EXPRESIONES
RELACIONADAS CON EL DESPISTE
Cartel que, situado en una carretera leonesa, anuncia la llegada a la comarca de Babia. |
El
español tiene muchos registros para indicar el concepto de estar despistado. Al lado de estar ensimismado, ausente, embelesado, abstraído, distraído..., existen una serie de dichos muy
usuales, que, en algunos casos, son curiosos por su
procedencia.
Si
nos despistamos mucho podemos hacer un vuelo sideral y llegar a las nubes e instalarnos en ellas. Desde allí, estando en las nubes, vemos muy a distancia
todo lo que ocurre sobre la faz de la tierra, y podemos no enterarnos
demasiado. En las nubes parece que se
está bien, son un sillón algodonoso,
mullido y cómodo. Pero no es lo mismo que estar
por las nubes, pues lo que está por
las nubes está cerca de ellas por su precio elevado, pero no dentro de ellas.
Cerca
de las nubes deben de estar también los que están
en el limbo. Según la religión
católica, el limbo es el lugar donde irían las almas de los justos que no tienen
esa fe o
las de los niños pequeños que mueren sin haber sido bautizados. Hoy la religión católica no considera el limbo una verdad dogmática. Limbo viene del latín limbus, orla de un vestido y, por
extensión, se llama así a la franja celeste de las constelaciones del
zodíaco. A partir de ese significado, la
iglesia lo consideró un espacio en el borde de los infiernos. Parece que los
que estaba en el limbo estaban fuera de la realidad y no podían enterarse de lo
que ocurría en ella.
Cerca de las nubes y del limbo, se puede optar por estar en la luna. Seguramente la expresión perdió un poco su significado cuando el 20 de julio de 1969 pudimos contemplar que un astronauta ponía un pie en el satélite. Pero como el satélite luna está lejos, podemos quedarnos más cerca y estar a (en) la luna de Valencia. Probablemente esta expresión surgiera en la Edad Media cuando la ciudad estaba amurallada y se cerraban las puertas por la noche. Quien llegaba tarde se quedaba fuera, a la luna de Valencia. Pero Vicente Vidal Codella, en el libro “La Valencia de otros tiempos”, propone otro origen. Lo vincula a la expulsión de los moriscos, ya que estos tenían que esperar varios días en las playas de Valencia hasta que los barcos vinieran a recogerlos para llevarlos al norte de África.
Cerca de las nubes y del limbo, se puede optar por estar en la luna. Seguramente la expresión perdió un poco su significado cuando el 20 de julio de 1969 pudimos contemplar que un astronauta ponía un pie en el satélite. Pero como el satélite luna está lejos, podemos quedarnos más cerca y estar a (en) la luna de Valencia. Probablemente esta expresión surgiera en la Edad Media cuando la ciudad estaba amurallada y se cerraban las puertas por la noche. Quien llegaba tarde se quedaba fuera, a la luna de Valencia. Pero Vicente Vidal Codella, en el libro “La Valencia de otros tiempos”, propone otro origen. Lo vincula a la expulsión de los moriscos, ya que estos tenían que esperar varios días en las playas de Valencia hasta que los barcos vinieran a recogerlos para llevarlos al norte de África.
Quedarse
o estar in albis es una expresión
latina que significa que alguien está en
blanco, sin comprender de qué trata un
asunto. Eso nos pasaba mucho en época escolar cuando nos poníamos muy nerviosos
ante un examen.
Más
por la tierra andan los que están en la
inopia. La palabra inopia significa
pobreza (del latín, inopia) e inope, pobre, que viene
del latín in- ops, no (sin)
riqueza, o en la más completa ignorancia
de algo. Puede estar relacionada con el
hecho de que los mendigos eran apartados de la sociedad por ello no se
enteraban de lo que ocurría.
Los
hay que andan por los árboles y les
gusta estar en la higuera, y no
enterarse de nada. Pero de donde se caen es
del
guindo. Y, cuando se caen, de
repente, el golpe les hace volver a la realidad. El guindo tiene unas ramas
bajas y flexibles a las que es fácil subirse, pero también de las que es fácil caerse, por eso, los que subían al guindo a coger las guindas se podían caer
con facilidad, por eso eran considerados ingenuos y crédulos. Los que están en la
higuera, en cambio, parecen más seguros y felices. En Hispanoamérica eligen
un árbol más alto porque hablar de vivir en la palmera, y los que se caen
lo hacen de un coco, de una
mata, del zarzo (desván), del catre, del nido…
Hay
otros que están fuera de onda. Son los que están desfasados de las últimas
tendencias, Desde luego esos no pillan la
onda, pues su despiste no les deja captar lo sutil.
Y
están aquellos que para estar despistados se tienen que ubicar en un lugar
determinado. Les gustan especialmente dos lugares: Babia y Las Batuecas, además de Valencia.
Los
que están en Babia eligen para vivir
despistados esta comarca de la montaña
del noroeste de León. Es una zona de gran belleza a la que, según la
leyenda, se retiraban a descansar y cazar los reyes de León. Mientras los reyes
estaban en Babia otros podían aprovechar para tener comportamientos desleales y
organizar intrigas, pues el rey, al
estar en Babia, no se enteraba de lo que ocurría en la corte. Esa es teoría más conocida sobre el origen de la expresión.
Sin embargo, Manuel Rabanal, catedrático de historia de la Universidad de León, da otra explicación relacionada con la trashumancia. (Esta misma explicación aparece recogida en el Museo Etnográfico y de la Trashumancia de Torre de Babia). Los pastores babianos abandonaban su tierra para ir a Extremadura en invierno y con frecuencia se quedaban ensimismados por la nostalgia de sus montañas y sus amores, y así, aunque lejos, estaban en Babia. Hay un romance popular de “El pastor que estaba en Babia” que podría avalar esta teoría. De él están sacados estos versos finales:
Sin embargo, Manuel Rabanal, catedrático de historia de la Universidad de León, da otra explicación relacionada con la trashumancia. (Esta misma explicación aparece recogida en el Museo Etnográfico y de la Trashumancia de Torre de Babia). Los pastores babianos abandonaban su tierra para ir a Extremadura en invierno y con frecuencia se quedaban ensimismados por la nostalgia de sus montañas y sus amores, y así, aunque lejos, estaban en Babia. Hay un romance popular de “El pastor que estaba en Babia” que podría avalar esta teoría. De él están sacados estos versos finales:
Todo
se aduerme careado
en
su paz y en su medida
únicamente el pastor
no
duerme, que suena, herida
la rosa de sus recuerdos
de
la su aldea querida.
Ay,
pastor, que estás en Babia,
ay,
noche que mal abrigas,
los
decires sin palabras,
las
añoranzas no escritas.
Del
pastor que está en su chozo
como
un puño en su pelliza
siempre
clavado en su Babia
tan
bien llevada y traída.
Existen
también hermosas canciones ligadas a la trashumancia que nos hablan de la
nostalgia que produce la marcha de esos
pastores:
Ya
se van los pastores
a
la Extremadura,
ya
se queda la sierra
triste
y oscura…
Ya
se van los pastores,
ya
se van marchando,
más
de cuatro zagalas
quedan
llorando.
Aunque
no se tiene la certeza de que sea una canción leonesa, pues es una canción ligada a la trashumancia, es
muy probable que lo sea. La recoge como tal
Eduardo González Pastrana, en 1935 (“La montaña de León. Cien canciones
leonesas”). También está recogida en el “Cancionero popular musical español de Rodolfo Halffter”. La sierra de
Camero de la Rioja también se atribuye su origen. La expresión estar en
Babia es antigua, pues ya fue utilizada por nuestros clásicos, entre ellos Quevedo.
Las
dos teorías anteriores son muy hermosas, pero hay investigadores que hablan de
que la expresión puede no tener que ver con la comarca leonesa. Parece que ya se usaba en el siglo XVI y los romances
pastoriles fueron posteriores. Por otro
lado, no hay constancia de esas estancias veraniegas de los reyes leoneses en
Babia. Algún lingüista propone el origen del antiguo verbo “embabir” y de su participio femenino “embabia”. Este verbo tendría que ver con el significado de
embelesado, absorto. Xosé Lluis García
Arias propone esta teoría en el “Boletín
del Instituto de Estudios Asturianos”. Este verbo se fue perdiendo y “embabia”
empezó a relacionarse, a través de
una etimología popular, con la comarca leonesa. El escritor salmantino Lucas Fernández, en
varios textos de sus Farsas y églogas de 1514, recoge esta
palabra: “Haz al hombre andar perdido / embauído/ por los cerros y carrascales /
medio muerto y desbalido / y aflegido/
con tercería mortales”.
En
castellano existe el verbo próximo embaír,
procedente del latín invadĕre, con el significado de ofuscar,
embaucar. El “Diccionariu de la Llingua
Asturiana” (DALLA) lo recoge en su variante asturleonesa: “Embaíu,-ida:
distrayiu, colla atención fixa nos
propios pensamientos”. Parece, pues, una palabra de la lengua asturleonesa. La
RAE, a pesar de que uno de los significados del verbo embaír (entretenerse en
alguna diversión) lo vincula a Salamanca, considera que la expresión estar en Babia tiene relación con el
nombre de la comarca leonesa. Y, desde luego, puestos a estar en Babia, como en
la comarca leonesa, en ningún sitio.
José María Sbarbi, en su “Florilegio de refranes”,
identifica la expresión con estar en el país de los
tontos, aunque no lo identifica específicamente con la comarca leonesa. Según
su pintoresca teoría, Babia vendría de baba, y el que está en Babia estaría con
la baba caída, imagen repetida como un estereotipo de los tontos. Milá y Fontanals recoge,
en una obra de teatro menor del siglo XVI,
de Velázquez de Velasco, titulada “La Lena”, lo que se dice
de cierto individuo muy tonto: “Este es sin duda de aquellos que cuentan
de la tierra de Babia, donde los trigos se siegan con escalera”.
No
parece tampoco que Babieca, el caballo del Cid, tenga nada que ver con Babia,
parece más bien el producto de una leyenda, ni tampoco que el adjetivo babieca
con el significado de tonto y procedente de baba (RAE), tenga que ver con la
región babiana. Porque babiano es el gentilicio de Babia, no babieca. Además es
probable que babieca sea de origen árabe, bab-beká,
que significa boca abierta, pasmo. Babia procede de las variantes latinas Vadapia, Uadabia o Vadabia (que aparecen en
documentos de la Alta Edad Media. A partir del siglo XII se recogen las formas Vahabia y Bahabia que dan origen al topónimo actual. Seguramente el nombre
proceda de algún hidrónimo de origen prerromano.
Babia es la comarca (aunque sin reconocimiento administrativo) y Luna el río que en ella nace y que la riega, por tanto. nos podemos perder en los dos lugares a la vez. Esta comarca se dividía desde la Edad Media en dos concejos: Babia de Suso (de arriba) y Babia de Yuso (de abajo), denominación muy sugerente que hoy no se utiliza. Ambos son lugares adecuados, en estos tiempos que corren, para poder quitarse la mascarilla, aunque, si la queremos lucir, también podemos hacerlo con un diseño ad hoc.
Babia es la comarca (aunque sin reconocimiento administrativo) y Luna el río que en ella nace y que la riega, por tanto. nos podemos perder en los dos lugares a la vez. Esta comarca se dividía desde la Edad Media en dos concejos: Babia de Suso (de arriba) y Babia de Yuso (de abajo), denominación muy sugerente que hoy no se utiliza. Ambos son lugares adecuados, en estos tiempos que corren, para poder quitarse la mascarilla, aunque, si la queremos lucir, también podemos hacerlo con un diseño ad hoc.
Dentro
del Viejo Reino de León también podemos elegir estar en Las Batuecas. Las Batuecas es un valle
de la Sierra de Francia, colindante con las Hurdes cacereñas, por donde
discurre el río Batuecas. Su
territorio fue repoblado por orden del rey Alfonso IX de León, tras ser expulsados
los musulmanes. Muchos de los repobladores fueron de origen francés, lo que
dejó rastro en la toponimia y en los apellidos. Es un lugar ajeno al “mundanal
ruido” donde uno se puede quedar embelesado. Durante el siglo XVI se presentaba
a sus habitantes como personas alejadas de la civilización. Lope de Vega
escribió una obra de teatro sobre
este lugar, “Las Batuecas del Duque de
Alba”, y Hartzenbusch, “Las Batuecas, comedia de magia en siete actos”. Sus
paisajes también fascinaron a Sorolla y a Buñuel.
Y relacionada también con las provincias del antiguo Reino de León existe la expresión mirar a las a(l)pabardas. Las apabardas parece que es uno de los nombres de la palometa, que tiene unos ojos muy abiertos que dan la sensación de asombro. En Galicia también se usa andar aparvado. (En otro artículo expliqué en su día esta expresión).
Y relacionada también con las provincias del antiguo Reino de León existe la expresión mirar a las a(l)pabardas. Las apabardas parece que es uno de los nombres de la palometa, que tiene unos ojos muy abiertos que dan la sensación de asombro. En Galicia también se usa andar aparvado. (En otro artículo expliqué en su día esta expresión).
Hay
otras expresiones relacionadas con los animales, como estar papando moscas, que es quedarse despistado, mirando sin mirar,
y con la boca abierta. Papar es masticar
algo blando. Todos sabemos que Papamoscas se llama también a un autómata de la
catedral de Burgos, que marca las horas. Es una figura humana de rostro
grotesco, que hace sonar la campana que marca las horas, abriendo y cerrando la
boca. Y los que lo contemplan también se quedan en actitud de papar moscas. De
parecida manera están los que miran a las
musarañas. Las musarañas son unos mamíferos muy pequeños, parecidos al
ratón, con un hocico que es una especie de trompa. Son unos animales que habitan debajo de la tierra,
de la que a veces salen, y que no realizan una actividad importante. Por ello,
los que se quedan contemplando a estos animales cuando aparecen, están
perdiendo el tiempo.
Si
estamos muy despistados, apamplados, con una empanada
mental, es posible que no demos pie con bola. Originariamente la
expresión no tenía relación con ninguna pelota. Se refería a llegar justo a
tiempo a un lugar. Gonzalo Correas, en 1627, en su “Vocabulario de refranes y
frases proverbiales”, le daba ese
significado. En “La Regenta” de Clarín (1884) aparece ya con el significado
actual. Quizá la popularización del
fútbol tenga que ver con ese cambio semántico. Y muy despistados o carentes de
sentido común son los que mean fuera de
tiesto. Es evidente que tiesto no se refiere específicamente a la maceta,
sino a cualquier vasija de barro, que incluía a los orinales antiguos.
Y
volvemos a la realidad sacando de nuestra cabeza, esa empanada mental para ponerla encima de
un plato, que es donde debe estar. Y de
esa manera nuestra mente quedará despejada para volver a pensar en las musarañas, para descansar en Babia o en Las Batuecas, o
para sentirse en el limbo. ¿Dónde mejor?
Vistas desde la Peña de Francia. Salamanca. MAR |
Artículo relacionado:
Mirar a las a(l)pabardas
ENHORABUENA MARGARITA. MUY BUENO
ResponderEliminarCARLOS JUNQUERA
Gracias, Carlos, por tu valoración y por tomarte la molestia de escribir un comentario en el blog.
EliminarEstupendo, Margarita. Me encanta como juegas con nuestro idioma, manteniéndolo vivo y enseñándonos el origen de expresiones que utilizamos con fecuencia coloquialmente.
ResponderEliminarSaludos
Marisol López Arias
Gracias por tus palabras, Marisol. Un abrazo.
EliminarMagistral, preciosa manera de enseñar, felicidades
ResponderEliminarGracias, Paco. Un abrazo.
EliminarMuy bonito e ilustrativo tu artículo, como todo los que escribes; lo he leído con mucha atención y sin estar en Babia, pero si he estado pensando en las "APABARDAS" como se decía en San Martín con mucha frecuencia al que no prestaba atención a lo que se le estaba diciendo o se le había dicho. Nunca he sabido que significaban las "APABARDAS". Repito, que me ha gustado mucho el artículo Margarita.
ResponderEliminarSaludos desde mi refugio temporal de La Cepeda.
Gracias, Aureliano.Al final del artículo incluyo un enlace a otro artículo en que hace tiempo traté de explicar qué eran las alabardas. ¡Feliz entrada de verano por esas tierras leonesas. Saludos.
EliminarNo podía ser más que con el amor a las palabras como debía reencontrarte. Han pasado muchos años desde aquellas horas lectivas en las que la literatura se convirtió en el motor futuro de mi vida. Te dejo mi mail por si es posible una charla sosegada una de estas tardes de verano. francispacha@yahoo.es. Espero que el apellido te dé la pista. Un fuerte abrazo, profesora.
ResponderEliminar¡Qué alegría reencontrarte! Y más aún a través de las palabras. Con mucho gusto, me pondré en contacto contigo de forma privada. Gracias por dejarme un cauce para ello y por recordar las clases de literatura. Un abrazo.
EliminarMuy interesante y completo. Se merece más de una lectura. Gracias.
ResponderEliminarGracias, Fuencisla. Un abrazo.
Eliminar