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Lo primero, recibid mi enhorabuena por ese Premio Princesa
de Asturias de la Concordia que os
terminan de otorgar a todos los que formáis ese colectivo: personal médico, de
enfermería, auxiliares y resto de personal sanitario que habéis atendido
directamente a los contagiados. ¡Qué reconocimiento tan merecido! ¡Qué mejor
premio que el de la concordia en una profesión en que la relación humana es
esencial!
Vuestra relación con los enfermos ha sido la fotografía de eso: de la
concordia. La salud por encima de credos religiosos, razas, ideologías, sexos…
Tal vez, en algún momento muy crudo tuvisteis que tomar la difícil decisión de intentar salvar a una
persona antes que a otra por criterios de edad o de probable supervivencia,
porque el sistema no daba más de sí. Imaginamos que esas decisiones herirían
profundamente vuestra sensibilidad y tambalearían vuestro juramento hipocrático. Somos conscientes de que era una situación
extraordinaria, en el sentido más profundo de ese adjetivo. También hemos sabido que en
algunos momentos (pasado el pico de la pandemia) esas decisiones, que
afectaron sobre todo a ancianos, fueron tomadas por otros con criterios
extrasanitarios y vosotros (y todos los ciudadanos) las habéis criticado, como
era de esperar.
Sabemos que tratar con enfermos, cuidarlos y mitigar su
sufrimiento es parte de vuestra profesión, pero en este caso las circunstancias
os exigieron un esfuerzo al menos doblado. No solo un esfuerzo físico, que agotó
vuestra resistencia en muchos momentos, sino también psicológico. Habéis pagado
también caro ese esfuerzo con la salud física (más de 50 000 contagiados) y
psíquica (muchos profesionales en tratamiento). Sabemos que no tuvisteis los
medios adecuados en las primeras semanas para luchar contra la pandemia y eso
llevó al altísimo número de contagiados dentro del colectivo sanitario. Todos
vimos imágenes que mostraban que tuvisteis que hacer de la necesidad virtud y buscar
formas de supervivencia, aunque fuera envueltos en bolsas de plástico. Pero
seguisteis trabajando…
Además de los cuidados sanitarios habéis sacado tiempo para
entablar una relación humana con los
enfermos que no podían ser visitados. Los habéis puesto en contacto con las
familias, a veces con vuestro teléfono personal, habéis creado bellas
iniciativas como la pedir que
enviáramos cartas a un enfermo
desconocido y se las dabais impresas o se las leíais personalmente para
aportarles un poco de calor humano en ese duro tiempo de hospitalización. Les habéis cogido una mano…
Habéis tenido el reconocimiento ciudadano con esos aplausos
diarios que a las 20 horas salían de las
ventanas (dedicados también a todos los trabajadores de servicios
imprescindibles) y que tenían el son de la palabra gracias, repetida calle a
calle y localidad a localidad. El de los
enfermos que habéis sacado adelante. Y quizá también el de los familiares de
aquellas personas que no han superado la
enfermedad. Por eso y por más, ahora engrosáis la nómina de los prestigiosos Premios Princesa de Asturias…
Y seguís ahí,
dispuestos y alerta por si tenéis que intervenir de nuevo para luchar contra la
covid-19. Ahora os merecéis dos premios más. El de las administraciones públicas que os deben
proveer de medios para realizar adecuadamente vuestro trabajo: más personal,
más medios técnicos, más y mejor material sanitario… Y que no sea algo puntual,
sino que se mantenga a largo plazo. La salud es un bien esencial. Ningún
gobierno puede escatimar en la salud de sus ciudadanos. Tenemos un buen sistema
nacional de salud. Mejorémoslo. Podemos escatimar o recortar en otros muchos
apartados de un presupuesto público, pero no en salud. Ese será el mejor premio para vosotros, los sanitarios, del que
participaremos también los ciudadanos. Más inversión, mejor administración del presupuesto sanitario, más
reconocimiento y estabilidad para el personal… No nos podemos permitir el lujo de que nuestro personal médico y de enfermería tenga que emigrar para buscar mejores condiciones de trabajo después de muchos años de formación y de una gran inversión (formar a un MIR nos cuesta entre 200000 y 250000€). Otros países, que valoran mucho vuestra preparación, se aprovechan así de nuestra inversión y de vuestro talento.
Pero los ciudadanos, además, os podemos conceder otro premio: el
comportamiento responsable mientras este virus nos amenace. No podemos olvidar
tan pronto lo que ha pasado y lo que sigue pasando. El coronavirus se sigue agazapando por las calles, en los
lugares cerrados, en los centros de
salud y hospitales. Y nosotros debemos seguir las recomendaciones
sanitarias, por nosotros y por vosotros. Ese es el mejor reconocimiento, no
someteros de nuevo a ese estrés personal y hospitalario. Nos pedís –nos rogáis-
algo tan simple como evitar aglomeraciones (de protestas, de ocio…), usar
mascarillas, mantener distancias de seguridad… No tirar guantes y mascarillas a
la vía pública. Porque la salud es cosa de todos. Y lo tenemos fácil: cambiemos
los aplausos de las ventanas por actitudes cívicas. Si cada uno protege a otro,
nos protegemos todos y seremos inexpugnables ante el virus. Nos habéis dicho
muchas veces que la mejor vacuna somos nosotros mismos. ¡Cuánta razón!
La palabra concordia viene del latín con- (junto, globalmente, cors, cordis (corazón) y el sufijo –ia (cualidad). Hace, por tanto, alusión a unión,
fraternidad, armonía entre personas. Lleva pues, en su seno la palabra corazón,
signo de vida, y, simbólicamente, de emociones.
Ojalá podamos compartir
emociones positivas con vosotros. ¡Gracias
a todo el personal sanitario! A los que os alegráis por pertenecer al colectivo
premiado (suponemos que la mayoría) y también a los que rechazáis el premio por
motivos morales o políticos, por considerarlo “anticuado”, por ser
antimonárquicos… Ya que el premio existe, este año no ha podido tener mejores
destinatarios.
Todos juntos, sanitarios y pacientes, en concordia, volveremos
a la “nueva” normalidad. Y, a ser posible, pronto y sin adjetivo.
Diario Redaccióm Médica 30/8/2019 |
El Mundo 8/8/2019 |
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Excelente Margarita
ResponderEliminarCarlos Junquera
Gracias, Carlos.
EliminarPremio, reconocimiento y agradecimiento bien merecidos, para ellos y para todos los que se han jugado la salud en estos días tan oscuros. Ánimo y esperanza.
ResponderEliminarEllos han sido la primera línea, pero muchos más colectivos merecen reconocimiento, incluido el pueblo llano... Cada uno en su puesto.
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