Imagen: Pixabay. com |
Este virus coronado
amenaza nuestras vidas
sin pedir permiso a nadie,
con su saña nos vigila.
Escondido en nuestros cuerpos
escapa por la saliva,
y nos armamos contra él
con guantes y mascarilla.
Desconfiamos del amigo,
de cordiales
acogidas,
nos separamos dos metros,
evitando cortesías.
Miramos por la
ventana
en cercana lejanía,
e intuimos otras caras,
tras las aladas cortinas.
Olvidamos los abrazos,
besos y manos tendidas,
y miramos recelosos
para encontrar su guarida.
La primavera se queda
en el cristal suspendida,
este tiempo con su frío
ha congelado la vida.
Los hogares nos ofrecen
el calor de la familia,
desempolvamos las fotos,
y discos de buena música.
Por salones y pasillos
caminan lentos los días,
pasos cortos e inquietantes
y sabor a zapatillas.
Los miedos nos atenazan,
en soledad compartida,
que se convierte en aplauso,
con un eco de sonrisas.
Aunque seas rey de
virus,
con tu corona maldita,
tus vasallos te hacen frente
y ganarán la partida.
Florecerán los abrazos
en primavera tardía,
y cantaremos victoria
entre el dolor y la dicha.
Lavados y más lavados... Imagen: Pixabay.com |
La primavera seguirá floreciendo... Foto: MAR |
Muy bonito Margarita, que tus palabras resuenen en miles de hogares de todo el mundo, para que éste maldito se vaya♥️♥️
ResponderEliminarGracias, Faly.
EliminarA pesar del dolor, de la enfermedad y la muerte, has hecho una poesía bonita y llena de esperanza.
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