sábado, 11 de febrero de 2023

"Las caras de la sal", de Margarita Campos Sánchez

 

Editorial Visión libro, 2020

Páginas 143




Escribo…  Porque me lleno de brisas y también de tormentas…

Cien poemas forman el poemario Las caras de la sal de Margarita Campos Sánchez. Un hermoso título, cuya simbología se va “develando”, como dice Juanmaría G. Campal en el prólogo, a lo largo de su lectura.  Ante el mar, que contempla la marcha definitiva  de su amante, la poeta envía un beso bañado de sal… Con la mar se funde la sal de mis lágrimas, dice en otro poema. Y lágrimas del cuerpo o del alma se derraman en la mayoría de los textos.

Margarita Campos Sánchez es una escritora madrileña que participa de forma habitual en tertulias y encuentros poéticos. Ha colaborado y publicado en antologías poéticas y este es su segundo poemario en solitario, tras Sendero de sentimientos.

El poemario Las caras de la sal arranca con un poema en que la poeta se presenta como un ser raro, una persona que quiere romper con lo establecido, con las convenciones sociales, morales, literarias… Soy la loca /  que arrasa por las calles…/ cada predeterminado comportamiento / destruyendo saberes / y conciertos. En el poema 6 abunda en la misma actitud y se burla irónicamente de que alguien pueda considerarla amoral: Dicen que soy amoral. / Posiblemente lo sea.  Esa aparente no cordura la lleva a sentirse un paño de limpiar sombras. Ya sabemos, pues, cómo se siente Margarita Campos desde el inicio del poemario.

El tema nuclear de este poemario es el amor, o mejor, los sentimientos de añoranza y dolor que siente la poeta  por el abandono de la persona amada. La autora nos presenta en la mayoría de los poemas el sentimiento de pérdida. Y  ese sentimiento de pérdida va ligado a la noche. Es el ámbito de la noche lo que aviva el recuerdo y desencadena el dolor: Cae la noche / apagando las luces que llevamos dentro (poema 20). El amor ha sido algo pasajero en la vida de la poeta, un pequeño instante / que dulcificó el semblante y lo llenó de luz, pero ella se empeña en seguir  soñando,  persiguiendo ese amor: Pero soñar no es gratis / deja un sabor agridulce. Por ello, sus sueños están poblados de soledad.

El amanecer es, en algunos textos, un halo de esperanza para disipar el dolor que genera  la ausencia de la persona amada, un amanecer que nos llenará de luz.  En esa “presencia ausente” de la persona amada en algunos momentos parece que se levanta el ánimo de la poeta: Y seguiré con la costumbre de tenerte / por muy lejos que te encuentres (51). Incluso cree que es capaz de dejar de llorar y de olvidar: Olvidaré para poder renacer, para contradecirse en el verso siguiente: aunque no podré olvidar / cada momento que a tu lado pasé. Así pues, esa subida de ánimo suele acabar en espejismo, pues no siempre el amanecer mitiga el dolor: Hoy amanezco / huérfana de brazos que me acunen… Hoy, solo amanezco (15). El recuerdo de las noches de entrega entre los amantes siguen causando dolor. La autora  no  solo se lamenta de la ausencia de un  amado concreto, sino que se siente desgraciada por  no haber encontrado un  amor sincero a lo largo de  su vida: Siempre quise / simplemente querer. Pero no me quisieron…

Para buscar consuelo evoca la presencia  del amado ausente de forma mental  y de forma física. Hubo un tiempo / que me alimenté de amor /… Hoy me alimentan los recuerdos. Los sentimientos expresados son contradictorios, parecen moverse en vaivén. Por una parte, desea librarse del recuerdo de la persona amada, pero al mismo tiempo busca traer al presente, una y otra vez, las sensaciones que vivió con ella. Esa evocación está llena de sensualidad y de erotismo, pues  revive una relación amorosa  pasional que despierta los sentidos: sentimientos cargados de pasiones.

Aparecen sensaciones relacionadas con el oído, con el tacto, con la vista, con el olfato… Cobra una presencia especial el recuerdo de la voz del amado: El solo sonido de tu voz / reverberando a través del viento, / me trae aromas de amores, / flores y besos.  Son los versos que forman el poema 48. En este poema tiene una gran presencia la sinestesia, ya que mezcla sensaciones que captamos a través de distintos sentidos y también sentimientos con sensaciones. La sinestesia es uno de los recursos literarios más presentes en el poemario. En el 68 también aparece el deseo de oír de nuevo la voz del amado: los silencios / se hacen tan grandes /…esperando tu voz. La necesidad de querer, de  buscar amor y compañía la lleva a estar constantemente buscando esa red / ese abrazo / esa voz. También el sentido del tacto: unas sábanas le  recuerdan a la persona amada.

La pasión queda reflejada en la imagen del fuego, imagen recurrente del amor apasionado  en la literatura universal: Besos que encendían mi cuerpo hasta / convertirlo en cenizas. O también beso con sabor a deseos. O ardientes manos.  O labios ardientes. Son imágenes muy plásticas pues la evocación se hace en presente: Sé que me quieres / cuando tomas mi mano… O  quiero que sujetes mi cuerpo / llevándome al éxtasis deseado y soñado (89).

Ante la lejanía de la persona amada la poeta, además de dolor y soledad, siente desconcierto: me encuentro perdida / perdida fuera de tu mirada. Trata de consolarse con seguir aguardando: Cierro la ventana / y aguardo (19). Pero el ánimo vuelve a caer, porque está convencida de que la oscuridad me persigue / desde el principio de mis días (65). Y es que los sentimientos que expresa Margarita Campos en este poemario nos dan la sensación de que van  montados  en una montaña rusa, en una permanente contradicción. Pasado de presencia, presente de ausencia. Pasado de sonidos, presente de silencios. Noches de amor, noches de dolor. Momentos de esperanza, momentos de desolación… La mujer amante no se resigna a olvidar el amor: quiero seguir tatuada / en un rincón de tu cerebro. En otro poema dice: No, no aprendí a no tenerte. Y en el poema 38 asegura: Encerrada en el capullo / que aun siendo de seda / es una dura coraza que encierra / un corazón enamorado.  En varios momentos expresa su gran error sentimental: No aprendí a desamarte.

Hay algunos poemas (30, 31 ,33, 43…) que parecen hablar del goce de  la libertad o de la  falta de ella. La libertad entendida como atrevimiento para romper con las ataduras, con los grilletes, para recuperar la libertad que es presa. Aparecen los pies y las alas como símbolos que parecen querer alejarla de esa realidad dolorosa: Alas que vuelan / cual gaviotas. Pies libres. Pero la libertad ya no se estila. / La libertad calla.

Los  sentimientos presentes en estos poemas son sentimientos encontrados, pero vivencias que sentimos como verdad. Los seres humanos sufrimos por el desamor, por la soledad, y vivimos, con frecuencia, sentimientos contradictorios. Es esencia del ser humano. Nos empeñamos en seguir amando a quien nos ha causado daño y aún nos sigue dañando a través del recuerdo. Pero esa contradicción hace más creíbles los sentimientos. Y aquí nos hace más cercano y real el yo lírico de la poeta, porque este poemario gira en torno a ese yo. Sentimos que la poeta se desnuda, verso a verso,  por eso sus sentimientos los hacemos nuestros.

Los cinco últimos poemas tienen un corte muy diferente, el de una mujer que encuentra el verdadero amor, un amor generoso y sin condiciones: el amor de madre.  La madre que se enamora, con un  amor sin medida y se siente gozosa al ver la carita de su hija recién nacida. Si los anteriores son poemas de noche, estos son poemas de luz. Esta imagen u otras similares se repiten en ellos. Me enamoré de ti, / y de la curiosidad de tu mirada. Poemas dedicados a sus tres hijas Elena, Sandra e Irene y a otros seres queridos: Con colores dorados y azules / eclipsó la luz del día, dice de su tercera hija. Y remata con un poema lleno de tequieros.

Desde el punto de vista formal, los poemas están escritos en versos libres. La autora proclama el amor al verso libre y hace una declaración poética: Libre de todo impedimento / quiero escribir mis versos y asegura que están escritos sin métrica ni rimas,  pero, en varios poemas, nos sorprende con llamativas asonancias. También aparecen concatenaciones (26) y paralelismos  como  otros elementos de ritmo.

 Ya he comentado más arriba la importancia de la sinestesia para hablar de la pasión, pero se repite también  en otros poemas: suave calor, rocío perlado, sentimiento sepia, piel de seda, versos dulces, suspiros de anhelos… Por supuesto, aparecen también  símbolos: las alas, la noche, el alba  Y sugerentes metáforas: me balanceo en tus pupilas, tormenta de pasiones… 

Los poemas carecen de título. Ese es un aspecto que les da unidad y continuidad temática y contribuye a que el lector sienta que las emociones que le llegan se presenten como matices de un único sentimiento, la montaña rusa del desamor y la soledad que siente la protagonista femenina de esos versos. Es como un círculo amargo del que no puede salir  y que la lleva a una reflexión existencialista  sobre el sentido  de la vida: Los seres humanos llevamos sobre los hombros / una carga / que no nos deja levantar / el alma hacia el firmamento, dice en el poema 8. Más adelante repite: Solo la inexistencia / me sería agradable. Incluso en un poema se siente como una mercadería que se vende por piezas (85). Grito, / pero me estrello contra el muro de silencio (94). Y  al final de su trayectoria se siente aprisionada por la verdad y con una carga de alas rotas, dispuesta a asumir el vacío, el pasado, el silencio… Pero, sobre todo, desearía volver atrás para no tener que soportar esa pérdida.

Este poemario va creciendo en intensidad emotiva y en calidad literaria a medida que avanzamos por sus versos y nos dejamos seducir por ellos. La autora dice en el poema 32 que escribe porque tiene palabras / con las que emocionar a quien me lea. Escribo… Por poner palabras de abono en la tierra / donde flores silvestres / se enamoren de ellas.

Y, aunque en otro poema decía: Hoy vuelan poemas / sin que nadie los recoja, / sin que nadie los sienta / en su corazón y mente…, los poemas de Margarita Campos Sánchez sí han encontrado lectores que los recojan y  los sientan. Al fin, han conseguido abonar la  tierra y enamorar  a las “flores silvestres”.

©Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga y profesora de Lengua y Literatura.

 




Otras reseñas de poemarios en este blog:

"Cauces", Antonia Álvarez Álvarez

"Te lo dedico a ti", de Raúl Portugués Matilla

"Entre el jueves y la noche", de Manuel Remos López

"Tréboles refulgentes", de Ana Ortega Romanillos

"El arca de los días", de Antonia Álvarez Álvarez

"Un árbol que tiembla",  de Isabel Marina




 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia Creative Commons
La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.