El diario La Nueva Crónica de León, en el espacio "León desde otras miradas", escrito por Mercedes G. Rojo, acerca las comarcas leonesas a través de la mirada de distintas escritoras. El reportaje número XIV está dedicado a Omaña y para hablar de ella ha contado con mi colaboración.
Con una presentación realizada por la autora del reportaje sobre la situación geográfica y algunos otros rasgos de la comarca descrita y una síntesis de la biografía de la escritora invitada, nos introduce de lleno en los atractivos de la comarca elegida. Al final introduce un texto de la escritora invitada, de unas 400 palabras , que pretende ser esa mirada personal de "León desde otras miradas".
Lo que sigue es ese texto personal, escrito por mí:
Me
llamo Omaña, me llamo agua
De forma recurrente vuelvo a sentir cerca ese río que
ha marcado mi vida: su sonido, su transparencia, sus reflejos, su movimiento…
No puedo imaginar otro lugar de
nacimiento que no sea un pueblo con río… El río conocido, el río vivido, el río
querido: el río Omaña, eje vertebrador de la comarca del mismo nombre.
En su fluir por el valle “Grande”, desde
los pies del monte Tambarón, en Montrondo, el río se deja abrazar por hermosos y antiguos puentes de piedra, por
puentes de madera o de hormigón, por puentes colgantes… Y sirve de espejo a una
vegetación cambiante, según la altura: abedules, robles, alisos, fresnos,
chopos… Siguiendo sus pasos, observamos cómo
surcan la geografía omañesa, a modo de
cicatrices, valles por los
que corren ríos generosos y
danzan aguas
de cascadas cantarinas, que él acoge en su seno. Podemos adentrarnos también en los valles laterales (valle
Gordo, valle Chico… ) o subir a sus cuetos y lombas para disfrutar de la
belleza del paisaje y de la buena acogida del paisanaje. Esas
aguas abundantes dieron nombre a la comarca de Omaña: aqua mania. Nombres de agua son también Omañón
y La Omañuela, pueblos bañados por el río.
Y es que un río es algo más que unas aguas que corren, que pasan, que huyen… Es el reflejo de la vida y las vivencias de muchas generaciones. Al río Omaña dirigían ya sus miradas los pueblos astures y el pueblo romano buscando la fertilidad de la tierra y el oro de sus aguas. Río de piedras, de presas, de molinos… Un río especial, porque no muere en su desembocadura, sino que se hermana con el río Luna para formar el Órbigo, ese antiguo Urbicum (también alusivo a agua).
Tanto desde las aguas bulliciosas de la
Omaña Alta como desde las reposadas del curso bajo, de Montrondo a La Utrera, Omaña nos
regala un mundo de magia y belleza, de historia y leyenda, que es un auténtico
paraíso natural. Es como un joyero lleno de piedras preciosas que invitan al visitante a abrirlo y a contemplarlo con
deleite. Esmeraldas son sus verdes
praderas; brillantes, sus aguas; turquesas, sus cielos; perlas, sus nubes;
amatistas, sus primaveras; oro, sus otoños; plata, sus peñas…
En Omaña, Reserva Mundial de la Biosfera
y zona SIPAM de la FAO, el visitante
solo tiene que saber dirigir la mirada. La belleza la tiene siempre delante.
Margarita Álvarez Rodríguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario