A todos los que han compartido conmigo la casa y el sueño de la educación. A todos los docentes de hoy y mañana...
De la sana educación de la juventud depende la felicidad de las naciones. Don Bosco |
Nuestra historia comienza un día ya muy lejano, cuando una
mochila tímida, ligera y soñadora traspasó la puerta de la casa de la
educación. Iba cargada de entusiasmo, pero pesaban más en ella la inexperiencia,
el miedo y la incertidumbre. Entró despacito y, de forma expectante y silenciosa, se buscó un hueco entre los varios cientos de mochilas con las que iba a
compartir su destino.
Las había pequeñas, cargadas de libros y cuadernos, decoradas con los
colores de las travesuras, del juego, de la alegría y de la ilusión por aprender. Había otras un poco
menos lustrosas y más pesadas, llenas de experiencia, de sensatez, de conocimientos...
La nueva
mochila dudó dónde situarse. Muy pronto, las mochilas más grandes y abultadas la
invitaron a ponerse a su lado. En su compañía, entró en un aula. Todas las mochilas pequeñas se mostraban ansiosas. Querían saber qué contenía aquella nueva compañera que estaba
situada en lugar destacado.
Con respeto y curiosidad empezaron a acercarse a ella, y comprobaron que, bajo la apariencia de seriedad, de su interior emanaban utopías. Sueños alados que pedían ser compartidos. Y poco a poco decidieron participar en ese juego de compartir sueños. Pero el juego de los sueños también requería compromiso, esfuerzo y alguna decepción.
Con respeto y curiosidad empezaron a acercarse a ella, y comprobaron que, bajo la apariencia de seriedad, de su interior emanaban utopías. Sueños alados que pedían ser compartidos. Y poco a poco decidieron participar en ese juego de compartir sueños. Pero el juego de los sueños también requería compromiso, esfuerzo y alguna decepción.
Pronto esa
mochila austera y soñadora empezó a sentir cómo aquellas otras más pequeñas
tímidamente se iban colgando de sus cinchas y le iban añadiendo el
peso de la responsabilidad. También le pesaban los libros, los cuadernos, los exámenes, el estuche... En algunos momentos la carga llegaba a ser tan pesada que temía
que el desengaño y el cansancio se
apoderaran de ella y, meditabunda y solitaria, se quedaba acurrucada en un
rincón. Su soledad no duraba mucho, porque pronto algunas de sus viejas
compañeras o de aquellas recién estrenadas se le acercaban y le prestaban sus hombros o sus manos para
aligerarla. Entonces, sintiendo el calor de ese apoyo, recuperaba sus ánimos y volvía a cargarse,
pero ahora con el peso liviano de la alegría y la ilusión. Así, pletórica,
seguía acudiendo día tras día a la casa de la educación.
Sin sonrisa no es posible demostrar amistad. D. B. |
Fueron
pasando los años. Al inicio de cada otoño, siempre se repetía el mismo ritual. Mochilas nuevas y juguetonas inundaban de colorido la casa de
los sueños. Allí las esperaba nuestra vieja mochila que se volvía añosa y
descolorida. Su aspecto deteriorado la llevó a quedar relegada y olvidada en un rincón. Como la cremallera
estaba rota y pesaba poco, parecía que estaba vacía y abandonada, pero alguien, antes
de desecharla, tuvo interés por ver qué contenía. Habían desaparecido los libros, los
papeles, las tizas…, pero no todo su contenido.
Al sacudirla,
apareció la tela que recubría el
interior que, sorprendentemente, mantenía intacto su colorido. Sobre ese forro, letras de formas y
colores diferentes conformaban varias palabras. Dos destacaban sobre las demás: alegría
y amor. Alegría que invitaba a seguir
persiguiendo sueños, amor que enseñaba a
compartirlos.
Pero si se observaba con más detenimiento se veía otra palabra
repetida muchas veces, de manera que parecía un auténtico dibujo sobre la tela: gratitud, gratitud, gratitud...
Sin cariño, resulta estéril toda educación. D. B. |
En realidad,
nadie se había dado cuenta de que la vieja
mochila era reversible. Y no, no estaba
muerta.
Le quedaba una segunda vida. Se le dio la vuelta y volvió a ser colocada entre aquellas que llegaban cada curso recién estrenadas y aquellas otras que se iban reciclando año tras año.
Le quedaba una segunda vida. Se le dio la vuelta y volvió a ser colocada entre aquellas que llegaban cada curso recién estrenadas y aquellas otras que se iban reciclando año tras año.
Manos anónimas
fueron volviendo a introducir en ella todo lo que algún día había albergado en su interior y le había
dado vida: vocación, responsabilidad, humildad, respeto, equilibrio, paciencia, cercanía, compromiso... Una pizca de sabiduría… Y grandes dosis de ilusión.
Pronto volvió a rebosar vida y a
teñirse de color. Seguía estando en un
lugar ilusionante y luminoso: la casa de
la educación.
Tristeza y melancolía fuera de la casa mía. D. B. Patio, polideportivo y pabellón de Primaria. Colegio Salesiano Santo Domingo Savio. Madrid |
La buena educación es el germen de muchas virtudes. D. B. Aula de Bachillerato |
El árbol de los sueños... (colaboré a plantarlo) "Tenemos recuerdos mi árbol y yo". A . Cortez Hasta siempre... |
¡Qué bonito, Margarita! 41 años de docencia en la historia de una mochila.
ResponderEliminarTe voy a echar mucho de menos. Y a tus palabras que siempre estaban en los momentos importantes, las despedidas de compañeros o de tantas promociones de alumnos, los recitales de poesía... Y a tu sabiduría. Y a tus cuentos.
Espero que esa mochila siga llena de sueños. Hasta siempre.
Ana Dueñas
Gracias, Ana. Tus palabras, por venir de ti, son especialmente valoradas. Eres una gran profesora, una excelente persona y una buena amiga. Intentaré que algo de mí os sobrevuele cerca y, si no se ve por fuera, siempre estaréis en mi corazón. Los sueños no pesan, pero alimentan el alma. ¡A soñar!
EliminarCanteros del Viejo Reino
ResponderEliminartallaron en mil palabras
la noble roca de Omaña
y la erigieron al viento,
verba volant. Mas al tiempo
se encarnó en Savio lugar
y sembró de libertad
mil conciencias incipientes.
Gracias por tus sueños siempre,
larecolusademar.
Tus palabras agradezco,
Eliminarme producen emoción,
pues tus versos han volado
entre Madrid y León.
De noble tierra de Omaña
un día a Madrid llegué
y de alumnos y palabras
muchos años disfruté.
Se ha cerrado ya una puerta
eso me dice la edad,
sigue abierta todavía
larecolusademar.
Muchas gracias por este comentario tan hermoso y poético, que rastrea mi vida. Podía ser muy bien una parte de mi biografía, pues fui hija de cantero omanés, soy amante de las palabras, que son los más valioso que poseo. he tratado de enseñar a mis alumnos y a mis hijos a ser críticos y sigo soñando...
Siento no conocer tu identidad, Foteo, para darte las gracias de forma más personal. Un saludo soñador.
Un abrazo, Margarita. Fernando Oteo, prom. 1982
EliminarMargarita Muchas felicidades encontrarás en esa rica mochila cargada de un bagaje tan vivido de ilusiones, trabajo, esfuerzos y tantas cosas bonitas como como alumnos han pasado por sus aulas. Felicidades en los recuerdos. Felicidad en el descanso muy merecido. Muchos Besos
ResponderEliminarMuchas gracias, Julio, por tus buenos deseos. Que sigamos compartiendo ilusiones largos años.
EliminarQuerida Margarita,
ResponderEliminarMi asignatura favorita siempre fue la literatura, y la razón evidente es que tuve dos maestras que plantaron y me enseñaron a regar la semilla de esta materia con todo corazón: Carmenchu, mi profesora de literatura y tutora en EGB y tú.
Ni te imaginas las veces que te he nombrado, las veces que he contado a mis compañeros y amigos las suerte que tuve de tener una profesora como tú, que me inspiró tanto amor y pasión por las letras y las palabras. Gracias por poner en mi mochila algo que me ha regalado tantas satisfacciones en mi vida.
Tengo tantos recuerdos nítidos de tus clases y enseñanzas casi 20 años después de que sucedieran... Te recuerdo vívidamente frente a la clase, con tu bata blanca y tu pelo corto... tu voz la tengo grabada, casi 20 años después.... Recuerdo perfectamente el día en que me enseñaste a hacer una plica, y recuerdo recordarte la primera vez que hice una al presentarme a un concurso de poesía, no hubo más, pero ese momento fue clave más por el trasfondo que por el papel.... "Margarita confía en que me puedo presentar a concursos" pensé, y esa confianza me animó y motivó a seguir escribiendo, hasta hoy.... Recuerdo la luz anaranjada cayendo sobre tu pelo, en el salón de actos, preparando aquel recital de poesía, y una vez más tus actos y palabras como un jarro de agua clara regando la confianza y el amor por las letras, por la poesía y por mi misma...
Gracias, gracias, muchas gracias, por el amor, por la ilusión, por los sueños, por la confianza.
Ahora sin duda es momento de júbilo, porque sin duda, miles de semillas han germinado, florecido, y echado raíces gracias a ti en todos tus años de enseñanza. Un abrazo enorme y mi agradecimiento eterno,
Amanda.
Amanda, tu texto me ha dejado sin palabras. Me maravilla que tengas tantos recuerdos. Aunque yo también recuerdo muy bien tu voz dulce en aquel poema de Bécquer: "Es el amor que pasa". Después de aquel recital hubo muchos más. Incluso aquel lo repetimos diez años después, con mayor montaje de música, imágenes y luz... Y también les encantó. En esa segunda ocasión, incluimos también poemas escritos por los alumnos. Muchas generaciones de adolescentes han aprendido a amar la poesía y a aumentar la autoestima, como te ocurrió a ti. Hasta 70 personas han participado en algunos recitales. ¿No tendrás por casualidad alguna foto de ese recital?
EliminarCon tu permiso, usaré esta preciosa carta para hacer un recordatorio de esos recitales.
Muchas gracias. Tú también estás, y de manera notable, en esa mochila de los sueños... Que los sueños te sigan alimentando el alma por los caminos del arte. Los míos se alimentarán de tanta gratitud y cariño como estoy recibiendo en estos días. Me quedo con vosotros..., os vais conmigo. Besos.
Poco puedo decir de lo mucho que me has aportado en una etapa difícil de mi vida. Margarita, siempre serás mi "profe" de Lengua y Literatura, y de las mejores profesoras y profesores que jamás he tenido y al cual un alumno pueda acceder. Y aún espero poder disfrutar de tu sabiduría, quizá un día con un café. Muchas gracias Margarita
ResponderEliminarRaúl de Diego
Muchas gracias, Raúl. Tú también estás dentro de la mochila de los sueños. Y si alguna vez en la vida vieras que los sueños escasean, echa mano de esa mochila. Simplemente siempre amé lo que hacía y, por ello, traté de hacerlo bien. Mi felicidad también estaba en ese empeño. Ha valido la pena por toda la gratitud que estoy recibiendo. Ya sabes que tengo colgado sobre mi escritorio "nuestro" Quijote, en él veo tu arte y tu nombre todos los días. Es imposible que te olvide. Los caminos del arte te llevarán a buen puerto... "Adelante, siempre adelante", decía un personaje de Marianela... Pues ESO.
EliminarEnhorabuena Margarita por tu próxima jubilación!
ResponderEliminarMe ha agradado mucho disfrutar de este relato y recordar los análisis de poesía y textos literarios...
Aunque los años me llevaron a trabajar en ingeniería, de algún modo, hace 5 decidí cambiar a la docencia lo que me reporta muchas alegrías y no pocos disgustos...pero compensa.
Sigo leyendo mucho y encuentro siempre refugio en la lectura, entre otras cosas, gracias a ti.
Un abrazo de Álvaro Núñez Díaz (fui alumno tuyo de segundo de BUP en 1998...
Muchas gracias, Álvaro, por valorar mi cuento (más bien memoria autobiográfica) y por recordar mis clases. Me alegro de que también tú hayas entrado en la casa de la educación. La docencia tiene muchos sinsabores, pero también hermosos momentos. Yo he "sobre-vivido" 41 años y he seguido soñando y amando lo que hacía hasta el último día. Que tu mochila esté siempre llena de sueños. En mi mochila estás tú y muchos miles de alumnos más. Pero toda la gratitud que he recibido no cabe en ninguna mochila. Si quieres lo que haces serás feliz. Un abrazo.
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