salariales son el pan nuestro de cada día, hecho que genera tanta intranquilidad que a algunos no se les cuece el pan. 

En  los momentos de crisis es cuando más abundan los paniaguados que buscan ser favorecidos por alguna persona cercana que ejerza el poder.  Es preciso advertir con frecuencia a todos los  que gestionan nuestros dineros: ¡Cuidado que las manos van al pan! Y de mala masa, un bollo basta.


Y mientras se mantienen esos graves problemas sociales se adormece a la gente   con pan y circo (fútbol, toros), para que no se entere de que se le está negando el pan y la sal (salario procede de la palabra sal), cuando, dar pan, agua  y sal siempre ha sido un gesto ancestral de solidaridad y hospitalidad.

Para hacer tanta variedad de panes, hay que meterse en harina y cogerla del saco adecuado no vaya  a ser harina de otro costal, que contenga añicos de algo no comestible que se ha hecho harina. Con la harina adecuada, una vez amasada, hay que cocer el pan en el horno, pues no se puede tomar ni pan hervido ni mujer de otro marido.

Ya cocido, mejor que estar a pan y agua, será acompañar el pan de unos sabrosos huevos fritos, vestidos de fiesta,  y con puntillas, para no escatimar en elegancia. Con frecuencia pan y huevos se unen en buena armonía: es un manjar exquisito mojar pan en huevo frito. Y si les añadimos chorizo y tocino, tendremos los duelos y quebrantos, que ya comía don Quijote. Seguro que con ese acompañamiento el plato está para mojar el pan.

Los huevos (los de ave, por supuesto)  también dan  mucho de sí en el lenguaje del disfemismo.  Con alusiones a puro huevo  podemos describir muchas facetas del comportamiento humano.

Cuando alguien promete y no da es como si  cacareara y no pusiera  huevos. Si es especialmente tacaño, no come  un  huevo por no perder -o no tirar-, la cáscara. Las personas interesadas son buenas por un huevo y malas por dos. Si  alguien echa a perder algo por ineptitud,  da con los huevos en la ceniza, seguramente por ir pisando huevos.  De los que  son demasiado caseros decimos que parece que están empollando huevos.

En los huevos basamos también la autoridad ante nuestros hijos contestatarios o ante los lloricas que están todo el día como pelo huevo, cuando les decimos aquello de cuando seas padre, comerás huevos. Si censuramos la falta de compromiso o de empeño en una tarea, decimos de alguien que no pone huevo y le recordamos  que  gallina que cacarea pierde el huevo. Nos sirven también para aconsejar a los imprudentes que no pongan todos los huevos en la misma canasta.

Los huevos justifican también la pelea por algo. Calificamos con ellos a los tiquismiquis  diciendo que  están buscando el pelo al huevo  o que ponen los huevos en remojo. Para los que se hacen ilusiones infundadas tenemos también consejo: Límpiate, que estás a huevo. Y nos cuidamos de los codiciosos,  porque si les damos un huevo, nos pedirán la gallina. 

Podemos oír decir a los que se alegran  de que alguien sufra un mal: Sórbete ese huevo. Otros justifican una obsesión por conseguir algo que no parece de valor diciendo que no es por el huevo, sino por el fuero.

Con  tanto guiso “hueveril” vamos a matar la gallina de los huevos de oro o caer en la falacia de si fue antes el huevo o la gallina para que al final de la comida, todo haya sido una conversación de besugos  y la solución  sea  tan simple como el enigma del  huevo de Colón.

Con huevos y patatas (que siempre viene bien tener en casa porque no comen pan), podemos elaborar una rica tortilla española, recordando que para hacer tortilla hay que romper los huevos y procurar que estén frescos, porque el huevo del día, el pan de ayer y el vino de un año, a nadie hace daño.


La tortilla saldrá más jugosa si conseguimos que la haga  una tortillera (de las que saben cocinar) o un cocinero de los que no pierdan aceite (la de la sartén).

Pero, como  la elaboración lleva tiempo, es siempre un rollo patatero, por ello, cuando es posible, pretendemos degustarla sin hacerla, para eso les pasamos a otros la patata caliente. Y mientras la patata se enfría descansamos un poco de nuestro trabajo culinario para que esto no sea tan largo como un día sin pan. 


Y como donde pan se come, migas quedan, añadiremos esas migas al pescado y la carne de nuestros próximos guisos para que el menú resulte más digestivo  y  esto no sea  pan para hoy y hambre para mañana y no haya nadie que con su pan se lo coma.

Esperamos que esta comida haya tenido mucha miga, que al final de la misma hayamos hecho buenas migas y que  no haya ocurrido que a  pan comido, compañía deshecha.

Levantamos  el mantel. Esperemos encontrarte satisfecho, porque si comiste o no comiste, tú a la mesa estuviste y te hemos dejado comer de todo lo ofrecido, excepto comernos el coco.


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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.