Para
cerrar la serie de artículos sobre dichos relacionados con la
lengua o con su uso, vamos a decir lo que no está escrito. Esta vez hablaremos de expresiones que tienen relación con el verbo decir. Vamos con los decires... Y nunca mejor dicho.
DLE. Real Academia Española |
Es verdad que del dicho al hecho hay mucho trecho, pero el verbo decir también adorna nuestra capacidad de expresión y es cauce de nuestra emotividad. Lo decimos en serio y todo en un decir Jesús.
Con
el verbo decir nos sorprendemos: ¡Que se
dice pronto! ¡No digo nada! ¡No me digas! ¡Qué me dices! ¡Digo! ¡Digo yo!¡No digamos!
¡Que ya es decir! ¡Quién lo diría! ¡Quién lo iba a decir!
Asentimos
de forma rotunda y decimos amén, aunque con
tanto decir amén, la misa no sale bien. ¡Y (ni) que lo digas! O asentimos con alguna duda: Digo yo que será así.
O, además de asentir, nos despedimos: Lo
dicho.
Exageramos:
¡No digamos! ¡Hasta decir basta! ¡A mí me lo vas a decir! ¡Cualquiera lo
diría! (No es listo) que digamos.
Apoyamos
o encaremos algo: ¡Di que no! (es
así). ¡Que te lo digo yo!
Desmerecemos a otros: ¡Es mucho decir! ¡Que diga misa!
Constatamos
lo evidente: Ni qué decir tiene. ¡Ya te digo!
Abrimos
canales de comunicación: Diga, dígame, dime,
tú dirás…
Llamamos
la atención: Digo, digo, digo. Digo yo que…
Rectificamos
lo dicho: Es un decir o por mejor decir. Donde dije digo, digo Diego.
Y seguiremos haciendo aclaraciones con es decir, digamos que… O nos reservamos la
opinión: ¡Yo no digo nada!
Amonestamos:
¿Qué te he dicho? ¿Ves? Te lo dije. Preguntas retóricas
que desde luego no buscan respuesta, porque, de tenerla, nos sonaría a insolencia o disculpa.
Definimos a alguien muy resolutivo: Es una persona dicha y hecha.
Definimos a alguien muy resolutivo: Es una persona dicha y hecha.
A
veces, parece que dudamos sobre quién es
el emisor o simulamos un desdoblamiento de nuestra personalidad: Como aquel que dice. Como dijo el otro. Como
quien dice. Como si dijéramos. Cualquiera lo diría. Ello dirá. Di que. Digamos.
Como aquel que no dice nada…
Otras
veces, sin embargo, tenemos bien claro que somos los propietarios de la palabra
y personas de digo y hago, y lo
marcamos con rotundidad: Lo dicho, dicho.
He dicho. O con resolución: Dicho y
hecho. Entonces sabrán nuestros interlocutores que no decimos por decir, sino por
decirlo así y que tenemos algo por
dicho. O decimos de una hasta ciento o decimos algo dos por tres para encarecer
nuestra verdad.
En
cuestión de opiniones, hay cosas o hechos que no nos dicen nada (normal, ¡qué nos van a decir las cosas!), otras no dicen ni bueno ni malo, y
comportamientos que dicen directamente bien o mal.
La
preocupación por el qué dirán, por andar de dicho en dicho o en boca de todos nos puede llevar a callarnos como mudos. No es bueno andar en réplicas,
en dimes y diretes, que no conducen a
ningún lugar.
En
realidad, tampoco es bueno pecar de dicharacheros
o de tener una lengua larga, salvo en
juegos de naipes donde está permitido a los jugadores decirse sin -¡curiosa expresión!- y tener luego que desdecirse.
Cuando
queremos decir
algo podemos usar distintos idiomas. Si
alguien nos habla en chino, nos suena a chino; si alguien se
enfada y jura en arameo, seguro que
no necesitamos entender el idioma para conocer el significado.
Siempre
toparemos con algún avispado que sepa
hasta latín y muchos a los que les echan
los latines, pero no siempre quedan bien casados, porque, cuando un
cónyuge coge a otro en mal latín, la cosa puede acabar en divorcio. Y si nos dicen un mensaje con latinajos tendremos dificultad para descifrarlo.
Por
si acaso, es mejor que cada uno se exprese en la lengua en que mejor se
comuniquen sus sentimientos, ya que los sentimientos de los seres humanos son coincidentes, pero los
cauces de expresión variados.
Cerramos
aquí esta parlada para que el lector, con la expresión calla y cuez, no nos invite a callarnos por ser muy redichos, por no guardar reserva y actuar como unos correveidiles,
o por perder el tiempo en cosas fútiles.
Con ella concluimos una serie de seis
artículos dedicados a recoger los dichos
relacionados con la lengua castellana.
Pero
el mundo de los dichos de nuestra
lengua es aún muy amplio y dará opciones para seguir escribiendo sin que nos maldigan, nos desdigan o nos pongan en entredicho. Tal vez, con un poco de suerte, nos digan alguna flor.
O nos aporten como colofón este trabalenguas para que hagamos más ejercicios con el verbo decir, diciendo:
"Me han dicho que tú has dicho que yo he dicho un dicho que
yo no he dicho, pero ese dicho que te han dicho que yo he
dicho yo no lo he dicho, porque si lo hubiera dicho estaría
bien dicho por haberlo dicho yo".
O nos aporten como colofón este trabalenguas para que hagamos más ejercicios con el verbo decir, diciendo:
"Me han dicho que tú has dicho que yo he dicho un dicho que
yo no he dicho, pero ese dicho que te han dicho que yo he
dicho yo no lo he dicho, porque si lo hubiera dicho estaría
bien dicho por haberlo dicho yo".
En
cualquier momento, pues, seguiremos diciendo algo novedoso dándole a la lengua... O al teclado...
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Pues digo yo que me ha gustado tu artículo y no te digo "ninguna flor" es muy interesante.
ResponderEliminarGracias, Paco, por dejar tu comentario.
EliminarGracias Margarita, muy interesante y enriquecedora tu recopilación de expresiones del verbo decir. Ya espero la siguiente. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Fuencisla. Un abrazo
EliminarPues dicho y hecho ; tus dichos sobre los dichos,muy bien dichos.Muy constructivo e interesante como siempre tu artículo . Gracias Margarita.
ResponderEliminarGracias. Espero no resultar redicha.
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