Sobre el origen y la propiedad del puente colgante situado sobre el río Omaña entre Paladín y La Utrera (provincia de León).
Puente colgante actual en primavera. Foto MAR |
Puente antiguo
La historia de este puente colgante es curiosa y comienza a finales de los años 20 del siglo pasado. Paladín y La Utrera son los dos pueblos más bajos de la comarca de Omaña, si situamos el límite en la Piñona de La Utrera; Paladín, en la margen izquierda, y La Utrera, en la derecha (aunque hay geógrafos que incluyen algunos pueblos del municipio de Las Omañas en la cuenca del río Omaña). Están a poco más de un km. de distancia, pero hace un siglo estaban incomunicados por no existir entre ellos un puente, especialmente en las épocas en que el río llevaba mucho caudal. Este hecho obligaba a tener que rodear un par de kilómetros y pasar por La Garandilla para ir de un pueblo al otro.
Para
salvar este obstáculo una persona tuvo la idea genial de construir un puente
colgante. En la época de la que hablamos había un cura que ejercía de párroco
de Paladín y La Utrera. El sacerdote se
llamaba Jerónimo Martínez, (apodado Treinta Libras, por su poca envergadura física), y parece
que tenía habilidades de carpintero lo que lo llevó a construir el puente colgante,
probablemente con ayuda de otras personas. Ese puente, que no es el actual,
pasó a ser de su propiedad.
Puente antiguo. Foto gentileza de Asun Carrera.
Fallecido este cura, un tal Jacinto Martínez,
su testamentario, decide venderlo y lo
compran a medias los pueblos de Paladín y
La Utrera (no imaginamos lo que
podrían haber hecho con el puente de no haber llegado a ese acuerdo). El tal
Jacinto vende en el mismo lote el puente y el chopo al que se agarraban los
cables que lo sujetaban por la parte de
La Utrera. La venta se produce el 31 de marzo de 1936. El precio de la venta fue la cantidad
de 125 pesetas, que pagan los dos pueblos, el 50% cada uno, a razón de 62,50 pesetas.
Firman el contrato de compraventa los
presidentes de las Juntas Vecinales de
ambos pueblos. Por la de Paladín, Frutos
Cuesta, y por la de La Utrera, Constantino
Yebra. Según me contó Manuel Cuesta, hijo de Frutos, el tal Jerónimo
Martínez que vendía el puente era un sobrino del cura y su heredero. (Adjunto el documento del pago de la compra que se conserva en
el archivo de Paladín).
Documento de compraventa. Archivo de la Junta Vecinal de Paladín |
Durante
muchas décadas los dos pueblos se encargaban de conservarlo. Reparaban el puente, cuando era necesario, mediante hacenderas y tenían
estipulado que cada pueblo arreglaba la mitad que le correspondía. Conocí
muchas de esas hacenderas. A veces se rivalizaba para ver qué pueblo tenía
mejor cuidado su tramo y se notaba el estado de conservación de uno y otro. Las
tablas se rompían con frecuencia y en algunos
casos era peligroso pasar por él. Había una fecha en que el puente
sufría un gran deterioro: era el día de Santa Marina (18 de julio), fiesta de La Utrera. La
causa del deterioro era que algunos jóvenes que asistían a la fiesta
aprovechaban para pasar la tarde y bañarse en el lugar. Y muchos de ellos se
lanzaban al agua desde el puente en el que previamente daban saltos. Este hecho
provocaba que cuando íbamos a esa fiesta desde Paladín podíamos pasarlo por la
tarde con más o menos dificultad, pero a la vuelta, por la noche, nunca sabíamos en qué estado
se encontraría, por lo que había que examinarlo previamente con una linterna y, si no estaba muy deterirado, cruzarlo con mucha precaución. En más de una ocasión teníamos que pasar a bayo por el río, salvo algún
intrépido como mi padre (Irineo), que era capaz de cruzarlo recolgándose de los cables, a pesar de haber tenido una mala experiencia cercana, pues un hermano suyo (Elicio) había caído del puente por la rotura de algunas tablas y también alguna persona de La Utrera. Asimismo se deterioraba en algunas ocasiones (aunque menos, por no ser todavía época de baño) en la fiesta de San Pedro de Paladín, en este caso por el trato que le daban los "riberanos" para asistir a la mencionada festividad. O al menos ellos pagaban la culpa.
Una persona se tira desde el puente antiguo al pozo Lloncín. Princicipos años 80. Foto gentileza de P. L. Benítez. |
Con el paso del tiempo se fueron poniendo forroñosos los cables que lo sujetaban y el chopo amenazaba también con caerse, pues estaba muy inclinado, por lo que se decidió hacer una escalera de cemento por la parte de La Utrera, que se remataba con una estructura más elevada a la que se sujetaban los cables. Mi padre fue uno de los que construyeron esa estructura de hormigón. Podría ser por finales de los 60 o inicio de los 70. En ese momento se cambiaron los cables gruesos de acero que lo sujetaban, porque estaban corroídos y dañaban las manos al apoyarse en ellos, por unos traídos de las minas de Valdesamario (las de J. Blanco). También se cambiaron muchas de las cayadas que sujetaban las tablas. Los nuevos cables se sujetaron por unas argollas a la roca por el lado de Paladín y con otras a la estructura de hormigón citada por el lado de La Utrera, y se mantuvo el común acuerdo para el mantenimiento compartido.
Todo esto quiere decir que el
puente no se lo podía adjudicar ni un pueblo ni el otro. A pesar de ello,
en las últimas décadas, algunas personas han asegurado que el puente era
propiedad de La Utrera. Evidentemente solo se puede asegurar esto, y con una
cierta osadía, si se desconoce el origen del puente y su
historia.
Foto tomada del Siglo de León. Sobre el puente vecinos de La Utrera. Gentileza de A. Rodríguez |
De camino a la fiesta de La Utrera. Sobre el puente, chicas y niñas de Paladín Estado del puente el 18 de julio de 1969. Foto: MAR |
El pozo Lloncín a principios de los 80 y en 2019. Foto antigua gentileza de P. L. Benítez. Foto actual: MAR |
La
situación se mantuvo así hasta que, en el año 2001, una gran llena del río socavó los cimientos de la estructura que sujetaba
los cables por el lado de La Utrera y esta se inclinó. A consecuencia de ello
bajó la altura del puente y la fuerte riada lo arrastró y lo destruyó. Quedaron colgando los cables como
signo de escarnio, como dirían por la
tierra. Creo que este hecho provocó gran desolación en los dos pueblos, que se habían comunicado,
en buena relación de hermandad, por ese
puente durante más de 70 años. En los dos años siguientes no existió puente colgante en el lugar, hasta que se pudo
construir uno nuevo con subvenciones públicas. El puente actual, de madera como el antiguo, pero construido con
materiales más robustos y de una forma más segura, dejó de pertenecer a los
pueblos, porque el que inicialmente se
había comprado desapareció para siempre, porque la inversión para su construcción fue pública y porque la legislación actual
no permite que nadie se adjudique un puente sobre el río.
Todavía hubo una pequeña hacendera de colaboración entre los pueblos después de construido el puente nuevo, pero esta fue de algunas personas voluntarias de Paladín, La Utrera y Valdesamario. El objetivo era revestir de piedra la estructura de hierro donde se sujetaban los cables, que quedaba a la vista por el lado de Paladín, para que no desdijera con la roca que tenía detrás. De esta manera, como se puede ver en alguna foto, esa estructua hoy no se aprecía y el puente está más integrado en el paisaje. Una hermosa iniciativa que debemos agradecerles.
Por el acesso desde Paladín. Foto: MAR |
Puente por la cara norte. Foto: MAR |
Al
puente, llamado siempre el Puente Colgante o el Colgante, se accede por un camino en buen estado por la
parte de la Utrera, pero por el que no deben circular los vehículos de motor
no destinados a labores agrícolas, para preservar la naturaleza circundante. Por ello, los vehículos deberían aparcarse en el pueblo y realizar andando el corto trayecto hasta el puente . El camino conduce al pozo Lloncín, lugar muy guapo
y adecuado para el baño y el
esparcimiento. Para acceder por Paladín, parte del trayecto se hace por un camino y los metros finales por un sendero muy pintoresco que
discurre más alto que el cauce del río y desde el que se contempla este. Este
sendero tradicionalmente lo acondicionaba cada año por hacendera el pueblo de Paladín, pues se arroyaba y se enturaba por el agua que caía por los carcavones
que desembocan en él y por la tierra y las piedras que se esbarraban, lo que hacía que el
sendero desapareciera en algún tramo. Actualmente los obreros municipales se encargan de su limpieza y reparación. Con subvenciones públicas hace unas décadas se le puso
una hermosa barandilla de madera que
evita el peligro de precipitarse al río y al mismo tiempo sujeta el terreno
para evitar desprendimientos. Desde
cualquiera de los dos pueblos se llega el puente andando en 10 o 15 minutos.
Acceso al puente por Paladín. Fotos MAR |
Acceso al puente por La Utrera. Fotos: MAR |
Por ser un lugar pintoresco, agradable y accesible, con un hermoso pozo (el Lloncín), y por estar a solo 38 kilómetros de León, es uno de los lugares más visitados de Omaña, comarca que, desde 2005, es Reserva Mundial de la Biosfera. Desde el lugar se pueden emprender otras excursiones andando por la ribera del Omaña (desde Paladín, remontando el río, o, desde La Utrera, siguiendo su curso) o del río Valdesamario (remontando el río desde La Garandilla). Y, por supuesto, de uno a otro pueblo, cruzando el puente colgante, que de eso se trata.
El puente al compás de las estaciones. Foto: MAR. |