lunes, 6 de febrero de 2023

"¡Mujeres que cuentan!", de Margarita Cueto Veiga y Nuria Sánchez Villadangos

 

Ilustradora: Marta Ponce

Platero Editorial, 2022

Páginas 114




Margarita Cueto Veiga y Nuria Sánchez Villadangos tienen en común que son filólogas, la primera, licenciada en Filología Hispánica;  la segunda, doctora en la misma especialidad.  Ambas son profesoras de Lengua castellana y Literatura de Educación Secundaria. Ambas han recibido premios por sus respectivos trabajos de investigación. Ambas son creadoras de un  blog de contenido literario latintaentretusdedos.com y escriben una colaboración semanal en  el diario  digital Leonoticias, consistente en una reseña de una obra literaria, acompañada de una entrevista a su autor o autora (hace un año tuvieron la gentileza de dedicar un espacio  a mí libro Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio). Y ambas fueron galardonadas en 2021, con el Premio Nacional, otorgado por el Ministerio de Defensa, en la categoría de docencia no universitaria, por   su proyecto La lectura de valores y el valor de la lectura.

Este libro, ¡Mujeres que cuentan!, nace del entusiasmo que las dos sienten por la literatura,  por la docencia y por su compromiso social como mujeres. Entusiasta y entusiasmo proceden de  “en-theos”, persona poseída por  un dios. De ese “dios” del entusiasmo nace el bellísimo libro que tengo entre las manos. Bello por la temática y por su forma de presentarla  y también por las hermosas ilustraciones de Marta Ponce. Las autoras  nos dejan en el libro su entusiasmo como hicieron en vida todas y cada una de las mujeres que se  retratan en él. “Dejo a las mujeres de España mi entusiasmo por la vida. Nada  más. Es todo lo que tengo”, dice María Teresa León en esta frase que incluyen en la obra.

Después de leer el prólogo de Nuria Capdevilla Argüelles, catedrática de la Universidad de Exeter (Reino Unido), y  la introducción de las autoras, los lectores tenemos constancia de que la finalidad de este libro es didáctica y de que va  dirigido esencialmente a alumnos  y alumnas de ESO y Bachillerato, aunque no de forma exclusiva, pues es un libro con cuya lectura puede gozar cualquier tipo de  lector.

Las autoras seleccionan veinte "mujeres que cuentan", cuya vida transcurrió esencialmente en el siglo XX. Se fijan, sobre todo,  en las décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado. Las mujeres de las que hablan en el libro son escritoras, pintoras, científicas, filósofas…  Son mujeres  “prolíficas, incansables, pioneras, exiliadas” y  unidas por relaciones de amistad, por su defensa del feminismo  o  por vinculaciones de  tipo cultural o sociopolítico. Todas ellas fueron poco o nada reconocidas en la época en que les tocó vivir, especialmente  si las comparamos con sus contemporáneos varones de méritos similares,  y que, a diferencia de ellas, gozaron de gran reconocimiento social e intelectual.  

Pocas de las  mujeres  que aparecen  en ¡Mujeres que cuentan! tuvieron el reconocimiento que merecieron en su juventud y madurez. Quizá la más valorada fuera  Concha Espina, que fue tres veces propuesta para el Nobel. Algunas tuvieron que esperar décadas para que su valía fuera plenamente reconocida, tal es el caso de la filósofa María Zambrano o de la escritora Carmen Conde, que terminó siendo  la primera mujer académica  de la Real Academia Española. Entre las veinte seleccionadas, además de escritoras y periodistas, aparecen también pintoras, como Maruja Mallo y Delhy Tejero, escultoras, como Marga Gil Roësset o científicas, como María Cegarra.

Las  escritoras de las que hablan  han estado durante décadas ausentes de los libros de texto de literatura española. Los profesores de la materia de las últimas décadas del siglo XX, veíamos curso a curso cómo, después de las escritoras románticas (Rosalía de Castro, Coronado y Avellaneda) y la realista Pardo Bazán, los nombres de mujer volvían a desaparecer de los manuales  de literatura de Enseñanza Secundaria. Pero  ahí estaban ellas, aunque silenciadas,  y tímidamente empezaban a  ser mencionadas en actos, exposiciones, conferencias  y en la voz del profesorado más informado y comprometido, que subsanaba esos silencios.

En el libro de las profesoras Margarita Cueto y Nuria Sánchez tienen  un hueco ese grupo de  escritoras esposas, que estaban a la altura de sus maridos, pero que quedaban ocultadas  tras la sombra de estos. Casos como el de Zenobia Camprubí, con Juan Ramón Jiménez, o  escritoras del 27 como Concha Méndez, esposa de Manuel Altologuirre,   María Teresa León, esposa de Rafael Alberti o Ernestina de Champourcín, esposa de José Domenchina. Y  el caso más sangrante  fue el de María de la O Lejárraga, que escribió más de cien obras y las ocultó bajo el nombre de su marido, el escritor Gregorio Martínez Sierra. Es la autora más silenciada, la que califican de “autora invisible”.  También nos produce emoción encontrarnos  entre las “mujeres que cuentan” con Pilar Valderrama, esa Guiomar que fue famosa en la voz (masculina) de Antonio Machado y menos por sus propios méritos literarios, que fueron muchos. También nos impresionan mucho las vidas de  Margarita Ferreras, recluida en un psiquiátrico,  o la de la escultora Marga Gil Roësset, que se quita la vida en plena juventud.  Cuando repasamos las biografías de estas mujeres sentimos una viva emoción y una profunda sensación de injusticia.

Por eso esta obra era, y es,  necesaria. Lo es para llevarla a las aulas, con el fin de darle una vuelta a la enseñanza de la literatura española, y lo es también fuera de ellas. Las autoras nos acercan a estas mujeres  silenciadas en su época y tratan de situarlas en el pedestal que les debió corresponder, cuando en su juventud mostraban su rebeldía y  su espíritu reivindicativo, tanto  en lo intelectual como en    lo social. Y especialmente  en su feminismo. Y nos las acercan de una forma muy plástica y muy emotiva, haciendo brillar  el  espíritu de estas mujeres, que no se rindieron en su lucha por la dignidad. A cada una de las veinte mujeres seleccionadas le dedican un capítulo y todos tienen el mismo formato, sin que  percibamos   diferencia de pluma entre las dos autoras.

Después de presentarnos el nombre de la mujer a la que se dedica cada apartado, incluyen una breve frase de cada una de ellas. Sigue   una explicación muy sucinta (un párrafo) que las sitúa en el tiempo y en el lugar de nacimiento. María Zambrano: “Nací en la ciudad de Vélez-Málaga, el  22 de abril de 1904…”. Alfonsa de la Torre: “Nací en Cuéllar, Segovia, el 4 de abril de 1915…”. Y a continuación mencionan, casi siempre, a modo de pincelada rápida,  un hecho que ocurre en torno a ese año. Un hecho  literario, social, deportivo, científico… “1903, año en que la británica Dorothy Levitt fue la primera mujer que compitió en una carrera de automóviles”, referido a  María Teresa León. Esa ráfaga cronológica sirve para destacar  algún  hito que  se estaba produciendo cuando  esa mujer venía al mundo, protagonizado unas veces por hombres y otras por mujeres. En algún caso, sin embargo, relacionan su nacimiento con un hecho futuro: “Cien años después de nacer Maruja Mallo la escritora Gioconda Belli recibe el Premio Internacional de Poesía Generación del 27”. La mención de este hecho literario parece que fuera un homenaje a aquellas escritoras del 27 que en su día no fueron reconocidas: Concha Méndez, Pilar Valderrama, Rocío Sánchez, Rosa Chacel, Margarita Ferreras, María Teresa León, María Zambrano y otras más del grupo de Las  Sinsombrero que ahora se vuelven a reunir y a estrechar lazos  en este  libro.

A continuación de esa sucinta presentación inicial, aparece un apartado con título triple: Piensa, Recuerda, Atrévete. En Piensa nos dan algún dato esencial para recordar y valorar a la persona de cada “mujer que cuenta”.  En Recuerda nos suelen presentar algún pensamiento de la mujer de la que se trate (a veces en verso), reproducido con palabras la propia autora.  Y en Atrévete invitan a llevar a nuestra vida algunos de los valores que representó esa mujer y su actitud ante la vida. En este último apartado el componente educativo cobra especial interés. Atrévete: “A guiar tu vida asumiendo la ética de tus acciones”, “A ser tú para que siga viva la llama roja de tu corazón”, “A ser de Ciencias y de Letras”… El uso de los imperativos en segunda persona deja claro que apostrofan al lector.

Tras  pedir la implicación del lector  en el apartado anterior, nos presentan un texto más largo (un par de páginas) en que se nos cuentan aspectos significativos de la vida y personalidad de la mujer retratada. Esta parte, lo mismo que la  breve presentación biográfica inicial, suele estar escrita en primera persona, de forma que parezca que es  la propia protagonista,  la que nos presenta aspectos de su vida y de su pensamiento.  También  incluyen textos escritos por la protagonista. El uso de la primera persona en la parte narrada por las autoras y en la que cuenta la protagonista le da uniformidad narrativa y  estilística.   Además,  es un acierto, porque el personaje se presenta con más verdad y con más cercanía y la evocación resulta mucho más emotiva para el lector, especialmente, para el lector adolescente. El que las autoras se metan en la piel  de  estas mujeres y las  hagan hablar  a través de su pluma   es otro de los aciertos del libro.

Una vez presentadas todas estas mujeres “que cuentan”, incluyen dos apartados finales, bajo el título genérico Caminando junto a ellas, que tienen corte claramente didáctico: Educar para la igualdad. Formar para transformar y Educar para pensar. Crear para recordar. En ellos presentan  muchas  y variadas actividades en las que complementan el trabajo   para llevar al aula. En algunas de ellas proponen ir más allá y buscar otros materiales para ampliar lo leído: documentales, manifiestos, datos nuevos  sobre  los personajes y la época, información sobre organizaciones con las que estuvieron vinculadas, exilio, movimientos literarios…  También proponen realizar ejercicios creativos de diversos tipos: escritura literaria, grabaciones, representaciones, debates… Estas propuestas son muy interesantes y tienen un gran valor educativo pues van orientadas a educar en la igualdad, en el respeto, en la tolerancia, en la no violencia… Y también pueden suscitar en el lector adulto la curiosidad por saber más sobre este tema.

Este libro presenta muchos valores, pues, aparte de sacar de la sombra a estas mujeres y valorarlas como se merecen y de ser una obra muy bella desde el punto de vista formal, es claramente una obra didáctica. Las autoras enseñan la materia  Lengua y Literatura, pero además quieren enseñar a madurar a su alumnado, a  pensar: a vivir. Aspiran a  transformar la sociedad a través de la educación, gran reto siempre pendiente de  conseguir. Y lo hacen con un lenguaje cuidado, incluso literario, pero sin perder nunca la claridad estilística. Así,   además de ilustrarnos, consiguen emocionarnos y hacernos seguidores de su causa. Por todo ello,   merecen mi enhorabuena por este trabajo. 

Estamos ante una edición muy clara y visual, por la tipografía,  las ilustraciones y la disposición del contenido, con textos escuetos, que hacen la  lectura fácil para los adolescentes que viven inmersos en la cultura de la imagen. Se nota que las autoras son docentes, por tanto, maestras en saber enseñar  sin cansar.     Y también está de enhorabuena todo el profesorado que pueda llevar este libro al aula  para trabajar con él en las clases de Lengua castellana  y Literatura, para educar en valores y  para transmitir a los adolescentes el entusiasmo de Margarita Cueto  Veiga y Nuria Sánchez Villadangos por reivindicar el papel de la mujer en la historia y en la sociedad actual y por seguir educando. Su obra se suma a otras iniciativas recientes,  como la  excelente exposición sobre Las Sinsombrero, en el Centro Cultural Fernán Gómez, y  la dedicada,  meses atrás, a Clara Campoamor, en la BNE. Ambas en Madrid. 

Todavía sigue siendo necesario  poner luz en la oscuridad en la que la historia de nuestro país  ha escondido a muchas mujeres notables que lucharon por mejorar la vida de todas nosotras. Y quizá algún día las autoras de ¡Mujeres que cuentan! (del siglo XX) puedan completar este trabajo  y sacar a la luz a otras tantas  mujeres de siglos anteriores que también necesitan que alguien les preste la voz, porque su legado sigue vigente  y “hoy es un deber inexcusable reconocerlas como referentes de la Cultura”.


©Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga y profesora de Lengua y Literatura




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