La luz se
deshila entre nubes fugitivas,
y se deslíe en un aire de albas arreboladas.
y se deslíe en un aire de albas arreboladas.
Sortea los agudos rascacielos,
se filtra entre las hojas aladas de los árboles,
se filtra entre las hojas aladas de los árboles,
y se rompe
en las frías estadísticas.
La vemos
estrellarse contra las calzadas,
despertar aceras somnolientas
despertar aceras somnolientas
y acariciar cristales
ansiosos.
Cegada por
las estelas de la incertidumbre,
se refugia, calmada,
en los ojos soñadores de un niño.
se refugia, calmada,
en los ojos soñadores de un niño.
Busca
sonrisas, busca abrazos, busca ternura.
Sinfonía de
ruidos desgarran los velos de la noche…
La masa camina vacilante,
avanza hacia el horizonte de deseos encendidos
avanza hacia el horizonte de deseos encendidos
por los caminos inseguros
donde se entrecruzan las pisadas.
donde se entrecruzan las pisadas.
Ya no hay roces
fugaces.
Los ladrones
de abrazos
se han apoderado de la ciudad
se han apoderado de la ciudad
y nos han
dejado las huellas de la distancia.
Caras
escondidas, bocas mudas,
miradas huidizas que comparten recelos,
miradas huidizas que comparten recelos,
y bancos en
los que enmohecen las palabras.
La luz cegadora de una mañana de junio
se esconde en las nubes del miedo,
se esconde en las nubes del miedo,
se vuelve
tenue, se desvanece.
La ciudad se
nutre de soledades acompañadas
mientras el alba
mientras el alba
se desliza
hacia los arreboles del ocaso.
Cae otro día
del calendario,
otro día de luces difusas,
otro día de luces difusas,
Muy bonito Margarita.
ResponderEliminarCarlos Junquera
Muchas gracias, Carlos.
EliminarPreciosa poesía. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Fuencisla. Un abrazo.
EliminarPreciosa manera de describir el adiós a la desesperanza
ResponderEliminarOjalá sea un adiós. Gracias, Paco.
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