Ilustradora: Marta Ponce
Platero Editorial, 2022
Páginas 114
Margarita Cueto Veiga y Nuria Sánchez
Villadangos tienen en común que son filólogas, la primera, licenciada en
Filología Hispánica; la segunda, doctora
en la misma especialidad. Ambas son
profesoras de Lengua castellana y Literatura de Educación Secundaria. Ambas han recibido
premios por sus respectivos trabajos de investigación. Ambas son creadoras de
un blog de contenido literario latintaentretusdedos.com
y escriben una colaboración semanal en el diario digital Leonoticias,
consistente en una reseña de una obra literaria, acompañada de una entrevista a
su autor o autora (hace un año tuvieron la gentileza de dedicar un espacio a mí libro Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio). Y ambas fueron galardonadas en 2021, con el Premio Nacional,
otorgado por el Ministerio de Defensa, en la categoría de docencia no
universitaria, por su proyecto La lectura de valores y el valor de la
lectura.
Este libro, ¡Mujeres que cuentan!, nace del entusiasmo que las dos sienten
por la literatura, por la docencia y por
su compromiso social como mujeres. Entusiasta y entusiasmo proceden de “en-theos”, persona poseída por un dios.
De ese “dios” del entusiasmo nace el bellísimo libro que tengo entre las manos.
Bello por la temática y por su forma de presentarla y también por las hermosas ilustraciones de
Marta Ponce. Las autoras nos dejan en el
libro su entusiasmo como hicieron en vida todas y cada una de las mujeres que se retratan en él. “Dejo a las mujeres de España
mi entusiasmo por la vida. Nada más. Es
todo lo que tengo”, dice María Teresa León en esta frase que incluyen en la
obra.
Después de leer el prólogo de Nuria
Capdevilla Argüelles, catedrática de la Universidad de Exeter (Reino Unido), y la introducción de las autoras, los lectores
tenemos constancia de que la finalidad de este libro es didáctica y de que
va dirigido esencialmente a alumnos y alumnas de ESO y Bachillerato, aunque no de
forma exclusiva, pues es un libro con cuya lectura puede gozar cualquier tipo de lector.
Las autoras seleccionan veinte "mujeres que cuentan", cuya vida
transcurrió esencialmente en el siglo XX. Se fijan, sobre todo, en las décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado.
Las mujeres de las que hablan en el libro son escritoras, pintoras, científicas,
filósofas… Son mujeres “prolíficas, incansables, pioneras, exiliadas”
y unidas por relaciones de amistad, por
su defensa del feminismo o por vinculaciones de tipo cultural o sociopolítico. Todas ellas fueron
poco o nada reconocidas en la época en que les tocó vivir, especialmente si las comparamos con sus contemporáneos
varones de méritos similares, y que, a diferencia de ellas, gozaron de gran reconocimiento social e
intelectual.
Pocas de las mujeres que aparecen en ¡Mujeres que cuentan! tuvieron el reconocimiento que merecieron en
su juventud y madurez. Quizá la más valorada fuera Concha Espina, que fue tres veces propuesta
para el Nobel. Algunas tuvieron que
esperar décadas para que su valía fuera plenamente reconocida, tal es el caso de la filósofa María Zambrano o de la escritora Carmen Conde, que terminó siendo la primera mujer
académica de la Real Academia Española. Entre las veinte seleccionadas, además de
escritoras y periodistas, aparecen también pintoras, como Maruja Mallo y Delhy Tejero,
escultoras, como Marga Gil Roësset o científicas, como María Cegarra.
Las escritoras de las que hablan han estado durante décadas ausentes de los
libros de texto de literatura española. Los profesores de la materia de
las últimas décadas del siglo XX, veíamos curso a curso cómo, después de las
escritoras románticas (Rosalía de Castro, Coronado y Avellaneda) y la realista
Pardo Bazán, los nombres de mujer volvían a desaparecer de los manuales de literatura de
Enseñanza Secundaria. Pero ahí estaban ellas, aunque silenciadas, y tímidamente empezaban a ser mencionadas en actos, exposiciones,
conferencias y en la voz del profesorado
más informado y comprometido, que subsanaba esos silencios.
En el libro de las profesoras Margarita
Cueto y Nuria Sánchez tienen un hueco
ese grupo de escritoras esposas, que estaban a la altura de sus maridos, pero que
quedaban ocultadas tras la sombra de
estos. Casos como el de Zenobia Camprubí, con Juan Ramón Jiménez, o escritoras del 27 como Concha Méndez, esposa
de Manuel Altologuirre, María Teresa León, esposa de Rafael Alberti o Ernestina
de Champourcín, esposa de José Domenchina. Y el caso más sangrante fue el de María de la O Lejárraga, que escribió más de cien obras y las
ocultó bajo el nombre de su marido, el escritor Gregorio Martínez Sierra. Es la autora más silenciada, la que califican de “autora invisible”. También nos produce
emoción encontrarnos entre las “mujeres
que cuentan” con Pilar Valderrama, esa Guiomar que fue famosa en la voz
(masculina) de Antonio Machado y menos por sus propios méritos literarios, que
fueron muchos. También nos impresionan mucho las vidas de Margarita Ferreras, recluida en un psiquiátrico,
o la de la escultora Marga Gil Roësset, que
se quita la vida en plena juventud. Cuando repasamos las biografías de estas
mujeres sentimos una viva emoción y una profunda sensación de injusticia.
Por eso esta obra era, y es, necesaria. Lo es para llevarla a las aulas, con
el fin de darle una vuelta a la enseñanza de la literatura española, y lo es
también fuera de ellas. Las autoras nos acercan a estas mujeres silenciadas en su época y tratan de situarlas
en el pedestal que les debió corresponder, cuando en su juventud mostraban su
rebeldía y su espíritu reivindicativo, tanto en
lo intelectual como en lo social. Y especialmente en su feminismo. Y nos
las acercan de una forma muy plástica y muy emotiva, haciendo brillar el espíritu de estas mujeres, que no se rindieron en su lucha por
la dignidad. A cada una de las veinte mujeres seleccionadas le dedican un
capítulo y todos tienen el mismo formato, sin que percibamos diferencia de pluma entre las dos autoras.
Después de presentarnos el nombre de
la mujer a la que se dedica cada apartado, incluyen una breve frase de cada una
de ellas. Sigue una explicación muy sucinta (un párrafo) que
las sitúa en el tiempo y en el lugar de nacimiento. María Zambrano: “Nací en la ciudad de
Vélez-Málaga, el 22 de abril de 1904…”. Alfonsa
de la Torre: “Nací en Cuéllar, Segovia, el 4 de abril de 1915…”. Y a
continuación mencionan, casi siempre, a modo de pincelada rápida, un hecho que ocurre en torno a ese año. Un
hecho literario, social, deportivo,
científico… “1903, año en que la británica Dorothy Levitt fue la primera mujer
que compitió en una carrera de automóviles”, referido a María Teresa León. Esa ráfaga
cronológica sirve para destacar algún hito que se estaba produciendo cuando esa mujer venía al mundo, protagonizado unas
veces por hombres y otras por mujeres. En algún caso, sin embargo, relacionan su nacimiento con un hecho futuro: “Cien
años después de nacer Maruja Mallo la escritora Gioconda Belli recibe el Premio
Internacional de Poesía Generación del 27”. La mención de este hecho literario
parece que fuera un homenaje a aquellas escritoras del 27 que en su día no
fueron reconocidas: Concha Méndez, Pilar Valderrama, Rocío Sánchez, Rosa
Chacel, Margarita Ferreras, María Teresa León, María Zambrano y otras más del grupo
de Las Sinsombrero que ahora se vuelven a reunir
y a estrechar lazos en este libro.
A continuación de esa sucinta
presentación inicial, aparece un apartado con título triple: Piensa, Recuerda, Atrévete. En Piensa nos dan algún dato esencial para recordar
y valorar a la persona de cada “mujer que cuenta”. En Recuerda
nos suelen presentar algún pensamiento de la mujer de la que se trate (a
veces en verso), reproducido con palabras la propia autora. Y en Atrévete invitan a llevar a nuestra vida
algunos de los valores que representó esa mujer y su actitud ante la vida. En
este último apartado el componente educativo cobra especial interés. Atrévete: “A guiar tu vida asumiendo la
ética de tus acciones”, “A ser tú para que siga viva la llama roja de tu
corazón”, “A ser de Ciencias y de Letras”… El uso de los imperativos en segunda
persona deja claro que apostrofan al lector.
Tras pedir la implicación del
lector en el apartado anterior, nos
presentan un texto más largo (un par de páginas) en que se nos cuentan aspectos
significativos de la vida y personalidad de la mujer retratada. Esta parte, lo
mismo que la breve presentación biográfica inicial, suele estar
escrita en primera persona, de forma que parezca que es la propia protagonista, la que nos presenta aspectos de su vida y de
su pensamiento. También incluyen textos
escritos por la protagonista. El uso de la primera persona en la parte narrada
por las autoras y en la que cuenta la protagonista le da uniformidad narrativa
y estilística. Además, es un
acierto, porque el personaje se presenta con más verdad y con más cercanía y la evocación resulta mucho
más emotiva para el lector, especialmente, para el lector adolescente. El que las
autoras se metan en la piel de estas mujeres y las hagan hablar
a través de su pluma es otro de los aciertos del libro.
Una vez presentadas todas estas
mujeres “que cuentan”, incluyen dos apartados finales, bajo el título genérico Caminando junto a ellas, que tienen
corte claramente didáctico: Educar para
la igualdad. Formar para transformar y Educar
para pensar. Crear para recordar. En ellos presentan muchas
y variadas actividades en las que complementan el trabajo para llevar al aula. En algunas de ellas
proponen ir más allá y buscar otros materiales para ampliar lo leído:
documentales, manifiestos, datos
nuevos sobre los personajes y la época, información sobre organizaciones con las que estuvieron vinculadas, exilio, movimientos literarios… También proponen realizar ejercicios creativos
de diversos tipos: escritura literaria, grabaciones, representaciones, debates…
Estas propuestas son muy interesantes y tienen un gran valor educativo pues van
orientadas a educar en la igualdad, en el respeto, en la tolerancia, en la no
violencia… Y también pueden suscitar en el lector adulto la curiosidad por saber más sobre este tema.
Este libro presenta muchos valores, pues, aparte de sacar de la sombra a estas mujeres y valorarlas como se merecen y de ser una obra muy bella desde el punto de vista formal, es claramente una obra didáctica. Las autoras enseñan la materia Lengua y Literatura, pero además quieren enseñar a madurar a su alumnado, a pensar: a vivir. Aspiran a transformar la sociedad a través de la educación, gran reto siempre pendiente de conseguir. Y lo hacen con un lenguaje cuidado, incluso literario, pero sin perder nunca la claridad estilística. Así, además de ilustrarnos, consiguen emocionarnos y hacernos seguidores de su causa. Por todo ello, merecen mi enhorabuena por este trabajo.
Estamos ante una edición muy clara y visual, por la tipografía, las ilustraciones y la disposición del contenido, con textos escuetos, que hacen la lectura fácil para los adolescentes que viven inmersos en la cultura de la imagen. Se nota que las autoras son docentes, por tanto, maestras en saber enseñar sin cansar. Y también está de enhorabuena todo el profesorado que pueda llevar este libro al aula para trabajar con él en las clases de Lengua castellana y Literatura, para educar en valores y para transmitir a los adolescentes el entusiasmo de Margarita Cueto Veiga y Nuria Sánchez Villadangos por reivindicar el papel de la mujer en la historia y en la sociedad actual y por seguir educando. Su obra se suma a otras iniciativas recientes, como la excelente exposición sobre Las Sinsombrero, en el Centro Cultural Fernán Gómez, y la dedicada, meses atrás, a Clara Campoamor, en la BNE. Ambas en Madrid.
Todavía sigue siendo necesario poner luz en la oscuridad en la que la historia de nuestro país ha escondido a muchas mujeres notables que lucharon por mejorar la vida de
todas nosotras. Y quizá algún día las autoras de ¡Mujeres
que cuentan! (del siglo XX) puedan completar este trabajo y sacar a la luz a otras tantas mujeres de siglos anteriores que también necesitan
que alguien les preste la voz, porque su legado sigue vigente y “hoy es un deber inexcusable reconocerlas
como referentes de la Cultura”.
©Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga y profesora de Lengua y Literatura
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