Mostrando entradas con la etiqueta estado alarma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta estado alarma. Mostrar todas las entradas

miércoles, 17 de junio de 2020

Días de recelo y esperanza




La luz se deshila entre nubes fugitivas,
y se deslíe  en un aire de albas arreboladas.
Sortea los agudos rascacielos,
se filtra  entre las hojas aladas de los árboles,
y se rompe en las frías   estadísticas.

La vemos estrellarse  contra las calzadas, 
despertar   aceras somnolientas
y acariciar  cristales  ansiosos.

Cegada por las  estelas de  la incertidumbre,
se refugia, calmada, 
en los ojos soñadores de un niño.
Busca sonrisas, busca abrazos, busca ternura.

Sinfonía de ruidos   desgarran los velos de la noche…

La masa  camina vacilante, 
avanza hacia el horizonte de  deseos encendidos
por los  caminos inseguros 
donde se  entrecruzan las pisadas.

Ya no hay roces fugaces.

Los ladrones de abrazos 
se han apoderado de la ciudad
y nos han dejado las  huellas de la distancia.

Caras escondidas, bocas mudas, 
miradas huidizas que   comparten recelos,
y bancos en los que enmohecen las palabras.

La luz cegadora de una mañana de junio
se esconde en  las nubes del miedo,
se vuelve tenue, se desvanece.

La ciudad se nutre de  soledades acompañadas 
mientras  el  alba 
se desliza hacia los  arreboles  del ocaso.

Cae otro día del calendario,
otro día de  luces difusas,
otro paso en el camino de la esperanza.




© Margarita Álvarez Rodríguez





domingo, 26 de abril de 2020

Ventanas luminosas


Estado de alarma. Día 43.


Avenida de la Aurora Boreal, Madrid. Foto: MAR

En tantas semanas de confinamiento nos hemos dado cuenta del valor de las ventanas. Esos huecos que han permitido estos días ver la luz del sol que nos va marcando las horas, ver los guiños de las nubes, ver y oír  la cara y el aplauso de esos vecinos que tenemos enfrente al otro lado de la calle… De esos vecinos de los que apenas teníamos conciencia… Esas ventanas que se abrían  apenas para ventilar las casas, pero raramente dejaban ver rostros… En estos días silenciosos  también  nos han permitido  ver a la poca gente que iba y venía, pensativa, huidiza…

Pero hoy, de repente, las ventanas se iluminaron. Desde primeras horas de la mañana empezaron a oírse voces infantiles, sonidos de patinetes… Hoy las ventanas nos han traído un halo de luz espacial. Hoy las ventanas nos han devuelto la vida…

Y  también nos han traído una nueva ilusión y una gran alegría. Allí, cinco pisos más abajo, en la calle, estaban nuestros seres queridos: venían a  saludarnos.  A pesar de que sus caras estaban semiocultas  tras mascarillas,  en sus ojos pudimos percibir la alegría de las sonrisas. La misma que experimentamos los abuelos desde esa ventana que nos traía de nuevo la ilusión  y  la vida. 





Reencuentro de miradas. MAR

¿Cuánto mide realmente un kilómetro?  ¿Mil metros?  No, la distancia que hay entre afectos encontrados.

Y un dulce regalo colgado del pomo de  la puerta. MAR

Para todos los niños que en esta situación especial se han dejado convencer   con sencillos razonamientos y complacer con pequeñas pruebas de afecto, va este poema de Federico García Lorca.

Canción tonta

Mamá.
Yo quiero ser de plata.
Hijo,
tendrás mucho frío.
Mamá.
Yo quiero ser de agua.
Hijo,
tendrás mucho frío.
Mamá.
Bórdame en tu almohada.
¡Eso sí!

¡Ahora mismo!

 26 de abril de 2020

Licencia Creative Commons
La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.