domingo, 4 de junio de 2017

Las iglesias de Omaña (León): un espejo de vida



A  Paco Álvarez, "omañés peregrino", que ha acercado su cámara a todas las iglesias omañesas.



Iglesia de Paladín
         

Este hermoso vídeo, realizado por Paco Álvarez,  me ha llevado a escribir esta evocación del significado de las iglesias en la vida omañesa. Al final incluyo también unas coplas que me han inspirado estas imágenes.



        La
 iglesia: el espejo de la vida de los omañeses



Hablar de las iglesias de Omaña es algo grato para cualquier omañés. Omaña es  una comarca formada por unos  setenta núcleos de población, la mayoría de ellos pequeñas aldeas, en torno a una iglesia. Se pueden contar más de ochenta, si incluimos las ermitas y el santuario de Nuestra Señora de las Angustias, en La Garandilla.   Iglesia,   cementerio y concejo son los tres pilares  sobre los que se sustenta el concepto de pueblo  en la montaña leonesa.


Santuario de La Garandilla, la catedral de Omaña


Las iglesias de Omaña son construcciones sencillas, austeras, de sola una nave. La mayoría son  rectangulares o en forma de cruz latina, edificadas con  piedra de la zona.  Sus torres tienen casi todas  forma de espadaña.  Sus atrios  de acceso están cerrados formando un pequeño portal que  servía  para guarecerse de las inclemencias  del tiempo.  Entre otros usos, era el lugar en que se  dejaban las madreñas alineadas y a resguardo durante el invierno, mientras se asistía a las ceremonias religiosas. En los portales, se realizaban también actos religiosos. A modo de ejemplo: allí se hacía el rito de la purificación de las mujeres cuando volvían a la iglesia después de haber dado a luz, allí se hacían ofrendas  de productos  derivados del cerdo a san Antón (san Antonio Abad). Lo obtenido  se subastaba para obtener un dinero con que pagar misas al santo para rogarle por  la protección de los animales. 

Estos portales han servido  también de cobijo y de lugar de trabajo para los hojalateros,   que de vez en cuando llegaban a los pueblos, en un  burro en el que cargaban los elementos necesarios para reparar  con mucha maña (lañar y estañar) las potas y otros recipientes. También   realizaban diversos objetos  de hojalata, unas veces con material nuevo, y otras, la mayoría, a partir del reciclaje de botes o latas  que habían contenido otro producto. 

Aceitera realizada a partir de una lata
del queso de la ayuda  amaricana

Hacían faroles, mazaderas, zapicas, aceiteras…  Por su oficio, eran llamados estañadores y hojalateros. Su estancia solía ser de uno o dos días, hasta que terminaran el trabajo que les habían encomendado. 

En el portal de la iglesia se instalaban habitualmente los gitanos y los quinquilleros. Los gitanos llegaban en familia y se quedaban en el lugar varios días.  Su forma de vida era ambulante. Solían dedicarse a la mendicidad  y a la compraventa de caballerías y, en general se desconfiaba de ellos  y se tenía miedo de que robaran gallinas, hierba en los pajares u otros objetos. Los vecinos contribuían a darles algo de comida, generalmente patatas, para que pudieran subsistir. Asimismo se desconfiaba de los quincalleros.

En los portales tomaban también asiento  los cacharreros. Estos  eran bien recibidos, pues su llegada permitía que la gente pudiera comprar el menaje necesario para el hogar: cazuelas, cazuelos, tarteras de perigüela (pereruela), barrilas, nateras...

En algunos casos se refugiaban en los portales de las iglesias los redoblantes, que acompañaban con su música los bailes de la jota y el baile chano. Rememorando su presencia en las fiestas omañesas, en el verano de 2016 se aprovechó el portal de la iglesia de Villaceid  para una actuación musical del IX Omafolk, organizado por el Instituto de Estudios Omañeses.

Omafolk 2016. Gritsanda pandereteras. Villaceid


Las iglesias  siguen siendo el edificio más representativo de cada pueblo y a su alrededor se sitúan el resto de las edificaciones. Pero en Omaña no es raro verlas en sitios más apartados, a veces, en   lugares más altos que el resto del pueblo y, con frecuencia, mimetizándose con el paisaje. 


Iglesia de Lago
En algún caso  el cuerpo de la iglesia está entre las casas y la espadaña separada, en un lugar elevado, para facilitar que se pudieran oír mejor los mensajes de las campanas (La Velilla, Vegarienza, Omañón...).

Espadaña de Vegarienza
Espadaña de La Velilla: Foto: Teresa Álvarez

La historia de nuestras iglesias es, sin duda,  la evocación de nuestra propia vida: el espejo de la vida de los omañeses. En torno a la iglesia, ha discurrido la vida religiosa y la vida social de toda la comarca. Y también la muerte, pues en algunos pueblos los enterramientos se realizaban alrededor de la iglesia. En alguna de ellas aún se mantiene un  cementerio adosado.


Iglesia de Salce. Gentileza de Paco Álvarez

Nuestras  iglesias han visto cómo se rezaba con devoción el calvario en Semana Santa, cómo se vivían con expectación las llamadas misiones, con la   llegada de predicadores  de otros lugares…  También han acogido,   durante siglos,  los  ramos  engalanados (generalmente en Navidad) y  los cánticos con que  las mozas  los acompañaban.  Han escuchado cómo se le dedicaban preces a la Virgen: las  flores  del mes de mayo, los rosarios y novenas.  Han sido testigos de la fe y del sentido de la fiesta con que se veneraba al santo patrón o patrona del lugar. Han vivido  la alegría de los bautizos y bodas de los vivos  y se han condolido de los llantos en la   despedida de los muertos.  Han visto lucir -y consumirse- , en los hacheros, sencillas  velas  o  gruesas hachas,  con las que se alumbraba a aquellos que  habían perdido para siempre la luz de sus ojos (ellos eran nuestras obligaciones, por las que  de vez en cuando se encargaba una misa). Han contemplado el fervor de las omañesas que, con la cabeza cubierta por velos negros, se arrodillaban en los reclinatorios para rezar diversas  letanías.  Han albergado los pendones que ondean  en la fiesta de cada pueblo  y que presiden las procesiones y las  llenan de colorido.




Iglesia de Valdesamario. Romería de Pascua


Las iglesias de Omaña han prestado muchas veces a sus vecinos    el portal o atrio,  a la salida de misa,   para  participar  en el concejo (“el domingo a la salida de misa, concejo”), la  forma más   genuina  -y más leonesa- de ejercer la democracia, con la participación  y el  voto directo de cada vecino.

Nuestras  iglesias tuvieron siempre el “privilegio”  de poder ver la mejor cara de sus feligreses. A ellas acudían mudados, con su ropa de domingo, porque era día de guardar. Ese día no se trabajaba en el campo, pues había que santificar las fiestas, por imperativo religioso y civil, pues, durante el franquismo, la Guardia Civil multaba a aquellos que, infringiendo el precepto, trabajaban en el campo.  Dejando aparte lo arbitrario de esta actuación, este hecho permitía a los omañeses  “descansar” del laboreo agrícola los días festivos, no así del cuidado de los animales.


De las estilizadas  espadañas  de las iglesias penden  las campanas, generalmente dos, una más grande y otra más pequeña, para conseguir distintos tipos de toques, según el aviso que se quisiera transmitir.  



Espadaña de la iglesia de La Utrera


Los tipos de toques eran similares en todos los pueblos: toque a misa, novena, rosario, flores… Era un toque no demasiado rápido que se distinguía de otros más rápidos que convocaban a concejo, hacendera o facendera, a echar el ganado  a la vecera de los  pastos comunes… Había un  toque especial para los días de fiesta en que, además de tañer las campanas,   se volteaban para llamar a misa y  para acompañar la procesión. También se hacía  el toque de Ángelus, a mediodía.


Había otros toques más temidos, como  el toque a arrebato, cuando se producía una emergencia, casi siempre fuego, y había que llamar a los vecinos del pueblo y de otros próximos para colaborar en su extinción. Era  este un toque rápido y continuado en el tiempo. Otro toque no deseado era el  toque a muerto, que era lento, espaciado y muy siniestro. Se remataba  al final con  unos toques más seguidos: dos toques, si la fallecida era mujer, y tres, si era hombre. Cuando el muerto era un niño, se decía  que se tocaba  a párvulos.

En muchos pueblos omañeses, como de otras zonas de la provincia, existía también otro toque misterioso que hundía sus raíces en las leyendas de los reñuberos o renuberos, los genios de las nubes y de otros fenómenos atmosféricos dañinos para el campo. Se realizaba  siempre que la tormenta amenazaba con arruinar las cosechas.  Se  conjuraba a estos seres con el toque especial del tente nube, al que se acompañaba con esta imprecación:

                Tente nube, tente tú,
                que Dios puede más que tú.
                Tente nube, tente palo,
                que Dios puede
                más que el diablo.

A veces se añadían jaculatorias a santa Bárbara.

                Santa Bárbara bendita,
                que en el cielo estás escrita,
                con papel y agua bendita;
                santa Bárbara doncella,
                líbranos de aquella centella, 
                de aquel rayo malairado,
                Jesucristo sacramentado,
                en el ara de la cruz,
                pater noster, amén Jesús.


Iglesia de Barrio de la Puente

Los vecinos de los  pueblos han mirado siempre por sus iglesias y han contribuido a su mantenimiento. Siempre han tenido claro que forman parte de su patrimonio cultural. En los últimos años, ante la carencia de sacerdotes, en muchas iglesias ya no hay misa ni domingos ni festivos. Como mucho, el día de la fiesta patronal… Así, las iglesias apenas celebran alegrías, solo ven pasar por su interior las lágrimas que acompañan a los entierros. Con todo y con eso, en muchos pueblos, los habitantes y sus juntas vecinales siguen haciendo ímprobos esfuerzos para mantener, e incluso mejorar, el estado de las iglesias.


Iglesia de Murias de Paredes. Gentileza de Paco Álvarez

Pero, por la despoblación de los pueblos y sus pocos recursos, y por el poco uso que se hace de ellas,  las iglesias de Omaña corren el peligro de  ir quedando, poco a poco, cerradas para siempre.  Si eso es así, se irán deteriorando de forma irremediable, no solo las construcciones, sino también los valores artísticos que muchas de ellas atesoran. Valores arquitectónicos y valores estéticos de sus   retablos y su imaginería religiosa. Si no se actúa en ellas para conservarlas, lo más probable es que sus recias espadañas seculares, que han soportado las nubes, nevadas, ventoleras, bastios y turbones (turbiones)… sucumban por el paso del tiempo y el  abandono. Y es que el tiempo ya va pesando demasiado…

Visitarlas, valorarlas  o, simplemente, hablar de ellas es prestarles  ayuda para  sostener las piedras con las que apuntan al cielo y señalan la eternidad.  



 Tañendo a vida y  a muerte...


Campanario de Paladín


















Espadañas sigilosas
que vigiláis nuestros pueblos,
con campanas silenciosas
y tan cargadas de sueños.

Campanas que en el pasado
llamaban a la oración
expresando con tañidos
de Omaña la devoción.

Tañían llamando a fuego,
a concejo  y facendera
y de nubes peligrosas
espantaban las centellas.

Sonaban a vida o muerte,
a alegría o a tristeza:
ellas marcaban la vida
de las gentes omañesas.

Campanas mudas que esperan
una mano que las toque,
llamemos a campaneros
que les devuelvan sus sones.

Porque ahí siguen colgadas,
luciendo al aire melenas,
que ni bastio mi turbón
han acabado con ellas.


Iglesia de Ponjos. Gentileza de Paco Álvarez






Esas torres tan austeras
con esfuerzo las sustentan,
pues aún siguen tan recias,
levantadas piedra a piedra.

En otoñada o invierno,
en verano o primavera,
los árboles las abrazan
y sigilosos las besan.


Iglesia de Rodicol



Sobre testeros y campos
se dibuja su silueta
se incorporan al paisaje
como parte de su esencia.

Los portales solitarios:
pocas misas y concejos...
No se hospedan ya a cubierto
los viejos hojalateros.

Portales que en otro tiempo
acogían las madreñas, 
puertas de iglesias cerradas,
en una Omaña desierta.

Algunas ya   solo abren
para oficiar los entierros...
La población envejece
y languidecen los pueblos.


Espadañas seculares,
no fenezcáis de desidia:
esperamos un milagro
que os mantenga con vida.


Villaverde de Omaña. Foto tomada del blog: Excursiones de Rafa y Rosi,
de Rafael Cid y  Rosa Fadón.  Gracias.
















Un omañés peregrino,
con ilusión y porfía,
rescata vuestra belleza
vuestra esbeltez y armonía.

Con cámara siempre atenta
dibuja vuestra presencia
y a los mundos digitales
eleva vuestras siluetas.

Gracias, Paco, por tu empeño,
en visitar nuestros pueblos, 
Omaña te entrega, a cambio,
su cariño más sincero.



Iglesia de Riello. Gentileza de Paco Álvarez



15 comentarios:

  1. Sin duda gracias a Paco que hizo un trabajo encomiable, también gracias a ti que con tus escritos nos recuerdas tantas palabras casi olvidadas y que forman parte de nuestras vivencias aunque ya lejanas en el tiempo. Las coplas que has escrito no pueden reflejar mejor el significado de nuestras Iglesias y su entorno.

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  2. Qué bonito trabajo, Margarita. ¡Es tan bonito recordar el pasado...! Sobre todo cuando este pasado tiene tanto que decir. Saludos

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    1. Gracias. Habla el pasado, hablan las piedras, hablan los sentimientos...

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  3. Un magnífico artículo, me ha emocionado, además de bien escrito y documentado has defendido muy bien el porqué debemos de seguir cuidando de nuestras Iglesias, son "parte de nuestro patrimonio cultural" y emocional, un abrazo .

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    1. Es una pena que cada vez haya más puertas de iglesias cerradas. Pero, los omañeses siguen valorando sus iglesias y, en la medida que pueden, las siguen cuidando. ¡Gracias, Paco, por tus palabras hacia mí y por tus imágenes! Ellas me han llevado a esta reflexión.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Tengo en mi casa de Vegarienza una composición fotográfica impresa en aluminio (dos cuadros de 80 x 50 cm aproximadamente, no recuerdo ahora bien las dimensiones exactas) con las 42 iglesias de Riello, fotografías que he ido haciendo recorriendo en bicicleta, desde Vega, todas estas localidades. A disposición de quien los quiera ver o pedirme copia digital.

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    1. Seguro que es una composición muy bonita. Me encantaría tener una foto de ella. Supongo que si eres de Vegarienza conocerás a Paco Álvarez. Si es así, a través de él me la puedes hacer llegar o él te puede dar mi correo o mi teléfono (este no es el lugar para indicarlo) o a través de Facebook o de Twiter. Muchas gracias, Julián. A ver si entre todos ayudamos a que esas piedras se mantengan en pie. Saludos omañeses.

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  6. Un muy buen trabajo fotográfico, literario y poético. A los que sois de La Omaña os habrá tocado la fibra. Felicidades.

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  7. San Martin de la Falamosa también es Omaña...

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    1. Debería serlo y lo es por río y cultura, y por relación de sus gentes. Y Las Omañas (yo misma estoy inscrita en el registro civil de Las Omañas, al que pertenecía Paladín cuando nací). Pero la mayoría de los entendidos sitúan el final de la comarca en La Piñona de La Utrera, porque ahí se cierra el valle y a partir de ese lugar se abre poco a poco la ribera. Al lado de La Piñona, como sabrás, han instalado el cartel :"Entra usted en la Reserva Mundial de la Biosfera...". No os dejan compartirla... En fin, omañeses o no, somos vecinos y bien avenidos. Nos encontraremos por los senderos del Pico y por Valdelavilla. Saludos omañeses.

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  8. Muy bonito relato y preciosa la documentación y el soporte fotográfico. Si no fuera por la gente sencilla no tendríamos ninguna riqueza patrimonial. Da gusto la labor que desinteresadamente se realiza desde el anonimato. Muchas gracias por vuestra labor y por tener en cuenta nuestras aportaciones.

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    1. Muchas gracias, Rosa, por dejar tu comentario y por tus palabras. Yo pongo solo un granito de arena, sois otros los que levantáis el castillo. Me encanta la labor que estáis haciendo sobre el Camino Olvidado. Gracias también por poner a disposición de otros vuestros conocimientos y material. También os menciono en el último artículo "Entre puentes, pontones, zancas y pasaderas". Yo también dejo mi material a vuestra disposición. Saludos omañeses.

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