sábado, 15 de junio de 2024

Reseña del librodisco "Be(r)sos apóstatas", de Javi Morán

 

Be(r)sos apóstatas, de Javi Morán

Género: poesía y música (poemario y disco)

82 páginas

Editorial Marciano Sonoro




            El pueblo espera  a los  poetas con la oreja  y el alma tendidas al pie de cada siglo.                 Miguel Hernández


          Javi Morán es un cantautor astorgano, afincado en Madrid, que lleva más de dos décadas haciéndonos llegar sus canciones llenas de lirismo y de compromiso con la sociedad en la que vive. Ha publicado dos discos anteriores, que tuvo la gentileza de regalarme:  Ser o no ser y Pisando las mismas calles, ambos, lo mismo que el actual, publicados por la editorial Marciano Sonoro. 

            Conozco personalmente a Javi Morán  desde hace poco más de  un año, cuando visitó la Casa de León en Madrid y se integró en sus actividades culturales, especialmente en el Ágora de la  poesía. Desde el primer momento percibí sus muchos valores, como cantante, como poeta y como persona. Y tuve la suerte de presidir el acto de la presentación de este poemario  el pasado mes de mayo, en la Casa de León en Madrid, y de recitar alguno de sus poemas. Fue un acto muy hermoso, desde el punto de vista artístico,  y muy emotivo, desde  el punto de vista personal. Javi Morán es una persona, humilde, sincera, comprometida,  de trato afable y muy generosa. Es esa persona de la que una sabe que puede ser amiga desde el primer momento. He leído su poemario con atención, he escuchado este disco y los anteriores, y quiero hacer una reflexión sobre esta obra poético-musical.



            Lo primero que llama la atención de la persona que se acerca a Be(r)sos apóstatas es su título, esa R volandera de la palabra  Be(r)sos que  resaltan ante nuestros ojos los paréntesis que la enmarcan, paréntesis   que al mismo tiempo la esconden  en medio de un color más apagado. “Besos” y “Versos”. Besos que acarician nuestra alma y versos que la ponen en alerta. Y eso es este poemario, un conjunto de versos que nos acercan vivencias personales relacionadas con su ámbito personal y con el contexto social donde vive. El adjetivo que los califica en el título también nos advierte sobre el contenido del poemario. No encontraremos aquí versos almibarados que nos hablen de mundos fantásticos o idealizados, sino una clara exposición de principios de Javi Morán que reniega de muchas convenciones sociales en las que la  sociedad nos  quiere hacer vivir. Apostatar es renegar, retractarse de algo, de forma especial de una religión, pero  el autor aquí se retracta  de  otras muchas cosas.

            El poemario se abre con el poema titulado Autobiografía,  en el que  el autor expone ya una declaración de principios: Soy / no os cansaré / pobre autobiografía / de escuelas impuestas / casta moral  y embrión de autocensuras…  En ese primer poema también alude a una característica de su personalidad que está presente en todo el poemario: el sentido de la humildad: disfruto de lo humilde / y odio la vanidad… También se aprecia ya desde aquí la huida de la grandilocuencia estilística.

            Su poesía es una poesía de apegos familiares y de compromisos sociales. En lo referente a los apegos familiares nos llama la atención la ternura con que se acerca a sus raíces, ternura que es santa sabiduría. Esas raíces familiares  de clase trabajadora le han aportado dignidad, constancia y amor incondicional. Sabe a amor / en la casa de mi vida, confiesa.  En unos cuantos poemas aparece la  evocación de la infancia , infancia de jugar en la calle, de tebeos y chapas. También están presentes sus antepasados,  los lugares y vivencias que compartió con ellos (la bisabuela Cecilia, el abuelo), entre las que destaca todo un mundo de  sensaciones: ropas, olores, sabores…  Estas vivencias le enseñaron también a saborear la poesía. Son evocaciones emocionadas y  a veces doloridas, como refleja el poema titulado Vengo.

            Otro gran tema del poemario  es el compromiso social, tanto en los poemas escritos, como en los cantados en el disco, el compromiso social es algo que se pone de manifiesto de forma clara. Su “oficio” es hacer sonar las seis cuerdas de rabia de su guitarra. Sus canciones se guardan cerca de la pala que cava la trinchera, nos dice. Pero para cavar esas trincheras es necesaria siempre la tribu, la unión y la solidaridad. Aquello que decía Vicente Aleixandre en su poema En la plaza: “Allí están todos, y tú entre ellos”. Pero las trincheras de Javi Morán no son bélicas, son las de la solidaridad y la tolerancia pues le duele el dolor del duelo. Critica la hipocresía, la injusticia, la falta de cuidado del planeta, la falsedad de la realidad que nos presenta con frecuencia el cine: ¡maldita entelequia! La dura realidad que contempla ante su mirada le hace evadirse en algún momento y soñar con mundos de leyenda.  Así da cabida en algunos poemas a elementos de la historia y la mitología clásicas: Morfeo, Troya, los aqueos…, siempre con un simbolismo referido al mundo contemporáneo, pues nunca se evade de él.  En otros momentos apela directamente al lector  y le invita a rebelarse contra ese mundo que les ha condenado a vivir en el lodo, como a los cocodrilos que pasan toda su vida nadando en forma circular en un foso (poema Foso).

            Además de lo familiar y lo social, el tercer gran tema del poemario es el amor. El amor se presenta desde una visión erótica, con un erotismo, expreso la mayoría de las veces,  y otras, sugerido, como ocurre en el poema Taxi.

         Esa pasión amorosa es siempre muy sensual y nos llega a través de sensaciones referidas al gusto, al tacto al olfato… Además está muy presente  el simbolismo del calor para hablar de la pasión amorosa: fuego, tormenta, rubor, infierno de placer, pólvora, mecha  fuego de dragón… La mención del fuego  como símbolo de la pasión amorosa ha sido muy recurrente en nuestra poesía amorosa.  “Venas que humor  a tanto fuego han dado”, decía Quevedo en un conocido soneto. La vida del poeta era fría hasta la llegada del amor, pero el conocimiento de la amada ha llevado calor a su vida. La manifestación de la pasión amorosa  la presenta también como una batalla, una batalla sin heridos ni balas…, pues se lame el filo de la espada / pero no sale sangre de la lengua… En esa batalla en que se completa la relación sexual, los amantes llegan al éxtasis milagroso y místico. Y, aunque Javi Morán, en sus versos apóstatas santifica  el amor  entre las sábanas blancas en un ara consagrada a ningún dios, no parece que esté lejos de la concepción del éxtasis amoroso del que hablaban los místicos, pues esa pasión que refleja, por su intensidad, parece participar de la propia divinidad.

            No se puede olvidar que, si prescindimos de la trascendencia religiosa, los místicos españoles  están entre lo mejor  de la poesía  de amor de la literatura española. Pocas cosas más bellas se pueden decir sobre el amor que estos versos del Cántico Espiritual de san Juan de la Cruz: “Descubre tu presencia / y máteme tu vista y tu hermosura / mira que la dolencia / de  amor que no se cura / sino con la presencia y la figura”.  Javi  Morán invita a la persona amada a vivir con pasión la relación amorosa: Pídeme más intensidad, le dice a la amada, y juntos persiguen el éxtasis, en que se anula el espacio y el tiempo,  que nos recuerda aquello de “amada en el Amado transformada”.  Las referencias al éxtasis místico son varias, de forma expresa o figurada y en uno de sus poemas, Copa (II), realiza, en los primeros  versos,    una  imitación formal, a modo  de "ripio",    de un conocido poema de santa Teresa,  no sé  si para mostrar  que se siente cerca de ese éxtasis amoroso que describían los místicos  o si lo hace en clave   burlesca. De cualquier forma,   el amor apasionado es vivido   de forma similar por todos los  amantes, en cualquier época y sin distinción entre el amor religioso y el laico. Se puede querer amar de una forma similar a la que expresaban los místicos sin ser místico e, incluso, "apostatando" de ese misticismo. 

            En cuanto a su concepción poética, Javi Morán nos dice que se siente invadido por la erótica de la pluma que escribe  en ese papel que inspira un verso. Su poesía va unida necesariamente  a la música. Los acordes de la guitarra añaden sentido a sus palabras, por eso el poemario va acompañado por un disco que contiene once temas. Uno de los poemas musicados es Postal a Federico García, del  escritor leonés Antonio Pereira, y otro, el poema  titulado Despertad, de la poeta leonesa Paz Martínez. En la grabación del disco aparecen también varios colaboradores tanto en voces como en instrumentos musicales. Es una delicia escuchar esos poemas canción en la voz potente y melodiosa del autor,   esa música que nos llega de forma tan directa y clara,  pues el cantante declara que no quiere ser compositor de himnos patrióticos. A través de la música percibimos aún más si cabe la postura de compromiso social de Javi Morán. Esa unión entre letra y música se pone de manifiesto también  en la abundancia de léxico relacionado con la música: baile, cadencia, volumen, jazz, melodía, nombres de instrumentos (guitarra, trompeta, batería, contrabajo…). Y como he dicho más arriba aparecen muchas palabras  y recursos expresivos (metáforas, símbolos, sinestesias) relacionados con las sensaciones: música de la brisa del viento, dulce música, pétalos como alas…

            Los títulos de sus poemas también se ajustan a esa claridad expresiva y  suelen estar formados por una escueta  palabra: Autobiografía,  Oficio, Hijo… Cine, Aleteo, Pincel… Olor, Rubor, Bélico…

             Su poesía se podría  encuadrar en la poesía relato, pues sus versos  se convierten en pequeños relatos de la vida cotidiana en la que aparecen detalles de su biografía  y la de otros personajes o  el ambiente de los barrios,  y nos hace identificarnos con ellos.  Quizá  su poesía esté próxima a lo que se llamó hace décadas la “poesía de la experiencia”, de la que fue claro representante el poeta  Luis García Montero. Javi Morán apuesta por el verso libre. Asegura que quiere ser iconoclasta también en lo referente a los esquemas poéticos, pero tiene claro que la poesía  es ritmo y que ese ritmo debe buscarlo de otras formas, pues asegura que para ser poesía / primero tienes que ser verso…  Por ello, recurre con frecuencia a los paralelismos sintácticos y a veces también se deslizan  en los versos las rimas asonantes, como ocurre de forma clara en el poema titulado Pincel. E incluso prueba a escribir un soneto (un "metasoneto", en realidad)  para hablar de la poesía, como lo hiciera Lope de Vega. 

    También  nos hace guiños lingüísticos con algunos neologismos como poetamalditismo o insemejanza,  con varios anglicismos y con textos en leonés: La Vieya´l monte y Ónde está´l nuesu pan. La primera hace alusión a un personaje tradicional del folklore leonés y la segunda es una canción claramente reivindicativa.

            La poesía y la música de Javi Morán nos hacen sentir más de cerca y ver con mirada más crítica esa realidad que a veces nos atrapa “en las garras del progreso”, como dice Paz Martínez,  y nos impide ver la auténtica verdad. Nos identificamos con su sentir las personas  que hemos sido arrancadas de nuestras raíces y  nos gusta refugiarnos en las vivencias de infancia,  las que valoramos el amor en todas sus formas, las que  no comulgamos con las propuestas de los falsos profetas, aquellas que nos rebelamos ante la injusticia, la hipocresía… Necesitamos voces comprometidas y claras como la suya, aunque ya sabemos, como dice el autor, que la poesía no es anestesia / ninguna receta la prescribe / no evita el dolor / acaso lo agudiza un poco más…  Con todo y con ello,  prefiero al poeta alegre / que sonríe con su corazón, nos dice Javi Morán.  Y con ello nos quedamos, con las voces de su compromiso personal y social y con los sones de la alegría.


© Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga





 Presentación de Be(r)sos apóstatas en la Casa de León en Madrid. 16 de mayo de 2024

Fotos: Casa de León en Madrid

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