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viernes, 29 de mayo de 2020

¿Fuera o afuera?


Pincelada gramatical





Los adverbios de lugar fuera y afuera en general tienen usos equivalentes. Si bien, con verbos de movimiento, en España se prefiera  afuera, porque afuera  es fuera del sitio en el que estamos. Ven afuera que aquí te espero (el verbo venir es un verbo de movimiento).  Con verbos de estado y en frases sin verbo, en España, se prefiera fuera. Fuera es en la parte exterior. Fuera hace calor. Eso está fuera de contexto. En Hispanoamérica se usan indistintamente.

Fuera puede ir precedida de las preposiciones: de, desde, hacia, hasta, para, por, pero no de la preposición a: desde fuera, de fuera…. Por tanto, no a fuera, sino afuera. Acompáñame afuera.

En plural, las afueras, significa alrededores. Desde esta torre se contemplan las afueras de la ciudad.

Existen también locuciones adjetivas. Fuera borda: dicho  de motor de pequeño tamaño que se coloca en el exterior de una embarcación o de una embarcación que lleva ese tipo de motor. Se pueden usar las variantes: fuera (de) borda, motor fuera borda (o fuera bordo). Se puede escribir en una palabra: fuaraborda e invariable en plural: motores fueraborda. Como sustantivo puede designara lo mismo el motor que la embarcación. Navegó en un fueraborda (lleva artículo). Para la embarcación se usa también fuera bordo.
Estar fuera de sí también equivale a un adjetivo: estar furioso. En su uso hay que adaptar el pronombre a la persona a la que se refiera. Estaba fuera de sí (referido a la persona de la que se habla). Estaba fuera de mí (referido a quien habla).
Fuera de también puede funcionar como locución conjuntiva: con la excepción. Fuera de esos alumnos, no hay excepciones.

En la lengua coloquial se usa a  veces la expresión fuera aparte, con el sentido de aparte o además. Según el DPD, es una expresión vulgar que debe evitarse. *Le daba una propina fueraparte, mejor, le daba además (o aparte) una propina.
En conclusión, la distinción entre fuera y afuera es normal en España, pero en Hispanoamérica tiende a generalizarse el uso de afuera.

Dentro y adentro son adverbios de lugar. Las preocupaciones bullían dentro de su cabeza. Me invitaron a pasar adentro.

Dentro significa “en la parte interior”   y suele usarse con verbos de estado y adentro “a (hacia) o en  la parte interior”, se suele usar con verbos de movimiento. Está dentro de un lío. Nos fuimos adentro porque hacía frío.  Ese es el uso habitual en España.  En el habla coloquial suelen confundirse, pero conviene distinguirlos en la lengua culta.
Dentro indica el interior de un espacio entendido de forma real o imaginaria: Dentro de un cajón, dentro del alma. Puede usarse precedido de la preposición a (a dentro), pero el DPD recomienda en ese caso que se use la forma simple  adentro. Por ser un adverbio no debe usarse con posesivos: Dentro mío, dentro suyo… Debe decirse: Dentro de mí, dentro de él. Dentro también se usa para indicar un periodo de tiempo visto desde la perspectiva del presente: Vendrá dentro de dos días.

Aunque lo más frecuente es que se use con verbos de estado, dentro también  se puede usar con verbos de movimiento: Tira hacia dentro de la cortina (con verbo de movimiento). Lo guardó  dentro del cajón, están dentro charlando (sin verbos de movimiento, o sea, con verbos de estado). Y en caso del español de América en ocasiones se usa adentro con el significado  de “en la parte interior”, pero es un uso extraño al español de España. Es frecuente que dentro se utilice seguido de de: Se encontraba dentro de su casa. Arrojaron gasolina dentro de su casa.

Adentro suele usarse con verbos de movimiento e indica hacia la parte interior de algo. Se dirigieron adentro del salón. Si se utiliza con verbos de estado su uso coincidiría con donde, y en ese caso indicaría la parte interior de algo, pero este uso   es más frecuente en Hispanoamérica que en España y es un uso que rechazan los hablantes cultos según DPU. Puede ir precedido de las preposiciones de, desde, hacia, hasta, para y por, pero no de la preposición a. Según la RAE se puede escribir separado a dentro. Vamos  (para) adentro, que es hora de empezar. Puede indicar a o en lo interior de algo. Mar adentro.  Adentro, usado solo en plural, adentros,  significa lo interior del ánimo. Es un sustantivo de los llamados  pluralia tantum, que se usan solo en plural (como afueras) y generalmente precedido de posesivo: Se lo dijo para sus adentros

Hay también un uso de adentro pospuesto al sustantivo, especialmente en expresiones del tipo: Aquello se quedó de puertas adentro (para dentro), el cadáver fue arrastrado mar adentro.

Existe la frase hecha llegar algo muy  adentro que significa causar una fuerte impresión.
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miércoles, 13 de mayo de 2020

¿infringir o infligir?





Infringir significa incumplir normas, quebrantar una ley. Procede del latín infrangere. Frangere significa romper o quebrar y el prefijo in- añade un matiz direccional (hacia dentro).  De infringir proceden  las palabras infracción e infractor, dos términos con los que tenemos más contacto en la lengua coloquial y a veces en la experiencia personal, especialmente en lo que atañe al incumplimiento de las normas de tráfico. También forman parte de su familia léxica, con la misma procedencia, fragmento, fragmentar, fractura, fraccionar, que al no sufrir la influencia fonética del prefijo in- mantienen la a en la primera sílaba  del lexema (frag, frac). También  del verbo frangere proceden otras  palabras como naufragio (romper una nave), fragor, frágil. 

Infligir(se) significa causar daño o  imponer un castigo. Procede del latín infligere, donde fligere significa golpear y el prefijo in- añade  también el mismo matiz direccional (hacia dentro).  De la misma familia léxica son afligir y aflicción, con el verbo fligere precedido de la preposición ad-, y conflicto, con la preposición con- (conjunto o entre varios). La misma procedencia tiene la palabra fragelo.

Estas dos palabras, infringir e infligir,  son  parónimos, es decir, palabras que se parecen en su pronunciación y eso lleva a que a veces se confundan y se use una por otra o que se deformen ambas. Ha infringido las normas del horario de salida. Su padre le infligía duros castigos cuando era niño. Se infligió (a sí mismo) un castigo por el error cometido.

No solo se produce confusión entre la dos formas anteriores, sino que además surgen las formas híbridas:* inflingir  e  *infrigir. Ninguna de estas dos palabras existe, aunque las veamos u oigamos con cierta frecuencia, por eso  la mayoría de los libros de estilo, los diccionarios de dudas, como el Panhispánico (DPD),   instituciones como la Fundación del Español Urgente (Fundéu)  y otros dedican un apartado a la distinción entre infringir e infligir.

Los que estudiaron los antiguos textos de Bachillerato  (BUP) de F. Lázaro Carreter recordarán que  en los ejercicios de léxico se advertía sobre  esta confusión, claro que  a los catorce o quince años los bachilleres no tenían ocasión de usar estos verbos  y cuando tuvieron la ocasión  de utilizarlos quizá no tenían ya las ideas muy claras.


viernes, 24 de abril de 2020

¿Sino o si no?




Vamos a explicar qué valor gramatical tienen estas palabras, que con frecuencia se confunden en la escritura, para determinar su ortografía.

Sino, en una  sola palabra, es una conjunción adversativa que se usa para  contraponer ideas, un concepto positivo a otro negativo que se ha expresado antes. No me gustan los zapatos de tacón, sino los zapatos planos. No iré en tren, sino en avión. A veces adopta el valor de excepto: No quiero a nadie, sino a ti. (Diccionario Panhispánico de Dudas).

Cuando se contraponen oraciones con verbos en forma personal (conjugados) aparece la variante sino que: No iré en tren, sino que viajaré en avión.

Sino  conjunción adversativa es una palabra átona que se apoya para pronunciarse en la palabra que viene a continuación: No es albañil, sino pintor, es como si pronunciáramos: [sinopintór].  Es decir en sino no recae ningún golpe de voz.

Sino también puede ser un sustantivo: el sino, que significa destino, fatalidad. Al ser un sustantivo lleva delante un determinante: Mi sino es quedarme soltera.

Si no, en cambio, es una secuencia de dos palabras, por eso se escriben separadas. Si es una conjunción condicional y no el adverbio de negación. La primera palabra es átona y la segunda tónica. Se pronunciaría así: [sinó]. El  adverbio si marca una condición: Si no obedeces, te castigarán. Si no hay fiesta, nos vamos.

Puede aparecer en una oración en que está omitido el verbo, porque se sobreentiende. Su forma de vestir es especial, si no (es), extravagante: es muy rara. Lo mismo ocurre en esta construcción de uso común: Mira si no lo que le ocurrió a su padre. Se mantiene el valor condicional porque hay algo sobreentendido: Mira, si no (lo entiendes), lo que le ocurrió a su padre. Al pronunciarla se percibe que en el adverbio no recae el golpe de voz.

Esta secuencia también se puede usar como interrogativa indirecta: No sé si no hará frío hoy. Por ser interrogativa se podría transformar en la directa correspondiente en que desaparecería si no: ¿Hará frío hoy? No lo sé.

Y si no, al tiempo es una frase hecha  que sirve para manifestar el convencimiento de que los sucesos futuros demostrarán la verdad de lo que se afirma (DLE). Ese chico va a terminar mal, y si no, al tiempo.

En general, se puede usar un truco para distinguirlos en la ortografía. Si entre el si y el no se puede introducir una palabra, es que se escriben separados. Si (tú) no haces lo que te mandanSi (ya) no hay fiesta, nos vamos. De lo contrario, se trataría de sino y se escribe en una palabra.  No me gustan los zapatos de tacón, si *(ya) no los planos.

Nada que ver estos sino o si no  con el  sí, no; sí, no; sí, no... de deshojar la margarita. En ese caso estamos hablando de  dos adverbios: los de afirmación y negación,  respectivamente. Ni tampoco con el sí pronombre personal: Lo cogió para (para él/ ella), no para su hermano.

Y para terminar,  a modo de resumen, una frase en que aparecen los tres valores gramaticales de estas palabras:

El sino de mi vida  ha sido no estudiar, sino  trabajar desde pequeña si no quería pasar hambre.

martes, 21 de abril de 2020

¿Deber ser o deber de ser?





Dedicamos hoy  una pincelada gramatical a las perífrasis deber + infitivo y deber de + infinitivo. Debe ser una persona responsable. Debe de ser una persona responsable.

Una perífrasis es un conjunto de palabras entre las  que hay dos verbos: un verbo en forma personal, es decir, conjugado, y un verbo en forma no personal, es decir, en infinitivo gerundio o participio (cantar, cantando, cantado). Dos verbos con un único significado. El primer verbo (el conjugado) funciona como auxiliar  y el segundo (la forma no personal) es el que lleva el significado léxico. Una perífrasis, por tanto, es un rodeo, pues en lugar de decir: come, decimos: debes comer. Procede de la palabra latina periphrasis que significa explicar alrededor.

No es lo mismo perífrasis que locución verbal, aunque esta también sea un rodeo. Una locución es la unión de varias palabras entre las que una (solo una) es verbo y que equivalen en su significado  y en su funcionamiento a un verbo: echar de menos=extrañar, no pegar ojo=no dormir.

Dos perífrasis verbales de uso muy frecuente y que se confunden en español son deber+ infinitivo y deber de + infinitivo.

La comida se  debe servir aquí /  la comida se debe de servir aquí. La primera es una perífrasis de obligación, la segunda es una perífrasis de probabilidad. La comida se debe servir aquí significa que ese es el lugar donde hay obligación de servirla. La comida se debe de servir  aquí  significa que suponemos que ese es el lugar donde se va a servir, que hay probabilidad de que así sea.

En principio, si alguien  dice: El autobús debe parar  aquí, significa que tiene obligación de parar, porque esa es su parada.  En cambio, si dice: El autobús debe  de parar aquí significa que lo supone, pero no existe ni la obligación ni la certeza.

Por tanto, si queremos dar una orden, nos sobra la preposición de: debes estudiar más. Así mandamos estudiar. En cambio,  si estudias más deberías de aprobar, hablamos de que hay más probabilidad de aprobar.

Ambas son perífrasis modales, pero no son perífrasis equivalentes. La de obligación equivale a otras perífrasis de obligación como tienes que estudiar, has de estudiar, debes estudiar=estudia. Se corresponde con el modo imperativo. La de probabilidad: debe de costar mil euros,  viene a costar, puede costar… indican posibilidad o duda y equivalen al modo subjuntivo.

Es verdad que como la lengua sigue el principio de economía lingüística, en la lengua coloquial, suprimimos a veces la preposición de y usamos la perífrasis de obligación también con sentido de probabilidad. Conviven las formas: Debe de ser su hermana y debe ser su hermana. (Recordamos que en la lengua coloquial el emisor y el receptor están en el mismo contexto y eso facilita el que no hay confusión en el sentido). En cambio, en ningún caso, hay que decir  *debes de volver pronto, si tratamos de dar un orden.

Dependiendo, pues, de la intención del hablante debemos usar una u otra, pues no nos gustaría que alguien no obedeciera nuestras órdenes porque no sabemos dárselas.

Este año las empresas de alimentación  deberían de tener beneficios, porque han vendido mucho. Por eso deberían dar una paga extra a los trabajadores. A ver si la suposición se hace realidad y la obligación moral se convierte en formal.

viernes, 17 de abril de 2020

El agua, el hada…, ¿palabras femeninas o masculinas?



Pinceladas gramaticales






Hay una serie de sustantivos que son  femeninos  en español, pero que nos  sorprenden por ir acompañados por un artículo masculino. Es el caso de agua, alma, acta, hambre, arma,  aula, hacha, hada, hampa… Decimos el agua, el aula, el hada, un alma, un hacha, el hampa…, en singular y, en cambio, las aguas, las aulas, las hadas…, en plural.  En plural, pues, se comportan como lo que son: femeninos. Y si les añadimos un adjetivo la concordancia  con él se hace también en femenino: el hada madrina, un alma piadosa, un hambre canina, el acta levantada, algún alma buena.

Todas estos nombres, que son femeninos, tienen en común que comienzan por a tónica o por h inicial (que es muda) seguida de a tónica. En estas palabras, y solo en singular, se usan  los  artículos: el, un y los indefinidos: algún y ningún en masculino para evitar algo que se llama en lengua la cacofonía lingüística (“desagradable sonido”, según su etimología), por la unión de las dos aes, la del nombre y la del determinante femenino: *la agua, *la aula, *la hada, *ninguna acta, *alguna alma… Cuando la palabra pasa a plural ya no existe este desagradable  sonido, porque aparece en medio  la -s de plural y la concordancia vuelve al femenino: las aguas, las aulas, las hachas…

Lo mismo ocurre cuando intercalamos un adjetivo u otro determinante, entre el nombre y el determinante inicial. Así: el aula / la espaciosa aula; el hacha / la afilada hacha; el hada / la tercera hada.

Los demás determinantes que no sean el, un, algún y ningúnse usan en femenino (aunque terminen en –a): segunda aula, mucha hambre, esta alma, esta águila. Sin embargo, hay una frase hecha que en que se ha consolidado una forma, que,  según esto, se aparta de la norma general: De este (esta) agua no beberé.  La frase se ha acuñado de esa forma concreta y así pervivirá.

Hay palabras que tienen particularidades, como arte, que en singular es masculino y en plural es femenino: el arte románico /  las artes escénicas.


También hay nombres de algunas letras que llevan el determinante en femenino: La hache, la a, ninguna hache. Lo mismo ocurre en algunos topónimos, como La Haya.  En cambio, sí  varía en el caso de África:  el África subsahariana

¿Y qué ocurre con los nombres que empiezan por a tónica en siglas? En estos casos se siguen estas pautas: 

Si la sigla comienza por un nombre masculino, se emplea el artículo masculino: el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas  para los Refugiados). El ALCI (Acuerdo de Libre Comercio Internacional). 

Si la sigla comienza por un nombre femenino, existen dos opciones:

1.     Que su primera sílaba sea una a tónica, entonces se usa el artículo masculino:  el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).

2.     Que su primera sílaba no sea a tónica. En este caso el artículo adecuado es el femenino como en  la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología o la AMPA (Asociación de Padres y Madres de Alumnos). Es curioso que en este último caso es frecuente oír el AMPA, cosa que, además de no seguir los criterios generales, suena muy mal, porque fonéticamente coincide con el hampa, y no creo que los padres y las madres, como asociación, se quieran confundir con  los maleantes.

Hay una palabra que comienza por a, aunque no tónica, que con frecuencia nos planea dudas sobre el género. Es la palabra azúcar. Esta palabra es un sustantivo ambiguo que admite el masculino y el femenino. Si no lo acompaña ningún adjetivo se suele utilizar en masculino: el azúcar  es perjudicial, en cambio, con adjetivos predomina el femenino: azúcar refinada, blanquilla. En plural prevalece el masculino: Ponga el agua a calentar e incorpore ambos azúcares (Diccionario Panhispánico de Dudas).  Pero también admite, como los nombres que comienzan por la a tónica, la doble combinación: artículo en masculino y adjetivo en femenino: el azúcar refinada.

Otra palabra que a veces se cambia de género, sin merecerlo,  es harina. En este caso no hay ambivalencia, harina es femenino: la harina.

Esperemos, pues, que el hada madrina de cada uno nos proteja y que sus amigas,  las  otras hadas, nos sonrían.

Otras pinceladas gramaticales:

¿Detrás de mí o detrás mío?

¿Prever o preveer?

¿Pantalón o pantalones?


¿Reyes que traen o que echan regalos?


¿Decir misa o dar misa?


¿Oír o escuchar?



miércoles, 15 de abril de 2020

¿Detrás de mí o detrás mío?



Pinceladas gramaticales




Ante ese zumbido que nos sacude los oídos cuando oímos decir “detrás mío” o “delante tuyo” ha llegado el momento de hacer una reflexión sobre esas “lindezas” gramaticales.

Empecemos por recordar que mí, ti, sí, nos, os, sí son pronombres personales, y lo son porque sustituyen a nombres de persona. Lo cogí para mí  vendría a decir lo cogí para yo, es decir,  lo cogí para  Margarita, que es el yo.  

En cambio las formas mío, tuyo, suyo, nuestro, vuestro, suyo (con sus plurales y femeninos), que se confunden con los anteriores, son determinantes posesivos, por tanto, indican posesión o pertenencia y, por ser determinantes, deben acompañar a un nombre.  No lo sustituyen.

Entre las “modernidades” del castellano actual aparece con frecuencia la sustitución de los pronombres personales por los posesivos. El detrás de mí empieza a ser sustituido de forma muy frecuente por *detrás  mío o, aún peor, por *detrás mía.  Lo mismo ocurre con la segunda persona: delante de ti (que es lo correcto), por el barbarismo  *delante tuyo.

Juguemos con los posesivos. Pongamos un artículo +  un sustantivo + de + nuestro nombre propio: La casa de Margarita.  Si podemos hacer esta transposición: La casa de Margarita=su casa,  podremos decir correctamente la casa suya colocando el determinante posesivo tras el nombre.

En cambio, si usamos la misma fórmula con los adverbios de lugar, como delante, detrás, lejos, cerca…, que son invariables, es decir, adverbio + de + nuestro nombre propio, y hacemos la transposición por el posesivo, ocurriría esto: detrás de Margarita ≠*su detrás. Esta forma no es aceptable en la estructura del idioma, por tanto, no puede ser tampoco: *detrás suyo o suya, como sí era válido la casa suya del ejemplo anterior.

Un determinante posesivo acompaña a un sustantivo (el sustantivo puede variar de género y número), pero no puede acompañar a un adverbio (el adverbio es invariable) que es el caso de “detrás”. Por tanto, si el posesivo acompaña al sustantivo es correcto: A lado de Margarita (quien habla)=a mi lado=al lado mío. Pero si acompaña al adverbio es incorrecto: detrás de Carlos ≠ *su detrás ≠*detrás suyo. 

De forma práctica, si el determinante posesivo que va detrás de otra palabra se puede anteponer a ella, es correcto su uso (sustantivo): al lado mío=a mi lado, pero es incorrecto (adverbio): *cerca suyo, porque no puede ser *su cerca. Es evidente, además, que el posesivo debe concordar en género con el sustantivo al que acompaña,  no con el del hablante: al lado suyo, sí;  *al lado suya, no.  

En el caso del adverbio ya hemos dicho que el uso es incorrecto, pero, en caso de que fuera admisible, llama mucho la atención que  un hablante varón diga *detrás  mía, pues detrás  no tiene género y, en caso de referirse al varón que habla, tampoco tendría lógica decirlo en femenino.

Por otro lado, cuando alguien dice *detrás  mío parecería que lo que está detrás es de la persona que habla, de su propiedad, y, generalmente, no lo es. En cambio, si usamos la forma correcta,  se ve claro que cuando alguien dice detrás de mí, está diciendo  detrás de  quien habla (Margarita), que es una persona. Luego,  si estamos sustituyendo  un nombre propio de persona, debe ser un pronombre personal.

Resumiendo:

-  Detrás de mí, delante de mí, cerca de ti, lejos de él…. SÍ.

- *Detrás mío /mía, delante mío/mía, cerca tuyo /tuya, lejos suyo/suya… NO

Nos podemos  quedar satisfechos, porque, al escribir, el corrector de Word  cambiaba las formas incorrectas y había que decirle una y otra vez que  se quería escribir mal a propósito.  Así que, si escribes, haz caso al corrector gramatical.

Otras pinceladas gramaticales:

¿Prever o preveer?

¿Pantalón o pantalones?


¿Reyes que traen o que echan regalos?


¿Decir misa o dar misa?

¿Oír o escuchar?


¿Prever o preveer?



Pinceladas gramaticales



El verbo prever y la variante errónea  *preveer, que usan algunos hablantes, no son formas intercambiables.  La fiesta se prevé divertida usa correctamente el verbo prever, pero  *la fiesta se prevee divertida da cabida al falso verbo *preveer.

Prever significa ver con anticipación, adelantarse a lo que puede ocurrir. Evidentemente formada del prefijo pre- y el verbo ver: ver antes.

*Preveer, en cambio, es una palabra que no tiene significado, solo adquiere el de la anterior cuando aquella es utilizada incorrectamente.

Como prever está formada sobre el verbo  ver, se conjuga exactamente igual que el verbo ver:

Para el presente de indicativo: Yo preveo / tú prevés / el-ella-usted prevé / nosotros-as prevemos / vosotros-as prevéis  / ellos-ellas-ustedes prevén.

Para el perfecto simple: Yo preví / tú previste / él-ella-usted previó…

Las formas prevé y prevén llevan tilde, aunque las correspondientes del verbo ver no la lleven, porque ve y ven son monosílabos, en cambio prevé y prevén son palabras agudas acabadas en –n.

La aparición de la forma errónea *preveer es una contaminación del verbo prever con el verbo proveer (del latín providēre): suministrar, preparar lo necesario para un fin. Proveer de alimentos a los ciudadanos confinados. El verbo proveer se conjuga según el modelo de leer: proveyó, proveyendo…

Para conjugar la forma  errónea *preveer se sigue también  el modelo  del verbo leer. Así aparecen formas como  *preveyó, en lugar de previó, para el perfecto simple, o *preveyendo en lugar de previendo, en el caso del gerundio. Formas a todas luces incorrectas y de una complejidad innecesaria.

Así pues, son correctos prever y proveer, pero  no el híbrido *preveer.


martes, 14 de abril de 2020

¿Pantalón o pantalones?


Pinceladas gramaticales



Antes se decía de quien mandaba en una casa que esa persona llevaba los pantalones o se ponía los pantalones. Y  si era persona especialmente mandona llevaba los pantalones bien puestos. Tradicionalmente ese papel y esos pantalones les estaban reservados a los hombres.

La palabra pantalón tiene que ver con el nombre de san Pantaleón, que   parece que fue un médico bizantino condenado a muerte por no abjurar del cristianismo. El santo fue tan generoso que perdonó a sus verdugos, por eso su nombre en griego significa todo misericordioso. Pantaleón fue nombre muy común en Venecia, por eso sus habitantes fueron llamados popularmente los “pantaleones”. De ahí pasó a  comedia del arte para designar a un personaje llamado Pantaleón o Pantalón, un arquetipo que representaba a un avaro comerciante y, por extensión,  a los venecianos. Vestía un típico pantalón similar a unas mallas que eran una vestimenta típica de Venecia y representaba a un avaro comerciante veneciano. El personaje se hizo tan popular que su vestimenta fue adoptada para sustituir a las calzas.

Los franceses  pusieron de moda esta prenda, sobre todo, a partir de la Revolución Francesa. Se impone el pantalón largo porque las calzas y medias se consideraban una vestimenta del Antiguo Régimen. A partir del siglo XIX se generalizaron  los colores oscuros. La nueva moda masculina  se fue extendiendo por Europa. Las mujeres se incorporaron al uso del pantalón, que convivía con la minifalda y la maxifalda, en la década de los años 70 del siglo XX. El traje pantalón femenino se asemejaba mucho al de los hombres, con mayor variedad de colorido.

¿Pero por qué decimos pantalones en plural si nos referimos a una sola prenda?

Hay muchas palabras  en nuestro idioma que  se suelen usar en plural cuando designan   objetos que tienen dos partes simétricas: tenazas, tijeras, alicates, gafas, leotardos, bragas, calzoncillos,  alforjas, prismáticos…  Los profesionales suelen usar el singular, en cambio, el uso común, el plural. Un óptico, por ejemplo, hablará de una gafa y un prismático: Esta gafa le favorece mucho.  

En el caso del pantalón el uso en plural tiene que ver con el hecho de tener dos perneras, lo mismo que ocurre con las bragas y los calzoncillos. Sin embargo, no usamos el plural para las  prendas superiores, aunque tengan dos mangas.

La gramática académica deja claro que pantalón y pantalones son términos equivalentes. También, en respuesta a dudas planteadas, reconoce  como usual la expresión  un par de pantalones para referirnos a  una única  prenda. Esta forma  identifica pantalón con pernera, de ahí “un par”, pero reconoce  que podría ser confusa. Por ello, si se han comprado dos prendas la mejor forma de decirlo, sin que exista confusión, es decir que se  han comprado dos pantalones.  

Podemos elegir, pues, entre la forma en singular, pantalón, y la forma en plural, pantalones, lo mismo que vaquero o vaqueros. Parece que pantalones es la forma más usual en España y pantalón en Hispanoamérica. 

En cualquier caso, lo deseable es que los pantalones estén siempre en su sitio y no haya que bajárselos nunca de forma humillante.

Otras píldoras gramaticales:

¿Oír o escuchar?


¿Decir misa o dar misa?

¿Reyes que traen regalos o que los echan?




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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.