Editorial Granada Club
Selección, Granada Costa
Poemario, 106 págs.
Autora: María Fernández
Fernández

María
Fernández Fernández es diplomada en Enfermería
y licenciada en Antropología Social y Cultural y, en ambos ámbitos, ha publicado trabajos profesionales. Ávida
lectora de poesía, frecuenta los círculos literarios de Madrid y poemas suyos aparecen publicados en varias
antologías. Es socia del proyecto de
Cultura Granada Costa, donde comparte sus poemas mensualmente. En el Certamen de Poesía Mística convocado por este proyecto cultural obtuvo el primer premio con el
poema místico titulado Camino. Y ese
es precisamente el poema que abre el poemario A propósito de vida. Se trata de
un texto extenso ─un poema de poemas─ que aparece dividido en once partes. La primera lleva el título Camino
y las otras diez que siguen se presentan como etapas del mismo camino y van marcadas con
números romanos ─del I al X─. Aunque
cada uno de esos once textos puede leerse de forma independiente, cobran un
sentido pleno si se leen de forma unitaria. Descubrimos a través de la lectura de
los versos del poema completo el difícil camino que sigue alguien que busca dar sentido a su vida a través de una
vivencia de tipo espiritual. Ese deseado encuentro con la divinidad nos recuerda el camino de las vías místicas de santa Teresa y san Juan de la Cruz que los llevaban a la fusión ─al menos de voluntades─
de su alma con Dios: mis deseos queriendo ser los Tuyos, dice la autora al comienzo del texto. Para ella el camino para llegar a Dios es un camino de esperanza y también de incertidumbre,
en el que pretende encontrar un bálsamo para sus heridas.
Persiguiendo ese anhelo decide poner sus pies a caminar.
La
contemplación del sufrimiento del mundo que la rodea la ha llevado a renegar, a veces, de un Dios que permite el dolor; la ha
llevado, incluso, a dudar de su
existencia, pero, para ir a su encuentro, necesita pedir perdón, aunque
ello la lleve al llanto como manifestación de su arrepentimiento. Su alma comienza
a sosegarse cuando se da cuenta de que tiene que buscar dentro de ella a ese Dios que no ve en el exterior: Yo Te busco en mi esencia y Te descubro,
pero
todavía su caminar es vacilante,
pues se mueve entre sombras ansiando una fe que la inunde de luz (IV). Es arduo el camino, pero la esperanza
y la confianza serán el motor
para llegar a esa auténtica Vida (VII). El amor a los demás y el
espíritu de servicio y de entrega serán la auténtica luz que ilumine ese camino
de dudas, de rebelión y de sombras: hoy
camino Tu Luz / en este, mi sendero / de servicio y entrega. Y, al fin, ese sendero la llevará a una unión de voluntades
con la divinidad: siento Tu Voluntad…
Estamos al final del proceso místico y la poeta encuentra el camino adecuado: conozco las veredas que ilumina Tu Luz, y
nos confiesa: Te busqué, te he
encontrado… Se han disipado las dudas, la esperanza y la fe la han llevado
a la meta soñada: me embriago de Tu Voz, vivencia
espiritual expresada como una experiencia física, algo característico de
la poesía mítica.
Este poema titulado Camino es el frontispicio del resto del poemario y le da sentido. Nos recuerda claramente las tres vías de los poetas místicos: el arrepentimiento (vía purgativa), la luz de la esperanza y la fe, que poco a poco iluminan el camino (vía iluminativa), y el sentirse en comunión de voluntades con Dios (vía unitiva). Pero la autora, que inicia su camino solitaria, poco a poco va incorporando a los demás a su camino, no es ajena al sufrimiento de quienes la rodean, por ello, pasa del yo, de su experiencia individual, al “nosotros” y al “ellos”: cuerpos semejantes al mío / heridos, ultrajados… Esta es una diferencia esencial con los místicos del Siglo de Oro para los que la experiencia mística era una vivencia secreta y solitaria entre el alma y la divinidad y era ajena al mundo que los rodeaba. Se puede decir que la poeta le da una proyección social a su experiencia mística, quizá más en la línea ascética de Fray Luis de León, del que incluye una cita como preámbulo al poema que nos ocupa.
Este
poemario, además de Camino, incluye muchos más poemas de contenido misceláneo. Se
agrupan en seis bloques temáticos
titulados: Tenue bosquejo, Lágrimas en la
lluvia, Tocar la meta, rozar el cielo, Orfandad, Melancolía, compañera de viaje
y Dicen que es el motor del Universo.
Los
poemas de Tenue bosquejo son poemas de exterior. Por ellos pasan
distintos lugares leoneses, del mundo urbano y del rural, y la mayoría de ellos
desprenden un halo de melancolía. Esta melancolía aflora de forma más rotunda en el poema titulado Riaño. Contemplar el lugar donde el pueblo yace sumergido hace,
incluso, surgir el llanto: Aflorarán el
llanto y la melancolía / y el sentir que eres nada… Aparecen poemas
vinculados a la naturaleza y la autora
nos invita a disfrutar de ella en silencio. Sed discretos, ¡silencio!, nos pide en el poema titulado Al bosque. En otro poema nos habla de un árbol solitario
con el que se identifica y asegura que forma parte de ella. En algunos versos se acentúa la melancolía aludiendo al ocaso: Tardes sin fin / días sin alicientes (poema
Aflicción), Una última hoja / para el postrer poema de la tarde… (Poema Decidir). En general, habla de
aflicciones, batallas vitales, expectación ante un posible mal diagnóstico
médico… Y abundan palabras que nos
hablan de esas aflicciones: suspiro, llanto,
melancolía, muerte, soledad, silencio…
En
el bloque siguiente, Lágrimas en la
lluvia, la autora tiende la mirada hacia lo social. Son poemas que reflejan una dura crítica al enriquecimiento a costa del engaño, a la explotación de los
más débiles, a la corrupción… Ante estos comportamientos muestra su
decepción por la ausencia de la verdad / clamor
de honestidad, como hace en el poema
Juzgar.
En el titulado Corrupción apostrofa a los responsables
de la misma: ¡¡¡Temblad!!!, les
grita, y les recuerda que su afán por atesorar fortuna llegará solamente hasta
la sepultura. Es como un recuerdo de las famosas danzas de la muerte que mostraban
la igualdad social ante la ella, o sea, una forma de alertar sobre el “finis
gloriae mundi”. También trata de advertir a los engañados: Solo te quieren vendedores de sueños, para que no escuchen los
cantos de sirena. Los débiles son víctimas de
los desaprensivos, de los señores de la guerra y crean un mundo ahogado por pecados capitales. Hiroshima
aparece como el ejemplo máximo de la destrucción y el sinsentido de las guerras:
Nunca ha habido motivos para matar al
mundo / y el mundo está muriendo.
Incluso hay un poema, Despertemos,
en que usa la primera persona de plural
para introducirse en la propia imprecación y dar más fuerza a ese deseo
compartido de que surja un clamor de gargantas desgarradas por la
angustia… Y el clamor se
transforme en una barrera humana que se mueve… / reclamando justicia, pan y paz. Codicia,
Corrupción, Temor, Estampita, Insidias… son títulos de poemas que hacen
clara referencia a su contenido e intención.
En
el bloque Tocar la meta, rozar el cielo recoge poemas en que el tema central
es el amor. Ya lo dice en el primer texto: Lo
sumo es amar y ser amado / y a mí me han
dado amor / y yo lo he dado. Pero,
en la vida, el amor a veces nos desdeña y la poeta se pregunta por qué seguimos
vivos. A pesar de todo, la esperanza de conseguirlo nos mantiene mendigando miradas / suplicando palabras.
El amor siempre puede volver como refleja muy bien un poema titulado
precisamente Volver y, cuando regresa,
parece expandirse a toda la naturaleza que rodea a los amantes, como también ─y tan bien─
refleja Bécquer en ese amor telúrico del
que habla en la Rima X. Pero amar es vivir una permanente zozobra
como han expresado tantas veces poetas de todas las épocas, en todas las
lenguas. El amor nos genera inquietud por miedo a perderlo: Temor, amor
conjugan / la misma melodía, asegura la autora en el poema Solos.
El
siguiente bloque se titula Orfandad. Son
poemas que giran en torno al dolor por la muerte de un ser querido. Uno de los
más bellos es el titulado Elegía donde dice: Hoy se apagó tu luz, quedamos ciegos… Rotundo, breve y emotivo es el poema Obituario. Leyendo el poema titulado Mochila nos viene a la mente la visión
quevediana de la vida, una vida que
produce angustia existencial, pues llevamos con nosotros siempre el
último dolor, el del mero existir. Parece que todo es sueño, que “vivir es ir
muriendo”, como decía el poeta del Siglo de Oro. Sin embargo, en
algunos poemas está presente Dios, un
Dios que nos deja ciegos con nuestro
dolor o unos dioses que parecen envidiarnos,
porque, al no poder experimentar la muerte, tampoco pueden experimentar
el “carpe diem”. Este bloque se cierra con el bellísimo soneto titulado Estela de ausencia, dedicado a la
memoria de una amiga. Reproduzco el primer terceto: Y quedamos aquí, quienes te
amamos / testigos de tu viaje al
firmamento / deudos de corazón de tus reclamos…
Melancolía, compañera de viaje
es el penúltimo bloque del poemario. El
título ya nos sugiere el contenido melancólico de estos poemas, melancolía
que ya estaba presente en poemas anteriores, pero aquí se convierte en
esencia: Palabras, sin esperanza,
Nocturno, S. O. S., Insomnio, Nostalgia… son títulos bien significativos.
El poemario se eleva en estos poemas a una cierta visión metafísica de la
existencia, a la angustia del “tempus
fugit”: Duele la vida, asegura, y no se detiene el devenir. La melancolía se transforma en angustia y se
convierte en su compañera de viaje. Le duelen los días y ese dolor la lleva a lanzar un grito
desesperado que expresa de forma
angustiosa en el poema S. O. S, en el
que llega a decir: querer abandonar la
vida y no atreverme. A pesar de
ello, se aferra al amor y la esperanza y suplica a sus seres queridos que la
salven del abismo. En estos poemas aparece el alma doliente de la
autora, pero dentro de esa desolación, que refleja muy bien el léxico utilizado,
con palabras como doliente, angustia,
miedo, sombras, brumas hieles, veneno, abismo, aflicción, remordimiento,
sollozo… hay margen para la
esperanza, porque hay que seguir viviendo y permitir que te habite la esperanza.
Por
último, aparece el bloque titulado El amor es el motor del mundo, esa idea que ya expresara Dante. El amor, que ya aparecía en otro bloque anterior,
se convierte aquí en la esencia de estos poemas: amor de ida y vuelta, amor que
provoca un recelo inicial, tras alguna
decepción previa que la ha llevado a la soledad, pero un amor al que al fin se
abandona: Amor, amor, amor. El amor que llama otra vez a su puerta trae
esperanza, placer y conduce a la paz. En varios poemas canta también al amor perdido
como hace en el soneto Al amor que se fue, que tiene
resonancias garcilasianas. Ese amor perdido le produce un desgarro que la lleva a la soledad, a la decepción: nada llevo conmigo, ni siquiera tu aroma,
pero la poeta opta por seguir caminando: Y
prosigo el camino / me guían las estrellas. A
pesar del miedo a volver a enamorarse, la incertidumbre, los errores cometidos…
parece que ha superado el dolor y que la añoranza del ser amado es tanta que
es capaz de atravesar caminos de nostalgia para renacer de nuevo y suplicar al amado que
la acepte. Y termina con un poema que es un canto a la esperanza y a la libertad,
cuyos últimos versos son: Soy el soplo de
vida / que mantiene la esencia / de las almas que esperan / el aliento de Dios.
Ese camino vital de amores sentidos y amores perdidos sitúan a la autora en un mundo
trascendente que la lleva a la
espiritualidad del inicio: la necesidad
de sentir el aliento de Dios para seguir
viviendo.
Desde
el punto de vista formal llama la atención el hecho de que un gran número de
poemas tienen por título una palabra o un solo sintagma nominal. Este título nominal condensa y acentúa
la intensidad del sentimiento expresado en el poema. Es un gran acierto
poético. La mayoría de los poemas están escritos en versos libres, aunque
también María Fernández nos sorprende con bellos sonetos. Como principal elemento de
ritmo, además de las enumeraciones y la
selección de palabras que tienen una determinada sonoridad, usa con frecuencia el paralelismo
sintáctico: En la tarde buscando la noche
/ en la aurora esperando el día / en los
sueños compartiendo metas… Juega también, a veces con la disposición
de los versos de una manera que sea significativa. Lo mismo hace con el uso de
las mayúsculas.
Su estilo, en general es conciso, aunque lo siembra de hermosas metáforas, a las que a veces se une el oxímoron: Quizá tu siembra florezca en los invierno. O en este ejemplo: Pondré miel en la hiel, en
el que juega también con el efecto fonético: “miel / hiel”.
En el inicio de cada apartado recurre la autora a la metaliteratura, incluyendo
una cita de un poeta célebre: santa Teresa de Jesús, Victoriano Crémer,
Dámaso Alonso, Lorca… Y la completa
con un pensamiento propio expresado en
pocas líneas. Esos pensamientos también están presentados de manera poética.
Podríamos decir que son breves prólogos
poéticos.
En este poemario, A propósito de vida, la autora nos habla precisamente de eso, de la vida, del
“hacer camino al andar”, que decía el poeta, de sus
esperanzas y sus decepciones, de la
miel y la hiel, en definitiva, de que la vida se construye con el vivir
y ese vivir, a través del tiempo, nos va dejando una huella indeleble. Un vivir en que con
frecuencia está presente el deseo de trascendencia y en que aparecen diferentes
vivencias humanas: el deseo de justicia, el amor, el dolor… Un vivir que es el
suyo y el nuestro, por eso sus versos nos provocan una profunda
emoción. La poeta tiende su mirada atenta y sensible y observa el mundo que la rodea y lo transforma en
palabra poética. Hace real
aquello que decía Lorca: “La poesía es algo que anda por las calles, que se
mueve, que pasa a nuestro lado. Todas las cosas tienen su misterio y la
poesía es el misterio que tienen todas las cosas”. En una breve nota inicial la poeta hace una declaración de intenciones
sobre la temática del poemario: El embrión
de este poemario es el tiempo, y su discurrir a través de mi vida, de las vidas
de otros, de la estela que dejan los pasares. Y, sí, ha conseguido
mostrarnos la estela que dejan los pasares… Los suyos y los nuestros.
© Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga y profesora de Lengua y
Literatura
Junio de 2025
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