martes, 25 de enero de 2022

Pregón 75 aniversario de la Obra Salesiana de Santo Domingo Savio (Madrid)

Pregón pronunciado por Margarita Álvarez Rodríguez (profesora del Colegio Santo Domingo Savio de 1976 a 2017), con  motivo de los actos de celebración del 75  aniversario de la creación de esta Obra.  

Madrid, 21 de enero de 2022


     



    No es posible un trabajo educativo sin esta maravillosa motivación, este estupendo camino que es la alegría. San Juan Bosco.


Por la alegría, a la alegría 


De esta casa salesiana,   

con larga vida detrás,

de sus trabajos y logros,

aquí queremos hablar.

Por eso a estas palabras

nuestro pregón seguirá,

que proclame aniversario, 

que vamos a celebrar…




75 ANIVERSARIO, porque 75 años se van a cumplir  desde aquel  febrero de 1947 en que don Rómulo Piñol llegó  a este barrio  como capellán de las Salesianas  de la calle  Emilio Ferrari. Ellas   lo animaron a  ocuparse de aquellos grupos de   chicos que vagaban por este lugar sin rumbo.  Volvamos la vista a aquel pasado lejano y a aquel descampado  en el que   

entre vacas y caminos, 

entre barro y entre cardos, 

en el hambre y la negrura 

de un Madrid atribulado, 

corrían unos chavales 

con un futuro velado…


Primera mirada  (años iniciales)

Aquí a mano tenemos un maravilloso catalejo. Cojámoslo  y dirijámoslo  75  años atrás… Ya está enfocado… Entre  cardos y arbustos vemos, aquí y allá, cómo  aparecen algunos chicos que corren, gritan, se pelean y  alguno, tal vez,  maldice su suerte.  También vemos llegar a   un intrépido sacerdote salesiano, de unos 30 años, con su sotana hilvanada de sueños.  Parece que es  de origen catalán  y que  se llama  Rómulo Piñol. Su dinamismo y su arrojo le impiden  darse cuenta de que en este  momento  las sotanas inspiran respeto y temor, pero difícilmente  afecto. 

El barrio lo recibe como una bendición, porque,  por fin, llega hasta aquí alguien que cree en los sueños y puede orientar a estos chavales que carecen de proyecto vital. Un grupo de ellos comienza a estar a su lado este segundo  domingo del mes de julio de 1947, cuando, al  acabar la misa, les cuenta una historia. Una historia que los atrapa. Así nace  un lugar de educación, de acogida,   de afectos: el llamado  Oratorio festivo del Venerable  Domingo Savio. Lo inauguran el 15 de agosto en un pequeño solar.  Nuestro catalejo nos deja ver nítidamente a doce muchachos, que no tienen futuro, porque  les han robado el presente; doce chicos, como doce apóstoles, que son arrastrados por las palabras amables de don Rómulo, por su entusiasmo, por su vida… Y por   unos  balones de trapo inflados con el viento de las    ilusiones,  unos balones que son   como el símbolo del mundo, de un mundo con muchos jirones, pero de un mundo que podrían coser y  llegar a amar. 

A través del catalejo, seguimos a Don Rómulo,  que, con su sotana arremangada hasta las rodillas y atada con una cuerda de esparto, con gesto decidido, recorre  los solares próximos buscando a chicos  para sus equipos.  Su cara rezuma bondad, alegría, ilusión… No se cansa.  La mies es  mucha…

La luz veraniega   se va tiñendo  de color otoñal  y entre las hojas doradas vemos a un grupo ya numeroso.  Contamos 70… Tal vez 80... Se mueven  con bullicio, con alegría…  Y vienen hasta aquí porque saben que hay un sacerdote que  los ama y sabe gastar horas y horas para hacerlos felices.  Para él educar es cosa del corazón  y el patio es su  biblioteca y su cátedra.

Y es que a este sacerdote y a sus catequistas un Juan Soñador, inspirado en la dulzura de san Francisco de Sales, les ha  prestado las alas. Y están seguros de que con esas alas volarán lejos. No tienen  terreno, no tienen  edificio, no tienen  aprobación de las autoridades, pero nada es imposible iniciado ya el vuelo. Y los salesianos saben mucho de  sueños, de  alegría. Y saben cómo compartirlos.

En  un barracón traído del puerto de Bilbao, con ayuda  de   bienhechores, en 1948 comienzan las clases para niños a partir de siete años. Y para que esta Obra se parezca más a la  de Don Bosco,  don Rómulo va a tener a su mamá Margarita, en su  madre, Teresa, y  a su Domingo Savio, en la persona del preadolescente Paquito Pulido, que muere en 1950. Tendiendo un poco la vista hacia adelante, vemos que en 1953 se comienza  a edificar parte de lo que será el complejo actual y llega la primera comunidad salesiana. El llamado ahora Oratorio del Beato Domingo Savio se inaugura, de manera oficial, el 31 de enero de 1954.  Y, a partir de entonces,  el proyecto de aquellos salesianos crece y crece…



Segunda mirada (años de la Transición)


Parece que nuestro catalejo se empaña. Tras su cristal oscurecido  pasan  los días de   más de 25  años… Al limpiarlo y enfocarlo de nuevo, vemos cómo se van borrando las imágenes anteriores y aparecen otras más modernas. Un  calendario de María Auxiliadora que cuelga en una pared  nos sitúa en 1976.  Estamos  en tiempos de incertidumbre y de esperanza. Las llamadas ahora  Escuelas Salesianas Santo Domingo Savio han crecido mucho y están ubicadas en una calle  que se llama, desde 1964, Santo Domingo Savio. Observemos  cómo entran y salen los alumnos… Queremos contarlos: cien, doscientos, quinientos,  mil… Perdemos la cuenta…  ¡Pero solo vemos chicos!  Chicos que ya no llegan con una enciclopedia y   un cabás,  sino con sus mochilas a la espalda, cargadas de libros y de ilusiones.


Época de zapato y pantalón campana

 De aquellos chicos que iban en alpargatas, a estos que van con zapatos y con pantalones campana. Donde estaban aquellos cardos, han crecido los postes que sustentan las canastas; donde estaban aquellas piedras en que tropezaban los chicos de don Rómulo, se han levantado los muros sólidos de varias edificaciones; donde había prados embarrados, ahora hay un patio hormigonado; donde había unas  pelotas de trapo, ahora botan balones de tipos diversos…


En los patios y el campo de fútbol  compiten  los equipos del Club Deportivo DOSA, un club abierto al barrio, que se crea en 1965, aunque, en realidad, existían equipos DOSA desde los años 50.  Prestemos atención: parece que oímos las voces de Vitorino del Álamo, animando a sus jugadores de voleibol. Oímos también música, risas y aplausos que proceden  del salón de actos;  ruidos y gritos de la sala de juegos… 


Vitorino y su equipo de voleibol


Están cambiando muchas cosas, pero los espacios salesianos siguen  llenos  de alegría. Ya se ha celebrado el 25 aniversario de la Obra. Dos recuerdos lo atestiguan: una placa dedicada a don Rómulo y, en medio del jardín, un monumento a santo Domingo Savio, nuestro santo, ese  adolescente, canonizado en 1954, que hacía consistir la santidad en la alegría.

Nuestra mirada se dirige ahora  a una antigua y amplia   aula de dibujo, escondida en el primer piso, que  se ha transformado  en  iglesia  y convertido en la Parroquia de Santo Domingo Savio, en 1967. Es austera,  pero desarrolla una gran actividad pastoral y social en el barrio. Con niños, con adultos, con  ancianos… Es la casa de todos. En ella aún resuenan las palabras de don Modesto Conde Bustillo y  el recuerdo de sus buenas obras.

Soñaba don Rómulo con un pequeño oratorio y aquí vemos una gran obra. Sus sueños se han convertido en realidad. Muchas y luminosas aulas… Laboratorios… Amplios y bien dotados talleres de Formación Profesional.  Una cafetería como lugar de encuentro y de bocadillo. Y, siempre,  el trabajo silencioso de mucha gente…

Desde la calle nos llega un  canto:   “Libertad, libertad, sin ira, libertad”.  Por aquí dentro anda ahora un director, Javier  Serna,   que está dispuesto a “romper  las costuras de un tiempo viejo” (Fco. Rodríguez del Coro). ¡Con qué ilusión cada sábado personas de la casa y del barrio llenan el salón de actos para disfrutar del innovador cinefórum que con tanto mimo prepara!  Otra  gran proyección  al barrio de esta obra salesiana.

Curso 1977-78. Don Javier Serna (director), primero por la izda, don Blas Martín,
de pie al lado de la pared, y otros profesores.

Se habla de transición. Transición en la política, en la música, en la vestimenta (de la sotana a la ropa de calle), en la educación… Transición  en  la forma de dirigir un centro educativo.  Transición de lo masculino a lo femenino (tuve el honor de ser la primera profesora contratada en enero de 1976).  Las mujeres vamos  allanando el camino… la pedagogía se va modernizando. ¿Pero cuándo llegarán las alumnas?  Aún no podemos vislumbrarlo, pues  nuestro catalejo se vuelve a empañar…

Tercera mirada (año 2000)

Limpiémoslo y enfoquémoslo de nuevo. El calendario de María Auxiliadora señala ahora el   año 2000. Con el nuevo año ha llegado  la noticia de la muerte del fundador en Barcelona. Desaparece don Rómulo, pero su  Obra  cobra cada vez más fuerza. Dirijamos ahora  nuestro catalejo hacia  patio… Como siempre hay bullicio. Botan los balones, se oyen voces… Pero algo sustancial ha cambiado. Observamos a un buen grupo de chicas que charlan en corro.  En una foto escolar de 1991, expuesta en el pórtico, aparecen como las primeras  alumnas  de  Primaria. Y, ¡oh casualidad!, son doce, como los primeros doce chicos del año 47. Ahora  lo de educar para ser buenos cristianos y honrados ciudadanos hay que hacerlo también en femenino.

Dirijamos también el catalejo al interior de un aula.  Allí se encuentra  una profesora impartiendo una clase. Hay cercanía. Chicos y chicas se dirigen a ella por su nombre. Se mueve entre el alumnado. ¡Ya no hay  tarimas! El aspecto exterior de la edificación no ha cambiado mucho…  Pero sí han cambiado los planes educativos y la organización interna. Se habla de aprender a aprender. La parroquia continúa con su amplio trabajo pastoral y social. El Centro Juvenil Savio reúne a los escolares los fines de semana para realizar actividades lúdicas que prolongan la labor educativa. Vemos también a personas adultas que asisten  a distintos cursos  del INEM o de otros organismos. La excelente Formación Profesional del centro se convierte en un referente para la formación de desempleados.  Se ha creado una bolsa de trabajo  y se incrementa la relación con las empresas.


         Se ha pasado   del ciclostil  a la fotocopiadora  y al ordenador. Y  se ha impuesto definitivamente  el lenguaje de las  siglas.


25 aniversario de la creación del Centro Juvenil Savio (2017). Grupo de animadores

 

Cuarta mirada (año 2022)


Y nuestro catalejo vuelve a oscurecerse… ¿Estará fallando? No. Ya vuelve a funcionar, porque  vislumbramos nuestro calendario guía,  que  señala ahora  el 21 de enero de 2022. Podríamos parecer ridículos, en la era  internet, con este aparato que parece la prehistoria del dron. Pero no. Nuestro catalejo ha sido la mirada de la memoria, de la memoria a pie de Obra.  Y  aún nos falta echar una ojeada al siglo XXI  que ha cambiado mucho esta casa de Santo Domingo Savio. En el patio se ha levantado una nueva iglesia, inaugurada  el año 2002.  Una iglesia  del siglo XXI, luminosa y colorista, con  un Cristo que extiende los brazos y tiende las manos, en actitud de acogida, lo mismo que  un cuadro de Domingo Savio, el santo adolescente, que también camina hacia nosotros… (Ambos  obras de Enrique Herencia, salesiano de la casa). Pero algo sigue allí inmutable: la imagen de María Auxiliadora, porque en una casa salesiana Ella lo ha hecho  todo, como decía Don Bosco… Esa imagen de  la iglesia y la   foto de los calendarios   han sido siempre un signo de identidad salesiana.


    

Iglesia actual


Y en aquel lejano campo de cardos se ha levantado también  un espléndido polideportivo en  2009. Y hay que sumar otras muchas obras de ampliación  y reforma. Un pórtico grisáceo se ha llenado de colorines. La ingenuidad, la risa, los juegos de la Educación Infantil nos traen  un soplo de aire fresco. Niños que pasarán por Primaria, ESO, Bachiller o FP, que cumplirán  en el centro la mayoría de edad  y saldrán camino de la Universidad o del mundo laboral.  Una larga trayectoria  de formación académica y técnica de calidad  y certificada, que, completada con una gran  formación humana,  ha regalado a la sociedad grandes profesionales en campos diversos, incluidos el arte y el deporte.  Miles de  antiguos alumnos y alumnas que, muchos años después,  siguen repitiendo: “Yo estudié  en  Santo Domingo Savio”. Más de 1400 forman el alumnado actual, atendidos por  130 personas, entre personal docente y de servicios,   un capital humano que es un auténtico tesoro en este Colegio Salesiano Santo Domingo Savio. Simbolizando a todas las personas que han participado en esta larga tarea educativa, tenemos la suerte de  seguir contando con don Blas Martín, colaborador de don Rómulo y profesor durante muchos años… 

 En resumen, de aquel pasado de 1947 a  este presente de 2022: 75 años. Y siempre transitando por los caminos de la alegría, educando en la fe, para  la vida y   la ciudadanía: no ha cambiado la esencia. Entonces había esperanzas y sueños; ahora hay esperanzas y sueños… Entonces había una escuela, una iglesia y un hogar;  ahora hay un gran centro educativo, una moderna iglesia y, siempre, una actitud de acogida.

Actitud de acogida: 2018, grupo de antiguos alumnos de principios de los años 90
reunidos con motivo de los 25 años de su salida del centro

Frente  a las órdenes religiosas serias, silenciosas… los salesianos nacieron como  una orden alegre y de pie de calle,   que ha buscado siempre  la inserción social de la juventud, desde la cercanía afectiva. Su fundador, san Juan Bosco, un gran pedagogo, es el patrón de toda la Formación Profesional y el inspirador del  trabajo de los salesianos. Nadie ha podido  crear mejor proyecto educativo que su sistema preventivo: prevenir, no castigar… 75 años aquí,  en el barrio de Pueblo Nuevo (Ciudad Lineal), un barrio que no se entendería sin la presencia de los salesianos. Una presencia que va de don Rómulo Piñol  a don Manuel de Castro, en la dirección general. Y, en medio, otros muchos directores: Esteban Ruiz, Blas Calejero, Santiago Martínez, Florencio Martínez, Emilio Hernández, Javier Serna, Manuel de Castro (primera etapa), Jesús de Vega, José Sánchez, Mariano Sáez, José Antonio Zazo, Manuel Aparicio,  Miguel Sánchez y Esteban Tapia. Presencia que se extiende de   Miguel Rivilla, a Álvaro Ginel, en la parroquia. De Luis Díez, a Deogracias González, en el Club Deportivo DOSA. De Julio Díez,  a Roberto González, en el Centro Juvenil…  Gracias a todos ellos y otros muchos responsables de estas secciones de la Obra, que no citamos por no ser prolijos, estamos celebrando este 75 aniversario.   Y  gracias también a la labor callada  de muchos cientos de seglares, la gran familia salesiana,  que han trabajado codo con codo con los religiosos en este lugar, ilusionados por el mismo proyecto.

Unidos, hemos caminado  de  una ilusión (1947) a  una certeza (2022). De la era de la pizarra de losa, a la de la pizarra digital… De las pobres alpargatas, a las  deportivas de marca. Hemos viajado del pasado al presente; de un cura con sotana, a muchos religiosos y laicos que siguen trasmitiendo gozo y alegría en educar.

De una ilusión, a una certeza
Arriba: años iniciales. Abajo: año 2015 bicentenario nacimiento de Don Bosco

Con este pregón iniciamos la celebración  oficial de los actos del 75 aniversario de esta casa,   dispuestos a poner en  cada uno de ellos empeño e ilusión. Disfrutemos de ese largo  pasado tan  fructífero. Disfrutemos de este espléndido presente. Disfrutemos creando nuevos sueños que proyecten el buen hacer   hacia el futuro. Disfrutemos de todos los actos programados con motivo de este aniversario. Sigamos caminando  por ese camino que viene  de la alegría, transita  por la alegría y va a la alegría. Y guardemos el catalejo de la memoria, tal vez haya que volver a ponerlo a punto, aunque sea ya un objeto de museo,  cuando se vislumbre el centenario.

De años setenta y cinco

hoy pregonamos la fecha,

revestida de alegría

para celebrar la nueva.

Con un presente brillante

y un pasado de solera

esta Obra salesiana

la celebración comienza…

 ¡Viva la Obra Salesiana de Santo Domingo Savio!

Pregonera: Margarita Álvarez Rodríguez

Fragmento  de la intervención:


Vídeo institucional e himno del 75 aniversario

Vídeo:


Himno: "Soñando con Don Bosco", compuesto por Tono Casado



Actos

Programa actos 75 aniversario


Nota 
Mi agradecimiento a la Congregación Salesiana y, de manera especial al director del Colegio Santo Domingo Savio, don  Manuel de Castro,  por haberme encomendado la elaboración de este pregón, y a don Joaquín Torres y a otras personas que me han aportado información histórica para la elaboración del mismo.

Margarita Álvarez Rodríguez

Galería de fotos

Don Manuel de Castro, director general de Santo Domingo Savio


Rector Mayor, Inspector y otras personas intervinientes


Público asistente al acto del pregón


Cuadro de santo Domingo Savio, conmemorativo del 75 aniversario,
colocado en la pared exterior  del salón de actos

Patio. al fondo el pabellón de Infantil y Primaria y polideportivo


Campo de fútbol, iglesia y polideportivo


De una ilusión, a una certeza


Proceso de construcción y vista aérea actual

     En 2015, con motivo del bicentenario del nacimiento de Don Bosco,  don Esteban Tapia, 
    director  del colegio, me invitó a plantar  este árbol conmemorativo.  
    Para mí es  "el árbol de los sueños"


domingo, 16 de enero de 2022

Gracias a la vida...

 

Río Omaña, en Paladín (León)

    Como  Violeta Parra, en la famosa canción  “Gracias a la vida, que me ha dado tanto…”, cuando cumplo años  siento la necesidad de dar gracias a la vida.  Y a todas las personas que  han dedicado unos segundos a pensar en mí y a felicitarme. Decir felicidades  a alguien es  desear a esa persona  un estado de grata satisfacción espiritual o psíquica. Por tanto felicitar es regalar: regalar  los mejores deseos.

    Los años caen sobre la vida como las gotas de agua caen sobre la tierra. Y los años van alumbrando la vida lo mismo que el agua fertiliza la tierra. Cumplir años es un privilegio de la propia vida, porque en ese caminar por ella  unos seguimos adelantando  los  pasos y otros se han quedado ya en los recovecos del camino, como recientemente una persona querida.  Por eso, siempre hay que dar las gracias por cumplir años,  esperar con ilusión que  los días que tengamos por delante nos propongan nuevos sueños, nos abran  nuevas expectativas. Y no dejarlas  pasar por delante y quedarnos quietos, sino ir en pos de  ellas.

Cuando dejamos la vida laboral activa parece que nuestra vida entra en una desaceleración, en una sensación de que quien se jubila ya ha hecho lo más importante y que ahora debe mirar más al pasado que al futuro, porque el primero es más largo. Pero el reto está en saber equilibrar la memoria del pasado y  la esperanza de futuro. El tiempo no se mide por su duración cronológica, sino por la percepción psicológica. Cuando nos hacemos  mayores parece que los años corren más y que nos dejan atrás, especialmente si nosotros no nos movemos.  Por eso, hay que seguir volando con ellos,  aunque quizá el vuelo sea más corto y más pausado. No cabe la resignación. 


Los que estamos en “la edad del júbilo” no solemos dar gritos de alegría (aunque a eso aluda la palabra), pero sí somos capaces de sentir la alegría serena de  tener a nuestras espaldas un pasado fructífero en el plano personal, familiar, profesional, social…  Y además, en esa edad, podemos  aprender a   vivir la alegría del silencio,  de un silencio activo, creativo: “sonoro”.  Silencio sonoro es contemplar  la belleza de la naturaleza y del   arte, dedicar tiempo a  la lectura y  la escritura,  entablar  una serena conversación, pararse a reflexionar, caminar en soledad  sintiendo que “para estar conmigo me basta mi pensamiento”,  observar cómo transcurre la vida de los demás seres vivos, tender la mano a quien la necesita…  Disfrutar del cariño familiar  y del de los amigos…  Esos silencios sonoros son regalos que nos ofrece  la vida  y que nos pueden producir grandes satisfacciones.


 Necesitamos serenidad para darnos cuenta de que en la vida no todo es blanco o negro,   rojo o  azul… Nuestra propia  lengua, que responde a nuestras necesidades expresivas, ha creado un montón de adjetivos  para expresar que los colores  de la existencia humana no siempre son nítidos, sino que con frecuencia son difuminados, indefinidos: azulado, blanquecino, rojizo, negruzco, amarillento, grisáceo, verdoso…  En esas gamas de color y de vivencias  más difuminadas  nos movemos la mayoría de las personas.  Y, sin ser  relativistas en lo moral,  pero viendo lo que ocurre a nuestro alrededor, a  veces hay que darle la razón a Campoamor: “En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira”.  O al menos  ser más  empáticos y  mirar también desde el punto de vista del otro.


 Los muchos años cumplidos nos hacen ver   la vida de una manera más serena, pero  la serenidad no está reñida con el entusiasmo. No me gusta esa frase: “¡A mí ya nada me sorprende!”. El entusiasmo nos lleva  a la sorpresa. Y sorprenderse es uno de los grandes estímulos  de la vida. Con la sorpresa llega la emoción, la alegría… A veces  la decepción… A veces la rebeldía… A veces el conocimiento… La emoción que nos produce la sorpresa es con frecuencia la causa  de ese conocimiento que queda fijado en nuestra memoria  y que no olvidaremos fácilmente. Ya decía Baltasar Gracián que  “de nada vale que el entendimiento se adelante si el corazón se queda”. ¡Qué gran palabra y actitud esa del entusiasmo! El entusiasmo nos hace sentir  dentro del ánimo  una posesión divina (en-théos, etimológicamente) que nos ayuda a  elevarnos, a perseguir sueños,  para no ver la vida "de forma pedestre" o "rastrera".


Hermosa felicitación de cumpleaños...
Con arte, con mimo, con cariño... En su pizarrina.
De Sol Gómez Arteaga. ¡Gracias! 


El año que dejo atrás ha sido para mí un año de entusiasmo, pues, además del entusiasmo hacia las cosas sencillas y cotidianas, ha habido entusiasmos y satisfacciones de mayor calado …

    Con entusiasmo he podido concluir y  llevar a la publicación mi libro Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio,  con el que ha culminado un trabajo de varios años.  Ha sido una tarea ardua y   ahora  es una satisfacción saber que ya, en forma de libro,  esas Palabras… están en las librerías y  en manos de unos cuantos lectores…  Tal vez ellos puedan   coserlas con la aquiescencia, con una sonrisa, con unos momentos de entretenimiento o de descubrimientos…   Con que un solo lector  esté dispuesto a añadir una puntada más de emoción a las que contempla hilvanadas ante sus ojos, ya produce satisfacción en quien escribe.  Sois muchos los amigos que me habéis dado alas para iniciar ese vuelo.  Gracias a todas  las personas que me  han acompañado en la presentación del libro y a las que han escrito sobre él, que ya empiezan a ser muchas.   Gracias a la vida…

Palabras hilvanadas en presentaciones, en librerías y en manos de lectores...

    Con entusiasmo  he leído  y valorado  obras  literarias de otras personas. Algunas  de ellas han confiado en mi criterio  y han permitido  que yo  “metiera mi pluma” en sus publicaciones o que les acompañara con la  palabra y la  presencia en las presentaciones de sus obras.  Con entusiasmo he escrito artículos para diversas publicaciones, reseñas, prólogos...  Con entusiasmo  sigo hilvanando palabras todos los días. Gracias a todas esas personas. Gracias a la vida…

     Con  entusiasmo emprendí la tarea, que me encomendó una persona que confiaba en mí,  de escribir la letra para un Himno a Omaña, la comarca leonesa de la que procedo.    “Yo no he  escrito himnos, yo no sé escribir himnos”,  eso pensé y eso dije. Pero una ilusión surgió dentro de mí que me dijo: “Tú puedes. Y tú debes”. Y pensé que sí, que podría intentarlo y que debía hacerlo  porque esa tierra de Omaña ha sido parte de mi esencia y lo es de mi querencia,   y porque Omaña, a través del Instituto de Estudios Omañeses, me concedió el galardón   “Omañesa 2013”. Y, con mejor o peor fortuna, escribí el himno… Y saber que lo que una hace  puede emocionar a cuantas personas  y que, además,  sirve  para hacer nuevos  amigos es un gran regalo. Gracias a la vida….

Himno a Omaña


    Con entusiasmo asumí el  encargo  de elaborar el pregón para conmemorar los 75 años de vida de la institución en la que desarrollé mi larga vida docente… “Yo no sé elaborar un pregón, nunca lo he  hecho”, pensé también… Pero debía corresponder a las expectativas de alguien que creía en mí. Bien o mal, el pregón está elaborado  y se pronunciará el día 21 de enero. Gracias a la vida…

   Con entusiasmo he asumido nuevos retos que me han propuesto para los próximos meses. Espero poder conseguirlos y,  aunque  desconozco qué me va a deparar el primer día del resto de mi vida y los que puedan  seguirlo, intentaré  compaginar la serenidad (aunque alguna vez  la azoten vientos huracanados) con el entusiasmo,  buscar cada día un nuevo aliciente: una nueva imagen o hecho que me sorprenda… Puede ser una palabra, una actitud… Algo, en definitiva,  que me haga reflexionar, escribir una frase, compartir la experiencia…

    Por todo eso y  por mucho más  hay que dar las gracias… Y por ello la palabra gracias    es  para mí  la palabra favorita (…), una palabra que es un auténtico tesoro y  que procuro  que sea siempre fiel compañera de las demás. Una palabra multicolor, una palabra de vida. Esa palabra que solo tiene sentido si es algo que damos, pues va unida necesariamente al verbo dar con el que ha creado una unidad indisoluble: dar las gracias. Si nadie diera las gracias, es como si esta palabra no existiera. Su esencia está en  el darse, en el derramarse hacia los otros. Dar las gracias es algo   que tiende puentes, que despierta sonrisas, que halaga, que acaricia… Que hace sentir al otro que está ahí,  que lo tenemos en cuenta… Es un regalo, una emoción: una palabra mágica.

    Gracias por tener una familia que me quiere y valora, gracias por tener buena salud (sin entrar en detalles), gracias por haber tenido el privilegio de ser docente, gracias por tener muchos y   buenos amigos…  Gracias por no tener enemigos. Y gracias por tener el don de la palabra  y por poder seleccionar  aquellas que me permite expresar lo que siento…

Me atraen las palabras sinceras, luminosas, que no contengan aristas, ni recovecos, ni amargura. Palabras que acaricien, que curen… Palabras de optimismo, de utopía… Palabras que me sigan haciendo creer en las personas, en su buen criterio, en su creatividad. Palabras que me hagan rebelarme ante las injusticias, palabras que no levanten vallas, sino que tiendan puentes entre un tú y un yo, y los conviertan en nosotros. Palabras de colores: palabras de vida.


La capacidad del lenguaje es lo que nos hace verdaderamente humanos. Deberíamos amar las palabras del idioma en que nos comuniquemos.  No olvidarlas, no lastimarlas, no quitarles dignidad, no añadirles agresividad innecesaria, a pesar de que expresen nuestro dolor, nuestra decepción o nuestro enfado.  Necesitamos las palabras para pensar, para hablar, para escribir: para ser… Esta es seguramente  la palabra más grande del idioma: ser. Es más que tener, es más que estar, es más que parecer… Y somos a través de las palabras. Somos lo que pensamos, lo que decimos y lo que de nosotros dicen y piensan los demás. Somos palabras…”.

Y cuando perdamos la palabra comenzamos a morir. Por tanto, mientras la vida nos permita, caminemos  y compartamos las emociones  y la sabiduría con palabras entusiastas. Tal vez ellas sean la auténtica vida.


¡Gracias a la vida!


Caminos de otoño para seguir caminando...


Nota: Las líneas escritas  en cursiva son fragmentos de las Palabras finales del libro
Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio.

    M. Álvarez Rodríguez, 16 de enero de 2022
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