Hay una serie de sustantivos que son femeninos en español, pero que nos sorprenden por ir acompañados por un artículo
masculino. Es el caso de agua, alma,
acta, hambre, arma, aula, hacha, hada, hampa…
Decimos el agua, el aula, el hada, un
alma, un hacha, el hampa…, en singular y, en cambio, las aguas, las aulas, las hadas…, en plural. En plural, pues, se comportan como lo que son:
femeninos. Y si les añadimos un adjetivo la concordancia con él se hace también en femenino: el hada madrina, un alma piadosa, un hambre canina,
el acta levantada, algún alma buena.
Todas estos nombres, que son femeninos, tienen en común que comienzan
por a tónica o por h inicial (que es muda) seguida de a tónica. En estas palabras,
y solo en singular, se usan los artículos: el, un y los indefinidos: algún
y ningún en masculino para evitar algo que se llama en lengua la cacofonía
lingüística (“desagradable sonido”, según su etimología), por la unión de las
dos aes, la del nombre y la del determinante femenino: *la agua, *la aula, *la hada, *ninguna acta, *alguna alma… Cuando
la palabra pasa a plural ya no existe este desagradable sonido, porque aparece en medio la -s de plural y la concordancia vuelve al
femenino: las aguas, las aulas, las
hachas…
Lo mismo ocurre cuando intercalamos un adjetivo u otro determinante, entre el nombre y el determinante inicial. Así: el aula / la espaciosa aula; el hacha
/ la afilada hacha; el hada / la tercera hada.
Los demás determinantes que no sean el, un, algún y ningún, se usan en femenino (aunque terminen en
–a): segunda aula, mucha hambre, esta alma,
esta águila. Sin embargo, hay una frase hecha que en que se ha consolidado
una forma, que, según esto, se aparta de
la norma general: De este (esta) agua no
beberé. La frase se ha acuñado de
esa forma concreta y así pervivirá.
Hay palabras que tienen particularidades, como arte, que en singular es masculino y en plural es femenino: el arte románico / las artes
escénicas.
También hay nombres de algunas letras que llevan el determinante en femenino: La hache, la a,
ninguna hache. Lo mismo ocurre en algunos topónimos, como La Haya. En cambio, sí varía en el caso de África: el
África subsahariana.
¿Y qué ocurre con los nombres que empiezan por a tónica en siglas? En estos casos se siguen estas pautas:
Si la sigla comienza por un nombre masculino, se emplea el artículo masculino: el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). El ALCI (Acuerdo de Libre Comercio Internacional).
Si la sigla comienza por un nombre femenino, existen dos opciones:
Si la sigla comienza por un nombre masculino, se emplea el artículo masculino: el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). El ALCI (Acuerdo de Libre Comercio Internacional).
Si la sigla comienza por un nombre femenino, existen dos opciones:
1.
Que
su primera sílaba sea una a tónica, entonces se usa el artículo masculino: el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).
2.
Que
su primera sílaba no sea a tónica. En este caso el artículo adecuado es el
femenino como en la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología o la AMPA (Asociación de Padres y Madres de Alumnos). Es curioso que en este último caso es frecuente oír el AMPA, cosa que, además de no seguir los criterios generales, suena muy mal, porque fonéticamente coincide con el hampa, y no creo que los padres y las madres, como asociación, se quieran confundir con los maleantes.
Hay una palabra que comienza por a, aunque no tónica, que con
frecuencia nos planea dudas sobre el género. Es la palabra azúcar. Esta palabra es un sustantivo ambiguo que admite el
masculino y el femenino. Si no lo acompaña ningún adjetivo se suele utilizar en
masculino: el azúcar es perjudicial, en cambio, con adjetivos
predomina el femenino: azúcar refinada,
blanquilla. En plural prevalece el masculino: Ponga el agua a calentar e incorpore ambos azúcares (Diccionario Panhispánico de Dudas). Pero también admite, como los nombres que comienzan
por la a tónica, la doble combinación: artículo en masculino y adjetivo en
femenino: el azúcar refinada.
Otra palabra que a veces se cambia de género, sin merecerlo, es harina. En este caso no hay ambivalencia, harina es femenino: la harina.
Esperemos, pues, que el
hada madrina de cada uno nos proteja y que sus amigas, las otras hadas, nos sonrían.
Otras pinceladas gramaticales:
¿Detrás de mí o detrás mío?
¿Prever o preveer?
¿Pantalón o pantalones?
¿Reyes que traen o que echan regalos?
¿Decir misa o dar misa?
¿Oír o escuchar?
Otras pinceladas gramaticales:
¿Detrás de mí o detrás mío?
¿Prever o preveer?
¿Pantalón o pantalones?
¿Reyes que traen o que echan regalos?
¿Decir misa o dar misa?
¿Oír o escuchar?
Muy completo y claro. Muchas gracias. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por leerlo, valorarlo y dejar tu opinión. Un abrazo.
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