viernes, 17 de abril de 2020

El agua, el hada…, ¿palabras femeninas o masculinas?



Pinceladas gramaticales






Hay una serie de sustantivos que son  femeninos  en español, pero que nos  sorprenden por ir acompañados por un artículo masculino. Es el caso de agua, alma, acta, hambre, arma,  aula, hacha, hada, hampa… Decimos el agua, el aula, el hada, un alma, un hacha, el hampa…, en singular y, en cambio, las aguas, las aulas, las hadas…, en plural.  En plural, pues, se comportan como lo que son: femeninos. Y si les añadimos un adjetivo la concordancia  con él se hace también en femenino: el hada madrina, un alma piadosa, un hambre canina, el acta levantada, algún alma buena.

Todas estos nombres, que son femeninos, tienen en común que comienzan por a tónica o por h inicial (que es muda) seguida de a tónica. En estas palabras, y solo en singular, se usan  los  artículos: el, un y los indefinidos: algún y ningún en masculino para evitar algo que se llama en lengua la cacofonía lingüística (“desagradable sonido”, según su etimología), por la unión de las dos aes, la del nombre y la del determinante femenino: *la agua, *la aula, *la hada, *ninguna acta, *alguna alma… Cuando la palabra pasa a plural ya no existe este desagradable  sonido, porque aparece en medio  la -s de plural y la concordancia vuelve al femenino: las aguas, las aulas, las hachas…

Lo mismo ocurre cuando intercalamos un adjetivo u otro determinante, entre el nombre y el determinante inicial. Así: el aula / la espaciosa aula; el hacha / la afilada hacha; el hada / la tercera hada.

Los demás determinantes que no sean el, un, algún y ningúnse usan en femenino (aunque terminen en –a): segunda aula, mucha hambre, esta alma, esta águila. Sin embargo, hay una frase hecha que en que se ha consolidado una forma, que,  según esto, se aparta de la norma general: De este (esta) agua no beberé.  La frase se ha acuñado de esa forma concreta y así pervivirá.

Hay palabras que tienen particularidades, como arte, que en singular es masculino y en plural es femenino: el arte románico /  las artes escénicas.


También hay nombres de algunas letras que llevan el determinante en femenino: La hache, la a, ninguna hache. Lo mismo ocurre en algunos topónimos, como La Haya.  En cambio, sí  varía en el caso de África:  el África subsahariana

¿Y qué ocurre con los nombres que empiezan por a tónica en siglas? En estos casos se siguen estas pautas: 

Si la sigla comienza por un nombre masculino, se emplea el artículo masculino: el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas  para los Refugiados). El ALCI (Acuerdo de Libre Comercio Internacional). 

Si la sigla comienza por un nombre femenino, existen dos opciones:

1.     Que su primera sílaba sea una a tónica, entonces se usa el artículo masculino:  el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).

2.     Que su primera sílaba no sea a tónica. En este caso el artículo adecuado es el femenino como en  la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología o la AMPA (Asociación de Padres y Madres de Alumnos). Es curioso que en este último caso es frecuente oír el AMPA, cosa que, además de no seguir los criterios generales, suena muy mal, porque fonéticamente coincide con el hampa, y no creo que los padres y las madres, como asociación, se quieran confundir con  los maleantes.

Hay una palabra que comienza por a, aunque no tónica, que con frecuencia nos planea dudas sobre el género. Es la palabra azúcar. Esta palabra es un sustantivo ambiguo que admite el masculino y el femenino. Si no lo acompaña ningún adjetivo se suele utilizar en masculino: el azúcar  es perjudicial, en cambio, con adjetivos predomina el femenino: azúcar refinada, blanquilla. En plural prevalece el masculino: Ponga el agua a calentar e incorpore ambos azúcares (Diccionario Panhispánico de Dudas).  Pero también admite, como los nombres que comienzan por la a tónica, la doble combinación: artículo en masculino y adjetivo en femenino: el azúcar refinada.

Otra palabra que a veces se cambia de género, sin merecerlo,  es harina. En este caso no hay ambivalencia, harina es femenino: la harina.

Esperemos, pues, que el hada madrina de cada uno nos proteja y que sus amigas,  las  otras hadas, nos sonrían.

Otras pinceladas gramaticales:

¿Detrás de mí o detrás mío?

¿Prever o preveer?

¿Pantalón o pantalones?


¿Reyes que traen o que echan regalos?


¿Decir misa o dar misa?


¿Oír o escuchar?



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