sábado, 9 de marzo de 2013

Lenguaje deportivo y violencia



                    En clave de epopeya...

En este artículo se va a hacer un  análisis sobre el carácter  violento que adopta el lenguaje del deporte y, más específicamente, el que aparece en las crónicas deportivas relacionado con el fútbol. Un lenguaje bélico y violento que hace a veces olvidar la nobleza del deporte y nos hace partícipes de sentimientos y actitudes más bien antideportivos, que no parece que puedan  fomentar la paz y la  tolerancia.  Bastaría observar cómo proliferan en ese lenguaje las palabras que sugieren dureza por la reiteración del sonido fuerte –rr- (regate, rapidez, recorte, rechace,  irrumpe, aferra, barrera, rompedor, retaguardia, rival…) o por terminar por los sufijos aumentativos  –ón o -azo (patadón, cañonazo…) que dan  sensación de fuerza y agresividad. El léxico y las frases hechas relacionadas con lo bélico y violento se prodigan en periodismo deportivo. Podríamos crear una pequeña crónica ficticia con palabras sacadas de crónicas reales para darnos cuenta de lo expuesto. 

Ahí va la crónica:


Los jugadores van a salir al campo de batalla con todas las baterías para dar la guerra hasta el final. Las espadas están en alto antes del partido Los jugadores salen a muerte, dispuestos a  matarse entre sí. El delantero centro, en la primera jugada, desentierra el hacha de guerra, hace una incursión, irrumpe con rapidez  y fusila al portero. De un patadón,  le lanza un cañonazo, como si de  su bota saliera un obús o un chupinazo. Este jugador  da letales zarpazos, necesita tener pegada para hacer el pase de la muerte y entrar en el área enemiga, como un buen artillero.  Otros  jugadores disparan repetidamente a puerta, lanzan latigazos a la red. La  delantera  es agresiva. Se necesita un jugador que catapulte a nuestro equipo, porque el rival en pugna es de armas tomar. Los jugadores sacan su   instinto asesino, pero no descuidan la retaguardia por lo que  realizan un repliegue de líneas. La mejor defensa es siempre un buen ataque

El entrenador arenga a su equipo, le da consignas. El equipo está presidido por un capitán, que hace regates rápidos para romper la barrera. Cuando algún jugador está cansado, se busca un hombre de refresco. Los defensas deben ser baluarte o escudo defensivo porque está en liza el honor del club. El ariete lanza latigazos  estacazos, trallazos, zurdazos que revientan la red. El ataque pone cerco a la portería contraria y se rompe la retaguardia del rival. El equipo de casa, que juega en su feudo y que aspiraba arrasar, vence la contienda, después de pelear sin rendición, pues el partido no fue  una marcha militar. El gol conseguido en la pena máxima será el resultado que campeará en el marcador. Pero se termina  el partido con varias bajas,  porque los equipos se dieron de tortas, y  árbitro permitió un juego agresivo al rival.  Al final, con la Champions a la vista, se produce un armisticio. 

El léxico de carácter bélico no se agota en el recogido más arriba, pues también hay que añadir que los jugadores militan en equipos, se integran en sus filas y la batalla a veces es un combate naval en que participan escuadras, por eso,  se van a pique, naufragan… Y para que el acontecimiento sea más épico, emulan a Julio  César, forman parte de legiones y se pasean por la historia así: La Rosaleda era un Rubicón para el Barcelona, o  por la literatura de la epopeya clásica:   Simao probó las carreras homéricas y dio cabezazo imperial a la salida de un córner.

Otras veces modernizan el arte de la guerra y, de los mandobles de  espadas, pasan a los morteros, las baterías, los fusiles y a sofisticación bélica de los misiles. Y así, de las legiones, se ha  pasado a tropas cargadas de reclutas. Los jugadores se convierten en peleones  héroes marciales y símbolos imprescindibles de la patria a la que  entregan  su valor hasta límites de epopeya. Pero su valor parece escaso si no se comparan con animales agresivos: los once leones  se batieron y dieron la guerra hasta el final. "Los madridistas, en cambio, estaban  encantados en su guarida".

Si lo anterior nos parece exagerado, a la hora de  insistir en el carácter violento y la fiereza del lenguaje deportivo, bastaría reproducir algunos titulares o expresiones que se han publicado recientemente: El Rayo se come al Betis. El Valencia mata al Deportivo en la orilla… El Madrid golpea de  nuevo. El Barça tocaba sin avanzar y su rival plantaba dos líneas militares por delante de su área. El Madrid manda al  Barça a urgencias. Para el Madrid es una semana de rearme emotivo… 


Y la lista se podría alargar mucho más. A veces  los comentaristas justifican abiertamente la actitud del agresor y lo disculpan con frases  como esta: Ha tenido que hacer una falta, no ha habido más remedio que derribarle”.

Visto el lenguaje periodístico del mundo del deporte, y especialmente del fútbol, habría que preguntarse qué diferencia hay entre las crónicas deportivas y  narrar una guerra en la que los vencedores se dedican a asolar  sin miramientos a una población.  Es evidente que  estamos ante un lenguaje muy agresivo,  dirigido a un público  mayoritariamente de varones. Es verdad que es un lenguaje metafórico y que hay que reconocerle a ese lenguaje su creatividad lingüística (en otro momento se puede hacer un análisis de esa faceta), pero hay que tener en cuenta  que el lenguaje no solo es el cauce del pensamiento, sino que con frecuencia se convierte en la sustancia del mismo. ¿Por qué tanta obsesión por usar imágenes violentas?

Si resulta   preocupante que los periodistas deportivos abusen de este lenguaje violento, no lo es menos que consideren también a los aficionados parte de ese engranaje militar. Bien significativa es esta cita de una crónica reciente: "La perversión es que la mayoría del público, en gran parte militarizado, perdona cualquier estrategia, por cicatera que sea, y abuchea al equipo contrario por no atacar con más ansia”. 

Debemos hacer deporte para mantener el cuerpo sano, pero no a costa de  llenar nuestra mente de tensión y agresividad. Recordamos  la famosa frase de Juvenal: “(Orandum est ut sit) mens sana in corpore sano”, en el sentido  original, el  de la necesidad de un espíritu equilibrado y pacífico  en un cuerpo equilibrado. ¡Ojalá el deporte haga realidad ese equilibrio! Porque en la palabra sosegada tiene la violencia su peor enemigo.

4 comentarios:

  1. Estupendo trabajo, Margarita, como todos los tuyos. Si acaso, echo de menos la voz "machada" que, si no es violenta, suena mal. Ej.: "El Real Madrid logra la machada en el campo del Manchester". Lo peor del asunto es que esta expresión la suele utilizar María Escario en el telediario de TVE 1 y en su boca, chirría, rechina, zurre, repele -y demás "erres"- de manera especial.

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    1. Gracias, Julio. Es interesante tu aportación. De acuerdo contigo. Y todavía podría haber añadido muchas más palabras, pero ya era el texto demasiado largo... Seguiré en otra ocasión con otros campos semánticos, pues el tema del lenguaje deportivo da mucho de sí.

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  2. Me encantó, felicitaciones y gracias por publicarlo.

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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.