Reseña literaria
Título: Insomnio
Autor: Daniel Martín Serrano
Género: novela negra
Editorial: Destino
Páginas: 545
Estamos ante una novela negra, una novela de acción y
misterio que atrapa al lector desde las primeras páginas. Cuenta la historia de
un expolicía que, por una actuación irregular en una investigación por
asesinato de varias mujeres en que está implicado un familiar suyo, es expulsado
del cuerpo y tiene que iniciar una nueva vida como guardia de seguridad. Este
oficio lo llevará a trabajar en el cementerio de La Almudena de Madrid. Todos estos hechos desencadenan en Tomás Abad, el
protagonista, un insomnio persistente que arruina su vida personal y familiar y
le hace descender a los infiernos.
La novela es una narración en tercera persona que avanza
linealmente, pero en dos tiempos diferentes. En el presente, se presenta la vida actual de Tomás mientras trabaja como
guardia de seguridad y lucha contra los fantasmas del pasado. En el pasado, se cuenta de forma ágil su
participación en la investigación de
unos asesinatos, en cuyo cierre actuará de forma indebida. Dos años después de
los hechos y de su expulsión del cuerpo, las consecuencias de lo sucedido
están destruyendo su salud y su vida familiar. Los dos tiempos se van
intercalando de forma alternativa y lo que parece, en un primer momento, que
puede producir monotonía en la lectura, se convierte en un acertado
procedimiento narrativo. Entre ambos,
uniendo el presente con el pasado, se usa con frecuencia la técnica
retrospectiva para recordar hechos anteriores que nos hacen comprender mejor la
angustia que vive el protagonista y que
generan un cierto sentimiento de misericordia hacia él por su sufrimiento.
En los primeros capítulos Daniel Martín Serrano parece que
nos adelanta el final de la novela, pues
sugiere quién ha podido ser el
asesino. A pesar de ello, a medida que seguimos leyendo, el interés no solo
no decae, sino que se incrementa al ir ampliando
los círculos narrativos, en torno a ese final.
Nos recuerda el procedimiento utilizado por García Márquez en Crónica de una muerte anunciada. Pero, de manera sorprendente, en los últimos capítulos de la novela, la narración da un giro inesperado,
aumenta la intriga y nos conduce hacia
un final inesperado y trágico, tal vez
el único final posible cuando conocemos al auténtico culpable de las
muertes y el secreto que guardaba el protagonista.
Siendo una novela de policías y delincuentes, es esperable que
aparezca en ella la lucha maniquea entre el bien y el mal. Pero hay un contraste entre el tiempo pasado y el presente. En el pasado, el protagonista es el “bueno”
que persigue a los “malos” y trata de desenmascararlos y ponerlos en manos de
la justicia; en cambio, en el presente,
se presenta una situación ambivalente, pues unas veces Tomás se siente
perseguido por un malvado invisible que trata de destruir su salud mental y su integridad física y otras actúa como un perseguidor siguiendo su
instinto de policía para “acabar con esa cacería de meses, de noches
interminables, de ser por momentos el cazador y por momentos la pieza a cobrar”.
(Pág. 476). Poco a poco vamos conociendo que su papel de bueno durante la
investigación no lo fue tanto cuando esta terminó. Al final Tomás y su
perseguidor se encuentran, y en el
encuentro el bien y el mal se confunden y ya parece que solo Dios podrá juzgarlos, según las
últimas palabras de la novela, mientras
empieza a oírse “el sonido de la
trompeta que anuncia el Juicio Final”. (Pág.
544).
Cada uno de los dos
tiempos de la novela presenta un ritmo
diferente. La parte que se refiere al pasado es más
dinámica, con mayor presencia del diálogo y párrafos más breves, y está en relación con
los hechos que se cuentan, que se suceden de forma rápida. Además, se narra en
pasado lo que acentúa ese ritmo rápido de acción acabada. La parte referida al
presente es más lenta, con párrafos más largos, con mayor presencia de la
descripción, y la narración se hace en presente histórico. El uso del presente nos acerca de forma más plástica y cercana a
los hechos que ocurren y parece que los
contemplamos ante nuestros ojos. Estas
características de estructura y técnica narrativa son usadas con maestría para presentar
con mayor profundidad la psicología del personaje, porque estamos
ante una novela de acción que nos seduce
con la intriga, pero también estamos ante una gran novela de introspección psicológica., en
la que el autor es capaz de transmitir
al lector con mucho acierto las vivencias que acongojan al protagonista.
Insomnio, palabra aislada y rotunda que da título a la novela,
nos habla del tema central de la misma, una falta persistente de sueño que
lleva la vida al límite y que va destruyendo al protagonista. El
insomnio se inicia cuando Tomás apenas dormía mientras realizaba
investigaciones policiales y se olvidaba hasta de comer, obsesionado por su
trabajo. Y, dos años después, duerme menos aún por los remordimientos y el miedo, y así su vida se convierte en una atroz
pesadilla, que le lleva a la incomunicación.
Es magistral la descripción que hace del insomnio en un capítulo inicial que hace las veces de
proemio. “Lo malo de no dormir, lo terrible del insomnio, es que llega un
momento en el que no se sabe si se está
despierto o dormido”. (Pág. 12). Es un insomnio que destruya a la persona que
lo sufre y que destruye también la relación con las personas que lo rodean. En
las nebulosas de ese insomnio se mezclan lo real y lo irreal, a la manera del
realismo mágico de García Márquez, Rulfo.... Las consecuencias de ese insomnio persistente
y agobiante producen también una cierta angustia en el lector. Ansía dormir, pero al mismo tiempo teme
hacerlo, “porque en sueños no es capaz de controlar los pensamientos, porque
allí reina el subconsciente, al que no se le puede ocultar nunca la verdad”. (Pág.
544). Quizá por ello cuando se enfrenta a la verdad que le atenaza y que ha
mantenido escondida durante dos años, solo el sueño eterno lo puede liberar de
la angustia.
Otros temas importantes se tratan también en la novela. Uno
de ellos es la hipocresía moral de
personas públicas y adineradas que organizan fiestas y orgías sexuales,
aprovechándose de la situación de desamparo que viven muchas mujeres (varias
extranjeras), para someterlas a prácticas crueles y absolutamente condenables. Esos
individuos poderosos en lo político o en lo económico son capaces también de condicionar las actuaciones policiales. Otro tema es el enorme daño social que
producen unas interpretaciones absolutamente
erradas de creencias religiosas o ideologías
que pueden llevar a algunas personas a
justificar moralmente la violencia que realizan
sobre otros seres humanos. En el caso del asesino le lleva a decapitar a
varias mujeres, porque se cree un enviado de Dios para salvarlas. Son creencias
que destruyen al que las profesa y a las personas que se encuentran en su
camino.
Daniel Martín maneja también muy acertadamente la descripción
en la novela, especialmente el paisaje y paisanaje urbanos del entorno de la
Gran Vía Madrileña, en distintos momentos del día. Y son especialmente sugerentes las
descripciones nocturnas del cementerio de La Almudena, de la ciudad de los
muertos: las tumbas, el silencio, los sonidos, la niebla, las luces espectrales… Son muy plásticas las
sensaciones que nos trasmite y muy en consonancia con ese insomnio que lo
atenaza: “ O quizá fue el oído, que
presiente lo que el ojo no ve todavía, un sonido que no se identifica, un golpe
impaciente, seco y continuado, un resoplido, unos pasos”. (Pág. 223). También
describe de forma precisa el aspecto
físico y moral de algunas personas: “Un
hombre de unos cincuenta años se acercó a la puerta del local. Una redonda
barriga le precede, el rostro encarnado, los ojos vidriosos” (pág. 39). Para
las descripciones usa con gran soltura y eficacia la comparación y la variedad
de la adjetivación. “El aire frío de la noche le atraviesa como agujas de
hielo”. (pág. 330). “Las noches sin dormir comenzaban a colgarle del cuello
como las cadenas de un esclavo”. (Pág. 393).
En conclusión, una novela de intriga y misterio, en un Madrid
espectral, que arrastra al lector sin tregua
y le hace leer la historia de forma ávida mientras persigue el desenlace en
compañía del protagonista. Una lectura que no da cabida al aburrimiento y que nos permite augurar a Daniel Martín Serrano un prometedor futuro literario.
Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga y profesora.
Madrid, mayo de 2021
Parece interesante, la leeré. MuchaS gracias.
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