Entre reflejos dorados,
se duerme el alma del día,
y los árboles la acunan,
para que duerma tranquila.
Se dibujan los reflejos
en patenas cristalinas,
decoradas con paisajes,
llenos de color y vida.
Y los contemplan mis ojos,
con paz y melancolía,
mientras mis sueños viajan
por extraña lejanía.
La tarde cae deprisa,
el ocaso se aproxima,
velo de luces y sombras:
una fuente de poesía.
Es un momento de magia,
que nos regala su brisa,
cuando el campo silencioso
en la noche se cobija.
Mi alma descansa serena
y en el sosiego medita...
"Al ocaso siguen albas
que nos devuelven la dicha".
Un poema precioso. Nos traslada a la Naturaleza.
ResponderEliminarLuis Arranz
Y esta naturaleza es inspiradora. Gracias, Luis
EliminarQue guapura de paisajes y de versos.
ResponderEliminarLos paisajes inspiran los versos. Gracias, Paco
EliminarLa Naturaleza inspiradora.
ResponderEliminarLos días que se despiden y los nuevos -tras ellos- que nos saludan.
El ciclo de la vida se repite y repite, nada monótono de la mano de la poesía.
Que bonito!!! Es relajante.
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