viernes, 14 de enero de 2022

"Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio", por Antonio García Orejana

 

El autor de la reseña que sigue es Antonio García Orejana,  maestro, sindicalista y escritor.  Ha escrito muchos artículos sobre temas sociales y publicado  cinco libros. El último  (2021) es    Vida y Libertad. Un ensayo sobre la felicidad. Otras obras suyas son: Cartas del Sáhara, Nosotros, Tetas. La fuente de la vida... (bardera.sc.@gmail.com)

Para él mi gratitud.


Como buenos amigos conviven  los libros de la autora de la obra reseñada
y los del autor de la reseña


Reseña

Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio,

Autora: Margarita Álvarez Rodríguez

Obra de divulgación

Editorial Lobo Sapiens

León, 2021

476 págs.

Una vez leído el libro de Margarita Álvarez, puedo asegurar que el lenguaje del menosprecio goza de muy buena salud y que en la mente de su autora las Palabras hilvanadas son dichos por los que siente un gran aprecio. Yo también siento ese aprecio, sobre todo, cuando, inconscientemente, esos dichos coloquiales o vulgares afloran a mi mente. A partir de ahora cuando alguno me venga siempre diré hacia mis adentros: “Lo tiene recogido Margarita en su libro”.

Sobre el libro Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio solo quiero manifestar dos cosas. En primer lugar mi reconocimiento. Y quiero hacerlo constar con tres palabras: trabajo, enseñanza y belleza.

Escribir un libro siempre requiere mucha dedicación y mucho esfuerzo. Cuando uno es solamente lector, este trabajo puede ser más o menos reconocido en función de los conocimientos que se tengan del oficio de escribir. Pero cuando uno además de ser lector es escritor, entonces conoce de primera mano el trabajo que requiere la escritura de un libro. Yo, en esa doble condición, puedo asegurar que el libro de Margarita supone un arduo trabajo. Un trabajo enorme de recopilación de datos –ella reconoce que es un trabajo de toda una vida-, y una creatividad grande para saber dar la puntada adecuada en el momento justo. Sí, hilvanar esas palabras es un trabajo creativo. Es necesaria la imaginación, pues relacionar unos dichos con otros y colocarlos adecuadamente dentro de una estructura supone, además de trabajo, tener un sentido de la belleza y del decoro.

Yo opino que la escritura siempre tiene el objetivo de enseñar. Escribir para no decir nada a quien nos lee es tontería, o al menos ese es mi punto de vista. Aunque solo se escribiese para divertir a quien nos leyera, siempre esconderíamos el deseo de enseñar a divertirse -o a pasar el rato- a la gente. Sí, el deseo de enseñar creo que es innato en quien escribe. En el caso de Margarita no hay ninguna duda: ha dedicado toda su vida a la enseñanza. Con este libro sigue enseñando a quienes fueron sus alumnos, enseña a quienes fuimos sus compañeros de trabajo,  enseña a sus familiares y amigos. Y a los lectores, en general.

Y en el libro de Margarita hay belleza. Sí, los dichos son palabras y las palabras siempre son bellas, basta leer o releer las Palabras finales de su libro para encontrar en ellas esa belleza y para quererlas como las quiere ella. Pero, además, si las palabras no fuesen bellas, las frases tampoco lo podrían ser, y entonces no se podrían escribir poemas bellos ni narraciones bellas.

Y si a través de la belleza conseguimos emocionarnos entonces no cabe duda de que para que nos emocione una historia es imprescindible que nos emocionen sus palabras. Por eso las Palabras hilvanadas de Margarita no son solamente una estupenda herramienta de trabajo para quienes tenemos el gusto por la escritura, sino también un camino para conocernos y para saber que somos capaces de emocionarnos y de emocionar a quien nos lea utilizando la palabra adecuada –el dicho adecuado- en el momento oportuno.

Y en segundo lugar, y arrimando el ascua a mi sardina, me voy a aprovechar de su libro para llevármelo al huerto. Buscaré entre las Palabras hilvanadas de Margarita aquellas que hacen referencia a los productos hortícolas, porque así, además de matar el gusanillo, seguro que encontraré mucho tomate. Con los productos de la huerta lo primero que nos sucede es que se nos hace la boca agua, especialmente si son sandías, preferibles a los melones en lo que se refiere al lenguaje del menosprecio.

Para ser la alegría de la huerta es necesario ser más tierno que un ajo y no tener cabeza de pepino. Tampoco estaría mal, en mi caso, y recordando  mi juventud, ser alto como un espárrago o fresco como una lechuga.  Y puestos a pedir, aunque no sean peras al olmo, y sin meterme en muchos berenjenales, sí pediría saber distinguir entre troncos y berzas y que no me tomasen por el tonto del nabo o pensasen que no sé ni patata. Tampoco me gustaría que me pusieran las peras al cuarto o me mandasen a escardar cebollinos ni que me tuvieran a ajo y agua.

Seguro que todos estos productos hortícolas están cojonudos o “coñudos”, si somos capaces de invertir, a base de  repetición y de insistencia, la valoración de algunas palabras que en nuestro idioma tienen distinto significado si aluden a lo masculino o lo femenino, como ocurre  con cojonudo frente a coñazo.

Y termino, para que no me tachen de lechuguino, de berzotas, de hortera o me manden a freír espárragos, con un deseo y ofrecimiento a Margarita:  que de higos a brevas pueda regalarnos algún encuentro literario en La Linde,  huerta segoviana rica en frutos, tanto comestibles como literarios, para que la gente llana de mi pueblo pueda apreciar el sabor y la belleza de estas Palabras hilvanadas...

               Antonio García Orejana

                Fuenlabrada,  14 de enero de 2022

Contraportada


4 comentarios:

  1. Gracias a ti Margarita por hacernos ver la belleza de las palabras.

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    1. Lo más importante es que esas palabras lleguen al lector y sean motivo de reflexión, de aprendizaje, de sonrisas... Y siempre, puente de comunicación. Gracias.

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  2. Muchas gracias Margarita, después de leerla reseña de tu libro, no tengas duda que lo leeré. Debe estar la mar de interesante y divertido además de lo mucho que aprenderemos,que en definitiva es el principal objetivo del escritor y por supuesto también del lector ya que leemos para disfrutar y aprender de las palabras

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    1. Creo que algo se puede aprender... Y desde luego también disfrutar lúdicamente de esta filigrana lingüística, apta para todos los tipos de lector. Gracias.

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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.