Editorial Visión libro, 2020
Páginas 143
Escribo… Porque me lleno de brisas
y también de tormentas…
Cien poemas forman el poemario Las caras de la sal de Margarita Campos
Sánchez. Un hermoso título, cuya simbología se va “develando”, como dice
Juanmaría G. Campal en el prólogo, a lo largo de su lectura. Ante el mar, que contempla la marcha
definitiva de su amante, la poeta envía
un beso bañado de sal… Con la mar se
funde la sal de mis lágrimas, dice en
otro poema. Y lágrimas del cuerpo o del alma se derraman en la mayoría de los
textos.
Margarita Campos Sánchez es una
escritora madrileña que participa de forma habitual en tertulias y encuentros
poéticos. Ha colaborado y publicado en antologías poéticas y este es su segundo
poemario en solitario, tras Sendero de sentimientos.
El poemario Las caras de la sal arranca con un poema en que la poeta se
presenta como un ser raro, una persona que quiere romper con lo establecido,
con las convenciones sociales, morales, literarias… Soy la loca / que arrasa por las
calles…/ cada predeterminado comportamiento / destruyendo saberes / y conciertos.
En el poema 6 abunda en la misma actitud y se burla irónicamente de que alguien
pueda considerarla amoral: Dicen que soy
amoral. / Posiblemente lo sea. Esa
aparente no cordura la lleva a sentirse un
paño de limpiar sombras. Ya sabemos, pues, cómo se siente Margarita Campos
desde el inicio del poemario.
El tema nuclear de este poemario es
el amor, o mejor, los sentimientos de añoranza y dolor que siente la poeta por el abandono de la persona amada. La autora
nos presenta en la mayoría de los poemas el sentimiento de pérdida. Y ese sentimiento de pérdida va ligado a la noche.
Es el ámbito de la noche lo que aviva el recuerdo y desencadena el dolor: Cae la noche / apagando las luces que llevamos
dentro (poema 20). El amor ha sido algo pasajero en la vida de la poeta, un pequeño instante / que dulcificó el
semblante y lo llenó de luz, pero ella se empeña en seguir soñando, persiguiendo ese amor: Pero soñar no es gratis /
deja un sabor agridulce. Por ello, sus sueños están poblados de soledad.
El amanecer es, en algunos textos, un
halo de esperanza para disipar el dolor que genera la ausencia de la persona amada, un amanecer
que nos llenará de luz. En esa “presencia ausente” de la persona
amada en algunos momentos parece que se levanta el ánimo de la poeta: Y seguiré con la costumbre de tenerte / por
muy lejos que te encuentres (51). Incluso cree que es capaz de dejar de
llorar y de olvidar: Olvidaré para poder
renacer, para contradecirse en el verso siguiente: aunque no podré olvidar / cada momento que a tu lado pasé. Así pues, esa subida de ánimo
suele acabar en espejismo, pues no siempre el amanecer mitiga el dolor: Hoy amanezco / huérfana de brazos que me
acunen… Hoy, solo amanezco (15). El
recuerdo de las noches de entrega entre los amantes siguen causando dolor. La
autora no solo se lamenta de la ausencia de un amado concreto, sino que se siente
desgraciada por no haber encontrado un amor sincero a lo largo de su vida: Siempre
quise / simplemente querer. Pero no me quisieron…
Para buscar consuelo evoca la presencia del amado ausente de forma mental y de forma física. Hubo un tiempo / que me alimenté de amor /… Hoy me alimentan los recuerdos. Los sentimientos expresados son contradictorios, parecen moverse en vaivén. Por una parte, desea librarse del recuerdo de la persona amada, pero al mismo tiempo busca traer al presente, una y otra vez, las sensaciones que vivió con ella. Esa evocación está llena de sensualidad y de erotismo, pues revive una relación amorosa pasional que despierta los sentidos: sentimientos cargados de pasiones.
Aparecen sensaciones relacionadas con el oído,
con el tacto, con la vista, con el olfato… Cobra una presencia especial el recuerdo
de la voz del amado: El solo sonido de tu
voz / reverberando a través del viento, / me trae aromas de amores, / flores y
besos. Son los versos que forman el
poema 48. En este poema tiene una gran presencia la sinestesia, ya que mezcla
sensaciones que captamos a través de distintos sentidos y también sentimientos
con sensaciones. La sinestesia es uno de los recursos literarios más presentes
en el poemario. En el 68 también aparece el deseo de oír de nuevo la voz del
amado: los silencios / se hacen tan
grandes /…esperando tu voz. La necesidad de querer, de buscar amor y compañía la lleva a estar
constantemente buscando esa red / ese abrazo / esa voz. También el sentido
del tacto: unas sábanas le recuerdan a
la persona amada.
La pasión queda reflejada en la
imagen del fuego, imagen recurrente del amor apasionado en la literatura universal: Besos que encendían mi cuerpo hasta / convertirlo
en cenizas. O también beso con sabor
a deseos. O ardientes manos. O
labios ardientes. Son imágenes muy plásticas pues la evocación se hace en
presente: Sé que me quieres / cuando
tomas mi mano… O quiero que sujetes mi cuerpo / llevándome al
éxtasis deseado y soñado (89).
Ante la lejanía de la persona amada
la poeta, además de dolor y soledad, siente desconcierto: me encuentro perdida / perdida fuera de tu mirada. Trata de
consolarse con seguir aguardando: Cierro
la ventana / y aguardo (19). Pero el ánimo vuelve a caer, porque está
convencida de que la oscuridad me
persigue / desde el principio de mis días (65). Y es que los sentimientos
que expresa Margarita Campos en este poemario nos dan la sensación de que van montados en una montaña rusa, en una permanente
contradicción. Pasado de presencia,
presente de ausencia. Pasado de sonidos, presente de silencios. Noches de amor,
noches de dolor. Momentos de esperanza, momentos de desolación… La mujer amante
no se resigna a olvidar el amor: quiero
seguir tatuada / en un rincón de tu cerebro. En otro poema dice: No, no aprendí a no tenerte. Y en el
poema 38 asegura: Encerrada en el capullo
/ que aun siendo de seda / es una dura coraza que encierra / un corazón
enamorado. En varios momentos
expresa su gran error sentimental: No
aprendí a desamarte.
Hay algunos poemas (30, 31 ,33, 43…) que
parecen hablar del goce de la libertad o
de la falta de ella. La libertad
entendida como atrevimiento para romper con las ataduras, con los grilletes, para recuperar la
libertad que es presa. Aparecen los
pies y las alas como símbolos que parecen querer alejarla de esa realidad
dolorosa: Alas que vuelan / cual gaviotas.
Pies libres. Pero la libertad ya no se estila. / La libertad
calla.
Los sentimientos presentes en estos poemas son
sentimientos encontrados, pero vivencias que sentimos como verdad. Los seres
humanos sufrimos por el desamor, por la soledad, y vivimos, con frecuencia,
sentimientos contradictorios. Es esencia del ser humano. Nos empeñamos en
seguir amando a quien nos ha causado daño y aún nos sigue dañando a través del recuerdo.
Pero esa contradicción hace más creíbles los sentimientos. Y aquí nos hace más
cercano y real el yo lírico de la poeta, porque este poemario gira en torno a
ese yo. Sentimos que la poeta se desnuda, verso a verso, por eso sus sentimientos los hacemos nuestros.
Los cinco últimos poemas tienen un
corte muy diferente, el de una mujer que encuentra el verdadero amor, un amor
generoso y sin condiciones: el amor de madre.
La madre que se enamora, con un
amor sin medida y se siente gozosa al ver la carita de su hija recién
nacida. Si los anteriores son poemas de noche, estos son poemas de luz. Esta
imagen u otras similares se repiten en ellos. Me enamoré de ti, / y de la curiosidad de tu mirada. Poemas
dedicados a sus tres hijas Elena, Sandra e Irene y a otros seres queridos: Con colores dorados y azules / eclipsó la
luz del día, dice de su tercera hija. Y remata con un poema lleno de tequieros.
Desde el punto de vista formal, los
poemas están escritos en versos libres. La autora proclama el amor al verso
libre y hace una declaración poética: Libre
de todo impedimento / quiero escribir mis versos y asegura que están
escritos sin métrica ni rimas, pero, en varios poemas, nos sorprende con
llamativas asonancias. También aparecen concatenaciones (26) y paralelismos como otros elementos de ritmo.
Ya he comentado más arriba la importancia de la sinestesia para hablar de la pasión, pero se repite también en otros poemas: suave calor, rocío perlado, sentimiento sepia, piel de seda, versos dulces, suspiros de anhelos… Por supuesto, aparecen también símbolos: las alas, la noche, el alba… Y sugerentes metáforas: me balanceo en tus pupilas, tormenta de pasiones…
Los poemas carecen de título. Ese es un
aspecto que les da unidad y continuidad temática y contribuye a que el lector
sienta que las emociones que le llegan se presenten como matices de un único
sentimiento, la montaña rusa del desamor y la soledad que siente la
protagonista femenina de esos versos. Es como un círculo amargo del que no
puede salir y que la lleva a una
reflexión existencialista sobre el
sentido de la vida: Los seres humanos llevamos sobre los hombros / una carga / que no nos deja
levantar / el alma hacia el firmamento, dice en el poema 8. Más adelante
repite: Solo la inexistencia / me sería
agradable. Incluso en un poema se siente como una mercadería que se vende
por piezas (85). Grito, / pero me
estrello contra el muro de silencio (94). Y
al final de su trayectoria se siente aprisionada por la verdad y con una
carga de alas rotas, dispuesta a
asumir el vacío, el pasado, el silencio… Pero, sobre todo, desearía volver
atrás para no tener que soportar esa pérdida.
Este poemario va creciendo en
intensidad emotiva y en calidad literaria a medida que avanzamos por sus versos
y nos dejamos seducir por ellos. La autora dice en el poema 32 que escribe
porque tiene palabras / con las que
emocionar a quien me lea. Escribo…
Por poner palabras de abono en la tierra /
donde flores silvestres / se enamoren de ellas.
Y, aunque en otro poema decía: Hoy vuelan poemas / sin que nadie los
recoja, / sin que nadie los sienta / en su corazón y mente…, los poemas de
Margarita Campos Sánchez sí han encontrado lectores que los recojan y los sientan. Al fin, han conseguido abonar
la tierra y enamorar a las “flores silvestres”.
©Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga y profesora de Lengua y Literatura.
¡Qué reseña tan profunda sobre Las caras de la sal! Me encantó cómo describes la intensidad emocional de los poemas y la conexión con el mar y la ausencia. ¿Crees que la autora encontró en este poemario una forma de sanar las heridas del desamor? Me encantaría leer también algo relacionado con poemas que conquistan el corazón, como los que mencionas en tu análisis. Versos que inspiran a enamorar podrían complementar esta lectura tan introspectiva. ¡Gracias por compartir!
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