domingo, 24 de marzo de 2019

De flor en flor

     Las flores que nos definen...





El refranero español es generoso a la hora de incluir a las flores dentro del mundo de los refranes. No son todos ruiseñores  los que cantan entre las flores. No vamos a   tratar de recoger esos refranes, aunque hagamos referencia  a alguno. Trataremos  de ceñirnos a las frases hechas que hablan de las flores y su mundo, que también son abundantes.

Las flores  sirven para describir los defectos de los seres humanos. Por eso, en este artículo, nos vamos  a meter en ese jardín. 

        Tendremos que tener cuidado para disfrutar del él sin ir de flor en flor ni ser unos picaflores (el picaflor es un pájaro que va de flor en flor buscando alimento y contribuye a la polinización), porque  la vida no es un camino de rosas, sino que   es más bien un camino de incertidumbres,  y nos pasamos parte del tiempo deshojando la margarita.

A veces nuestro jardín es abierto porque  somos más de campo que las amapolas. Y, por eso, podemos  actuar como unos  lilas o lilailas, por fatuos o por insulsos. Otros se las dan de listos, pero tienen solo la sabiduría a flor de piel y son unos auténticos eruditos a la violeta (la frase se corresponde con el título de un libro publicado por José Cadalso en 1772, en el que satirizaba la erudición excesiva y superficial). Conviene dejarlos en evidencia para que se queden tranquilos como malvas y no se vayan de rositas. 

      Es evidente que no se pueden echar margaritas a los cerdos,  porque los cerdos no sueñan con rosas (o margaritas),  sino con bellotas. Y,  a buen seguro, nos responderán con un gruñido. Tampoco  rosas a los burros, porque nos pagarán con un rebuzno.  (En realidad la palabra margarita procede del griego “margaron”  y no significa margarita, sino perla, por eso se usa también la variante: echar perlas a los cerdos). 

Aunque siempre  hay  algunos que andan a la flor del berro y  la vida es para ellos pura  diversión,  pero algún día se darán cuenta de que no hay rosas sin espinas. Porque eso es la vida: rosas y espinas, sonrisas y lágrimas. Ya nos lo recuerda el refranero: Bien oliera la rosa, si no fuera espinosa  o junto a la rosa acecha escondida la espina alevosa.


Desde luego las rosas son las flores preferidas de nuestro jardín, por eso la rosa es imagen literaria  e imagen popular.  Lo importante es saber separarlas, pues  quien a su pro bien atina, sabe coger la rosa y dejar la espina y si recibe algún pinchazo debe asumirlo con una sonrisa, porque  quien quiere la rosa, aunque le punce, no se enoja. También nos recuerdan cuál es el destino de la vida humana: Como la rosa es la dicha humana: luce hoy, muere mañana. Pompa vana: hoy hojas marchitas lo que ayer rosa galana. Góngora   y otros poetas del siglo de Oro utilizan, con frecuencia, la imagen de la rosa para recordarnos que la vida es engañosa. 

Las flores siempre se han asociado más a lo femenino y se han usado para hablar de amores: Doncella sin amores, jardín sin flores. Y  para hablar de la honra de la mujer y de su virginidad: Doncella manoseada, flor ajada. Rosa que muchos huelen, su fragancia pierde.  El refranero considera que el amar las flores es un valioso atributo femenino: De mujer que no ame las flores no te enamores. 

Hay que ser buen jardinero y cuidar adecuadamente el jardín,  porque quien siembra espinas no espere recoger clavelinas, pero quien rosales plantó, en buenos olores la renta cobró.

Este jardín está abierto a todos, pero no podemos permitir que se vayan de rositas los jugadores tramposos que son descubiertos cuando otros descuernan la flor. Los hay  que se andan en flores o con florituras y rehúsan entrar en lo esencial de un asunto, los que tienen por flor hacer gala o costumbre de un defecto y los que dan excesiva importancia a cosas que son como la flor del cantueso. Además están los floreros que hacen gala de usar palabras chistosas  o lisonjeras.  Y las mujeres florero consideradas por muchos un puro elemento decorativo en su función social.



Las flores  sirven, por tanto, para describir los defectos humanos. Hay muchas personas que tienen por flor algún hábito negativo. Cuando entendemos la intención de alguien decimos que  le entendemos la flor y quizá lleguemos a la conclusión de que esa persona es  un capullo  y, al mencionar  esa rosa incipiente, no estamos precisamente echándole una  flor. Y  si se trata de alguien que difiere la contestación a algo de forma intencionada,  decimos que  se anda en flores, salvo que sea un indeciso  y se pase el tiempo dilucidando si son flores o no son flores.

Con las flores también se relaciona la salud, pues pueden definir el buen aspecto. Estar como una rosa, estar como mil flores es mostrar nuestro mejor aspecto que será aún mejor si se está en la flor de la juventud. Y el buen aspecto no es flor de un día. Si esta ha quedado maltrecha, seremos como la flor de la maravilla, como una flor ajada o flores de un solo día. O peor:   un jardín sin flores.

Las flores también nos hablan del aspecto físico. Nos gustaría estar siempre hechos una rosa y, sin llegar a ser  narcisos, el que nos echen flores siempre resulta muy agradable. El que  no está en flores por necesidad,  sino que está bien comido y satisfecho,  se siente como mil flores, especialmente si su flor  es algún buen hábito. 

Pero, desgraciadamente, también se relacionan con la muerte. Estar  criando malvas, sobre todo, si alguien  las empieza a criar  en la flor de la vida,  no es síntoma de haber tenido buena salud.  Y, lo peor, es que no podemos contemplar las malvas de ese jardín ni aunque seamos enterrados a  flor de tierra.



En este mundo florido también aparecen los simbolismos sociales que pueden describir un buen estatus social. Todos preferiríamos estar entre la flor y nata de la sociedad y ser como la flor de la canela o canela en rama que oír que digan de nosotros que  somos tan pobres que parece  que hemos nacido entre malvas.

Si además se tiene una buena situación económica nos lo pasaremos en flores, descansaremos placenteramente  en un lecho de rosas y llevaremos una vida de campanillas. Pero la palabra flor adquiere significado despectivo cuando hablamos de un adorno floral  exagerado o de mal gusto. En ese caso las flores se convierten en floripondios.

Las pobres flores están adquiriendo en la lengua actual simbolismos que antes no tuvieron, como ese afán de negar invocándolas: ¡Ni flores! Y algunos añaden “de colores”, como si pudiera haber flores sin color. ¡Qué “moderneces” nos depara el idioma!

La rosa se ha convertido también en símbolo de un partido político, el del puño y la rosa.  El clavel ha dado nombre a un hecho histórico: la Revolución de los Claveles que se produjo en Portugal el 25 de abril de 1974. Y hay  un adjetivo que define un tipo de arte: gótico florido



Aunque el tema tratado en este artículo es  como el rosal de  pitiminí por su poca importancia o por tratar solo mínimamente el tema que nos ocupa,  puede verse que las flores contribuyen a crear una gran riqueza expresiva y literaria, por lo que merece la pena andarse en florituras o de floreo, aunque alguien piense que estamos como una regadera o que meamos  o salimos fuera del tiesto.

En cualquier caso, lo dicho antes será incompleto, pero es algo verdadero, por lo que nadie lo puede tachar   de falta de verdad y calificarlo de floraina. 

       Y cerramos el artículo para dejar la mano libre por si tuviéramos que deshojar la margarita...











domingo, 10 de marzo de 2019

Palabras y rosas para la paz



      En memoria de las víctimas del 11 M

        
          Pido  la paz y la palabra.

               Blas de Otero




      11 de marzo de 2004


Raíles de la mañana
corrían esperanzados,
pero sombras de la noche
en muerte los transformaron.

La ciudad sobrecogida,
y sus corazones yertos,
lágrimas formando ríos
de rabia y de desconsuelo.

El sol se tiñó de rojo,
la luna se sintió herida,
sirenas rompen el aire
pidiendo a gritos la vida.


Hoy la luz se hace presente,
la sangre se ha hecho llama,
vela que va por el mundo
pidiendo  paz y palabra.

Que una paz  resplandeciente
venza a  la   sombra maldita
y  la sepulte  entre   rosas
que exhalen  aroma y vida.


©M. Álvarez Rodríguez




Fragmento del poema Arenga a las rosas de Ramón de Garciasol.


(...) Trabajad
de espaldas al temor.
Abrid los ojos,
rosas, hombres, al bien y a la belleza,
¡Creced! ¡Cantad!
La vida es nuestra.
La tierra es nuestra,
y nuestro es el futuro. (...)

¡Ahoguemos a los bárbaros en luces!
¡Avanzad, rosas, hombres!
¡Ocupad el mundo!

El día después... 

Texto de mi autoría,  leído ante todo el alumnado de mi  centro educativo (Santo Domingo Savio, Madrid), reunido en el patio, al inicio de la jornada del 12 de marzo de 2004, para condenar el terrorismo, homenajear a las víctimas... Y para EDUCAR.








jueves, 7 de marzo de 2019

Una sombra luminosa


    
"Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres". Rosa Luxemburgo




Caminaba unos pasos por detrás y la sombra de quien iba delante la envolvía  en una nebulosa. Una nebulosa grisácea y fría que escondía su cuerpo y hería su alma. 

Necesitaba ver la luz. Necesitaba sentir calor. Por eso,  un día, decidió estirar el cuello y dirigir su mirada a la lejanía. Y en el horizonte lo  vio... Un rutilante rayo de sol, que  iluminó su cara,  la atrajo con fuerza hacia sí. 


Se sacudió el traje de  sombra y  comenzó a andar… A medida que caminaba, sus pies, ahora ágiles, pisaban un suelo cada vez más firme y seguro. Y pronto  se dio cuenta de que otra sombra caminaba a la  par de ella. Pero no era la que antes la escondía. ¡Era su propia sombra!, la sombra que proyectaba su cuerpo luminoso  y que  seguía su caminar. 


Y lo seguiría siempre, porque quería ser testigo de su luz: la luz de la dignidad.




      8 de marzo de 2019: caminos de luz


Manifestación 8 de marzo de 2018. Madrid


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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.