viernes, 15 de abril de 2016

En todos los sitios se cuecen habas


     Expresiones relacionadas con la cocina (V): las legumbres y su acompañamiento.   

                                  
                                  
2016, Año Internacional de las legumbres.


                                                                                        A todos los que saben convertir las legumbres en un manjar.


Ya decía Cicerón que mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de ternero cebado donde hay odio.





En una mesa española no puede faltar una dieta mediterránea. Ingredientes fundamentales de esta dieta son, sin duda, las legumbres y las verduras. Como nos tenemos que buscar los garbanzos para vivir y, una vez encontrados, mirar por el garbanzo, vamos a preparar nuestro "menú lingüístico" de hoy utilizándolas como base. Así pues, ahí van, con cierto tono humorístico, una serie de expresiones relacionadas con la cocina, de significado figurado  (omito los refranes que se refieren a las legumbres en el sentido real), que complementan otros artículos anteriores sobre expresiones relacionadas con la cocina y la alimentación. 

Aunque trato de recoger las expresiones que tienen matiz despectivo, pues el presente artículo forma parte de un trabajo sobre los disfemismos,  este Año Internacional de las Legumbres, es un buen momento para hacer homenaje a ese alimento, que con todo su "acompañamiento",  podemos convertir en un delicioso manjar.

Dentro del mundo de las   legumbres, las lentejas  parece que tienen una especial valoración, tanta que  incluso hay gente que se vende por un plato de lentejas, aunque tenga que poner en práctica  el pecado de la lenteja. Y con ellas no se puede elegir, ni pa judías,  porque son lentejas, que si quieres las comes  y, si no, las dejas. 

Pero conviene comerlas, porque, aparte del hierro que contienen, el que de lentejas se alimenta tiene el alma contenta y, con la alegría del buen alimento danzamos las habas verdes y si, además, anda la sidra por medio, ya se sabe, que con fabes y sidrina, nun fai falta gasolina. 

Si las lentejas no nos gustan, podemos tomarnos un plato de habas, esperando que no sean habas contadas. Si el número es escaso, es mejor optar por los garbanzos, porque tienen mayor sentido del compañerismo, ya que, como los granos, un garbanzo no hace puchero, pero ayuda al compañero y los garbanzos y judías hacen buena compañía. Siempre y cuando ese garbanzo no desentone en el equipo de gente intachable, porque nadie acepta  bien al garbanzo negro. Pero en todos los cocidos hay alguno, y hasta se pueden camuflar entre las habas, porque en todos los sitios se cuecen habas y, en la mía, a calderadas.

Quizá ese garbanzo negro llegue escondido entre los sabrosos garbanzos de Fuentesaúco, ya que el buen garbanzo y el buen ladrón, de Fuentesaúco son. Pero, como es negro, se  hará notar y lo perseguirá nuestro tenedor hasta dejarlo maltrecho. Además, por un garbanzo no se descompone la olla. Puede haber también garbanzos que no se hayan cocido en su olla, porque alguien los ha llevado a la suya, los ha cocinado a su antojo y se ha adjudicado su propiedad. Las lentejas, en cambio, no se juntan con malas compañías, así que, si tienes pan y lentejas, ¿de qué te quejas? 

Pues nos quejamos de la poca variedad del menú, porque, aunque las legumbres sean comida sana, judías todos los días, eso es mucha judería. Algunos se niegan a comer legumbres, por eso son tan enclenques que luego tropiezan en un garbanzo. Las mujeres las comen, en cambio, para ganar  fortaleza, pues el caldo de habas hace a las mujeres bravas y, aunque sea sin enjundia, a falta de gallina, bueno es el caldo de habas.

No siempre las legumbres se usan para echarlas al puchero. Los pasteleros meten el haba no deseada en el roscón para que el tonto del haba de turno lo pague y los hechiceros las usan para hacer sortilegios echando las habas. Y siempre habrá alguien que encuentre algún garbanzo de a libra o algún muchacho que haga explotar algún garbanzo de pega.

Si no queremos comer solas las legumbres, podemos acompañarlas con un poco de arroz.   Cuando estemos a punto de cerrar la olla, nos acordaremos de aquello de    si quieres arroz, Catalina. Añadido el puñadito, tendremos que estar atentos para que no se nos pase el arroz.  Y también podemos hacer una rica sopa con el caldo  de los garbanzos y preservarla de los que andan a la sopa para conseguir comer la sopa boba, porque gente de ese tipo la podemos encontrar hasta en la sopa. 
Sopa de cocido.
 Foto gentileza del restaurante Villamor de Riello (León)



Pero tendrán que desistir del intento, porque les daremos sopas con honda y así será difícil que se las lleven a la boca y, si lo intentan, acabarán hechos una sopa.

Las legumbres son aún más completas si se combinan con las verduras. Pero hay que tener cuidado de no convertirse en el perro del hortelano y de no meterse en un berenjenal, porque podemos recoger por equivocación, entre col y col, algún cardo borriquero, que desentonaría entre los otros ingredientes, salvo que a estos les importe un bledo, un rábano, un pepino, un pimiento, un comino…

Este menú de legumbres, acompañado de agua,  puede resultar flatulento, como bien refleja el refrán asturiano: Quien come fabes y agua bebe, nun preguntes que i duel. Tampoco conviene compartirlo con alguien que repita como un pepino, o al berzotas recalcitrante, pues, cada día col, el caldo amarga. Algún día , como berzas y nabos para en una son entrambos, puede aparecer un nabo perdido en nuestra cazuela. Ese día, alabaos, coles, que hay nabos en la olla.

En caso de duda sobre la elección de la verdura acompañante, mejor unas acelgas, pues de un cólico de acelgas nunca murió ni rey ni reina. En ningún caso es conveniente mezclar legumbres con maíz, pues eso sería la repanocha.

Foto gentileza del restaurante Villamor de Riello (León).
Y si queremos legumbres que parezcan verduras, ahí están los verdes guisantes que merecen también nuestro reconocimiento pues, como dicen los valencianos,
habiendo piseos, laus Deo. ¡Y  un jamón! O, al menos,  unos taquitos salteados. 

Con las legumbres, para que no se queden en agua de borrajas, podemos añadir unos buenos embutidos. Pero que no nos den morcilla -de la que no se come-, ni nos hagan picadillo, ni trizas, porque acabaríamos hechos puré.


Lamón, lomo y chorizo leoneses
En cambio, si la morcilla es buena, es posible que nos la quiten de las manos:
morcilla cular, a muchos ofrecen y a pocos dan. Si es mala, mejor no comer mucha, porque viudas, cebollas y morcillas, milagro que no repitan. 


En todos los sitios no se atan los perros con longaniza, aunque los torrezneros, que se dejan llevar por la vagancia, así lo crean, quizá porque tienen sangre de horchata o porque su cuerpo de morcón les invite a ello, sobre todo si llevan calzas a modo de butifarras. Que  sepan que a quien no mata puerco no le dan morcilla y, aun matándolo, puede ocurrir que muchas manos en la hornilla no dejen probar morcilla,  porque hay más días que longanizas

Un poco de tocino también puede ser buen acompañamiento para conseguir una comida más energética, pues quien tiene habas y tocino, para qué quiere pleitos con el vecino. Pero, ¡ojo!, hay que cocerlo despacio, no sea que confundamos el tocino con la velocidad.

También conviene elegir un buen chorizo  y, sobre todo, evitar que nos choricen, porque donde hay chorizos colgando, no faltan gatos husmeando... A veces no son necesarios gatos, es el propio chorizo el que se convierte en el minino que arrampla con nuestra matanza. Si falta el chorizo, mejor aceptar cualquier acompañamiento para nuestro plato de legumbres, porque cuando no hay lomo, tocino como y, si no, nos las tendremos que comer con patatas, que más valen patatas en paz que tajadas en guerra.

Entretanto, con la comida en la mesa, y a la espera de platos más variados de carnes y pescados, que pondremos en otro menú, nos disponemos a dar buena cuenta de estas apetitosas legumbres... Sin embargo, el pagar la factura será responsabilidad común, pues, aunque las legumbres no son comida cara, al levantar los manteles, haremos cuentas y pagaredes.

Pero, pagar por "comer" solamente esta  sopa de letras que habéis encontrado en este artículo, no parece que llene la andorga  a nadie, así que, si queréis que las legumbres sean para vosotros un manjar,  de verdad, tomad el artículo en broma y, en serio, un buen plato de legumbres,  como este rico cocido omañés. 


 ¡Una sabia elección!  Foto gentileza del restaurante Villamor de Riello (León).


Sabrás lo que es una auténtica delicia culinaria... 

Y, ahora sí... ¡Que aproveche!



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2 comentarios:

  1. Se me hizo la boca agua!!!! Leyendo.......

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  2. ¡Cuántas expresiones usamos frecuentemente relacionadas con la cocina! Se ve que lo culinario nos inspira mucho. Muchas gracias, Faly.

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La Recolusa de Mar por Margarita Alvarez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.