lunes, 4 de abril de 2016

Alma de violeta







       Tú allí crecías olorosa y pura
       con tus moradas hojas de pesar;
       pasaba entre la yerba tu frescura
       de la fuente al confuso murmurar. 

        Del poema     La violeta      E. Gil y Carrasco 



Violetas de los caminos de Omaña (León)


Sacudió el manto de hierbas y hojas secas y asomó tímidamente su cabeza. El tibio sol, a duras penas, filtraba sus rayos por entre las nubes. Le parecía una osadía poner una nota de color en aquella naturaleza dormida y sombría. Creía que estaba sola, pero no era así. A su lado sus hermanas se desperezaban como ella. 

Algo a su alrededor empezaba también a despertar. De las ramas de los árboles, aún desnudas, le llegaba una  sinfonía de trinos.  No muy lejos, en el verdor de los prados, empezaban ya a despuntar algunos narcisos y margaritas. 


A la entrada de una casa, entre el asfalto. 

¿Cómo podían competir ellas con flores a las que la naturaleza había dotado de más esbeltez y  luminosidad? Su timidez les hacía inclinar su cabeza, su color violeta era poco llamativo, pero poseían un  secreto único: su fragancia. En eso eran las más poderosas. 

Serían las flores más madrugadoras en vestir  el campo de primavera.  Crecerían juntas a la vera de los caminos, a la entrada de las casas, cerca de las personas: así no pasarían desapercibidas. 


Caramelos de violeta

Y si su aspecto   delicado y diminuto las hacía invisibles y terminaban aplastadas por algún zapato inoportuno, o algún desalmado atrapaba su esencia para meterla en un frasco de perfume o en un caramelo, su alma de violeta se liberaría de su pequeño cuerpo  y, en su invisible vuelo, exhalaría toda su fragancia. Con ella  conseguiría que nos cautivara para siempre la belleza de la insignificancia. 


                




4 comentarios:

  1. Precioso poema, Marga, y adornado con Gil y Carrasco... Me evoca tantas cosas: Naturaleza, Omaña, botánica, el valor de lo sencillo, la raíz de las personas, el recuerdo familiar, el presente... Tanto, en tan poco. Gracias

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    1. Gracias a ti, Luis, por hacer una valoración tan vivencial. No sé si tendrá valor literario, pero desde luego emoción sí lleva en cada una de su líneas.

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  2. Son muy bonitas, como todas las flores que andan a su aire por los campos,creo que antes las oliamos màs, porque corríamos por los campos y las íbamos pisando, ahora ya los niños no juegan a campo abierto.

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    1. Gracias por dejar tu comentario. Que podamos seguir contemplando la humildad y exquisitez de las violetas...

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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.