miércoles, 1 de octubre de 2014

LA OTOÑADA OMAÑESA

             
                  

                         Preparando las madreñas...

En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza!

                     Octavio Paz


Río Omaña: 
"En tus tabladas serenas / el silencio te acompaña, / pero cuando coges bríos / tus aguas cantan y bailan."



 Durante el mes de septiembre, Omaña se prepara parsimoniosamente para la otoñada. Es una  hermosa estación que cambia de forma progresiva el colorido de nuestros praos y montes. Las hojas de los árboles empiezan a  marearse y van adquiriendo tonalidades ocres y encarnadas. El viento de la otoñada va arrastrando esas hojas hasta dejar  los árboles desnudos. Las vacas  y caballos apuran la yerba de la otoñada.

      Cuando llega el otoño el tiempo  en Omaña se va poniendo  invernizao, llovisnia   o llueve con todas las ganas, hace aire, airón, airín, bufa, viene una bufina o una  bufanada, está el día gafo, hace un aire que corta la cara, vien un aire muy fino o, si el viento es muy racheado y huracanado,  parece que  anda el diablo suelto por la calle.

            Entre septiembre y octubre se iniciaba la sementera, empezando por las tierras del abesedo: por San Cipriano, cambia de mano, el abesedo por el solano. En octubre, (echa pan y cubre), la sementera debía estar terminada: por Todos los Santos, sembrados los campos. Hoy la mayoría de las tierras están de baco, muchas invadidas por los peornos, urces y argomas de forma que son difícilmente reconocibles. En otra época se cultivaban en años alternos, mediando  un año  de barbecho, para que la tierra se recuperara.

Manzanas en época de recolección

             Octubre es  también mes de  recolección: se sacan  las patatas, se recoge  la  fruta, y se varean  las nueces y las  castañas…  Hace  algún tiempo también  se recogían los fiacos  o fuyacos, ramas con hoja que tenían una doble finalidad: la hoja servía de  comida para las ovejas y las ramas se usaban como leña pa la lumbre.  Para cortar los fiacos, los hombres más expertos subían a lo más alto de los chopos o  los robles para ir cortando las ramas de arriba hacia abajo.

         Con las machetas y los machaos se preparaba la leña para el invierno: cepas, urces, tueros… Había que prepararse para combatir la friura de la larga invernía. Octubre servía también para intuir cómo serían los  meses siguientes, pues la luna de octubre siete lunas cubre. Los días se van acortando, el frío obliga a atizar las cocinas metiendo leña por la fornigüela.

Foto de J. M. Hidalgo
            El mes de noviembre ya se puede considerar invierno, aunque no lo señale así el calendario: por los Santos, nieve en los altos; por san Andrés, nieve en los pies. Hay que preparar las madreñas, las botas de goma, los chanclos

          Noviembre es también el mes del sanmartino, en alusión a san Martín, el 11 de ese mes. En torno a ese día se realizaba la mata los gochos que se habían cebado durante más de un año con patatas y nabos cocidos, con batudos y con  caballunas, a los que se añadía harina. Era una labor  entretenida en que participaba toda la familia y algún vecino diestro que hacía de matarife y al que se le invitaba a la parva mañanera (orujo y galletas). Preparar el banco y el cuchillo, matar, chamuscar, abrir en canal, estazar, preparar las tripas, picar la carne, hacer el adobo y el mondongo, rellenar las tripas, achorizar,  preparar  y adobar los huesos que servirían para llenar el llosco,  y  la lengua y otras partes blandas para hacer la androya (o androlla), salar los jamones y las piezas de tocino… eran tareas complejas que ocupaban parte de ese mes en la vida de los omañeses. También se hacía la matanza de cabras y de una vaca, a veces compartida con un vecino, para elaborar la exquisita cecina.  Luego quedaba la tarea de colgar la matanza en los varales y poner lumbre en el suelo durante varias semanas para que se curara por la humacera que se formaba en las cocinas de curar.

 Por San Martino también se sembraban los ajos: por Santo Martino, el ajo fino.

            En general, noviembre era un mes que tenía buena aceptación. Así lo presenta el refranero: dichoso el  mes que comienza por los Santos y acaba por san Andrés. Y mientras llega la época de la recogida de los nabos, cada cosa por su tiempo y los nabos por Adviento, el ivierno hace acto de presencia: por  San Andrés, nevaditas, tres.

La recogida de los nabos   anunciaba la Navidad y dejaba a Omaña a las puertas del invierno meteorológico, aunque, en realidad,  el ivierno ya hacía semanas que había entrado de lleno  en la vida de los omañeses.

Parte del pueblo de Paladín

Muchas cosas han cambiado en la forma de vivir el otoño en el mundo rural. Pero, el paisaje sigue ahí ofreciéndonos  calma para nuestro espíritu y un cromatismo espectacular para nuestra vista. En cualquier época del año, pero especialmente en otoño y en primavera, solo tenemos que dejarnos empapar por plácidas sensaciones… y disfrutar de esa belleza que la naturaleza  generosamente nos ofrece.




Parte del texto está extraído de "El habla tradicional de la Omaña Baja", de Margarita Álvarez Rodríguez, Editorial Lobo Sapiens, León, 2010

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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.