viernes, 15 de mayo de 2020

Florilegio a san Isidro Labrador


Un florilegio, según el diccionario académico (DLE), es  colección de trozos selectos de materias literarias, es decir, una antología. Es una palabra relacionada con flor y con elegir.

San Isidro labrador es el santo patrón de Madrid y de otras localidades de España, y es también el patrono de los agricultores. Es un santo al que siempre se ha tenido una gran devoción y eso ha hecho que hayan proliferado los poemas y cantos, tanto  populares como cultos, en torno a su figura.

En este artículo voy a recoger algunos textos de poetas clásicos y modernos relacionados con san Isidro y con Madrid.



Madrid, aunque tu valor
reyes le están aumentando,
nunca fue mayor que cuando
tuviste tu labrador.

Calderón de la Barca


Unos datos biográficos:


San Isidro nació a finales del siglo XI en Madrid, en una familia humilde y quedó huérfano de niño. Ejerció el trabajó de pocero y zahorí, antes de ser agricultor. En Torrelaguna contrajo matrimonio con María  Toribia (Santa María de la Cabeza), de Uceda (Guadalajara)  y se establecieron allí para cultivar la tierra.  Eran los dos muy piadosos y rezaban siempre antes de realizar sus tareas. En 1119 vuelve a Madrid y empezó a trabajar como jornalero agricultor al servicio de Juan  de Vargas que tenía sus tierras al otro lado del Manzanares. Repartía lo que tenía con los pobres y con la iglesia. 

Falleció en 1172. Al morir lo enterraron en la iglesia de san Andrés.  Cuarenta y tres años después se  exhumó y se comprobó que su cuerpo estaba incorrupto, lo que hizo pedir declaración de santidad, pero no fue declarado santo hasta  el siglo XVII. Ya el rey Felipe II había hecho la petición a la Santa Sede, y se inició el proceso de santidad cuando  se creyó que los restos de san Isidro, llevados en procesión,  habían curado milagrosamente a Felipe III.  Los madrileños le rendían culto desde el siglo XII. También se le atribuye la curación de Mariana de Noburgo, esposa de Carlos II. Ella encargó una urna de plata para contener las reliquias del santo. Borbones posteriores también confiaron en el santo para curarse de sus dolencias.

El Códice de san Isidro recoge cinco milagros del santo, pero se le atribuyen más de cuatrocientos.  Muchos  de ellos están ligados al agua. Uno de los más conocidos es el del pozo. Su hijo (san Illán) cayó a un pozo y ante la imposibilidad de rescatarlo el santo se puso a rezar y, gracias a su oración, las aguas del pozo subieron de nivel  y su hijo pudo ser rescatado sano y salvo. El pozo del milagro se puede visitar en la casa museo de Madrid (Museo de los Orígenes). 

Pozo del milagro. Museo de San Isidro. Madrid


Otro milagro nos habla de que  en  un tiempo de gran sequía  golpeó con una vara unas rocas y brotó una fuente, fuente que hoy se conserva en su ermita en la Pradera de San Isidro.  Uno de  los milagros póstumos más famosos fue guiar, con otros santos,  a las tropas castellanas en la batalla de las Navas de Tolosa.

Sus restos están hoy en la Colegiata de  San Isidro. Fue canonizado en 1622  por Gregorio XV  y Juan XXIII lo declaró, mediante bula, patrón de los agricultores.


Urna. Colegiata de San Isidro. MAdrid.

Con motivo de su canonización se celebraron grandes fiestas en Madrid y eso  hace que los escritores de la época se interesaran por la figura del santo. Lope de Vega nos cuenta su biografía en un extenso poema,  El Isidro. Lope contribuyó a ensalzar a san Isidro de forma muy destacada en las fiestas con las que se celebró la beatificación (1620) y la canonización del santo (1622).

En este fragmento del Isidro habla de su esposa, con la visión de la mujer propia de la época:

La voluntad de su esposo
fue en María ley forzosa,
que la respuesta amorosa
tiempla el ánimo furioso
y es medicina famosa.
Al principio del querer
dio en servir y obedecer
por no darle a la discordia
que consiste la concordia
en manos de la mujer.

Lope participó también en las Justas poéticas del Ayuntamiento de Madrid  de 1619. A ellas pertenece este fragmento:

No dudes, Patria dichosa,
que has de verte ennoblecida
crecida y esclarecida,
por su reliquia famosa,
por su muerte y por su vida.

Serás corte de los Reyes,
su casa y sus ejercicios;
tendrás ricos edificios,
en ti se darán las leyes,
las dignidades y oficios.

No habrá ingenio, policía,
hermosura, cortesía,
grandeza que en ti no halles,
templos, plazas, casas, calles,
te harán insigne algún día.

Todo es bien que en ti se vea
porque en efecto el aldea
y el campo lleno de honor,
de tan rico labrador
es justo que corte sea.

Con el río los pastores
cantaban, pues, cosas tales
y que a sus claros finales
sirvieron los ruiseñores
de trompetas y atabales.


En la Justa poética de 1620,  Lope describe  en tono humorístico, la fama que tenía san Isidro de llegar tarde a trabajar por dedicarse a rezar y cómo los ángeles, mientras tanto, araban con  sus bueyes.

Los bueyes, viendo la aurora,
por  ISIDRO preguntaban,
que en aquella edad hablaban,
y también hablan ahora;
él en tanto a la Señora
del Almudena decía
lo que sin saber sabía
y para más contemplar,
adrede dejaba arar
los ángeles todo el día.

Calderón de la Barca, que le dedica varios poemas, también alude al hecho de que san Isidro se entretenía rezando a la Virgen de la Almudena. De uno de esos textos, escrito en décimas, procede esta estrofa final.

Antes de labrar el suelo
(¡oh tardanza de amor llena!)
en la Virgen de Almudena
labraba piadoso el cielo;
y como su santo celo
en el sol le suspendía
de la celestial María,
divertido, no pensaba;
como siempre, al sol miraba,
que pudo pasarse el día.

 También le dedica este soneto:

Los campos de Madrid, Isidro santo,
emulación divina son del cielo,
pues humildes los ángeles su suelo
tanto celebran y veneran tanto.

Celestes labradores, en cuanto
son amorosa voz, con santo celo
vos enviáis en angélico consuelo
dulce oración, que fertiliza el llanto.

Dichoso agricultor, en quien se encierra
cosecha de tan fértiles despojos,
que divino y humano os da tributo,

no receléis el fruto de la tierra,
pues cogerán del cielo vuestros ojos,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.



Ramón de la Cruz, en el siglo XVIII, también refleja muy bien el ambiente festivo que había en torno a la fiesta de san Isidro en la Pradera.  Recoge  algunas seguidillas cantadas:

El señor San Isidro
nos ha enviado,
porque le celebremos,
un día claro.
Bien lo merece,
pues es paisano nuestro,
pese a quien pese.


Al santo alude Rafael Alberti en este soneto:

Santoral agreste

¿Quién rompió las doradas vidrieras
del crepúsculo? ¡Oh cielo descubierto,
del monte, mares, viento, parameras
y un santoral de par en par abierto!

Tres arcángeles van  por las praderas
con la virgen marina al blanco puerto
del pescado; ayunando, entre las fieras
se disecan los padres del desierto.

El santo labrador peina la tierra,
Santa Cecilia pulsa los pinares,
y el perro de san Roque, por el río,

corre tras la paloma de la sierra,
para glorificarla en los altares,
bajo la luz de este soneto mío.


Imagen del santo en el puente de Toledo, Madrid


En la literatura contemporánea también aparecen referencias al santo, como esta, en tono crítico, de Gloria Fuertes:

15 de mayo

San Isidro, estoy cansada,
Yo te dejo mi herramienta.
Tú, que nunca fatigado estuviste
-ni en tormenta-,
tú, que todo lo rezabas
lo labrabas
lo sembrabas
tú, que hablabas
con los santos
con el trigo
con el ave.
Toma, planta mi bolígrafo,
A ver qué coño nos sale.
San Isidro, estoy cansada.

Pradera de San Isidro. Madrid
Esto es solo una mínima muestra de lo que se ha escrito sobre san Isidro.


Eran otros tiempos...

¡Feliz Día de San Isidro  a todas las localidades que lo tienen como patrono y a todos los agricultores!

¡Feliz cosecha!

Campos de cereales en Lastras de Cuéllar (Segovia). Junio de 2018


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