miércoles, 17 de junio de 2020

Días de recelo y esperanza




La luz se deshila entre nubes fugitivas,
y se deslíe  en un aire de albas arreboladas.
Sortea los agudos rascacielos,
se filtra  entre las hojas aladas de los árboles,
y se rompe en las frías   estadísticas.

La vemos estrellarse  contra las calzadas, 
despertar   aceras somnolientas
y acariciar  cristales  ansiosos.

Cegada por las  estelas de  la incertidumbre,
se refugia, calmada, 
en los ojos soñadores de un niño.
Busca sonrisas, busca abrazos, busca ternura.

Sinfonía de ruidos   desgarran los velos de la noche…

La masa  camina vacilante, 
avanza hacia el horizonte de  deseos encendidos
por los  caminos inseguros 
donde se  entrecruzan las pisadas.

Ya no hay roces fugaces.

Los ladrones de abrazos 
se han apoderado de la ciudad
y nos han dejado las  huellas de la distancia.

Caras escondidas, bocas mudas, 
miradas huidizas que   comparten recelos,
y bancos en los que enmohecen las palabras.

La luz cegadora de una mañana de junio
se esconde en  las nubes del miedo,
se vuelve tenue, se desvanece.

La ciudad se nutre de  soledades acompañadas 
mientras  el  alba 
se desliza hacia los  arreboles  del ocaso.

Cae otro día del calendario,
otro día de  luces difusas,
otro paso en el camino de la esperanza.




© Margarita Álvarez Rodríguez





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