sábado, 5 de mayo de 2012

Una primavera multicolor


           


                                            De colorido leonés...


     

La primavera hace revivir la naturaleza de las montañas, valles y vallinas omañesas, que ha estado dormida durante los largos meses de invierno.

En primavera la gente se pone al solín  en las abrigadas, pero el tiempo engaña y a veces, hasta en mayo, vienen marzadas o marzo mayea y mayo marcea. Son frecuentes los días en los que llegan aún los turbones de nieve. Marzo y abril presentan la cara del resto del año: abril y mayo, las llaves del año. En abril suele (solía) llover de forma abundante, a veces con agua bastiada. Lo refleja bien el refranero: el buen amigo y el buen abril, uno entre mil. No hay abril que no sea vil. En abril, aguas mil.  En general, se agradece la lluvia primaveral siempre que sea antes de  San Juan, porque la lluvia por San Juan quita vino y no da pan. Es frecuente que en los días lluviosos la lluvia levante a mediodía, si no es así, cuando llueve a mediodía,  agua para todo el día. Cuando el cielo está empedrao  anuncia agua: cielo empedrao, suelo mojao


Poco a poco la temperatura se va haciendo más agradable: en marzo a pie descalzo y en abril, pierna y pernil, pero frecuentemente la mejoría es engañosa, pues hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo.


En esa primavera esplendorosa el monte se transforma en un manto multicolor por el colorido de las flores de las urces, las galanas, teñidas de color blanco si son albares o de tonos rosados si son cabriteñas; por el color amarillo de la carqueisa,  de las argomas y de las escobas, y por el color  lila del cantiueso. También los frutales: las cerzales, los manzanales, las guindales… tiñen de color blanco y rosáceo  los prados y huertos. Los narcisos, las margaritas, las violetas…  alfombran los prados   y los bordes de los caminos: por Santa Cruz el monte reluz, el tomillo, la escoba y la urz.




Valle de Samario, visto desde La Chana de Paladín
Y, en esa naturaleza ávida de vida, hacen su aparición los pájaros, y convierten nuestros campos en un abierto  y sonoro escenario de conciertos. 

El cuco o curquiello  es, con la cigüeña, uno de los más madrugadores  y se convierte en un reloj natural que marca el paso de los días y  las horas. Su canto se acompaña con este estribillo que recita el oyente: Cucú, curquiello, rabiello, rabo de escoba, cuántos años faltan pa la mi boda.   Lavanderas, relinchones, mierlos, bubillas, forines, verderones, pardales… acompañan al cuco en una melodía continua y variada. Según van pasando las semanas, observamos cómo hacen los ñales, ponen los güevines, y los guaran. El mes de mayo nos traerá el piar de los pajarines: marzo ñalarzo, abril gogueril; mayo, pajarayo; por San Juan, volarán y por Santa Marina se buscarán la vida.



Cerezo en flor
En fin, una época del año  que despierta nuestros sentidos y que presagia deliciosos frutos otoñales, siempre que una pelona a destiempo no chamusque las flores  más delicadas y acabe de  forma brusca con  esa primavera exultante.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia Creative Commons
La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.